jueves, 7 de septiembre de 2023

 

¿HACIA LA GUERRA DIGITAL?

¿Puede el desarrollo de la IA dar un procedimiento que simule y reemplace la guerra convencional en una versión digitalizada?

 

Por Charles H. Slim

El imparable avance que está teniendo la tecnología informática y en especial en lo referente a la IA plantea la posibilidad de que en alguna medida pueda traer alguna ventaja entre tantos temores y reparos que ya se plantean en el mercado laboral por la suplantación de la mano de obra humana no solo para los trabajos manuales sino también, para un extenso catálogo de actividades profesionales que requieren del uso del razonamiento.

Pese a lo apocalíptico de esta visión, es posible hallarle a esta tecnología una finalidad altamente altruista en las relaciones conflictivas entre los estados y que podría llevar el concepto sentado Von Clausewitz a un nuevo nivel su definición de la guerra como el desarrollo de la política por otros medios.

El cruento escenario de la guerra en Ucrania que no es más que el resultado y continuación de insidiosas y persistentes políticas atlantistas que desde la caída de la URSS en 1990, vinieron horadando los cimientos de la estabilidad política en toda Eurasia principalmente ingresando a la OTAN países del este europeo, puede ser el mejor estímulo para buscar una alternativa resolutiva menos cruenta que la guerra tradicional.

Con mentiras y el malicioso incumplimiento de sus propias palabras, poco a poco EEUU usando a la UE como escudo, llegó al límite de la tolerancia de Rusia amenazando su seguridad estratégica con su penetración en Ucrania. Todo ello, aprovechando la debilidad en que se hallaba una naciente Federación Rusa.

Esta muy claro que EEUU y sus socios violaron la ley internacional y la falla se advierte en una Naciones Unidas que además de subsistir por los aportes monetarios de Washington, tiene su sede administrativa en su territorio. Los precedentes contemporáneos demuestran su ineficacia al momento de poner límites a este influyente miembro. Con ello no cumpliría con los requisitos mínimos para ser el ente administrador de este sistema. La imparcialidad es impracticable y sería tiempo de ir buscando una reconfiguración a semejante burla.

La guerra en sí, es una calamidad y no tiene nada de positivo aún para los triunfadores. También es el andamiaje que sostiene económicamente a ciertos sectores de la sociedad que viven de la guerra. Pero es sabido que es una continuación de aquellas contiendas políticas en las que han sobrado las palabras o se amenaza a la seguridad de una nación.

Si sacamos todos los negocios y las especulaciones que rodean a una guerra, y considerando el alto desarrollo de la tecnología ¿Podría ser resuelta una contienda bélica de forma virtual? Desde mi punto de vista claro que sería posible y se parecería mucho a los juegos en línea que millones de personas juegan en el internet. La gran diferencia pasaría por tener que, ante todo, el acuerdo de las naciones, el desarrollo de nuevos protocolos para un software especifico, destinado a regular un escenario o Teatro de Operaciones donde los contendientes ejecuten las batallas donde ya no se perderían vidas de combatientes ni se comprometería la de los civiles.

El desarrollo de la tecnología informática de la mano de las IA, ponen de manifiesto que ello es posible, incluso, con un grado de realismo como el que se observa con múltiples juegos en red, solo que aquí, estaría rodeado de una serie de especificaciones y efectos que conllevarían a consecuencias materiales sobre la nación que ha sido vencida; es decir en resumen de cuentas, las cosas se terminaron con solo apagar el ordenador.

En principio, el grado de resolución y animación existente en los poderosos software dedicados a elaborar simples juegos de guerra para uso recreativo o, los simuladores para uso militar, están poniendo en evidencia que la propuesta no es un delirio o una simple tontería.

