BAJO UN MANTO DE HUMO
¿Quiénes fueron los enemigos internos y cómo trataron de apagar la
llama de una causa tan justa como es la reclamación de las islas Malvinas y
todo el archipiélago circundante?
Por
Charles H. Slim
Hace 41 años se daba inicio la gesta que sin lugar a dudas iba mucho más allá de una acción militar para recuperar territorio usurpado por una potencia europea. Argentina recuperaba mediante la “Operación Rosario”[1] el control de las islas del Atlántico sur ocupadas en 1833 por Gran Bretaña. Aquello fue solo el medio, una herramienta con la cual los estados soberanos hacen valer sus derechos cuando las palabras, los compromisos y los acuerdos son diplomáticamente pisoteados. La recuperación de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwich del sur con el consiguiente control de las aguas territoriales fue un episodio político trascendente para la vida institucional de la Argentina pese al intento político de borrarlo.
El
resultado de esta empresa no altero la legitimidad de la causa, aun cuando
algunos sectores políticos dentro del país, tras la derrota de junio de 1982 han
tratado de horadarla. Su temprano y continuo fustigue contra aquella guerra y
sus combatientes fue sin dudas, un valor agregado para las expectativas del
Foreign Office. El título del artículo así lo refiere parafraseando a la
“marcha de las Malvinas” de Carlos Obligado que en su estrofa inicial reza Tras
su manto de neblinas no las hemos de olvidar[2],
reemplazando las neblinas por el humo de la desinformación y toxicidad de
estos sectores, como una manera de denunciar como han tratado de ocultar o
incluso minimizar la importancia política de su recuperación.
Bajo un
manto de ese humo es como los políticos argentinos y los recalcitrantes y
resentidos sectores residuales del “setentismo” ideológico, pusieron esta gesta
y a sus protagonistas en un limbo de victimismo y falsos sentimentalismos (llamando
a los combatientes “niños”) que solo denigraron la dignidad de sus
protagonistas y de la causa misma. Otro argumento al que suelen seguir
acudiendo los intelectuales de esta calaña es la de calificar como absurda esa
guerra (como fruto de una aventura de la Cúpula Militar de entonces) despreciando
el accionar colectivo de sus combatientes y el alto fin político perseguido. Fue
el gobierno radical de Raúl Alfonsín y su sequito de impresentables de los
resquicios de aquella “coordinadora” de la UCR quienes inmediatamente destrataron
y ocultaron a los veteranos que se habían ganado el respeto de un enemigo quien
pese a las ventajas materiales por el apoyo de la OTAN, estuvo a punto de caer
tumbado.
Ningún
argentino debiera olvidar que Raúl Ricardo Alfonsín se paro sobre la derrota en
Malvinas para lanzar su campaña proselitista tan solo un mes después de aquella
tragedia. Si aquello no se puede catalogar de oportunismo ¿Cómo se lo podría
llamar?
Ese humo espeso
y fétido que fue esparcido por los veleidosos medios capitalinos y sus
periodistas (muchos de ellos hoy disfrazados de republicanos) pretendió que se
olvidara para siempre la causa Malvinas y todas sus heroicidades, una canallada
que hoy muchos hacen como que no ocurrió pero que la memoria de los verdaderos
patriotas y de los protagonistas no olvidara. Para estos camaleones, quedar
bien con la embajada británica era (y hoy sigue siéndolo) lo primero ya que en
cierta manera y de manera velada, le agradecían a Margaret Thatcher por ayudarles
a trepar al poder.
¿Por qué
estos sectores se comportaron así? Una parte de estos lo hicieron por una
supina ignorancia, otros por revancha contra los militares y otros obraron de
forma deliberada, guiados por su ascendencia ideológica y simpatía con el Reino
Unido. Son esos que viven poniendo como ejemplo de la civilidad y democracia a
Winston Churchill, un cerdo borracho, un racista quien en 1943 fue responsable
de la hambruna que mato a más de tres millones de seres humanos en Bengala[3]
pero de los cuales, los medios y los historiadores en occidente tratan de olvidar.
Estos últimos vieron potenciado su trabajo por la ignorancia y el resentimiento
de los arribistas políticos que llegaron al poder.
Las tropas
argentinas pelearon como leones y eso lo saben muy bien los británicos quienes
se llevaron una sorpresa desagradable, especialmente en las expectativas de
varios de sus oficiales provenientes de familias con extensos linajes en la
Armada Real de “Su Majestad” creyendo que la campaña sería “picnic”[4].
