“LA PULSEADA ENTRE EL GLOBALISMO Y RUSIA”
Una compulsa más profunda y oscura es la que se
esconde detrás de la guerra en Ucrania. La obsesión de Washington contra Rusia no
pasa por un interés democrático de Biden o más bien el Establishment
angloestadounidense. Tal vez no sea conveniente que esto continua. Cuando la
basura apesta a kilómetros de distancia
Por Charles
H. Slim
Mientras los medios angloestadounidenses tratan
de maquillar la real situación en Ucrania, el verdadero trasfondo de la lucha
en el terreno pone en evidencia que más allá de los costos que le causa a
Rusia, los ucranianos están pagando y muy caro el juego que les ha planteado
Washington y la OTAN y el cual es, “desgastar a Rusia” mediante una larga
contienda.
Ni Joe Biden ni a Boris
Johnson (y menos aún a Volodymyr Zelensky) les interesa que los muertos se
estén apilando de forma dramática en muchos graneros y viejos depósitos de las
localidades que conforman el maltrecho frente en el sureste de Ucrania. Incluso
poco les conmueve que entre esas pilas haya muchos de los incautos reclutados
en occidente manipulados por sus asesores militares y de inteligencia. Todos
ellos han muerto para servirle a la elite globalista que está jugando sus
cartas más fuertes para tratar de deshacerse del obstáculo más grande para sus
planes: Rusia.
Ante todo, hay que
decir que es falso que hay una lucha entre el “occidente democrático” y la
“autocracia rusa”. Este argumento es digno de los reduccionismos simplones que forman
parte del relato angloestadounidense que -divulgado por sus esbirros en los
países emergentes- tratan de justificar cuestiones injustificables. Los
medios occidentales (como lo han hecho antes) ocultan las causas del conflicto
y falsean las consecuencias del mismo para amortiguar las responsabilidades y
las implicancias que tienen los gobiernos que responden. Más que al gobierno de
los EEUU y del Reino Unido, el conglomerado de medios responde a esa pequeña y
poderosa elite liberal angloestadounidense que mediante un plan globalista
pretende -excepto los suyos- destruir los otros estados nación. En este
esquema, la OTAN es su brazo armado y no importan los costos siempre y cuando
cumplan con el propósito.
Hace unos días el ex
secretario de estado Henry Kissinger hizo explicitas sus puntos de vistas y conclusiones
sobre lo que puede llegar a suceder si escala el conflicto en Ucrania. También
dejó en claro cuál es el nudo de este conflicto y que refiere a la negociación
y constitución de una nueva estructura de seguridad para todo el mundo. Para
Kissinger esa negociación debería hacerse mediante una Conferencia Mundial para
la Paz teniendo como referencia legal a la Carta de Naciones Unidas. El
problema de este planteo es que, Washington y sus socios hace tiempo (y
casualmente durante su gestión) que no respetan sus preceptos y por ello nunca
han sido reprochados por las diferentes secretarías generales que han pasado.
Para Kissinger las consecuencias humanitarias de no llegar a una negociación en la que todos deberán hacer concesiones, están a la vuelta de la esquina y recaerán inmediatamente sobre la Unión Europea ¿Son sinceras las preocupaciones del ex secretario de estado con extenso historial de implicaciones en violaciones a los derechos humanos? Más que una sincera preocupación, la postura de Kissinger es una reacción a lo que esta sucediendo puertas adentro del poder en Washington, muy consternados por los embarazoso descubrimientos de los laboratorios de guerra biológica en Ucrania (dirigidos por el Pentágono, DARPA y otros actores privados) que ya están arrojando escandalosas y muy desagradables revelaciones que podrían explicar la aparición de algunas pestes como el SarS-CoV2 y la actual “Viruela del Mono”.
A estas alturas esto no
es un secreto y la escalada que esta tomando la guerra preocupa a varios dentro
del seno de este bloque. Y no es posible esconderlo como lo han hecho con otras
guerras, por la entidad político-militar que actualmente representa Rusia. Es
por ello que no es una exageración la afirmación del canciller ruso Sergüei Lavrov
al decir que lo que sucede en Ucrania es una lucha contra el hegemonismo
estadounidense, detrás del cual se esconde el globalismo.
Sabemos que Joe Biden y
los demócratas forman parte de esta corriente, pero ¿Quién financia al
globalismo? Si usted creyó que estos políticos, los medios corporativos,
fundaciones y agencias que promueven esto funcionan con voluntarios ad
honorem se equivoca. Detrás de esto se halla un entramado de circuitos bancarios
sostenido por el financista y especulador George Soros quien financia proyectos
de alcance global destinados a socavar los valores y los principios de la Carta
Orgánica de Naciones Unidas. Soros ha sido uno de los pilares en impulsar
sanciones contra países que han terminado en miseria con consecuencias humanitarias
que no han visto -y no por casualidad- la luz de la justicia
internacional. En pocas palabras, Soros y su organización impulsa la subversión
global que se extiende en todos los países bajo la apariencia del fomento de
tópicos benéficos y en apariencia igualitarios (el ID Digital, la bancarización
digital, la legalización del aborto, el cambio de género de los niños -implicando
la legalización de la pederastia-, los movimientos LGTB etc).
Dentro de éste último
aspecto de la planificada globalidad, el control de la sexualidad reproductiva mediante
la promoción de la homosexualidad en todas sus variantes que destruya la
familia convencional, como una forma de eugenesia suave (mientras Bill Gates y
Cía trabajan para una más directa), esta dando resultados nefastos con casos de
sujetos trastornados que terminan cometiendo atrocidades como las que se ven
dentro de los EEUU.
Dentro de las actuales
circunstancias y en lo que se refiere a la guerra en Ucrania, Soros es
partidario de una guerra de desgaste para arruinar a Rusia y lograr así quebrar
el multilateralismo en el que basa su política exterior. Y es que, para que los
planes del globalismo sean posibles de concretar hay que eliminar a la
potencialidad rusa que al mismo tiempo allanaría el camino para cercar a China.