NACIONAL
“PAISES NORMALES”
Muchos de los medios y periodistas argentinos siguen jugando al gato y al ratón con la realidad, haciendo gala con su ambigüedad manipuladora y selectividad informativa ¿Alguien puede hoy creerles?
Por Pepe Beru
La Argentina es
un país muy particular, no especial. Costumbrista y continuadamente
ciclotímico, la población argenta no tiene límites al momento de pasar del
exitismo infantil al derrotismo más deprimente hundiéndose en el pantano de sus
propias acciones. Esto no parece haber cambiado pese a la continua sucesión de
fracasos políticos y económicos a los que se han topado en los últimos 35 años
hasta esta parte.
En el campo de la política, los argentinos han sido una y otra vez,
objeto de estafas que van tanto desde la derecha pasando por el centro hasta la
izquierda sin que al parecer hubieran aprendido que para rescatar las
instituciones que hacen a la república
de la que tanto hablan sus políticos, deben arremangarse y meterse al
barro para jalonar de la misma cuerda y en la misma dirección. Se trata de una cuestión del sentido común,
pero en Argentina eso no parece estar en el vocabulario de su uso.
Actualmente con un gobierno pragmático y que plantea una
interesante agenda para levantar al país de la postración en la que se halla,
debemos advertir como del otro lado de la orilla quienes lo sumieron en el desastre
que perforo los muros de las instituciones y las contamino con la podredumbre
de la corrupción, se levantan actualmente para “hacer sugerencias” e incluso
lanzar críticas contra el gobierno por no saber controlar la situación
económica. Pero como reza el dicho “no es la culpa del chancho sino quien le da
de comer” el culpable de estos delirantes episodios, como el que se pudo ver
hace una semana cuando en un programa donde se vende “la pura verdad”, Felisa
Miceli quien siendo funcionaria del gobierno K, fue pillada in fraganti
robándose un paquete de 100 mil pesos y otro de 32 mil dólares cuando cumplía
(nada menos) como ministra de economía y condenada por la justicia a seis años
de inhabilitación para ejercer cargos públicos, se daba el lujo de criticar la
situación económica.
Demasiado abstracto para creerlo. Tal como lo hemos estado viendo
hasta hace unas horas, en donde los traidores y los estafadores autoproclamados
“peronistas” se abrazan al unísono como si jamás hubiera pasado nada. Como
Alberto Fernández quien se había ido del gobierno de Cristina porque “no estaba
de acuerdo con sus puntos de vista”, ahora la vuelve a las andadas junto a
Cristina Fernández buscando para rascar algo en el negocio de la política. O
que decir del sindicalismo mercenario que ha estado siempre alineado a los
gobiernos de turno, con líderes como Hugo Moyano que al vérselas negras con sus
negociados privados puede llegar a pactar con el “Diablo” si ello le conviene;
y algo así ha hecho tras haber expresado que si se diera las circunstancias, volvería
a estar con la “Cris”.
Igualmente y ante los impresentables de ayer que (desde los medios)
parecen ser la única alternativa en este circo llamada “oposición política”, no
todo está perdido.
Igualmente no hay que dejar de lado el papel esquizofrénico de los
medios conservadores y de algunos de sus periodistas que además de no agregar
ninguna solución plausible, se avocan a dar diagnósticos tibios que
pretendiendo neutralidad y sagacidad intelectual solo tapan sus remedados
intereses. Son los mismos que estuvieron
ayer aplaudiendo a los neoliberales como Menem y a los populistas como
Kirchner, hoy se tratan de convertirse en la voz de la conciencia nacional. Su
papel preponderante es que no se levante otra fuerza política que no responda
al Stablishment político y financiero que sostiene sus trabajos.
Su nerviosismo es patente. Actualmente y desde hace un tiempo atrás
(tanto desde la gráfica como de los medios televisivos) vienen analizando con
seria preocupación los grandes cambios políticos que se están dando en el mundo
y en especial en lo que se refiere al renacimiento del nacionalismo, una
palabra que para sus egos alquilados y sumidos al mejor postor, suena a
repelente. He allí donde surge su “prudencia” más dirigida a no molestar a los
sponsors que a involucrarse en una polémica política que aborde temas candentes
de la realidad nacional e internacional ¿Qué sucedió con el submarino “ARA San
Juan” o qué es lo que realmente se está cocinando con las causas de la Embajada
y la AMIA; o de qué se trata el tema Mapuche? O en lo internacional ¿Ha visto
usted algún debate por la situación en Palestina o por la causa de la niña Ahed
Tamimi o de los crímenes de lesa humanidad que se cometen contra los palestinos?
Claro que no.
Pero volviendo a la política doméstica, el dinero trasciende a
entelequias de museo como el “radicalismo” y el “peronismo”. En Argentina las
ideas se venden y los medios son sus intermediarios. Hoy el gobierno de Macri
está incursionando por caminos sinuosos, aliándose a políticas foráneas que ya
se han visto cuales son los resultados y mientras eso sucede, estos mismos
medios, hacen la vista gorda o dan interpretaciones absurdas de las intensiones
del presidente ¿Hubo algún debate televisivo sobre la visita de Tillerson a la
Argentina y cuáles fueron sus propósitos?
Para apoyar las delirantes propuestas como son “intervenir
militarmente en Venezuela” (como lo sugirió la actriz Catherine Fulop) para
“restaurar la democracia” , estos mismos medios y algunos laureados periodistas
echan leña al fuego hablando de la malignidad del Chavismo conchabado con
“Irán”, el “Hesbolla” y el narcotráfico, proyecto al cual –según sus
delirantes argumentos- se hallaba encaminado Cristina y la Campora, un
análisis que no tiene ni pies ni cabeza.
Todo ello solo aclara aún más la tendencia ideológica a la que
responden y que se enlaza con las discutidas políticas y relaciones que el
gobierno ha establecido con Washington y Tel Aviv, políticas de “seguridad” que
además de muy discutibles, son muy oscuras para el conocimiento general. Según algunos periodistas esto llevara al
país a la “inserción internacional” y a la creación de un país serio y “normal”
como España, Alemania o Noruega (Risas).
Como se puede ver, sigue habiendo en la visión de estos sectores,
una mirada muy europeísta y obtusa de lo que consideran progreso.