lunes, 5 de agosto de 2024

 

DESCASCARANDO

TESIS

¿Por qué la administración de justicia federal argentina sigue siendo un mero apéndice de los gobiernos de turno? Camionetas fantasmas, bulos de la inteligencia extranjera como verdades reveladas

 

Por Javier B. Dal

En todo lo que sucede en este mundo y mucho menos en la política, la casualidad no existe. Las maniobras políticas que el gobierno de los Milei está llevando a cabo en la justicia federal para acomodar la autoría de los atentados de 1992 y 1994 a una culpa contra la república Islámica de Irán tampoco lo son. Incluso me atrevería decir que va coordinados con los planes de llevar adelante una agresión militar conjunta tanto sobre el Líbano como contra Irán.

Sabemos que los hermanitos Milei fueron colocados en el poder entre otras cuestiones, para arreglar esta cuestión geopolítica pendiente que importa y mucho a Tel Aviv y que sus redes locales con la DAIA y la OSA a la cabeza han estado durante al menos dos décadas tratando de acomodar a la fuerza.

Huelga repetir todas las inconsistencias y falsas acusaciones que tempranamente se ventilaron contra los árabes, los palestinos y obviamente los musulmanes para que cerrará a gusto y conveniencia de la embajada israelí en Buenos Aires. Incluso no olvidemos como uno de sus embajadores, se jactó y los sionistas locales -entre ellos algunos periodistas- festejaron el asesinato de los supuestos responsables de la “Yihad Islámica”.

Al final, esa acusación no era cierta pero los asesinados palestinos siempre han sido una realidad de la bestialidad y el terrorismo sionista que los medios porteños -muy sesgado por cierto- escondieron bajo la alfombra.

Desde el principio la actividad de la justicia se vio interferida por curiosas deficiencias y contaminaciones que a la luz de lo que hoy vemos, buscaban desviar o incluso inventar hechos inexistentes para tratar de difuminar responsabilidades muy difíciles de explicar ante la propia comunidad judía y la sociedad argentina. En este sentido, el encubrimiento de políticos, jueces, fiscales y miembros de la misma colectividad (como el entonces banquero Rubén Beraja) dejó un fuerte tufo que pese a las costosas y constantes operaciones mediáticas no se ha disipado.

He aquí entonces el meollo de la cuestión ¿Justicia con la verdad o un invento político para que pase por justicia?

Desde el primer atentado en 1992, el vector -según el entonces jefe de seguridad en la embajada que era del Shin Bet- para llevar a cabo el atentado fue un vehículo cargado con explosivos conducido por un suicida de la “Yihad Islámica” palestina. Para cuando se produce el segundo atentado en julio de 1994, se continuo con el mismo libreto y pese que no hubo una sola prueba sobre esto, basto para instalar en el imaginario colectivo a los malvados palestinos.

Ante la inviabilidad de esa tesis, los editorialistas de los medios porteños afines con la embajada de Israel comenzaron a centrarse en hablar de una componenda entre “nazis y policías de la federal” o la llamada “pista siria”, de las cuales tampoco se hallaron evidencias creíbles. 

Pero, con el “desinteresado” aporte de informes del Mossad y la CIA -permitidos por el entonces gobierno de Néstor Kirchner- y ante cambios en la geopolítica regional se comenzó a redireccionar la pista hacia una tesis de mutuo interés que se sintetizaba en: “El culpable debía ser Irán”. Una de las fabricaciones centrales para argumentar esa “pista islámica” centrada sobre Irán y la organización de la resistencia árabe-islámica libanesa Hesbolá, fue la tan mencionada camioneta Renault “Traffic” que ya ha quedo comprobado que nunca existió.

Esta conclusión sigue siendo resistida por la versión mediática instaurada desde el inicio de las causas y que trata de cristalizarse con ciertos libros pese a las investigaciones y documentos que hablan sobre esta invención. Se sabe que el paso del tiempo aleja la posibilidad de reconstruir materialmente la verdad, pero también permite que en su lugar se establezca una ficción que se haga pasar por aquella.

Pese a que muchos se han rasgado las vestiduras hablando y clamando de buscar la verdad, con esta clase de invenciones han demostrado todo lo contrario. Para el ala política de la comunidad judía argentina y su núcleo sionista militante, la verdad debe involucrar a los musulmanes y en particular a los chiitas iraníes y libaneses. Las razones de este odio van más allá del entendimiento y conocimiento del simple ciudadano argentino y es allí donde radica el hueco por donde se ha pretendido colar este infundio.

La existencia de una camioneta “Traffic” cargada con explosivos era fundamental para el folklore estereotipado del “ataque suicida” de un yihadista árabe-islámico. Hollywood así lo muestra en sus películas entonces ¿Por qué no se lo van a tragar?

Si bien podríamos hacer una extensa descripción de fallas en aquel relato y más allá de las indagaciones de periodistas como Juan Salinas (su sitio: https://pajarorojo.com.ar/) que pusieron en evidencia este embuste, la más esclarecedora de las evidencias que le pone una tapa definitiva a esto fue el relato de un testigo que segundos antes de la explosión, no vio ninguna camioneta que hubiera pasado por el frente de la mutual y que sobrevivió de milagro tal como el mismo lo cuenta en una entrevista radial (https://pajarorojo.com.ar/atentado-a-la-amia-otro-testimonio-irrefutable-que-derriba-el-engano-de-la-trafic-bomba/)

Ante estas evidencias y en el crítico momento que salen a la luz que se materializa tras los atentados terroristas contra altos funcionarios (uno de ellos, Ismail Haniye asesinado en Teherán) del eje de la resistencia que hace previsible una inminente escalada bélica en todo el Oriente Medio, se hace imperioso que el gobierno argentino (claramente inclinado hacia Israel) no siga con los planes de consagrar una “verdad política” (y por ende arbitraria) que además de falsa, solo responde a los intereses geopolíticos de Israel y del establecimiento que controla a los EEUU.

 

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