Tampoco ello significaría desarmar a las naciones de sus FFAA o poner a jovencitos holgazanes de fin de semana en consolas como si se tratara de un simple juego de guerra. Por el contrario, cada nación deberá instruir (como una forma de decir) unas FFAA digitales, elaboradas en programas propios que replicarían al detalle cada unidad que comandan y que serán operadas obviamente, por el mismo personal que se avocara a cada una de las armas que pertenece, operando sus correspondientes unidades como si lo hicieran en el terreno real.

Así, desde el soldado de infantería hasta el piloto de avión, dispondrán de sus armamentos solamente que lo operaran virtualmente en una manera tan real y vivida que los comprometerá en las operaciones que estén desarrollando. Un ejemplo simple para ilustrar la idea es, la misma tripulación de un tanque será la que tripulará cada uno en su función, virtualmente su vehículo y de acuerdo al daño sufrido al ser tocados en la batalla quedarán eliminados.

De por sí, la modalidad reflejará un ahorro invalorable en costos materiales y ni hablemos en lo que hace a la vida e incluso, al impacto en medio ambiente que subsigue al uso de bombas con elementos químicos y la contaminación del aire y el agua por la polución que crean las batallas.

Incluso esta modalidad no suplantaría (en un inicio) a la guerra como la conocemos, con lo cual las industrias armamentísticas podrían respirar aliviadas. Obviamente no producirán en el volumen como les gustaría, pero seguirían existiendo. Un enfrentamiento digital podría ser un paso previo, una forma no cruenta de resolver asuntos que han estado trabados en el campo político-diplomático y que por ello terminarían en una escalada bélica con todas las consecuencias que actualmente ya conocemos.

De esta manera, el dicho de Von Clausewitz “toda guerra es la continuación de las relaciones políticas… por otros medios”, se pondría en aplicación de una manera más elástica y económica haciendo que esa “continuación en las relaciones políticas entre dos estados que han cerrado sus diálogos convencionales, puedan reabrirlo usando este novedoso medio que sería un escenario virtual sin las cruentas consecuencias ni los traumas que ellas representarían para todos los involucrados.

Esta muy claro que para ello tenga efecto, debería existir un organismo internacional verdaderamente imparcial para su aplicación (Que como vemos Naciones Unidas no entra en ese parámetro). Además deberá haber acuerdo entre las partes y el compromiso de acatar el resultado de esta contienda virtual, que determinara un efecto jurídico vinculante y obligatorio tal como lo que se firma en un papel. 

 ¿Acaso esto detendrá la guerra en el mundo? Claro que no. Pero al menos les dará a los mandatarios y gobiernos un paso previo de reflexión y una herramienta jurídica pre-bélica para esgrimir antes de que sea necesario matarse entre seres humanos.

 

 

 

 

miércoles, 6 de septiembre de 2023

 

GEOPOLITICS OF THE FARCE

22 years have passed since the attacks on the Twin Towers and the Pentagon in 9/11 and although the Establishment media have tried by all means to create a guilty party in the collective imagination, a good part of the public opinion does not believe this story. Will justice give a definitive answer to this?

 

By Danny Smith

We have been the privileged witnesses of the last three turbulent decades in which manipulations, lies and deceits have played a leading role from high governmental levels, not because it was the first time that governments made use of these opaque resources, but because they were actively questioned and exposed by a growing critical and civil rights-conscious citizenry.

It is no coincidence that this coincides with the period of the so-called New World Order that U.S. President George H. Bush declared on September 11, 1990 before a Congress exultant with triumphalism for what it represented. It would be the pinnacle of the supremacy that Washington had dreamed of since the end of the Second World War and which would come with the collapse of the USSR, endorsed in blood at the beginning of 1991 after the end of the Persian Gulf War.

It was precisely that war (which could have been avoided) that proclaimed the unilateral power of the US over the entire globe.

