NACIONAL
“LA CANCILLER”
La gira relámpago de la canciller alemana Angela Merkel ha dejado varias incógnitas sobre la causa de su visita a Latinoamerica ¿Una movida de la Unión Europea para contra restar la influencia comercial estadounidense?
Por
Charles H. Slim
Sin lugar a
dudas, la visita de la canciller alemana Angela Merkel a la república Argentina
en la semana que se fue, represento un evento político muy importante para el
gobierno de Mauricio Macri y una esperanza de que puede haber una solución a la
galopante situación económico-financiera en la que se encuentra empantanada. Quizás
hablar de “solución” sea demasiado pero si podría hallar un paliativo bastante
sólido ante la escuálida economía argentina.
Las
firmas alemanas que hay en el país, se comprometieron a trabajar junto al
gobierno para ampliar sus inversiones y de ese modo absorber una modesta
cuantía de cupos laborales que darán algo de respiro a la asfixiada economía
argentina.
Aunque
Macri espera que esta visita le traiga frutos contantes y sonantes inmediatos,
Merkel tiene otros objetivos más profundos y de mayor alcance que una simple bolsa
de dinero en la mano. Uno de sus objetivos en esta visita relámpago estuvo en
la de hallar aliados contra los posicionamientos de Donald Trump con miras a la
próxima cumbre del G-20 y acercar a su vez, las posibilidad de ampliar el campo
de acción de la UE con un Mercosur prácticamente parado.
Pero
más allá de los preconceptos existentes sobre la posición política de Merkel en
el contexto mundial y su mediática apariencia sobre el respeto a las
diversidades étnico religiosas que claramente quiso mostrar con su inexplicable
visita a la Sinagoga de Buenos Aires sita en calle Libertad, en el trasfondo de
sus políticas internacionales que se vinculan a la catástrofe creada en el
Medio Oriente hay mucho de lo que Berlín debería explicar.
Fue
precisamente por esas implicancias, que la visita estuvo rodeada de un sigiloso
despliegue de las agencias de seguridad alemanas Bundesnachrischtendients que
junto a la AFI, establecieron desde 24
horas antes de la llegada de la canciller un minucioso sistema de vigilancia
que fue desde el control de las líneas telefónicas (celulares, Whastapp,
emails, Twitter) -especialmente de
sujetos sospechosos- y de todos los medios de comunicación existentes por
el internet hasta la creación de anillos perimetrales de seguridad con
especialistas en antiterrorismo apostados en varios puntos del trayecto por
donde pasaría el convoy de automóviles blindados que trasladaba a la mandataria
para evitar un supuesto atentado del “ISIS”.
De
haber sido real la amenaza de esta organización seudo-islámica, no habría
tenido problemas en atacar dado el bajo grado de seguridad que presenta el país,
su ejecución no hubiera representado problemas. Igualmente, había guardar las
apariencias y seguir con la farsa ya que otro de los logros de Merkel ha sido,
hacer más dependiente que nunca a su país de los enjuagues de EEUU.
Alemania
y más precisamente el gobierno social demócrata de Ángela Merkel ha venido
siendo “el” ariete de las políticas y caja de resonancia de los intereses
geoestratégicos de Washington dentro de la UE en al menos los últimos diez años
hasta esta parte. Para ello, Berlín ha sido el interlocutor de EEUU ante la
OTAN, factor preponderante para las aspiraciones norteamericanas. Sus
injerencias en asuntos como Siria, Iraq y el sostenimiento de administraciones
impresentables como la de Erdogan en
Turquía, llaman a que el gobierno de Macri se detenga por un solo instante, uno
solo, para determinar que tan conveniente sería para la Argentina establecer lazos
con un gobierno con tantos dobleces.
Con
esa cara de solaz calma y de una aparente imperturbabilidad, Merkel se encargo
de establecer un puente entre la anterior administración norteamericana y
Ankara, ésta última, fiel sirviente de los planes ejecutados contra Siria que
se halla desesperada para ser aceptada dentro del selecto club de la Unión
Europea que no acepta y no aceptará (tal como se ha podido ver a lo largo de su
existencia) a un país musulmán como miembro.
