miércoles, 28 de febrero de 2024

 

GEOPOLITICA AMORAL

¿Cuánto más puede soportar el mundo los arrebatos del hegemonismo estadounidense y sus socios de la OTAN? ¿Hay alternativas para detener la lógica del chantaje y el caos?

 

Por Charles H. Slim

Mientras miles de palestinos hambrientos rodeaban y saqueaban los camiones de ayuda humanitaria que ingresaban por Rafah y que no han sido destruidos por los aviones israelíes, los comandantes de los tanques las FDI ordenaban sin el menor escrúpulo disparar sobre la multitud causando masacres indescriptibles dignas de una carnicería. Están convencidos por las palabras del ministro de defensa Yoav Galant y del mismo primer ministro Netanyahu de que están respaldados por una superioridad moral y que por ello no tendrán consecuencias por estos crímenes.

Y mientras esta escena dantesca ocurre a plena luz del día y las autoridades de Naciones Unidas se ven impotentes ante semejantes atropellos, las tropas egipcias observaban impávidas desde el otro lado de la frontera. Sobre esto, fuentes reservadas nos han asegurado que hay mucha preocupación en los niveles de la oficialidad del ejército egipcio de que pueda haber reacciones individuales en sus tropas lo que desataría una guerra abierta con Israel.

Entre tanto y por tercera vez, la representación de los EEUU en Naciones Unidas vetaba la resolución para un alto al fuego en Gaza desatando con ello la indignación global e incluso demostraciones extremas de su rechazo frente a la Casa Blanca. Para quienes sabemos bien cuál es el papel y la lealtad de la elite política en Washington esto no es algo nuevo, pero si sirve para ilustrar la hipocresía que compone a la política exterior de los EEUU y cuáles son los valores que maneja.

La Casa Blanca ha demostrado la poca credibilidad que hay que tener en sus posiciones cuando clama por un lado que busca frenar a Netanyahu mientras apoya con armas y bombas los esfuerzos militares de Israel y los pedidos de Tel Aviv de sancionar a la UNWRA por supuestas y no comprobadas complicidades de sus trabajadores con la resistencia palestina. Es por esa hipocresía que la población palestina además de morir por el fuego directo de las FDI o siendo ejecutados clandestinamente, está muriendo de hambre por la destrucción de la ayuda que cruza por Rafah ¿Cómo podemos calificar eso?, ¿A dónde están el respeto a las convenciones internacionales, de los derechos humanos y la libertad?

Se supone que los EEUU más allá de su propaganda, ha adscripto a esos parámetros o al menos ha simulado hacerlo durante un buen tiempo.

Pero la falta de palabra y los acostumbrados incumplimientos de los compromisos debidamente firmados no es una novedad en el comportamiento político estadounidense. Desde que fue instaurada la ONU en 1945, Washington ha mostrado con el paso de los años y las décadas un entendimiento propio y particularizado de lo que significa -a su arbitrio y conveniencia- la letra de la Carta orgánica de Naciones Unidas. A partir de allí y bajo esa conducta anti ética, EEUU ha mostrado cuanto desprecia los principios que fundan esa carta y que se acordaron respetar entre todos los miembros para evitar los conflictos.

Pero no solo eso. De forma descarada y consecutiva ha violado tratados y convenciones tan elementales como los del derecho de la guerra, la prohibición de fabricar armas biológicas (como el caso del SarS-CoV y sus variantes) y otros directamente abandonándolos dando un portazo, como ser aquellos referidos a misiles estratégicos y los vinculados para evitar la proliferación de Armas de destrucción (ADM) masiva entre otros ¿Cuáles han sido las consecuencias?

Desde la mitad del siglo pasado hasta el presente, los ejemplos de este arbitrario excepcionalismo han ido escalando en descaro y brutalidad para llegar a lo que hoy vemos en Palestina y que ninguna editorial de todas las grandes empresas de medios angloestadounidenses pueden esconder.

Si vemos en conjunto todos los precedentes históricos de la geopolítica angloestadounidense (Corea, Vietnam, Granada, Panamá, Iraq, Siria, Afganistán) y que siguen sus socios del Occidente colectivo especialmente Israel, sus políticos calificarían cada uno de estos episodios como típicos del pragmatismo, para otros una demostración de una gran inmoralidad y para quienes lo ven con mi mirada es la demostración de una amoralidad espantosa. La diferencia entre lo inmoral y lo amoral es muy importante.

Aquellos que se escudan detrás del “pragmatismo” político son precisamente quienes más balbucen en sus bocas la palabra democracia y que por supuesto, la usan de adorno. No hay nada de democrático en ese utilitarismo descarnado que solo sirve a los poderosos y que se vale de la fuerza para “democratizar”. Para estos, si es práctico, asegura el resultado esperado (sin importar las consecuencias) y por eso es válido. Detrás de este término se han justificado estas invasiones que he mencionado, saqueos y las masacres que conllevan abusos horrorosos con fines negociales (profanaciones de los cadáveres para robo de órganos) como las que hoy vemos en Palestina.

De allí es donde nació ese término odioso denominado “daño colateral” con el cual los militares estadounidenses y sus medios de reberverancia, han tratado de justificar sus grandes crímenes contra la humanidad del siglo pasado como los del presente.

La inmoralidad va implícita en aquella practicidad política. Cuando los aviones estadounidenses e israelíes bombardean ciudades o emplazamientos de civiles, saben de antemano que esa acción dañara a los civiles con lo cual es inmoral. Las justificaciones que muchas veces han tratado de argumentar endilgándole las culpas a sus enemigos no tiene cabida, mucho menos cuando en situaciones como hoy se ven en la Franja de Gaza en especial contra hospitales, escuelas y mezquitas, están claramente orientadas por una deliberada alevosía (síntoma de un odio racial inocultable) que en realidad tiene la finalidad de infringir un castigo colectivo sobre todos los palestinos.

Anteriormente vimos similares inmoralidades en Iraq, n donde aún antes de que fuera invadido en 2003 más de 500 mil niños murieron por las privaciones de medicinas y alimentos.

Iraq es el ejemplo de la historia contemporánea más claro y descarnado de ese pragmatismo político inmoral que llegó a tal estado que ha anestesiado a los organismos internacionales a tal punto que hoy vemos como un régimen de psicópatas en Tel Aviv, que se creen “elegidos de Dios” llevan adelante un genocidio en vivo y en directo. Tan lejos han ido en sus criminalidades que más que inmorales son amorales por elección consciente y no por ignorancia.

A diferencia de la acostumbrada pasividad de la “comunidad internacional” (que abarca a todo el mundo y no solo al Commonwealth) hoy hay una nueva constelación geopolítica que asoma desde el sur global, con nuevos actores políticos como los BRICS (torpemente abandonados por el actual gobierno argentino) y notoriamente opuesta a esa amoralidad disfrazada de democracia que plantea la toxica y letal hegemonía angloestadounidense-sionista.

No es poco ni tampoco será pronto, pero plantea una esperanza y también un desafío para los pueblos que no quieren ver sus culturas avasalladas por ese engañoso brillo de subculturas y modas de género (muchas de ellas contrarias a sus tradiciones y costumbres), que son contra natura y por medio de las cuales occidente trata de disgregarles, pervertirlos y convertirlos en dependientes (a todos los niveles) de los hábitos que mueven esos estilos de vida.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario