“RUSIA SALVA AL
MUNDO”
El anuncio
realizado por Vladimir Putin sobre la obtención de una vacuna para combatir el
COVID-19 ha vuelto a sorprender y fastidiar a los grandes intereses globales
Por Charles H. Slim
Durante toda la “Guerra fría”, desdeñar y menosperciar a Oriente fue una
constante en el tratamiento, desarrollo y consideraciones de las relaciones
internacionales del occidente anglosajón (EEUU y Gran Bretaña). Como era
costumbre, las regiones satélites –Sudamérica
y Argentina en particular- fueron condescendientes a estas políticas odiosas
y durante décadas –salvo por el
interregno del primer gobierno peronista- se mantuvieron a pie juntillas a
los lineamientos que provenían de sus centros de poder.
Fue recién a comienzos del siglo cuando en América
Latina se comenzaron a tender algunos puentes estratégicos con Eurasia siendo
sin dudas, el presidente venezolano Hugo César Chavez el pionero de esta
política de integración multilateral con Oriente.
Fue precisamente mediante el impulso de esta
multilaterialidad (opuesta al unilateralismo estadounidense), que Chavez
estableció fuertes lazos estratégicos con la Federación rusa que le sobreviven
hasta hoy día.
No hay que olvidar, que esta empresa venezolana, surgida
de la “Revolución Bolivariana” fue uno de los puntos que aún sigue irritando a
Washington y a sus aliados, algo que le valió la continua y solapada agresión mediante
descaradas operaciones negras de desestabilización política y bloqueo económico
que mantienen actualmente a Venezuela en un verdadero estado de asedio pero que
es invisibilizado por los medios y periodistas subalternos a la Corporación
mediática anglosajona que controla todo el espectro en el hemisferio occidental.
La potencialidad no solo se mide con los músculos y
el desarrollo estratégico de un país hace tiempo que ha dejado de pasar por la
industria pesada y el comercio convencional. En el nuevo paradigma que ya vive
el mundo desde hace veinte años hasta esta parte, el conocimiento (y sus formas
de impartirlo) y la producción de contenidos por vías digitales es lo
fundamental para el desarrollo y el avance no solo en la población de una
nación determinada sino, en su proyección hacia otras naciones del mundo.
La aparición del virus COVID-19 –más allá de su origen real- que ha
cambiado de forma radical la vida de toda la humanidad, ha sido una bisagra
histórica en este desarrollo del conocimiento, visualizando con crudeza las
debilidades y las fortalezas de gobiernos y de sus políticas públicas
tendientes a estrategias de progreso comunitario. En este camino ha estado
Rusia que logró levantarse tras derrumbe de la estructura soviética de la URSS.
Y fue gracias a la paciente e inteligente gestión de Vladimir Putin que el
estado fue saneándose y reconstruyendo sus áreas estratégicas que occidente
pretendía hacerse mediante la inversión de empresas y corporaciones privadas.
Sin dudas, una de esas áreas estratégicas es la del
desarrollo científico heredera de un extensa casta de grandes científicos que
vienen del siglo XVIII como Mijail Lomonósov hasta los científicos de la era
contemporánea como Pavel Cherenkov e Ilia Frank de la “Academia Soviética de
Ciencias” en los años de la “guerra fría”. Pero claro, a los obsecuentes y
rusofobos que campean en los medios argentinos y que velan por la sonrisa de
Washington y Londres poco importa esta historia.
Recordemos que a comienzos de 2018, Vladimir Putin
realizo un anuncio que dejo boquiabierto a los estrategas del Pentágono cuando
presento al conocimiento público nuevos misiles de alcance ilimitado que
revelaba el desarrollo de una potencialidad tecnológica inimaginable que dicho
sea de paso, sirvió para que la OTAN desacelerara sus actividades en las
fronteras de la Federación y fuera más cauta en sus movimientos en torno a
Crimea.
En los primeros día de agosto el ministro de salud
ruso Mijail Murashko llamo al Kremlin y pidió hablar con Vladimir Putin para
darle una noticia formidable, “tenemos una vacuna para el Coronavirus”, algo
que sorprendió con exultante sorpresa a un característico inmutable Putin. No
caben dudas de que esto representa un éxito del sistema académico para la
investigación de campo y al mismo tiempo es un fuerte incentivo para que
continue en ascenso. Era sin dudas una magnifica noticia y la confirmación de
que las políticas gubernamentales para impulsar y sustentar el desarrollo tecno-científico
propio eran un éxito.
El 11 de agosto el mismo Vladimir Putin anuncio en
una reunión interactiva con los miembros de su gobierno, el desarrollo de esta
vacuna de manofactura nacional y que la misma había sido inoculada a una de sus
hijas agregando también, que estaría disponible para quienes voluntariamente
quisieran administrarsela. También describió su efectividad diciendo que
“funcionaba relativamente bien” reiterando que “había pasado todas las pruebas
necesarias”. Este anuncio fue ampliado
por el ministro de salud quien informo públicamente que el desarrollo de esta
vacuna será producida en dos plataformas: Por el Centro Nacional de
Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya y la Compañía
Binnofarm. Por su parte, la sociedad de inversión rusa Sistema detalló que
Binnofarm podrá desarrollar 1,5 millones de dosis para fin de año.
El anuncio se da en medio de una atmosfera de
competencia feroz entre laboratorios estatales y privados de EEUU, China e
Israel que –cada uno por su lado- pugnan
por lograr hallar una vacuna propia que logre acaparar el mercado que se
extiende a todo el mundo. Tampoco podemos obviar las circunstancias
geopolíticas a las que la Federación rusa se ve sometida, enmarcadas por las
sanciones que Washington y sus aliados europeos vienen aplicando desde 2014,
producto de haber perdido la oportunidad de penetrar en Ucrania y como frutilla
del postre, a la península de Crimea. De este modo, no era de extrañar que por
aquellos motivos y sin dudas por una mezcla de remarcable envidia política y
resentimiento, salieran inmediatamente algunas voces a desacreditar o tratar de
restar importancia al anuncio ruso. De ser cierta la efectividad de esta
vacuna, Rusia dejará en la lona, o como dicen los anglosajones “mordiendo el
polvo” a sus competidores occidentales e incluso a sus vecinos chinos.
El nombre con el que Rusia patento a su vacuna es
muy sugerente y representativa de su situación histórico-politica. Denominada
como “Sputink-V” (como el primer satélite artificial lanzado al espacio), la
Federación rusa por orden de su mandatario, ha patentado la vacuna que podría
llegar a ser la solución para un problema que valga el recordatorio, no tiene
nada de natural.