Ningún
político (peronista, radical y menos aún de la anacrónica izquierda) ha sentido
en su vida el rigor de esos días en el Atlántico sur y mucho menos, estarían
dispuestos a sentirlo. Para escapar de ese compromiso se escudan tras falsos e
idílicos pacifismos que siempre (demostrando un gran amateurismo) terminan en
negociados y prebendas por debajo de la mesa. Es por eso que despreciaron a los
veteranos y a la causa Malvinas; la heroicidad salida del sacrificio y la
entrega de cada uno de los combatientes, es un valor opuesto a su mezquino arribismo
y opacaba sus miserias partidistas que al fin y al cabo, son el quid de su
militancia.
No estaban entonces
ni hoy día están a la altura de ninguno de aquellos combatientes y eso les
atemoriza a tal grado que hicieron cuanto pudieron por enterrar la reivindicación
nacional y a sus héroes bajo las más abyectas y arteras maniobras diplomáticas
que como aquella indigna política los deleznables “paraguas” de Menem[5],
entregaron por unas monedas, renunciando a sus derechos y con total desparpajo
la soberanía. Las consecuencias de aquello ya no pueden ser ignoradas por nadie
y el aún no resuelto asunto del hundimiento del “ARA San Juan”, evidencia la
ausencia de independencia para arribar a la verdad. En lo económico (y más allá
de la bendita deuda con el FMI) esto se refleja en el saqueo y depredación
ictícola de los mares del sur del cual se beneficia la administración Kelper.
En la
realidad de un país entregado, de un estado desarticulado, vaciado de valores y
administrado por un sistema partidocrático que solo atiende a las
especulaciones y conveniencia pasatista de sus miembros, la causa de Malvinas
es la esperanza de una real refundación, una semilla que sembrada en el yermo
terreno de un imaginario colectivo ignominioso y de abulia, puede florecer para
sentar las bases de una nueva Argentina.
Este nuevo
aniversario de aquella gesta se cumple en momentos críticos para un país
políticamente a la deriva en un contexto geopolítico muy complicado y que en
sus consecuencias, lo afectaran de forma profunda. La economía esta hecha
girones, la anomia social se traduce en un aumento de la criminalidad y el
narcotráfico, como una revelada (y siempre sabida) fuente de financiamiento de
la política. Argentina no solo se halla jaqueada por décadas de pésimos
gobiernos y la corrupción política que los destacaron sino también, por un
contexto internacional que vino a ponerlos en autos sobre la existencia de una
realidad geopolítica a la cual estos políticos -sin distinción de partidos- siempre
ignoraron, como si pudieran esconderse de la realidad y que últimamente (con
las señales de un gobierno sin rumbo) tan torpemente abordaron.
Bajo ese
manto de humo de los desinformadores y alcahuetes, de los lacayos anglófilos y
de quienes tienen mucho que perder por criticar a Londres y a Washington, se
halla la verdad que siempre quisieron esconder pero que hoy ya esta revelada y
no es otra que la batalla del Atlántico sur no fue en vano y que solo fue el
paso necesario para que Gran Bretaña no hiciera valer la prescripción al
reclamo.
Tal vez y
apelando un poco a la ciencia ficción quedaría por preguntarnos: ¿Alguno de los
actuales representantes políticos habría tenido el temple de estadista, el
compromiso y el valor para afrontar una recuperación de Malvinas como en 1982?
[1] Se
baso en la reconquista de las Islas Malvinas, Georgias y Sandwiches del sur: https://es.wikipedia.org/wiki/Operaci%C3%B3n_Rosario
[2]
Marcha de Malvinas, su letra disponible aquí: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/marcha-malvinas.pdf
[3] Un
genocidio que no quiere ser blanqueado: https://www.sapientia.org.mx/el-genocidio-de-bengala/
[4]
Tal como concluyeron por separado el entonces Almirante de la Real Flota Sandy
Woodward en su biografía “Los Cien días” y el General de División al mando de la 3º Brigada de Comandos de la
Real Infantería de Marina y dejo plasmado en sus memorias y que fue abordado en
un trabajo del Conicet: file:///C:/Users/Carlos/Downloads/5665-15016-2-PB.pdf
[5]
Acuerdos negociados en España entre 1989 y 1990 entre representantes británicos
y los enviados de Carlos Menem conocidos como Madrid I y Madrid II, no supuso
un Acuerdo de paz sino, un renunciamiento del país a desarrollarse política y
geopoliticamente de forma autónoma.
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