GEOPOLITICA LIBERTARIA
¿Cómo la actual administración del presidente Milei sumida en medio de
una severa crisis económico-social podrá reconstruir las áreas estratégicas como
es la defensa nacional sin costos siderales? Hacer frente a esta extendida desidia
política o enfrentar las consecuencias
Por
Javier B. Dal
A un mes de la asunción del presidente Milei, la situación
socio-económica se presenta cuando menos grave, tal como la de un paciente en
estado de letargo por un coma inducido con sobresaltos por espasmos cardíacos. La
crisis no solo es macro-económica que afecta a la banca y a los empresarios
nacionales. La crisis más peligrosa y la que no parece intuir el gobierno es la
que está creciendo dentro de la micro economía de la sociedad y del día a día
en la vida de los ciudadanos.
Dejemos de
lado si el DNU y la Ley ómnibus son inconstitucionales o atienden a muchos temas
que nada tienen de necesidad y urgencia.
En lo estrictamente
político y que a su vez hace al posicionamiento geopolítico del estado, el
presidente Javier Milei ha ingresado al país en una verdadera dimensión
desconocida o, al menos, poco conocida por no haber sido investigada ¿Los
motivos? Una absoluta y costumbrista inmadurez política y repetida estupidez de
las dirigencias partidarias que fueron transcurriendo por el estado en estas
últimas décadas y que Milei podría repetir.
Una materia
que durante cuarenta años fue denostada y desgajada por todas las
administraciones políticas ha sido la defensa y hoy más que nunca, un país sin
FFAA capaces de dar cuando menos cobertura logística en catástrofes naturales, se
ve en un callejón sin salida entre la necesidad y la obligación de ceder los
intereses estratégicos nacionales por unas cuantas monedas de oro.
Así de mal
están las FFAA argentinas. En resumidas cuentas, al día de hoy es inexistente
una Política de Defensa y por ende, un Sistema de Defensa Nacional eficaz y
modernizado.
La postergación
en financiar y desarrollar unas FFAA acorde a las dimensiones e intereses
territoriales del país, hoy las presentan en un estado famélico, fuertemente
limitadas y totalmente fuera de operatividad para cualquier clase de conflicto.
Ello implica que si enviáramos a nuestros hombres a conjurar una amenaza
fronteriza o (en el peor de los casos) secundar alguna aventura estadounidense
en algún escenario internacional (en Ucrania, el Caribe, al Mar Rojo o incluso
al Mar Meridional), las chances de sobrevida para ellos serían pocas ¿Por qué
esta visión tan oscura? Simplemente por no contar con los materiales idóneos
para la misión que se les encomiende.
Esto no ha
sido descubierto hoy, ni siquiera en los últimos 20 años. Desde 1983 hasta esta
parte la clase política fue la responsable de esta paulatina y deliberada degradación,
una verdad que les molesta pero que es inocultable. Si las FFAA han sobrevivido
ante este escarnio político-partidista durante los últimos 40 años ha sido por
el espíritu y la voluntad de servicio de sus hombres y mujeres, nada más.
Como
consecuencia de esta destrucción, Argentina ha perdido uno de los factores
preponderantes para poder negociar diplomáticamente desde una postura
sustancialmente fuerte y con algún grado de paridad, asuntos estratégicos como
es el dominio efectivo -y no en el papel- sobre las aguas del atlántico
sur (y eso involucra la pesca) y su paso a la Antártida y por supuesto
vinculado a esto, la situación de ocupación militar británica (OTAN) de las
islas Malvinas, Sandwiches y Georgias del sur.
La actual
administración “libertaria” se presenta cuando menos contrapuesta a estos
intereses estratégicos. Más allá de las voceadas simpatías del actual
presidente argentino por la figura de Margaret Thatcher y todo lo que ella represento
al establecimiento británico, ello no debería afectar su recto juicio sobre la
administración de los intereses irrenunciables sobre Malvinas y todo el
atlántico sur que -debiera no olvidar- nos llevó a una guerra en 1982 y
que no se pueden resolver con un decreto.
Debería
primar el pensamiento estratégico a largo plazo implicando en ello, la
construcción de una defensa inteligente y munida de armas que no las provea el
enemigo o sus aliados, la experiencia de 1982 debería ser un ejemplo a tomar en
cuenta. Consecuente con esto, el estudio y adopción de tácticas eficaces y de
bajo coste para la defensa naval podrían devenir de la adquisición de sistemas
de misiles rusos altamente sofisticados y más baratos que los ofertados en occidente.
