“OFENSIVA
INFORMATIVA”
Antes
que suenen los cañones Joe Biden y la Corporación de medios saben que habrá que
ganar la batalla por la supremacía del relato informativo
Por Charles H. Slim
En
los últimos veinte años hasta esta parte, los EEUU y sus socios atlantistas se
han visto involucrados en toda clase de aberraciones contra el orden legal internacional
que desembocaron en una catarata de violaciones a los derechos humanos y las
libertades más elementales para cualquier sujeto. La excusa para ello la
conocimos bajo el rótulo de “La lucha contra el terrorismo”.
Así, el espionaje sistemático dirigido primero contra
todos los musulmanes del mundo y luego contra cualquier ciudadano (incluido los
estadounidenses) que se atreviera a discutir sus acciones, podía ser sometido a
un arresto sin cargos ni orden judicial previa lo que de por sí ya era una de
las más alevosas violaciones a la Constitución de los EEUU. Oh si. Durante
muchos años, la mayoría de los medios agacho la cabeza y miraba para otra parte
mientras las tropas anglosajonas arrasaban Iraq y Afganistán, cometiendo en el
proceso todo tipo de crímenes que tras quedar expuestos por fuentes anónimas en
el internet, hicieron lo posible por borrar las evidencias existentes en la
red.
Si alguien salvo al mundo de la perpetuación del
embuste de la “lucha contra el terrorismo”, no fueron los medios, sino aquellos
que desde el anonimato pusieron en evidencia las mentiras y las contradicciones
que desde Washington se desperdigaban al resto del mundo.
Hoy en plena crisis con Rusia, una vez más esos medios
(que carecen de pensamiento crítico) que ayudaron a tapar toda la porquería que
implicaba aquel negocio de la “lucha contra el terror” y las íntimas conexiones circunstanciales e históricas del "Al Qeada" e “ISIS” con las agencias gubernamentales,
vuelven a la carga para hoy por hoy tratar de hacerles creer a los ciudadanos
del mundo que Rusia tiene planeas maléficos sobre Ucrania.
Entre los argumentos más estrambóticos que esgrimen,
hablan de que Rusia había preparado “operaciones de Bandera Falsa” para iniciar
la guerra haciendo de ello un relato como si esta táctica fuera una práctica
que solo los rusos han usado tratando de que nadie se acuerde de lo que fue aquel
11/S de 2001 que como ha quedado en la memoria de muchos, como un evento
histórico que la administración de Bush-Cheney ni ninguna a posterior ha
aclarado ni tampoco ha pretendido aclarar.
Como saben que es muy difícil explicar en casa a su
propia ciudadanía el por qué EEUU tiene sus tropas en Eurasia a más de 9000
kilómetros de casa y su papel para pretender meterse en Ucrania reutilizando el
viejo y gastado libreto de la “democracia y la libertad” ahora apelan al argumento
de verse obligados a librar una guerra informativa contra las artimañas con las
que el gobierno de Vladimir Putin pretende manipular la realidad de lo que esta
ocurriendo allí. Hasta un niño se da cuenta al ver que miles de tropas
anglosajonas y toneladas de material bélico desplegado sobre territorios que no
les son propios lo llevaría a preguntarse ¿Quiénes son realmente los invasores?
Acá en la Argentina, las islas Malvinas se hallan
ocupadas por la fuerza y para sostener esa ocupación los británicos y la OTAN
durante todos estos años han reforzado sus fuerzas militares con sistemas de
misiles (algunos de ellos vendidos por empresarios argentinos) y más navíos de
combate ¿Acaso están allí para proteger a los argentinos de alguna mala idea
que se les cruce por la cabeza?
Y ¿Por qué la Argentina no ha hecho nada desde 1982?
Simplemente porque la clase política (gobierno y oposición) cumplen con el
mandato tácito impuesto por Londres que todo se mantenga la situación como
esta.
La misma inconsecuencia se presenta en el asunto
Ucrania. Tanto Washington como Londres solo están usando artificios
lingüísticos y la intoxicación informativa para explicar lo inexplicable. Al
mismo tiempo usan al sistema títere de Kiev (montado tras un golpe de estado en
2014) para que sea su pantalla que cubra sus verdaderos objetivos y ello son,
la de convertir a Ucrania en el puñal de la OTAN a un centímetro del corazón de
la Federación Rusa. Los antecedentes históricos en los que occidente demostró
su perfidia y falta de compromiso con los acuerdos que firma, dan razones de
sobra a los rusos para obtener garantías expresas de que estos actores no conviertan
a Ucrania en una base de la OTAN.
Al parecer, más allá de las amenazas de sacar a Rusia
del Swap, de los “severos costos” que le demandaría una invasión y de tratar de fastidiar su economía cortando
el gasoducto “Nord Stream 2”, el foco de la ofensiva esta guerra psicológica se
centra en colocar una fecha límite como un “ultimátum” predictivo en el que
Washington asegura (sobre la base de supuestos informes de inteligencia) que el
día 16 de febrero “Rusia invadirá Ucrania”
y que para darle más dramatismo a ello, mueve su sede diplomática y al
personal fuera de Kiev.
El gobierno ruso no peca de cándido y es por eso que no le hará el juego a la administración de Biden que presionado por los neoconservadores tratan de llevar la guerra a su territorio.
Si llega el día 16 y Rusia realiza lo que Biden
asegura, no hay dudas de que ganará algo de prestigio entre sus colegas en Washington
y en un electorado que no dan mucho crédito a su gestión. Pero si llega ese día
y no ocurre nada (como es muy posible que suceda) Biden quedará en el ridículo
más absoluto poniendo una vez más en tela de juicio y en el centro de la
escena, la credibilidad de sus agencias de inteligencia, las mismas que hace
casi veinte años atrás (2002) fabricaron informes falsos para invadir a otras
naciones y mantener vivo a un fantasma (Bin Ladem).