martes, 15 de febrero de 2022

 

“OFENSIVA INFORMATIVA”

Antes que suenen los cañones Joe Biden y la Corporación de medios saben que habrá que ganar la batalla por la supremacía del relato informativo

 

Por Charles H. Slim

En los últimos veinte años hasta esta parte, los EEUU y sus socios atlantistas se han visto involucrados en toda clase de aberraciones contra el orden legal internacional que desembocaron en una catarata de violaciones a los derechos humanos y las libertades más elementales para cualquier sujeto. La excusa para ello la conocimos bajo el rótulo de “La lucha contra el terrorismo”.

Así, el espionaje sistemático dirigido primero contra todos los musulmanes del mundo y luego contra cualquier ciudadano (incluido los estadounidenses) que se atreviera a discutir sus acciones, podía ser sometido a un arresto sin cargos ni orden judicial previa lo que de por sí ya era una de las más alevosas violaciones a la Constitución de los EEUU. Oh si. Durante muchos años, la mayoría de los medios agacho la cabeza y miraba para otra parte mientras las tropas anglosajonas arrasaban Iraq y Afganistán, cometiendo en el proceso todo tipo de crímenes que tras quedar expuestos por fuentes anónimas en el internet, hicieron lo posible por borrar las evidencias existentes en la red.

Si alguien salvo al mundo de la perpetuación del embuste de la “lucha contra el terrorismo”, no fueron los medios, sino aquellos que desde el anonimato pusieron en evidencia las mentiras y las contradicciones que desde Washington se desperdigaban al resto del mundo.

Hoy en plena crisis con Rusia, una vez más esos medios (que carecen de pensamiento crítico) que ayudaron a tapar toda la porquería que implicaba aquel negocio de la “lucha contra el terror” y las íntimas conexiones circunstanciales e históricas del "Al Qeada" e “ISIS” con las agencias gubernamentales, vuelven a la carga para hoy por hoy tratar de hacerles creer a los ciudadanos del mundo que Rusia tiene planeas maléficos sobre Ucrania.

Entre los argumentos más estrambóticos que esgrimen, hablan de que Rusia había preparado “operaciones de Bandera Falsa” para iniciar la guerra haciendo de ello un relato como si esta táctica fuera una práctica que solo los rusos han usado tratando de que nadie se acuerde de lo que fue aquel 11/S de 2001 que como ha quedado en la memoria de muchos, como un evento histórico que la administración de Bush-Cheney ni ninguna a posterior ha aclarado ni tampoco ha pretendido aclarar.

Como saben que es muy difícil explicar en casa a su propia ciudadanía el por qué EEUU tiene sus tropas en Eurasia a más de 9000 kilómetros de casa y su papel para pretender meterse en Ucrania reutilizando el viejo y gastado libreto de la “democracia y la libertad” ahora apelan al argumento de verse obligados a librar una guerra informativa contra las artimañas con las que el gobierno de Vladimir Putin pretende manipular la realidad de lo que esta ocurriendo allí. Hasta un niño se da cuenta al ver que miles de tropas anglosajonas y toneladas de material bélico desplegado sobre territorios que no les son propios lo llevaría a preguntarse ¿Quiénes son realmente los invasores?

Acá en la Argentina, las islas Malvinas se hallan ocupadas por la fuerza y para sostener esa ocupación los británicos y la OTAN durante todos estos años han reforzado sus fuerzas militares con sistemas de misiles (algunos de ellos vendidos por empresarios argentinos) y más navíos de combate ¿Acaso están allí para proteger a los argentinos de alguna mala idea que se les cruce por la cabeza?

Y ¿Por qué la Argentina no ha hecho nada desde 1982? Simplemente porque la clase política (gobierno y oposición) cumplen con el mandato tácito impuesto por Londres que todo se mantenga la situación como esta.

La misma inconsecuencia se presenta en el asunto Ucrania. Tanto Washington como Londres solo están usando artificios lingüísticos y la intoxicación informativa para explicar lo inexplicable. Al mismo tiempo usan al sistema títere de Kiev (montado tras un golpe de estado en 2014) para que sea su pantalla que cubra sus verdaderos objetivos y ello son, la de convertir a Ucrania en el puñal de la OTAN a un centímetro del corazón de la Federación Rusa. Los antecedentes históricos en los que occidente demostró su perfidia y falta de compromiso con los acuerdos que firma, dan razones de sobra a los rusos para obtener garantías expresas de que estos actores no conviertan a Ucrania en una base de la OTAN.

Al parecer, más allá de las amenazas de sacar a Rusia del Swap, de los “severos costos” que le demandaría una invasión  y de tratar de fastidiar su economía cortando el gasoducto “Nord Stream 2”, el foco de la ofensiva esta guerra psicológica se centra en colocar una fecha límite como un “ultimátum” predictivo en el que Washington asegura (sobre la base de supuestos informes de inteligencia) que el día 16 de febrero “Rusia invadirá Ucrania”  y que para darle más dramatismo a ello, mueve su sede diplomática y al personal fuera de Kiev.

El gobierno ruso no peca de cándido y es por eso que no le hará el juego a la administración de Biden que presionado por los neoconservadores tratan de llevar la guerra a su territorio.  

Si llega el día 16 y Rusia realiza lo que Biden asegura, no hay dudas de que ganará algo de prestigio entre sus colegas en Washington y en un electorado que no dan mucho crédito a su gestión. Pero si llega ese día y no ocurre nada (como es muy posible que suceda) Biden quedará en el ridículo más absoluto poniendo una vez más en tela de juicio y en el centro de la escena, la credibilidad de sus agencias de inteligencia, las mismas que hace casi veinte años atrás (2002) fabricaron informes falsos para invadir a otras naciones y mantener vivo a un fantasma (Bin Ladem).

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