sábado, 14 de septiembre de 2024

 

PRIVATIZANDO LA POLITICA EXTERIOR DE EEUU

¿Cómo se puede calificar o qué puede significar el descarado llamamiento del CEO de una empresa de mercenarios estadounidense para atentar contra la integridad física y política de Venezuela? Naciones Unidas…OEA, llamando!!

 

Por Charles H. Slim

Durante el fin del siglo XIX y todo el XX, las revoluciones como fenómeno político-social surgido violentamente de las bases de un pueblo como parte de un proceso para remover regímenes intolerables, fue poco a poco siendo cooptado por ciertos estados occidentales para crear su propia industria y formato de revolución.

Los colonialistas europeos (en especial los británicos) sin dudas fueron los precursores de esta industria. Desestabilizar a un estado enemigo mediante la subversión es uno de los fines que se busca fomentando la intranquilidad, el descontento y contemporáneamente la inseguridad con fenómenos como el terrorismo. Como se ve, la democracia no tiene nada que ver aquí.   

A partir de la segunda mitad del siglo XX y hasta no hace mucho, EEUU ha sido la Meca de la conspiración para subvertir y derrocar gobiernos que le desagradan mediante la creación y promoción de procesos revolucionarios (de color en Europa del este) o contra revolucionarios (en Centroamérica y el mundo árabe-islámico). Para ello cuenta con un oscuro universo de agencias de inteligencia (incrementadas desde 2001) que financiadas con presupuestos negros, son parte del llamado “estado profundo” y que en los últimos treinta años han estado tercerizando muchas de sus operaciones sucias con actores privados. Es por ello que no debería sorprender a nadie que hoy se escuche que una corporación privada, nacida de una empresa estadounidense de matones y mercenarios como “Blackwater” y “Academi”, a plena luz del día y con total desparpajo esté ofertándose para derrocar al gobierno venezolano.

Las tácticas del golpe blando y del golpe de estado clásico ya hace tiempo que no funcionan. Ahora como nunca y descaradamente, el emprendimiento privado da un paso al frente y deja en evidencia su papel en los asuntos del Departamento de Estado norteamericano y particularmente en el asunto Venezuela. Pero ¿Lo sabe el gobierno federal en Washington? Por supuesto ya que estos tipos son viejos clientes del estado para prestar servicios que son financiados por la descontrolada impresión de billetes de la Reserva federal del Tesoro que es otros de los motivos por los cuales crece la deuda pública hasta el cielo.

Es una relación de conveniencia mutua en la que el gobierno federal (entiéndase el Pentágono, la CIA y la docena de agencias que la secundan) paga a matones privados para no mancharse las manos y evitar pagar costos políticos y mediáticos. Ahí es cuando aparecen tipos como Erik Prince, fundador de la infame “BlackWater” quien como contratista en la invasión a Iraq de 2003, sus mercenarios cumpliendo tareas tercerizadas por el Pentágono, cometieron toda clase de crímenes de guerra y aberraciones contra los iraquíes. Algunos ya han salido a comparar a “Constellis” con la empresa rusa “Wagner” y valga decir, que no hay comparación alguna dado que la diferencia entre una y otra se zanja por el profesionalismo y la disciplina en sus trabajos. Mientras los hombres de “Wagner” combaten y conquistan posiciones militares (especialmente demostrado en Ucrania), los chicos de Prince torturaban y asesinaban civiles iraquíes que hallaban a su paso. 

Pero y a pesar de los cuestionamientos que surgieron de aquello, este negocio sucio ha sido muy conveniente para el gobierno y a su vez, muy lucrativo para Prince quien convirtió a esa empresa de mercenarios en un emporio que actualmente cotiza en la bolsa.

La mención de Prince y su actual empresa “Constellis” vienen a cuento de su oferta de irrumpir en Venezuela, derrocar el gobierno y capturar al presidente Nicolás Maduro por la módica suma de 100 millones de dólares. Esto que no es otra cosa que una demostración de una instigación criminal que bordea el terrorismo y que de boca de otros hubiera sido motivo de extensos artículos condenatorios, pone sobre la mesa una nueva intentona de Washington contra la soberanía política de Venezuela.

Por fortuna y más allá de las declaraciones que intentan crear incertidumbre y temor en la población venezolana, las FFAA bolivarianas han demostrado estar preparadas para aventuras como la promocionada por Prince.

Ya en el pasado el mismo Hugo Chávez fue blanco de las operaciones clandestinas de la CIA y de sus agentes reclutados en Venezuela. Como siempre y de acuerdo a la lógica con la que se maneja la “agencia”, el dinero es la base para reclutar traidores, políticos oportunistas y criminales locales, aunque con la Revolución Bolivariana han fracasado todos sus intentos.

El episodio más cercano en el tiempo y en el cual, el Departamento de Estado tercerizo sus objetivos confiándolos en uno de sus reclutados como era Juan Guaidó quien la derecha y los liberales sudamericanos ponían en los atriles de un representante de la democracia y verdadero líder de la oposición, termino en una verdadera humillación para Washington.  Guaidó y sus seguidores (Sergio Vergara, Juan José Rendón) en 2020 firmaron un contrato con una empresa privada de mercenarios (con componentes estadounidenses) para ejecutar la “Operación Gedeon” contra la integridad física del presidente Nicolás Maduro Moros y la política de Venezuela que culminó en un fracaso total.

Más allá de la provocación que representa la campaña lanzada por el CEO de “Constellis” y de los nexos directos que tiene con los objetivos del gobierno federal, esto es una muestra de la severa crisis por la que pasa los EEUU y un síntoma de que la guerra es la única vía para tratar de distraer a su población y al mismo tiempo, reflotar su economía.

 

 

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