GEOPOLITICA AMORAL
¿Cuánto más puede soportar el mundo los arrebatos del hegemonismo
estadounidense y sus socios de la OTAN? ¿Hay alternativas para detener la
lógica del chantaje y el caos?
Por
Charles H. Slim
Mientras miles de palestinos hambrientos rodeaban y saqueaban los camiones
de ayuda humanitaria que ingresaban por Rafah y que no han sido destruidos por
los aviones israelíes, los comandantes de los tanques las FDI ordenaban sin el
menor escrúpulo disparar sobre la multitud causando masacres indescriptibles
dignas de una carnicería. Están convencidos por las palabras del ministro de
defensa Yoav Galant y del mismo primer ministro Netanyahu de que están
respaldados por una superioridad moral y que por ello no tendrán consecuencias
por estos crímenes.
Y mientras
esta escena dantesca ocurre a plena luz del día y las autoridades de Naciones
Unidas se ven impotentes ante semejantes atropellos, las tropas egipcias
observaban impávidas desde el otro lado de la frontera. Sobre esto, fuentes
reservadas nos han asegurado que hay mucha preocupación en los niveles de la
oficialidad del ejército egipcio de que pueda haber reacciones individuales en
sus tropas lo que desataría una guerra abierta con Israel.
Entre tanto
y por tercera vez, la representación de los EEUU en Naciones Unidas vetaba la
resolución para un alto al fuego en Gaza desatando con ello la indignación
global e incluso demostraciones extremas de su rechazo frente a la Casa Blanca.
Para quienes sabemos bien cuál es el papel y la lealtad de la elite política en
Washington esto no es algo nuevo, pero si sirve para ilustrar la hipocresía que
compone a la política exterior de los EEUU y cuáles son los valores que maneja.
La Casa Blanca
ha demostrado la poca credibilidad que hay que tener en sus posiciones cuando
clama por un lado que busca frenar a Netanyahu mientras apoya con armas y
bombas los esfuerzos militares de Israel y los pedidos de Tel Aviv de sancionar
a la UNWRA por supuestas y no comprobadas complicidades de sus trabajadores con
la resistencia palestina. Es por esa hipocresía que la población palestina
además de morir por el fuego directo de las FDI o siendo ejecutados
clandestinamente, está muriendo de hambre por la destrucción de la ayuda que
cruza por Rafah ¿Cómo podemos calificar eso?, ¿A dónde están el respeto a las
convenciones internacionales, de los derechos humanos y la libertad?
Se supone
que los EEUU más allá de su propaganda, ha adscripto a esos parámetros o al
menos ha simulado hacerlo durante un buen tiempo.
Pero la
falta de palabra y los acostumbrados incumplimientos de los compromisos
debidamente firmados no es una novedad en el comportamiento político
estadounidense. Desde que fue instaurada la ONU en 1945, Washington ha mostrado
con el paso de los años y las décadas un entendimiento propio y particularizado
de lo que significa -a su arbitrio y conveniencia- la letra de la Carta
orgánica de Naciones Unidas. A partir de allí y bajo esa conducta anti ética,
EEUU ha mostrado cuanto desprecia los principios que fundan esa carta y que se
acordaron respetar entre todos los miembros para evitar los conflictos.
Pero no
solo eso. De forma descarada y consecutiva ha violado tratados y convenciones
tan elementales como los del derecho de la guerra, la prohibición de fabricar
armas biológicas (como el caso del SarS-CoV y sus variantes) y otros directamente
abandonándolos dando un portazo, como ser aquellos referidos a misiles estratégicos
y los vinculados para evitar la proliferación de Armas de destrucción (ADM)
masiva entre otros ¿Cuáles han sido las consecuencias?
Desde la
mitad del siglo pasado hasta el presente, los ejemplos de este arbitrario
excepcionalismo han ido escalando en descaro y brutalidad para llegar a lo que
hoy vemos en Palestina y que ninguna editorial de todas las grandes empresas de
medios angloestadounidenses pueden esconder.
Si vemos en
conjunto todos los precedentes históricos de la geopolítica angloestadounidense
(Corea, Vietnam, Granada, Panamá, Iraq, Siria, Afganistán) y que siguen sus
socios del Occidente colectivo especialmente Israel, sus políticos calificarían
cada uno de estos episodios como típicos del pragmatismo, para otros una
demostración de una gran inmoralidad y para quienes lo ven con mi mirada es la
demostración de una amoralidad espantosa. La diferencia entre lo inmoral y lo amoral
es muy importante.
Aquellos
que se escudan detrás del “pragmatismo” político son precisamente quienes más
balbucen en sus bocas la palabra democracia y que por supuesto, la usan de
adorno. No hay nada de democrático en ese utilitarismo descarnado que solo
sirve a los poderosos y que se vale de la fuerza para “democratizar”. Para estos,
si es práctico, asegura el resultado esperado (sin importar las consecuencias) y
por eso es válido. Detrás de este término se han justificado estas invasiones
que he mencionado, saqueos y las masacres que conllevan abusos horrorosos con
fines negociales (profanaciones de los cadáveres para robo de órganos) como las
que hoy vemos en Palestina.
De allí es
donde nació ese término odioso denominado “daño colateral” con el cual los militares
estadounidenses y sus medios de reberverancia, han tratado de justificar sus
grandes crímenes contra la humanidad del siglo pasado como los del presente.
La
inmoralidad va implícita en aquella practicidad política. Cuando los aviones
estadounidenses e israelíes bombardean ciudades o emplazamientos de civiles, saben
de antemano que esa acción dañara a los civiles con lo cual es inmoral. Las
justificaciones que muchas veces han tratado de argumentar endilgándole las
culpas a sus enemigos no tiene cabida, mucho menos cuando en situaciones como hoy
se ven en la Franja de Gaza en especial contra hospitales, escuelas y
mezquitas, están claramente orientadas por una deliberada alevosía (síntoma de
un odio racial inocultable) que en realidad tiene la finalidad de infringir un
castigo colectivo sobre todos los palestinos.
Anteriormente
vimos similares inmoralidades en Iraq, n donde aún antes de que fuera invadido
en 2003 más de 500 mil niños murieron por las privaciones de medicinas y
alimentos.
Iraq es el
ejemplo de la historia contemporánea más claro y descarnado de ese pragmatismo
político inmoral que llegó a tal estado que ha anestesiado a los organismos
internacionales a tal punto que hoy vemos como un régimen de psicópatas en Tel
Aviv, que se creen “elegidos de Dios” llevan adelante un genocidio en vivo y en
directo. Tan lejos han ido en sus criminalidades que más que inmorales son
amorales por elección consciente y no por ignorancia.
A
diferencia de la acostumbrada pasividad de la “comunidad internacional” (que abarca
a todo el mundo y no solo al Commonwealth) hoy hay una nueva constelación
geopolítica que asoma desde el sur global, con nuevos actores políticos como los
BRICS (torpemente abandonados por el actual gobierno argentino) y notoriamente opuesta
a esa amoralidad disfrazada de democracia que plantea la toxica y letal hegemonía
angloestadounidense-sionista.
No es poco
ni tampoco será pronto, pero plantea una esperanza y también un desafío para
los pueblos que no quieren ver sus culturas avasalladas por ese engañoso brillo
de subculturas y modas de género (muchas de ellas contrarias a sus tradiciones
y costumbres), que son contra natura y por medio de las cuales occidente trata
de disgregarles, pervertirlos y convertirlos en dependientes (a todos los niveles) de los hábitos que
mueven esos estilos de vida.