The arguments and facts that were aired by the media -and that were not censored-, especially by CNN were only part of a shell of what really mobilized the Republican Bush administration. Just a few months before the invasion of the emirate of Kuwait, the situation of cross accusations between Baghdad and Kuwait over the theft of oil from the fields in “Al Rumaillah”, the then head of the US Central Command General Norman Schwarzkopf who together with his Iraqi colleagues was overseeing joint military exercises a few kilometers from Baghdad. At the same time and under cover the CIA manipulated the parties and through false expectations conveyed by then Ambassador April Glaspie to Saddam Hussein, Washington sowed more suspicion and mistrust by causing the Jeddah summit to fail at the last minute.

In short, the war against Iraq was premeditated and fueled by geopolitical interests to an extent that was revealed over time.

From then on, the fabrication of the post-Cold War “enemy” began to be chiseled around Islam and in particular around the Arab-Islamic world, instigated by reports, journalistic articles and memos that justified that elaboration, created by Zionist militants close to Netanyahu with close connections in the governmental spheres in Washington and the influential pro-Israeli lobbies such as AIPAC. Paul Wolfowitz, who in the early 1990's worked in the Defense area, in 1992 was the author of the “Paper” where he argued an agenda of conquest that was made official in 1997 through the PNAC think tank integrated by other neoconservative colleagues and in which, coincidentally, he needed a "Pearl Harbor" or a traumatic event for “America” to set it in motion.

Coincidentally and conveniently, that event occurred on the morning of September 11, 2001 and from then on everything we already know. The planes crashing into the Twin Towers in New York and the unclarified explosion (since no trace of a plane was found) on one of the Pentagon's fronts, was only the beginning of a masterpiece of deception to justify the invasions of Arab-Islamic nations with the Islamic Republic of Iran as the strawberry.

Many were the clues that raised early suspicions about this and several of them were detected by simple American citizens fortuitously present at the scene of the events. One of those clues was the instant adjudication of a culprit with name and face pointed out with “evidence” that practically fell that very morning directly into the hands of George W. Bush himself. Not a couple of hours had passed before the government's media spokesmen pointed out a guy who, according to some intelligence sources, had already died of kidney problems in a clinic in a Gulf emirate and his body was buried in a tomb in the Caucasus.

Another inconsistency that was detected live that morning was the collapse of a building next to the towers that had not suffered any blow but that (and as pointed out by witnesses present) after hearing booms under their feet they saw how tower 7 collapsed. ¿What´s happened?

Another inconsistency was the explosion at the Pentagon. According to the official version a passenger plane (American Airlines Flight 77) was hijacked by “Al Qaeda jihadists” shortly after leaving Dulles Airport and crashed into the building. The problem in this story was the evidence on surveillance cameras in a nearby parking lot that revealed that there was no plane at all. Even later footage and photos capturing the work of the rescue teams did not show any fuselage or parts. This was not explained by the government either.

This scenario could not be more convenient. And who were the beneficiaries of this “aggression against America”? That's right, you got it right. The mafia of neoconservatives who were already entrenched in the power structure in Washington and who, capitalizing on the anger of the American people, would push forward the policy of “perpetual war” under the excuse of the “fight against terrorism”.

That procedure became a standard and today we see it reproduced with brazen continuity in Ukraine and by a desperate ultranationalist regime that -supported by the CIA and MI6 among others- invents false Russian attacks against neighboring countries to try to involve NATO.

