DESCASCARANDO
TESIS
¿Por qué la administración de justicia federal argentina sigue siendo un
mero apéndice de los gobiernos de turno? Camionetas fantasmas, bulos de la
inteligencia extranjera como verdades reveladas
Por
Javier B. Dal
En todo lo que sucede en este mundo y mucho
menos en la política, la casualidad no existe. Las maniobras políticas que el
gobierno de los Milei está llevando a cabo en la justicia federal para acomodar
la autoría de los atentados de 1992 y 1994 a una culpa contra la república
Islámica de Irán tampoco lo son. Incluso me atrevería decir que va coordinados
con los planes de llevar adelante una agresión militar conjunta tanto sobre el
Líbano como contra Irán.
Sabemos que los hermanitos Milei fueron colocados en el poder entre
otras cuestiones, para arreglar esta cuestión geopolítica pendiente que importa
y mucho a Tel Aviv y que sus redes locales con la DAIA y la OSA a la cabeza han
estado durante al menos dos décadas tratando de acomodar a la fuerza.
Huelga repetir todas las inconsistencias y falsas acusaciones que
tempranamente se ventilaron contra los árabes, los palestinos y obviamente los
musulmanes para que cerrará a gusto y conveniencia de la embajada israelí en
Buenos Aires. Incluso no olvidemos como uno de sus embajadores, se jactó y los
sionistas locales -entre ellos algunos periodistas- festejaron el
asesinato de los supuestos responsables de la “Yihad Islámica”.
Al final, esa acusación no era cierta pero los asesinados palestinos
siempre han sido una realidad de la bestialidad y el terrorismo sionista que
los medios porteños -muy sesgado por cierto- escondieron bajo la
alfombra.
Desde el principio la actividad de la justicia se vio interferida por
curiosas deficiencias y contaminaciones que a la luz de lo que hoy vemos,
buscaban desviar o incluso inventar hechos inexistentes para tratar de
difuminar responsabilidades muy difíciles de explicar ante la propia comunidad
judía y la sociedad argentina. En este sentido, el encubrimiento de políticos,
jueces, fiscales y miembros de la misma colectividad (como el entonces banquero
Rubén Beraja) dejó un fuerte tufo que pese a las costosas y constantes
operaciones mediáticas no se ha disipado.
He aquí entonces el meollo de la cuestión ¿Justicia con la verdad o un
invento político para que pase por justicia?
Desde el primer atentado en 1992, el vector -según el entonces jefe
de seguridad en la embajada que era del Shin Bet- para llevar a cabo el
atentado fue un vehículo cargado con explosivos conducido por un suicida de la
“Yihad Islámica” palestina. Para cuando se produce el segundo atentado en julio
de 1994, se continuo con el mismo libreto y pese que no hubo una sola prueba
sobre esto, basto para instalar en el imaginario colectivo a los malvados
palestinos.
Ante la inviabilidad de esa tesis, los editorialistas de los medios
porteños afines con la embajada de Israel comenzaron a centrarse en hablar de
una componenda entre “nazis y policías de la federal” o la llamada “pista siria”,
de las cuales tampoco se hallaron evidencias creíbles.
Pero, con el “desinteresado” aporte de informes del Mossad y la CIA
-permitidos por el entonces gobierno de Néstor Kirchner- y ante cambios en
la geopolítica regional se comenzó a redireccionar la pista hacia una tesis de
mutuo interés que se sintetizaba en: “El culpable debía ser Irán”. Una de las
fabricaciones centrales para argumentar esa “pista islámica” centrada sobre
Irán y la organización de la resistencia árabe-islámica libanesa Hesbolá, fue
la tan mencionada camioneta Renault “Traffic” que ya ha quedo comprobado que nunca
existió.
Esta conclusión sigue siendo resistida por la versión mediática
instaurada desde el inicio de las causas y que trata de cristalizarse con
ciertos libros pese a las investigaciones y documentos que hablan sobre esta
invención. Se sabe que el paso del tiempo aleja la posibilidad de reconstruir
materialmente la verdad, pero también permite que en su lugar se establezca una
ficción que se haga pasar por aquella.
Pese a que muchos se han rasgado las vestiduras hablando y clamando de
buscar la verdad, con esta clase de invenciones han demostrado todo lo contrario.
Para el ala política de la comunidad judía argentina y su núcleo sionista
militante, la verdad debe involucrar a los musulmanes y en particular a los
chiitas iraníes y libaneses. Las razones de este odio van más allá del
entendimiento y conocimiento del simple ciudadano argentino y es allí donde
radica el hueco por donde se ha pretendido colar este infundio.
La existencia de una camioneta “Traffic” cargada con explosivos era fundamental
para el folklore estereotipado del “ataque suicida” de un yihadista
árabe-islámico. Hollywood así lo muestra en sus películas entonces ¿Por qué no
se lo van a tragar?
Si bien podríamos hacer una extensa descripción de fallas en aquel
relato y más allá de las indagaciones de periodistas como Juan Salinas (su sitio:
https://pajarorojo.com.ar/) que
pusieron en evidencia este embuste, la más esclarecedora de las evidencias que
le pone una tapa definitiva a esto fue el relato de un testigo que segundos
antes de la explosión, no vio ninguna camioneta que hubiera pasado por el
frente de la mutual y que sobrevivió de milagro tal como el mismo lo cuenta en
una entrevista radial (https://pajarorojo.com.ar/atentado-a-la-amia-otro-testimonio-irrefutable-que-derriba-el-engano-de-la-trafic-bomba/)
Ante estas evidencias y en el crítico momento que salen a la luz que se
materializa tras los atentados terroristas contra altos funcionarios (uno de
ellos, Ismail Haniye asesinado en Teherán) del eje de la resistencia que hace
previsible una inminente escalada bélica en todo el Oriente Medio, se hace
imperioso que el gobierno argentino (claramente inclinado hacia Israel) no siga
con los planes de consagrar una “verdad política” (y por ende arbitraria) que además
de falsa, solo responde a los intereses geopolíticos de Israel y del
establecimiento que controla a los EEUU.