“LA HORA DE LOS ESTADISTAS”
En las horas aciagas de un país sin rumbo a la
falta de ideas y planificaciones se agrega la ausencia de gobierno y de alternativos
administradores sensatos de la cosa pública
Por Javier
B. Dal
La Argentina siempre pareciera estar desubicada
de los contextos geopolíticos en los que se desatan sus crisis. Para los mismos
argentinos que diagnostican los males de su país ponen el centro de todos los
males al peronismo y su nacionalismo populista. Especialmente los que se
denominan la oposición de corte liberal. Pero sin dudas eso es una falacia ya
que ellos también han sido los grandes responsables de la debacle de un estado
sobredimensionado y corrupto.
Para otros este
derrumbe viene paulatinamente desde 1983. Igualmente eso ya no importa y lo que
actualmente urge es una conducción política coherente, responsable y seria que
aborde con decisión política la crítica situación socio-económica del país. Durante
gran parte de su existencia, la Argentina se ha mantenido al margen de los
acontecimientos internacionales participando tan solo como un simple espectador
y solo en algunos casos puntuales intentando ser parte mediante decisiones
bastante discutidas. Para peor, sus propios gobiernos y en particular su clase
política (sin distinción de partidos) ha canibalizado al estado para satisfacer
sus intereses sectoriales y personales.
En las actuales
circunstancias el gobierno de Alberto Fernández o cualquiera que lo suceda no
puede darse el lujo de obviar el contexto global. No hay forma de mantener ese
pensamiento aislacionista que de continuo sirvió para que el país no se
comprometiera en asuntos complejos y muchas veces escabrosos como son las
crisis y las guerras. Ello no solo por la actual guerra en Ucrania sino de
cualquier conflicto que se produzca en el mundo.
El país forma parte (le
guste o no) de la realidad global, aunque debiera encararla desde una
perspectiva equilibrada y con su propia visión algo de para lo cual, debe
producir sus propias doctrinas y planificaciones. No hay lugar para
aventurerismos ni amateurismos como lo han evidenciado tanto los anglófilos de
CAMBIEMOS (compuesto por radicales, PRO y otras yerbas) y los hoy denominados
TODOS POR EL CAMBIO o los seudo comunistas, maoístas y mutantes del progresismo
del KIRCHNERISMO o FRENTE DE TODOS (un rejunte de toda clase de interpretaciones
del peronismo). Ambos y por igual han sido parte en el desmantelamiento del
estado y de sus propósitos estratégicos que han redundado en el actual atraso y
pérdidas que hunde al país en un atraso estructural.
La necesidad de
emprender el camino de un desarrollo de cara al mundo se impone de forma
inmediata.
Obviamente que ello no
significa que el país pase a ser un simple anexo de las políticas anglosajonas (Washington
y Londres) como lo pretende una parte de la oposición política alineada en una
presuntuosa postura republicana y liberal. Tampoco que sea un satélite de China
o de la Federación Rusa como lo sostienen algunos sectores en el actual
gobierno. El país por su constitución geológica y humana cuenta con los
recursos suficientes para sacar de poco al país hacia la luz del desarrollo
pero, antes debe resolver un serio y crucial problema como es la autoridad
moral de la cual carece toda la clase política nacional. No se trata de
preguntarse ¿Quiénes podrán llevar adelante esta empresa? Sino más bien cómo.
Actualmente hay una
crisis global financiera y de alimentos que puede empeorar. Las causas radican
en la inmovilidad de los cargamentos de granos de Ucrania por efecto de la
guerra. Sumado a ello, el incremento de los costos del flete por el aumento del
precio de los combustibles y la falta de servicios de flete para un transporte
ágil esta complicando el abastecimiento a nivel global. En síntesis, el mundo
podría encarar una hambruna en los próximos meses.