As for the clues that could not have been available to the public opinion and that refer to the intergovernmental contretemps and suspicious coincidences of that day, explanations are still pending. Just to name a few are those involving, among others, the owner of the Towers, Larry Silverstein, who, coincidentally, benefited from the insurance claim for this unusual “incident”; the denunciation and arrest of a group of young Israelis who, from an apartment in New Jersey, were caught celebrating the collapse of the towers; or the inexplicable disconnection of the anti-aircraft system -which could only have been from inside- surrounding the Pentagon, which would not have allowed any plane or missile to approach without the risk of being shot down; or the strange lack of air security at the Pentagon, which would not have allowed any plane or missile to get close without the risk of being shot down; or the strange lack of air security that morning due to military exercises; the identity and nationality (Saudi nationals) of the alleged attackers who were still alive in their country; the meetings held by members of the US intelligence with the Taliban in August 2001; and finally, the very curious meeting at a breakfast on Capitol Hill between Senator Bob Graham and the representative of the House of Representatives of the U.S. House of Representatives in August 2001 and finally, the very curious breakfast meeting on Capitol Hill between Senator Bob Graham and House Representative Porter Goss with Pakistan's chief spymaster general (ISI), Mahmoud Ahmad (Osama Bin Laden's alleged supporter), a CIA collaborator who for years has been syndicated as the operational support of “Al Qaeda” in Afghanistan.

It is clear that this string of indications extends beyond those presented here. The question that remains to be answered is: Will there be a serious and impartial investigation of this?

Undoubtedly, the U.S. government and the corporate media that went along with the incredible official story owe an explanation not only to the victims of that morning and to the American people, but also to all those affected by the subsequent consequences of this very dark page in the history of mankind.

 

lunes, 4 de septiembre de 2023

 

BRICS Y LOS PREJUICIOS

¿Cuáles son los prejuicios y el por qué de quienes se oponen a que la Argentina permanezca en los BRICS?


Por Charles H. Slim

En momentos que EEUU estaba siendo azotada por una crisis financiera por las burbujas hipotecarias lo que crearía una oleada de quiebras y una avalancha de despidos dentro de este país, Rusia y China ya estaban en las postrimerías de conformar un bloque económico que incluía como otro importante socio regional a la India y al gigante sudamericano, Brasil. De esa forma se busco incrementar las relaciones comerciales de importación y exportación para el desarrollo competitivo y dentro de un marco financiero propio.

La recesión estadounidense no tardo en extenderse al resto de los países en especial de la UE con estrechas vinculaciones con el sistema financiero estadounidense advirtiendo a los países emergentes del sur global, de los peligros de mantenerse sujetos a un sistema inestable.

Con el paso de los años las relaciones entre los BRICS se fueron incrementando y de ese modo ya van direccionándose a ser un bloque con ambiciones de ampliarse a objetivos políticos-culturales y legales.

Se trata de una entidad en crecimiento y en la cual se aglutinan países emergentes que dentro de este proyecto adquieren una relevancia geopolítica imposible de negar por parte del occidente entendiéndose a este a EEUU, la Unión Europea y los países del Commonwealth.

Es una realidad que pone en perspectiva el resurgir del silenciado “tercer mundo”, compuesto por esos países despreciados por el “sistema internacional” que por décadas y tras la declaración del NWO por George H. Bush en septiembre de 1990 quedaron sumergidos bajo el inoponible y unilateral manto de la hegemonía estadounidense.

Los BRICS han llegado para ser la opción multilateralista y en la cual se busca como objetivo final que “todos ganen”.

Las últimas adhesiones al bloque muestran una gran diversidad de actores entre los que se cuentan los tres principales países del mundo árabe-islámico como son Egipto, Arabia Saudita e Irán, estos dos últimos reconciliados gracias a las gestiones y mediación china tras años de enfrentamientos (entre chiitas y sunitas) creados desde antaño por las agencias gubernamentales (la CIA con “Al Qaeda” y sus variantes posteriores hasta ISIS) para servir a agendas políticas destinadas a formatear el Medio Oriente en beneficio de un actor regional bien identificado, bajo el impulso y dirección de los sectores neoconservadores y sionistas en Washington.

Es precisamente este componente el que molesta no solo a estos continuos conspiradores y gestores de guerras “perpetuas” sino también, de sus partidarios (y novicios) en la Argentina quien también (y para desagrado de estos) ya forma parte del bloque. En ese sentido las fustigaciones de la candidata Patricia Bullrich, estrecha simpatizante de las políticas estadounidenses (hoy en lo que se refiere a Ucrania) y una militante de la causa pro-Israel son apenas la punta del Iceberg de los exponentes islamófobos y arabofobos que sobre la base de acusaciones sin pruebas, se mueven por debajo del Establecimiento argentino.

