domingo, 26 de febrero de 2017

NACIONAL





“OBAMA Y MACRI AGAIN”

Como la llamada de Obama a Macri puede significar una treta de los sectores del estado profundo estadounidense que buscan alianzas políticas más allá de sus fronteras para crear plataformas de inestabilidad contra la Administración Trump




Por Charles H. Slim
A comienzos del 2016 tras haber obtenido la presidencia la formula “Cambiemos”  que colocó a Mauricio Macri y Cía a la presidencia, el entonces presidente de los EEUU Barak Obama considero muy conveniente darle una visita de cortesía que no solo se reduciría a los saludos protocolares, fiestas ampulosas y a bailar el tango. 

Como cualquier otro mandatario norteamericano, Obama traía una nutrida agenda de trabajo para el nuevo mandatario argentino con quien no habría problemas de entendimiento no solo por el buen inglés de Mauricio sino también, por la excelente sintonía ideológica que les distingue.

Su visita fue digna de una kermés en la que no faltaron los aduladores, los arribistas y los comedidos pro-norteamericanos que pueblan los cuadros del PRO, que no dejaron un solo momento en mostrar sus sonrisas lisonjeras que con notorio interés, ansiaban volver a poner al país bajo la subordinación de Washington tal cual lo había hecho “el Carlos”.

En aquel momento se pudo ver que había buena sintonía entre ambos y ello facilitó el trato de los temas que nada de agradables tienen para el país. La economía, la “lucha contra el terrorismo” y la posibilidad de que se instale una base  de Marines en la Patagonia –como apoyo a la 4º Flota- y la estrecha colaboración en las áreas de inteligencia –especialmente orientadas contra Irán- dejaron en claro el carácter real de la visita.

Como se podrá ver, nada bueno o productivo tuvo aquella visita para la Argentina. El cliché usado por Obama en ese momento fue la intensión de prestarle a su gobierno la ayuda necesaria para el combate al “narcotráfico” y por supuesto al “terrorismo”, dos temas que la gestión de Obama no podría sostener una auditoría seria ante las incontables pruebas de la participación de sus agencias de inteligencia como la CIA en el tráfico de drogas y armas que a su vez los vinculan muy estrechamente con los programas secretos “Al Qaeda”, “Khorasán” y últimamente el “ISIS”, como herramientas tácticas de una cuidadosa planificación geopolítica de conquista puesta en marcha desde hace unos quince años atrás en Medio Oriente y el centro de Asia.

Sorpresivamente el día 23 de febrero a las 17 hs de España, justamente en momentos que Macri se hallaba de visita en una agenda de inversiones en la Península Ibérica, recibió en la embajada argentina una llamada inesperada de nada menos que del ex presidente Obama quien tras unos breves minutos de intercambio de saludos, le comunicó que visitaría nuevamente la Argentina a mediados del 2018.

Algo para destacar es, el lugar donde se efectuó la llamada. Llamar a Macri fuera de su país aleja considerablemente las posibles infidencias que pueden filtrarse por las porosas líneas telefónicas argentinas. Sin dudas que esto nos habla de algo más que un simple saludo.

Según testigos presenciales, la conversación fue muy agradable para Macri que no dejó de sonreír mientras hablaba con Obama. Para algunos esta llamada tiene otros propósitos que la simple salutación de un ex presidente a un “amigo” en ejercicio del cargo. Más allá de la conversación con temas intrascendentes, el fondo de la cuestión era establecer un contacto mucho más afable que el que le ha propinado la Casa Blanca actual. Como sabemos dentro de Washington hay una cruenta pugna intestina por el poder donde Donald Trump parece decidido a remover a las costras del poder neocon que se han quedado adheridas desde el 2001 a las estructuras del poder estadounidense y de las cuales, tanto Hillary Clinton como Obama y toda su administración fueron parte.

La derrota inesperada de Hillary Clinton representó un cambio de rumbo que puede deshacer la infraestructura de dominación global que se puso en marcha desde el 2001 y que puede llevar al colapso de la maquinaria imperial. Ello a su vez, representa una amenaza a la agenda geopolítica y estratégica que esos sectores tramaron y desenvolvieron en el exterior con las nefastas consecuencias que aún seguimos viendo y que Obama continuo sin pausa.

No caben dudas de que la llamada de Obama, no fue ocasional. Hubo en ella la clara intensión de acercarse a Macri y a su gobierno para reclutarlo a esta lucha interna que sacude a EEUU y que podría llegar a tener consecuencias que los estadounidenses no quisieran volver a repetir. El Stablishment al que pertenecen indistintamente demócratas, republicanos y los sectores de presión del sionismo estadounidense   están yendo más allá de los limites con tal de remover a Trump y ello podrían pagarlo los simples ciudadanos.

Al parecer Trump no es ningún bocón compulsivo ni menos aún el loco que un informe psiquiátrico pretende probar para que lo declaren incapaz y sacarlo de la Casa Blanca. 

Muchas de sus promesas de campaña se van poniendo en marcha y algunas de ellas son demasiado pesadas para que éste sector oscuro del poder estadounidense permita que se cumplan. Una de ellas es la de terminar con la estrechas relaciones con Arabia Saudita a quien acuso de ser el fomentador del terrorismo “yihadista” y por sus estrechas conexiones con los supuestos “terroristas” del 11/S –según los pasaportes presentados como pruebas halladas en los escombros- que además de ser todos de origen saudita, la mayoría inexplicablemente están vivos.

Si Trump cumple con este tipo de objetivos, Washington verá dos décadas de planificaciones tirados a la basura y por supuesto, una catarata de consecuencias entre las que se contarían una avalancha de demandas judiciales de familiares de las víctimas del 11/S contra el gobierno saudita y claro, contra Obama y sus funcionarios de más alto rango quienes mínimamente  les cabe los cargos de encubrimiento y perjurio, agregando obviamente el descredito político absoluto a nivel internacional que  todo esto conllevaría.

Ahora bien, Mauricio Macri no parece estar actualizado o, no se ha enterado de que puede llegar a ser usado y arrastrar al país en una compulsa que puede abarcar varios niveles de lucha, comenzando por la acostumbrada propaganda desinformativa que tan bien paga el Stablishment financiero de tipos como George Soros, Sheldon Adelson y Paul Singer para nombrar a los más destacados, buscando influir en la opinión pública y en congresistas para forzar a la administración de la Casa Blanca a que termine jugando el juego que ellos plantean.









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