EN DEBATE
“FINAL DEL GRAN EMBUSTE?”
Las promesas de Trump para combatir y derrotar al terrorismo yihadista, ¿alcanzara al ISIS y Al Qaeda?
Por
Charles H. Slim
Lejos de los
noticieros y de los grandes conglomerados mediáticos occidentales, la
Cumbre
que se debía realizar en Washington este 22 de marzo pasado en la cual el
presidente Donald Trump debía realizar el anuncio sobre cómo se combatiría al
“Yihadismo” encontró fuertes resistencias internas ya que, éste denominado
“fenómeno terrorista” tiene una raíz en la cual Washington, Riad y Londres
tienen directa implicancia. Para Trump era muy difícil que hubiera podido tirar
al traste con esta oscura y secreta alianza que viene desde 1962, cuando se
creó la denominada “Liga Islámica Mundial”, una organización para-militar que
con el paso de las décadas y alimentada por las continuas operaciones que EEUU
ha impulsado en el Medio Oriente, parece haberse sobredimensionado a niveles
inmanejables.
Ante
este brevísimo prolegómeno, queda claro que muchos podrán preguntarse ¿Podrá
Trump cumplir con su promesa de derrotar a éste yihadismo que se presenta con
las máscaras de “Al Qaeda” y el “ISIS” que son funcionales a los planes del
estado profundo? La respuesta es clara. No.
Y ello por el simple hecho de que ese terrorismo ha sido una de las armas
secretas que Arabia Saudita le hubo provisto a los arsenales de Washington y
por medio de la cual –entre otras- ayudo a la OTAN a expulsar a los
soviéticos de Afganistán en 1989, a
formar grupos insurgentes en Bosnia Herzegovina, a preparar y apoyar a
las milicias “Wahabi” chechenas en 1994 y más cerca en el tiempo, crear esas
“Primaveras árabes” que no fueron más que un calco de la llamada “Rebelión
árabe” orquestada por el Imperio Británico en 1916, insuflando en las tribus de
la península arábiga el ideario independentista e insurreccional contra el
imperio Otomano.
Ante
todo hay que señalar que tanto Riad como Londres se hallan muy disconformes con
esta posibilidad ya que si Trump logra vencer las reticencias que existen
dentro de su propio entorno en el Pentágono y especialmente en la Comunidad de
inteligencia, la perpetuidad del terrorismo desgastante que horada a Iraq y
busca devorarse a Siria puede terminar abruptamente y causar un efecto
indeseable que se materializaría con la migración de todos esos elementos a sus
propias tierras.
De
este modo, intelectuales e investigadores de la talla de Therry Meyssan se han
hecho esta pregunta y que sin rodeos ha puesto de manifiesto cual es el
trasfondo del llamado “terrorismo islámico” develando que además de ser una
estructura preconcebida por organismos estatales sauditas como occidentales,
tiene más de cincuenta años de existencia. A tal grado de desarrollo ha llegado
esta organización que Meyssan identifica como la “Liga Islámica Mundial” como el “primer ejército privado del mundo,
superando incluso a la empresa “Academi/BlackWater” (http://www.voltairenet.org/article195670.html)
Todavía
podemos recordar como la Casa Blanca bajo el liderazgo de Barak Obama allá por
el 2010 le daba un cheque en blanco a la Hermandad Musulmana para que se
lograse derrocar al gobierno egipcio de Hosni Mubarak y tras una clara
manipulación de la situación creada, en 2012 se encumbrara en el poder a
Mohamed Morsi quien tras dejar de ser útil a los planes de Washington fue
removido por el golpe militar a cargo del general Abdelfatah Al Sissi quien a
su vez, era bien visto en el Pentágono. Este sería uno de los tantos episodios
en los que la Casa Blanca dejaría en evidencia el llamado doble rasero de sus
políticas que fue continuamente reprochado por los egipcios que apoyaron a
Morsi.