Pero Bullrich es solo uno más de estos recalcitrantes exponentes. Los rusofobos son también una especie entre los anglófilos que tienen arraigo en las tierras del sur. Son como una especie de zombies que se quedaron con los recuerdos de una era soviética en la que Rusia solo era parte de aquel bloque pero, como buenos obsecuentes y copiando a sus referentes del norte, nunca se sacaron ese prejuicio “macartista” de ponerle cuernos a quienes hablen de Rusia.

La actual situación en Ucrania y de la cual no les interesa profundizar implicancias y orígenes, ha sido sin dudas una oportunidad para revitalizar ese veneno antiguo y eso se puede oír y ver en varios medios de la capital. No los moviliza ningún interés por el respeto a los derechos humanos o de la paz; de ser así, no hemos escuchado ninguna arenga para dejar de comerciar con Israel donde las violaciones a los derechos humanos (en particular de los niños palestinos) es un bochorno que ningún funcionario político de la DAIA se atreve a contrariar públicamente. Como era de esperar estos sectores que se denominan de “centro-derecha” y que aspiran a llegar al poder en las próximas elecciones en el mes de Octubre comparten la misma tara ideológica maliciosa y que para peor, trataría de meter al país en una nueva guerra fría con Oriente.

Sobre esto último y de lo poco reconocible al gobierno de los “Fernández” es haberse abstenido de cooperar militarmente con el occidente colectivo dentro de Ucrania.

La necesidad de comerciar con el mundo es algo que ningún político debería negar y el BRICS proporciona la oportunidad de oro para hacerlo bajo nuevas perspectivas.

Quienes temen el crecimiento del bloque están demasiado involucrados con los negocios, la geopolítica y el sistema hegemónico angloestadounidense. Uno de los temas capitales de este temor se centra en la pérdida de la supremacía del dólar en el comercio internacional. A pesar de que suelen hablar de “democracia” y una cultura democrática de organizaciones internacionales como el G-20 y el G-7 o del Banco Mundial y el FMI, todas ellas al final del día responden a las decisiones que se toman en Washington.

En Sudamérica y en particular en la Argentina, esa pequeña camarilla de anglófilos que Mauricio Macri logro alinear en el PRO y con el cual llego a la presidencia en 2015, hoy se han reciclado en “Juntos por el Cambio” bajo el liderazgo de Bullrich quienes ya han explicitado su aversión al BRICS, no por cuestiones competitivas o de intereses comerciales desfavorables para el país sino, por esos deleznables y acostumbrados prejuicios que sirven de forma descarada a ciertas embajadas en Buenos Aires.

sábado, 2 de septiembre de 2023

 

REVOLUCIÓN DE LA INVOLUCIÓN

¿Qué es lo que se moviliza detrás del inesperado planteo de reponer en Argentina el servicio militar obligatorio?, ¿Cuestiones surgidas de una recuperada conciencia estratégica o mero oportunismo partidocratico?

 

Por Pepe Beru

Cuando en 1994, durante el gobierno de Carlos Saúl Menem se produjo la muerte de un conscripto en el regimiento militar de Zapala en la provincia del Neuquén, tanto el sector político como los medios impulsaron la eliminación del servicio militar que hasta ese momento era obligatorio. Esto sería la muestra de otra soberana medida de idiotez política o la velada y deliberada maniobra que se sumó a otras para ir desmontando a las fuerzas armadas.

El tiempo ha dado la respuesta a esto y hoy se ven las consecuencias a todo nivel por aquella abolición.