Y no se trata de impedimentos puestos por
oscuros intereses nazi o fascistas como cómica y repetidamente, los medios
lelos de la intelectualidad seudo-izquierdista pagada por los verdaderos
artífices de ese racismo, cuentan por los medios masivos.
Son sin duda los
llamados “conservadores cristianos”, los “neosionistas” y los lobbies sionistas
europeos por excelencia, los que se encargan continuamente de bombardear
intelectualmente sobre los “miedos” y los “peligros” de una inserción oficial e
igualitaria musulmana en Europa.
Pero
tras años de muy buenas relaciones signadas por la conveniencia mutua, Merkel y
Erdogan entraron en una espiral de desencuentros que se enmarcaron, además de
la crisis de refugiados que causaron las masacres de “ISIS” y los bombardeos indiscriminados
de la “Coalición Internacional”, en la declaración por parte de la Cámara baja de
Berlín como “genocidio armenio” lo acometido por las tropas otomanas en 1915, los
conllevo a desplantes, injurias y afrentas de Ankara, que terminaron con la
decisión de Merkel y su Consejo de ministros por retirar a sus efectivos de la
base de la OTAN en Incirilik para trasladarlos a una base en Jordania.
Incirilik,
que es una localidad al sur de Turquía, alberga la base de la OTAN más
importante en la entrada al continente asiático y ha sido el punto de partida
de las operaciones bélicas y de intervenciones clandestinas ejecutadas por EEUU
y sus aliados sobre el Medio Oriente en los últimos 25 años y Alemania ha
colaborado activamente en todas éstas acciones, especialmente en las que se están
llevando a cabo actualmente contra Siria y Yemen.
Estas
tropas germanas se hallan presentes en la región como parte de la “Coalición Internacional” en el marco de la
llamada “lucha contra el Estado Islámico”, una parodia siniestra que ha quedado
develada ante variadas pruebas de ello, algo que Merkel no se da por aludida.
Fastidio de Merkel ante Putin |
En
otro frente, Merkel ha sido el frontón político de la OTAN contra Rusia,
tratando de argumentar la necesidad de mostrar los puños (mediante despliegues
y ejercicios militares en las fronteras de la Federación) a Rusia en el marco
de los asuntos de Crimea, Ucrania y la confusa situación del Donbass, que según
la versión de Washington que se entrelaza con la de Bruselas y que es
presentada por Merkel ante el público, “hay una situación de invasión rusa” por
la cual ellos –La OTAN- se hallan ampliamente preocupados. Pero a pesar de varios e infructuosos
intentos por embarrar a Rusia en la situación en esta región fronteriza, Merkel
ha fallado en tratar de provocar a un Vladimir Putin impertérrito que tras la
visita del 2 de mayo que tuvo lugar en Sochi, quedó en claro que Rusia (y más
allá de las buenas conversaciones sobre asuntos comerciales y culturales) no
compraba la versión geopolítica de Merkel –que es una copia extendida desde Washington-
y menos aún, dejaría de decírselo en la misma cara.
En
ese sentido Putin fue directo y en la misma conferencia de prensa que dieron
ambos ante periodistas acreditados de varias partes del mundo y ante una Merkel
claramente disgustada, le señaló entre otras cosas, que el acuerdo de Astana
era mejor que nada y que la situación que estaba destruyendo a Siria era el
producto de políticas irresponsables habían implementado intereses foráneos a
los que incluía a Berlín.
Sin
dudas que Alemania puede llegar a traer inversiones para el 2018 y crear
fuentes de trabajo calificadas, eso no lo dudamos, pero todavía no sabremos ¿a
cambio de qué?
El peligro radica que la línea geopolítica en la que se mueve
Merkel y su gobierno, caracterizada por su subordinación a la política
anglosajona que se halla signada por la agenda globalista que hoy por hoy –y
le guste o no a la canciller- dirige un “psicópata” como Donald Trump y que como lo ha demostrado en
su última visita a Riad, puede causar daño tan solo con gesticular, hace llamar
a la reflexión al mandatario argentino.