Para
ese entonces, la Hermandad Musulmana solo era una organización política que con
oficinas en Londres y en apariencias representaba los intereses de los egipcios
que “luchaban por la democracia”. Incluso el descarado gobierno de Cameron lo
justificaba como un “aliado contra otros grupos extremistas”. Cuando comenzaron
a salir a la luz los lazos entre esta organización y los actos de violencia que
los llevaba a vincularse con los grupos armados que estaban despedazando a
Libia y a su vez, los conectaba con las agencias de inteligencia británicas,
francesas, qataríes y algunos observadores de la CIA, Washington comenzó a
tomar distancia, al menos en público encargándose de esta faceta algunos
conspicuos medios digitales (Foreing Affairs. https://www.foreignaffairs.com/articles/2017-03-24/o-brotherhood-what-art-thou?cid=int-lea&pgtype=hpg ).
Cuando
estas relaciones fructificaron con la creación de una confederación de grupos
armados en Libia –armados, reclutados y apoyados por occidente- que solo
terminaron por despedazar al país y retrotraerlo a las épocas previas del
colonialismo del siglo XIX, pusieron en marcha su próximo objetivo, Siria, a la
cual pese a la avanzada de agitadores que ya estaban operando dentro y que se
encargaron de crear los actos de violencia que provocaran confusión mediática, advirtieron
que la realidad era muy diferente a la Libia.
Al
final Siria fue ese pantano que Obama deseó para Rusia cuando supo que Vladimir
Putin había ordenado la intervención en ayuda del legítimo gobierno de Damasco.
A partir de ese momento, los planes de Washington comenzaron a complicarse y
fue casualmente en esos momentos que se darían las primeras señales de la
aparición de un “Daesh” recargado, que se revelaría masivamente ante el público
en junio del 2014 con su incursión sobre Iraq.
Con
el correr de los meses y mucho más aún con el primer año de presencia del
“Daesh” como fuerza preponderante en control del norte de Ira, quedo en claro
para muchos que algo no estaba muy claro en ese asunto. Peor aún para los
norteamericanos y sus colegas turcos, quienes tras la intervención aérea de los
rusos fueron recurrentemente atrapados in
fraganti en algunos casos colaborando, en otros haciendo la vista a otra
parte y lo más inexplicable, en otros casos comprobando que los bombardeos de
los aviones estadounidenses eran realizados en cualquier otro lugar menos donde estaban
los puestos de los mercenarios.
Al
día de hoy los mismos iraquíes han abandonado sus reticencias y no dudan en
denunciar abiertamente que los norteamericanos son quienes –secundando a Tel
Aviv- están detrás del “Daesh” y que es una herramienta en beneficio de
Israel. Pero a su vez, los militares iraquíes no cuentan –y hay extensos
fundamentos para ello- con la confianza de la población sunita del norte
quienes habían sido intensamente reprimidos desde que los invasores
angloestadounidenses entraron al país. Mucho menos tras las incontables
masacres que se realizaron mucho antes de que los medios se sensibilizaran con
lo que ocurre actualmente en Mosul.
En
lo que respecta a Iraq, la situación que se puede ver sobre el terreno
actualmente, deja en evidencia que la herramienta del terrorismo táctico
empleado por EEUU se ha salido de control y ha inflamado los ánimos de todos
los actores en la región dejando a sus propios hombres, bajo la mira de los
mismos “Daesh” como de los grupos chiitas que detestan tanto a los americanos
como a sus “empleados wahabí”. Incluso la actual situación en Mosul está
llevando a refriegas entre los diversos grupos armados del gobierno
colaboracionista de Bagdad que están causando un desastre en la ofensiva.
Estas
son y muchas otras serían las consecuencias si Trump se anima a terminar con el
uso de este “terrorismo” ingenierizado en los laboratorios de sus centrales de
inteligencia. Sin dudas, sería resistido por ese bajo fondo que maneja todo lo
que hace a la política exterior norteamericana.
Es
por ello, que no solamente significaría abandonar al terrorismo como táctica de
guerra sucia endilgándoselo rastreramente al Islam (como se vino haciendo desde
hace 16 años hasta la fecha), sino también conllevaría a un enfrentamiento
directo con las oscuras políticas de Londres para mantener la estrategia del
caos controlado –que viene compartiendo con Washington- en el Medio
Oriente y especialmente un fastidio para Riad y Ankara, ejecutores principales
de estas tácticas contra los enemigos de Washington.