A la par de todo esto y
desde hace décadas que el país pierde miles de millones de dólares con la pesca
ilegal de flotas extranjeras en sus aguas territoriales producto del abandono
por parte del estado ante una crónica debilidad y falta de material naval para
custodiar su litoral marítimo. Si existiera un sector que realmente bregara por
los intereses estratégicos debería planificar y reconstruir la seguridad de los
mares aunque ello le demandaría al menos una década.
Así mismo la
importancia que reviste el área para la economía de un país acuciado por una
deuda externa crónica causada por sucesivas y pésimas administraciones, hace
tiempo que debió haber sido motivo de atención lo que demuestra a su vez, la
falta de previsión y la total ignorancia en considerar y estudiar la
importancia de la realidad geopolítica.
Con este panorama la
Argentina tiene la oportunidad de oro de captar este vacío y llenarlo con su
propia producción de trigo y otras materias primas cuya demanda seguirán en
alza. Pero hay un pequeño problema y es que durante las últimas cuatro décadas
el país ha desmembrado su infraestructura entre las que se encuentran la industria
naviera, carece de una política estratégica para la exportación y lo peor aún
es que no existe una dirigencia inteligente para reestructurar la
administración. Dentras del proclamado federalismo se esconde un estado
atomizado y desorganizado que no puede operar con la coherencia necesaria como
estado. Y si eso les parece mucho, hay
que añadir la inflación y la pérdida del valor del peso que está descalabrando la
economía que ha llevado voluntariamente al sometimiento de políticas
económico-financieras bajo auditoría y control del FMI.
Más allá de las
torpezas en la política exterior del gobierno nacional y en especial del mismo presidente
Alberto Fernández, sus políticas internas para tratar de remontar una difícil
situación socio económica circunscripta a una fluctuante inflación, han
demostrado ineficacia y carencia de decisión por abordar el fondo del problema.
Para dar la impresión
de que algo están haciendo, se han implementado medidas que no cambian nada e
incluso, solo maquillan el problema. En este sentido, el control de precios y
los cambios decorativos en los billetes (colocando próceres mujeres) son un
claro ejemplo de esta gestión anodina. Ante esto muchos se preguntan ¿Quiénes
son una alternativa para generar los cambios profundamente estructurales en el
país? La respuesta no es para nada clara.
La oposición que se
declara “republicana” (compuesta por liberales anglófilos y tímidos sionistas)
ha sido parte de anteriores gobiernos generadores de estos problemas, en
especial aquellos que formaron parte del gobierno de Mauricio Macri y tampoco
demuestran nuevas ideas que puedan implementar en la realidad. Los medios con
claro interés presentan a una “novedosa” criatura como es Javier Milei, un
tecnócrata de la economía quien como Donald Trump y bajo la apariencia de un
alienado político que se autodenomina “libertario” (apoyado por los hermanos
Koch) trata de hacer creer que es posible una revolución sistémica siendo parte
del sistema.
Tanto los
“republicanos” como los “libertarios” lo único que podrían llevar adelante
sería volver abrir las puertas del país de par en par y dejar entrar a sus
respectivos benefactores ideológicos que (tal como sucedió en la gestión Macri)
no significaría beneficios tangibles para el país sino para sus propios
intereses. Con esto a la vista se puede advertir que no hay posibilidades de un
cambio sustancial y profundo en la situación de la Argentina ya que hay una notable
escasez de estadistas.
Sumado a esto, hay una
gran desconfianza y eclecticismo en los ciudadanos de a pie que se extiende
sobre toda la clase política e incluso, sobre el mismo sistema de cosas al cual
ellos son funcionales, incluyendo en esto a los medios de comunicación que son
empresas que en el mejor de los casos, simulan atender a los problemas
estructurales del país.
Por fortuna, su influencia
sobre la opinión pública ha ido mermando y hoy por hoy la gente de a pie mide
con cuidado sus productos ya que conoce esa simbiosis entre clase política y
periodistas que se retroalimenta para cubrirse mutuamente cuando la situación
lo amerite.