En este
sentido, fragatas dotadas con sistemas de misiles navales “Kalibr” de
fabricación rusa, los misiles chinos “DF 21” o incluso los “OTOMAT MK2” ante la
preferencia de un sistema defensivo de intensidad, representarían una excelente
adquisición y garantía de eficacia tecnológica a un costo mucho más razonable.
Queda claro
que esta administración con notorios prejuicios con Oriente e inclinada a
Londres deja afuera estas opciones. Pero existen otras alternativas mucho más
baratas y viables como lo enseña la experiencia que han estado mostrando los
yemenís en el Mar Rojo, que puede ayudar no solo a bajar gastos sino también,
adoptar tácticas más eficaces sin necesidad de adquirir costosos misiles
vendidos por la industria angloestadounidense.
Para esto, los prejuicios y los preconceptos no deberían tener lugar si
realmente se busca eficacia a base de costos razonables.
La línea
costera del país es amplísima y todos sabemos que el material que hoy dispone
la Armada es insignificante para su custodia. A su vez, no hay que olvidar el
huésped británico en el atlántico sur que tiene parte de su flota navegando en
la región. Si a eso le agregamos que la Armada no tiene capacidad disuasoria
para alejar una potencial amenaza naval, la conclusión es obvia.
Para salvar
esto además del costo económico, es más importante la decisión política ya que
para el primer ítem, siempre hay opciones de ahorro.
Un ejemplo
de cómo ahorrar o incluso, invertir en el desarrollo autóctono de defensas
costeras de bajo costo, solo conocidas por el estado argentino y altamente
eficaces, veamos lo que sale construir un Dron para ataque o inteligencia en
comparación con un misil o la provisión de viejos aviones estadounidenses. Un
Dron casero como los que usan los yemenís (y han demostrado asombrosa eficacia)
tiene un costo de 500 dólares la unidad mientras que un misil naval
estadounidense “Harpoon Block II” cuesta 1.4 millones de dólares la unidad. O el
misil “ESSM SAM” de corto alcance con un costo de la friolera suma de 1 millón
de dólares y eso solo, sin contar adiestramiento, mantenimiento y otros gastos.
Si en
verdad el gobierno de Milei busca que los gastos en el estado se reduzcan, se
establezcan inversiones inteligentes y a la vez generen emprendimientos para el
desarrollo privado ¿Por qué no comenzar a hacerlo en este campo? Suponiendo que
adoptara este camino (algo que por su ideología es dudoso que haga), deberá
luchar contra las presiones de Londres y Washington (intermediada por los empresarios
locales) para que abandone esa idea y siga comprando basura de rezago.
La
Argentina ha pasado por diferentes etapas en este tema y cada una peor que la
otra. Desde la infantilidad política de Raúl Alfonsín que condujo a un ciclo de
conflictos internos con el ejército, para desembocar en la improvisación
obsecuente de un Menem para-estadounidense que entrego los desarrollos
tecnológicos misilísticos (Programas
Cóndor I y II) y aeroespaciales a Washington sin beneficios reales, a la ridícula
candidez “seudo-progresista-revolucionaria y setentista” de la era
Kirchner-Fernández en la que virtualmente se desconectaron todos los cables del
estado nacional con esta área para redireccionar miles de millones de pesos que
pudieron mejorar la defensa, para solventar “el proyecto” que no era otro, que
llenar los bolsillos de sus funcionarios y militantes K.
Las
actuales circunstancias urgen a desarrollos serios, continuados y comprometidos
en el tiempo. La Argentina ya lleva 40 años de indefensión y eso no se
justifica con argumentos simplones como son que “es país pacifista”, “que es
neutral” o “que ya no tiene hipótesis de conflicto” (esto último falso) como se
atrevieron a afirman incluso algunos de los responsables del área. Ese tipo de
conclusiones son los que coayuvaron al incidente del submarino “ARA San Juan”.
Las nuevas
formas de conflicto y los actuales escenarios de guerra así lo evidencian y
Argentina no estará exenta de verse involucrada por las palabras mágicas de sus
charlatanes públicos. Es tiempo de que se tome enserio este tema.