BRICS Y LOS PREJUICIOS
¿Cuáles son los prejuicios y el por qué de quienes se oponen a que la
Argentina permanezca en los BRICS?
Por
Charles H. Slim
En momentos que EEUU estaba siendo azotada por una crisis financiera por las burbujas hipotecarias lo que crearía una oleada de quiebras y una avalancha de despidos dentro de este país, Rusia y China ya estaban en las postrimerías de conformar un bloque económico que incluía como otro importante socio regional a la India y al gigante sudamericano, Brasil. De esa forma se busco incrementar las relaciones comerciales de importación y exportación para el desarrollo competitivo y dentro de un marco financiero propio.
La recesión estadounidense no tardo en extenderse al resto de los
países en especial de la UE con estrechas vinculaciones con el sistema financiero
estadounidense advirtiendo a los países emergentes del sur global, de los
peligros de mantenerse sujetos a un sistema inestable.
Con el paso de los años las relaciones entre los BRICS se fueron
incrementando y de ese modo ya van direccionándose a ser un bloque con
ambiciones de ampliarse a objetivos políticos-culturales y legales.
Se trata de una entidad en crecimiento y en la cual se aglutinan países
emergentes que dentro de este proyecto adquieren una relevancia geopolítica
imposible de negar por parte del occidente entendiéndose a este a EEUU, la
Unión Europea y los países del Commonwealth.
Es una realidad que pone en perspectiva el resurgir del silenciado
“tercer mundo”, compuesto por esos países despreciados por el “sistema
internacional” que por décadas y tras la declaración del NWO por George H. Bush
en septiembre de 1990 quedaron sumergidos bajo el inoponible y unilateral manto
de la hegemonía estadounidense.
Los BRICS han llegado para ser la opción multilateralista y en la cual
se busca como objetivo final que “todos ganen”.
Las últimas adhesiones al bloque muestran una gran diversidad de actores
entre los que se cuentan los tres principales países del mundo árabe-islámico
como son Egipto, Arabia Saudita e Irán, estos dos últimos reconciliados gracias
a las gestiones y mediación china tras años de enfrentamientos (entre chiitas y
sunitas) creados desde antaño por las agencias gubernamentales (la CIA con “Al
Qaeda” y sus variantes posteriores hasta ISIS) para servir a agendas políticas
destinadas a formatear el Medio Oriente en beneficio de un actor regional bien
identificado, bajo el impulso y dirección de los sectores neoconservadores y
sionistas en Washington.
Es precisamente este componente el que molesta no solo a estos
continuos conspiradores y gestores de guerras “perpetuas” sino también, de sus
partidarios (y novicios) en la Argentina quien también (y para desagrado de
estos) ya forma parte del bloque. En ese sentido las fustigaciones de la
candidata Patricia Bullrich, estrecha simpatizante de las políticas
estadounidenses (hoy en lo que se refiere a Ucrania) y una militante de la causa
pro-Israel son apenas la punta del Iceberg de los exponentes islamófobos y
arabofobos que sobre la base de acusaciones sin pruebas, se mueven por debajo
del Establecimiento argentino.
Pero Bullrich es solo uno más de estos recalcitrantes exponentes. Los
rusofobos son también una especie entre los anglófilos que tienen arraigo en
las tierras del sur. Son como una especie de zombies que se quedaron con los
recuerdos de una era soviética en la que Rusia solo era parte de aquel bloque
pero, como buenos obsecuentes y copiando a sus referentes del norte, nunca se
sacaron ese prejuicio “macartista” de ponerle cuernos a quienes hablen de
Rusia.
La actual situación en Ucrania y de la cual no les interesa profundizar
implicancias y orígenes, ha sido sin dudas una oportunidad para revitalizar ese
veneno antiguo y eso se puede oír y ver en varios medios de la capital. No los
moviliza ningún interés por el respeto a los derechos humanos o de la paz; de
ser así, no hemos escuchado ninguna arenga para dejar de comerciar con Israel
donde las violaciones a los derechos humanos (en particular de los niños
palestinos) es un bochorno que ningún funcionario político de la DAIA se atreve
a contrariar públicamente. Como era de esperar estos sectores que se denominan
de “centro-derecha” y que aspiran a llegar al poder en las próximas elecciones
en el mes de Octubre comparten la misma tara ideológica maliciosa y que para
peor, trataría de meter al país en una nueva guerra fría con Oriente.
Sobre esto último y de lo poco reconocible al gobierno de los
“Fernández” es haberse abstenido de cooperar militarmente con el occidente
colectivo dentro de Ucrania.
La necesidad de comerciar con el mundo es algo que ningún político
debería negar y el BRICS proporciona la oportunidad de oro para hacerlo bajo
nuevas perspectivas.
Quienes temen el crecimiento del bloque están demasiado involucrados
con los negocios, la geopolítica y el sistema hegemónico angloestadounidense. Uno
de los temas capitales de este temor se centra en la pérdida de la supremacía
del dólar en el comercio internacional. A pesar de que suelen hablar de
“democracia” y una cultura democrática de organizaciones internacionales como
el G-20 y el G-7 o del Banco Mundial y el FMI, todas ellas al final del día
responden a las decisiones que se toman en Washington.
En Sudamérica y en particular en la Argentina, esa pequeña camarilla de
anglófilos que Mauricio Macri logro alinear en el PRO y con el cual llego a la
presidencia en 2015, hoy se han reciclado en “Juntos por el Cambio” bajo el
liderazgo de Bullrich quienes ya han explicitado su aversión al BRICS, no por
cuestiones competitivas o de intereses comerciales desfavorables para el país
sino, por esos deleznables y acostumbrados prejuicios que sirven de forma
descarada a ciertas embajadas en Buenos Aires.
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