Esto se dio también en un marco más amplio y contemporáneo en el cual la mayoría de los países europeos miembros de la OTAN tras el final de la “guerra fría” en 1991 impulsaron la misma medida por considerar al instituto como “obsoleto” aunque, manteniendo su infraestructura militar. Tras el inicio de la guerra en Ucrania se ha invertido la política y hoy la mayoría de los países de la UE (Alemania, Francia, Suecia y Países Bajos) buscan volver a la obligatoriedad.

En el caso argentino, el final de la guerra contra Reino Unido de 1982 no significó la solución al origen de la misma y mucho menos la firma de los humillantes “Acuerdos de Madrid I y II” de 1990, entonces ¿Por qué se dejó de lado la obligatoriedad del servicio militar?

Antes que nada, hay que dejar bien en claro que las Fuerzas Armadas no están para intervenir -Conforme una dictadura- ante los fracasos de los gobiernos civiles. Tampoco están para solucionar los asuntos sociales o de inclusión laboral como lo han estado fomentando todos los gobiernos desde Menem hasta el presente. Su rol estratégico y político trasciende esas materias algo que todos los gobiernos dejaron de lado y eso es algo que el gobierno venidero deberá atender con la seriedad que reviste el asunto.

Por la acostumbrada emocionalidad y ligereza con la que la clase política argentina mediante los medios manipula a la opinión pública, en este tema se llegó a tal punto que en la actualidad no existen (en lo que hace al nivel doctrinario y tecnológico aceptable) un ejército para afrontar los actuales desafíos tanto convencionales como los no convencionales. La historia contemporánea da una cruda muestra de lo que sucede a los pueblos que se hallan indefensos.

Sobre esto también hay que remarcar que, ni lo que queda del ejército, de la Armada ni la Fuerza Aérea están al servicio de la seguridad criminal o en tareas de combate al narcotráfico, doctrina que ya vienen balbuceando algunos candidatos muy cercanos ideológicamente a Washington y otros socios.  

La defensa nacional es una competencia que se aboca a tareas por sobre las meramente policiales y es por ello que no corresponden a una doctrina militar mucho menos cuando el país aún mantiene una situación conflictiva de ocupación en parte del territorio insular (Islas Malvinas, Sandwiches del Sur y Georgias) y de la cual se desprenden consecuencias sobre el desarrollo económico-productivo (con el usufructo de la pesca y exploración minera) ilegítimamente recortado por dicho Status Quo. Quienes han bregado por esta visión -si es que se puede decir que vean algo- lo hacen inconscientemente por una supina ignorancia o por una intencionalidad muy bien calculada que responde a políticas diseñadas en el norte.

Supuestamente la abolición del servicio militar obligatorio sería reemplazado por un voluntariado destinado a “profesionalizar” a las FFAA. Pero políticas destructivas e insidiosas -impregnadas de ideologismo perimido- contra el área fueron recortando recursos y planificaciones para que incluso, se puedan formar cuadros de suboficiales y oficiales.

Esta destrucción de la defensa conllevo al abandono imperdonable y torpe de una doctrina nacional propia y ajustada a sus propios intereses en la cual se integraba el servicio militar. Desde Menem hasta hoy ese hueco ha sido reemplazado con doctrinas angloestadounidenses y europeas que son estratégicamente inconvenientes dado que, Gran Bretaña -miembro de la OTAN- sigue siendo una potencia ocupante en las islas de Atlántico sur ejerciendo ilegalmente una jurisdicción de hecho sobre las aguas circundantes, por lo tanto, sigue siendo un tema sin solución.

El entonces servicio militar necesitaba una reforma y no su derogación.

