VELO RASGADO
Transformar la causa política que enfrenta a Israel con los palestinos
y la resistencia árabe-islámica en una causa religiosa es el último intento
desesperado por lograr viabilidad a un estado inviable
Por Yossi Tevi
Como ya es una vieja costumbre, cuando en los
medios argentinos no se habla nada de Israel es cuando más cosas están
ocurriendo en la Palestina ocupada y en especial, cuando su gobierno o sus
colonos importados están llevando adelante toda clase de acciones criminales
contra la población árabe-palestina tan reprobables y mesiánicas que son
imposibles de blanquear.
Son días de agitación allí y a la cuestión palestina se suma la inocultable
disgregación interna de la sociedad israelí.
Los llamados israelíes están enfrentados en dos facciones bien
definidas y entre las que podríamos identificar a los denominados “liberales” y
a los “mesiánicos”. La disputa va más allá de una reforma legal o la abolición
de un tribunal controlado por judíos askenazi. Los primeros son los herederos
de los miembros de las bandas armadas que dirigidas por Ben Gurión se
apoderaron de los primeros territorios palestinos. Estos en su gran mayoría
provenían de la rama judía europea Askenazi (polacos, rumanos, lituanos etc) y
quienes con el apoyo de los anglosajones, construyeron el estado que perduro
hasta el presente.
Desde 1948 aquella implantación tomo la forma y organización política
de los estados anglosajones caracterizados por su laicidad y modernidad
occidental. Bajo esta máscara se pintó a Israel como un estado moderno y democrático
rodeado por estados nacionalistas y monarquías árabes que desde su punto de
vista atrasaban.
Pero aquello fue una estrategia de relaciones públicas para subsistir.
Asemejarse a los europeos y a los estadounidenses no solo era recrear su propia
cultura, sino también la forma de empatizar con sus benefactores políticos que
ayudaban a sustentar ese estado de cosas. Pero los tiempos fueron cambiando y
las relaciones políticas también y los sionistas se dieron cuenta que necesitan
algo más que el poder político-financiero y de las armas para sostenerse allí.
En las últimas décadas el extremismo religioso judío ha ido creciendo y
potenciando a la luz de algunos de los viejos lideres laicos que ven en este
sector, el espíritu que los arraigue tan fuertemente como lo han demostrado los
árabes-palestinos que les resisten sin tregua desde hace más de setenta años.
Incluso, hablar de “israelíes” viene a ser una ficción muy pintoresca
dado que en su mayoría suelen ser ciudadanos judíos de otros países que tienen
un pie en New York, Londres o Buenos Aires y otro, de forma temporal (y cuando
conviene) en el estado de Israel. De
facto, es un estado judío dirigido por judíos laicos que siempre desdeñaron a
los religiosos. Pero como les sucede a todos los gobiernos de occidente, por
una eminente crisis de valores en las sociedades la corrupción es protagonista.
Israel no escapa a esa dinámica ni mucho menos sus políticos quienes
buscando lavar sus caras, comenzaron a idear nuevos rumbos que llevarían a
poner a la religión como la base de apoyo para un nuevo estado.
Quien ha sido uno de los precursores por bregar la construcción de un
estado totalmente teocrático es su actual y procesado por múltiples estafas
primer ministro Benjamín Netanyahu. Aunque muchos judíos le critiquen en
público, muchos más son los que lo han colocado una vez más en el poder. Y es
que los israelíes podrán mostrarse ofendidos por las trapisondas financieras de
“Bibi” y su mujer, pero al mismo tiempo, aprueban la brutalidad islamófoba con
la que se conduce contra los palestinos.
Si hay algo que fastidiaba a los sionistas era la religiosidad, de
extraños y propios. Pero la que más problemas les ha dado para concretar sus
planes es la musulmana ya que, si bien lograron cooptar a los nacionalistas laicos
de la ANP son los palestinos partidarios de Hamas quienes siguen mostrándose
irreductibles a aceptar la ocupación. También y no casualmente, han sido los
libaneses chiitas de Hesbolá quienes tras propinarle un duro revés en 2006 les
ha quitado el sueño. Sin dudas, la fe islámica de la resistencia árabe-islámica
es un problema que su laicismo frío y sin espíritu no logra doblegar. Y fue
allí en ese razonamiento donde los ingenieros sociales y expertos de la
inteligencia habrían llegado a la conclusión de que los árabes-palestinos
tienen algo que los soldados de su FDI ni sus políticos poseen.
La modernidad disfrazada con esa teología sionista hollywoodense que
intentaba justificar un título de propiedad divino sobre la Palestina histórica
ya no sirve. Mucho menos, las fantasmagóricas elucubraciones teológicas de las
iglesias evangelistas electrónicas a cargo de charlatanes quienes como sus
admirado Netanyahu, se llenan los bolsillos con el dinero de los incautos.
En la cabeza de Bibi y sus secuaces, al ver esto, es posible que hayan
conectado varias ideas y al darse cuenta del gran fracaso del liberalismo
occidental del cual tomaron su modelo ¿Por qué no saltar a una teocracia judía?
Pero la teocracia no sería el problema, sino quién la ideó. Tratando de darle
un fundamento en valores a un estado vacío y sustentado en el poder policial y
militar ¿justamente lo tenía que idear un delincuente como Netanyahu?
Al parecer y si lo vemos desde un ángulo psicológico, Netanyahu junto a
los sionistas recalcitrantes que lo secundan, que representan a una buena parte
de los israelíes, han despotricado constantemente ante los medios occidentales
contra el Islam militante y en especial contra la teocracia chiita de Irán,
resulta que hoy tratan de crear su propio modelo judío. Entonces ¿Qué ha pasado
con ese mantra cansino y falaz de “la democracia de Oriente Medio”?
La respuesta es muy clara, solo es un mantra y nada más. La tan
proclamada democracia no existe ni existió ya que está sustentada sobre la base
de la fuerza militar ocupante y un arsenal nuclear (ilegal y sin control
internacional) que mantiene por el momento a raya los estados árabes vecinos. Esta
pretendida democracia sigue lanzando ataques aéreos contra Siria que asesinan
civiles y tramando desde el Kurdistán iraquí perpetrar atentados terroristas dentro
de Irán donde también morirán civiles ¿Esa es la naturaleza de la democracia?
Si fuese así, solo es para los judíos ya que los árabes palestinos son
tratados como ciudadanos de cuarta y los vecinos árabes-islámicos no cuentan.
Tampoco es una democracia desde que sus policías, soldados y matones
colonos profanan con impunidad los lugares santos de los musulmanes (como
ocurre sobre la Mezquita Al Aqsa) y también de los cristianos en Belén o
imponiendo arbitrarias como es la prohibición de permitirles orar en el Santo
Sepulcro en Jerusalen.
Los palestinos no se olvidan de las masacres sobre la población de Gaza
(bajo ataque desde comienzos de abril) ni lo que ocurrió en la localidad de Huwara,
aun cuando los medios de por aquí (ciudad de Buenos Aires) cierren bien el pico.
Tal como lo inauguró aquel pobre desgraciado llamado Ariel Sharon muy venerado
por los sionistas de estos lares, el instigador de la segunda intifada en
septiembre del 2000, las provocaciones y las profanaciones sobre los lugares
sagrados del Islam continúan.
Esto no es un problema moral para los políticos laicos israelíes o
incluso para una parte de sus representados. Lo que más les preocupa es que
esta corriente mesiánica liderada por “Bibi” y sus ladrones con la “Tora” bajo
el brazo, tomen el control total del estado y con ello del arsenal nuclear y
con el recreen el “Megido” y hagan realidad el Armagedón.