El tema vuelve a la mesa de charlas entre varios sectores de la política, pero desde diferentes miradas. Una de esas y la más estrambótica es la del dirigente “K” Luís Delia quien parece haberse dado cuenta que veinte años de una administración seudo-revolucionaria y prebendaria ha creado y criado a una generación de jóvenes sin ningún horizonte y que (contrario a lo que pensaba antes) podrían ser reconducidos con la reinstauración de un “servicio patriótico obligatorio” que no sería otra cosa que una “colimba” para contener el desastre actual. La propuesta se asemeja a la de Patricia Bullrich cuando quería convertir los cuarteles y bases en escuelas de oficios demostrando que la estupidez en la clase política argentina no tiene distingos ideológicos.

Delia y todos los que dicen haber estado alineados al denominado campo “nacional y popular” nunca repararon en ese pequeño y trascendental detalle de que para que una revolución política pueda ser real y creíble, debe contar con la fuerza para protegerla y respaldarla. El Kirchnerismo quedo entrampado en su discurso que mezcla la dialéctica de una izquierda “caviar” y un progresismo de ciencia ficción que nada tiene que ver con procesos revolucionarios como -tan cancinamente acusan algunos medios- el Bolivariano en Venezuela.

Estas inconsecuencias y contradicciones también forman parte del actual estado calamitoso del país.

El tema está tomando importancia en todo el mundo, en particular en los países que abolieron el servicio obligatorio y de los cuales los políticos argentinos copiaron al pie de la letra ¿Razones? El haberse dado cuenta de la importancia de poder manejar y tomar decisiones propias sin estar subordinados a las decisiones de intereses estratégicos que no responden a los suyos a cargo de un ente supranacional como la OTAN.

Argentina por la incompetencia de sus políticos abandono sus potencialidades, en especial las explotables por su vasto territorio, que podrían colocarla en un escalón geopolítico de importancia en el sur global. Pero por razón de aquella falla, su estado carece de una identidad definida y por ello no sabe a dónde quiere ir. Esto llevo a que entre gallos y medias noches suplicara el ingreso al bloque BRICS despertando la ira de los sectores anglófilos y otras yerbas del Establecimiento que ya han amenazado que se retiraran del bloque si llegan al poder. Si el gobierno “nacional y popular” que suponía independencia y una posición firme ante el unilateralismo estadounidense ¿Por qué no ingresó antes al bloque? Claramente porque sus dirigentes son rehenes del dilema entre el mundo del “ser” y el del “deber ser” dentro del cual se halla la necesidad de definir con seriedad y compromiso político, una política de defensa estratégica.

Uno de los temas a desarrollar en este bloque será ineludiblemente un  sistema de seguridad y defensa regional máxime si consideramos como “fortuita y convenientemente” explotan gasoductos, barcos y otras amenazas que pretenden diezmar la competencia multilateral. En este contexto la Argentina ya no puede seguir escondiendo la cabeza bajo la tierra, no si quiere salir avante.

 

 

 

 

viernes, 1 de septiembre de 2023

 

CONFUSED

OUTLOOK

A 2024

From the failure in Afghanistan to the Ukraine adventure, Joe Biden and his coterie of globalists have exposed the Union to a crisis that will not be easy to resolve. Are the alternatives for 2024 better?

 

By Sidney Hey

The atmosphere is heating up in Washington on the eve of the next presidential elections in 2024 and the candidates with ambitions for the next White House presidency are already emerging. Among the most vociferous are Nikki Haley and Vivek Ramaswamy, two politicians who, despite being members of the same Republican Party, have a very different vision of US politics. Because they represent clearly antagonistic sectors that use the party as a platform for advancement (https://libertarianinstitute.org/articles/nikki-haley-the-most-reckless-candidate-for-president/ ).

The war in the Ukraine is the clearest issue that highlights the internal discord and contortions that are replicated among both Democrats and Republicans. On both sides there is a tug-of-war between those in favour of war and those seeking to end the foreign interventionism that has done so much damage to the country. It is clear that the next administration will decide whether there will be more war or respect for multilateralism.

As we know, there is no difference between Democrats and Republicans when it comes to foreign policy. They both go over the heads of international humanitarian law and by virtue of that they can be extremely harmful as is already corroborated by the precedents in Iraq, Libya, Syria and Afghanistan, not to mention all the implications against civil rights that ended up falling on their own citizens with all the repressive engineering under the argument of the war on terror.

It seems that the neocon Republicans have learned nothing. Protagonists of the war interventions of the last 30 years to the present, they have contributed to the current global crisis. Belligerence remains their policy of choice as if all the disastrous precedents for US policy and world peace were not bad enough.

The Democratic Obama administration and the actions of his Secretary of State John Kerry and his maaate employee Victoria Nuland were the seeds of the war that is tearing Ukraine apart today. Russia's invasion is a consequence of that interference, its failure to honour its commitments and its refusal to guarantee the strategic security of the Russian Federation.

So far the Biden administration has succeeded in making Ukrainians and human resources in several countries sacrifice themselves for the plans of its globalist agenda. But expectations in the upcoming elections are already raising counter-visions to this madness that, though they now quietly disavow, many supported the war effort.

But if things are bad because of the war, there are candidates who aspire to make them worse.

Nikki Haley, the former governor of Southern California and US representative to the United Nations during Donald Trump's administration, has been noted for her unabashed advocacy of aggression in Syria, and in particular for arguing at every turn about the hoaxes about chemical attacks in “Khan Sheikhoun” that tried to be pinned on the government of Bashar Al Assad.

As a staunch Zionist supporter, Haley is an enthusiastic and committed supporter of efforts to try to destroy Syria and Iran as an invaluable strategic asset to Israel.

Other qualities that she herself highlights is having as a model of feminism none other than former British Prime Minister Margaret Thatcher who, as those who knew her well know, was anything but a feminist. Another of her self-confessed role models is Hillary Clinton, whose only feminist trait is her use of feminism as electioneering capital.

Haley criticises Joe Biden not for getting the US into a colossal war catastrophe in Europe, but for being too slow and weak in his decisions to support the ultra-nationalist regime in Kiev, and in that extremist view, that support has not been enough. But Haley does not seem to consider the reality of public opinion within the US that is reluctant to continue feeding the Kiev regime.

On the other hand, there is candidate Vivek Ramaswamy, a young billionaire businessman who stands on the opposite side of the fence between those who consider Biden's administration a disaster and especially Washington's involvement in the war in Ukraine, something that must end. He is also convinced that the US should distance itself from Volodymyr Zelensky who, as has already been made very clear, despite being Jewish and intending to turn his country -strategically and in terms of a perpetual arms deal- into “an Israel”, scandalously embarrasses a large part of the world Jewish community with his open links to the neo-Nazi sectors that control Ukraine.

For this candidate, Zelensky is an unpresentable character to say the least. He is not only a brazen and insatiable money-grubber, but also a repressive politician who is the antipode of democracy. In that sense he is the author of brutal censorship of his country's press, of eradicating opposition parties and arresting those who oppose the madness he unleashed and suspected of having ordered the murder of fractious officials, of having Russian language books and authors burned, and of a much discussed persecution of the Orthodox Church, arresting many of its members on charges of being pro-Russian.

As a presidential candidate, Ramaswamy also made it clear that the West, led by the US, was pushing Russia to the current outcome. From his perspective and if he reaches the White House, he proposes to end the war, a position that brings him closer to Donald Trump's declarations, who, if he manages to get rid of the judicial processes against him, could join him as his vice-presidential running mate. Even Trump himself, in an interview on Blaze TV, called Ramaswamy “a smart guy...A young guy who's very talented”, among other compliments.

RealClearPolitics polls seem to be polling him very well as they put him in third place behind Donald Trump and Florida Republican Governor Ron DeSantis.

This makes it very clear that the Establishment, which responds to the “system” that seeks to leave everything as it is and in which the neo-conservatives and their close allies who live off the gestation of intrigues and wars take refuge, has begun to give them a migraine.