EN LA MIRA
“LA PRIMAVERA QUE VIENE”
Conforme se van dando los acontecimientos en torno a Venezuela, el ingreso de la OTAN a Colombia y la política agresiva que se está implementando desde la Casa Blanca no hay lugar a dudas de que pronto se verán acontecimientos odiosamente similares a los vistos en el norte de África en 2011 con sus conocidas consecuencias.
Por Charles H. Slim
No hay nada nuevo dentro de las tácticas anglosajonas
para proseguir con su agenda geoestratégica destinada a imponer sus políticas
acorde a los intereses que les convenga. Ayer Iraq y Afganistán, luego vino el
norte de África con la supuesta Primavera
Árabe, el Medio Oriente, lo intentaron en Crimea y trataron de cooptar a
Ucrania por completo pero fracasaron gracias a Rusia y hoy los cerebros del Departamento de Estado
y el Pentágono parecen haber concentrado sus esfuerzos para desatar un nuevo
polo de conflicto en nada menos que en el mismo continente americano con
especial foco en el sector latinoamericano.
Como siempre se hace necesario de aclarar, que más
allá de la desagradable postura política de Trump, quienes ingenierizan estos
planes y los ponen en ejecución son los cerebros detrás de las sombras del
poder, estrechamente relacionados con el denominado Establishment. Cuando Trump
se deshizo de sus agitadores digitales como Steve Bannon, volvieron a pisar el
salón Oval los “señores de la guerra” quienes fueron los consejeros de la
administración Bush-Cheney e inspiradores de la guerra perpetua contra el
Terrorismo. Uno de ellos, John Bolton quien tras regresar a las grandes ligas
de la política como consejero de Seguridad Nacional ha reeditado esta lógica
siniestra para ser aplicada en la región del Caribe y Sudamérica.
Al parecer es otro capítulo de la novela del “Nuevo
Orden Mundial” que inició la administración republicana de George H. Bush allá
el 11 de septiembre de 1991. A partir de allí, lo que prevaleció fue la ley de
la jungla donde quien tiene el garrote más grande se impone. Caracterizado por
el abuso evidente de la influencia política y peor aún el uso ilegitimo, ilegal
y desmedido de la fuerza los EEUU –con la
innegable complicidad de Naciones Unidas- trató de avanzar sobre todo el
globo a fin de hacerse del control de los recursos y espacios vitales que
terciaran a sus intereses.
Tal como se ensayó en la guerra contra Iraq de 1991,
el recurso de la legalidad sucia refrendada por un Consejo de Seguridad
desbalanceado y eminentemente controlado por su silla, se hacía muy endeble y
pobre para desandar el largo camino que demandaba la empresa de una nueva era
que los cerebros del Departamento de Estado y una pléyade de ideólogos neocon llamaron
en 1997 “Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense” o en sus siglas en inglés PNAC. En alguna
medida debieron prever que esta supremacía absoluta dentro de este órgano no
dudaría para siempre.
Para ello se apoyó en la OTAN, una organización
nacida a expensas de la guerra fría que tras la disolución de la URSS en 1991
dejo de tener propósito de existir. Pese a ello Washington y sus aliados en
Bruselas no piensan eso y como se ha visto utilizan su estructura para los
fines políticos-económicos y estratégicos que indique la agenda.
Durante la guerra fría, a partir de 1959 Cuba pasó a
ser el cuco de la región y para ello Washington puso a rodar toda una
parafarnalia militar y de inteligencia que le costaría miles de millones de
dólares de su presupuesto de defensa a lo largo de treinta años. El único
incidente que representó un peligro estratégico para EEUU fue la crisis de los
misiles soviéticos que estaban llegando para ser emplazados en las islas
caribeñas. En esos momentos el insulso gobierno argentino se prestó al bloqueo
de Cuba creyendo en la reciprocidad que le debería EEUU en un futuro
(incumplimiento del TIAR 1982).
Los
cronistas de entonces, los gobiernos y los medios de la región y los
historiadores parciales señalaron a la URSS como la única culpable de este
movimiento cuando en realidad, ello se debió al emplazamiento por la OTAN de
misiles de mediano alcance en territorio turco a la misma distancia que se
halla Cuba de la Florida.
Como podemos ver cuando la Casa Blanca y sus
diversos estamentos necesitan justificar alguna acción, siempre olvidan citar
las causas originales casualmente, porque son ellos mismos quienes las han
originado.
Pero el tiempo había pasado y en Latinoamérica –más allá de las injerencias subterráneas de
sus embajadas- EEUU se mantuvo
alejado e incluso se dijo muchas veces que había abandonado a la región y como
pago brotaron los nacionalismos populistas, en especial el de Venezuela que liderado
por Hugo César Chávez dio tantos dolores de cabeza a Washington. Es por ello que cuando los norteamericanos
claman “qué hemos hecho para que nos pase esto o aquello”, enseguida
encontraran la respuesta en tipos como Henry Kissinger quien como funcionario clave
de la Casa Blanca ha estado metido en todos los asuntos que hoy comportan los problemas
crónicos e irresueltos de la política exterior del estado de la Unión.
Actualmente y contra todo pronóstico de los
analistas del establishment regional –acorde
con la política del norte-, la OTAN ya tiene sus pies en suelo latino y
para peor está planeando extender su influencia desde México hasta Tierra del
Fuego. Tras la autorización del gobierno colombiano para entrar en la
Organización Atlántica, EEUU ha estado maniobrando con mayor libertad en la
región del Caribe con especial interés en desestabilizar a Venezuela y a sus
aliados. El incremento de sus operaciones militares y de inteligencia en
especial con incursiones de los infames “Drones” sobre la región –usados para asesinar a supuestos
terroristas-, son el preludio de un futuro negro. No olvidemos todos los
intentos de orquestar golpes de estado contra Caracas (Operación Jericó lanzada
el 12 de febrero de 2015) y que por la cohesión de los cuadros chavistas,
fueron abortados. Los hechos que se registran en la zona son evidencia de ello
y amenazan con extenderse en el mediano plazo.
Sin lugar a dudas otro factor que hay que tener en
cuenta para determinar la consecución de estos planes es el triunfo de
Bolsonaro en Brasil quien más allá de su confesada adhesión a las políticas
estadounidenses e israelíes, tiene en su gabinete a nada menos que al general
Hamilton Mourao, un viejo amigo del Pentágono quien además de ser su vice tiene
como antecedente en su larga carrera militar, el haber sido protagonista del
golpe de estado llevado a cabo en 1964.
Ello debe ser una advertencia sobre lo que puede
llegar a crearse en la región si se aceptan las políticas y tácticas de muerte
que bajo denominaciones rimbombantes o de justificaciones como ser la “necesidad
y perpetuidad” llevarán a la desestabilización política completa agravada por
micro conflictos al mejor estilo libio o como se intentó crear en Siria.
Para quienes hace años vienen estudiando el tema
saben que esto responde a un programa planificado conocido como “la Doctrina
Cebrowski” por haber sido concebida por el Almirante estadounidense Arthur
Cebrowski quien oficio como Director de la Office
of Force Transformation creada tras los ataques del 11 de septiembre de
2001 por el Secretario de defensa Donald Rumsfeld. La particularidad que tiene
esta doctrina es que se basa en la creación de situaciones de inestabilidad
interna en los países marcados como objetivo e incluso (como se hizo en el
Medio Oriente) crear el caos perpetuo
que no permita reestructurar a los países que se vean afectados.
Este mismo proceso pero con sus particulares matices
ya se desplega en el Cono Sur, todo un andamiaje militar y de inteligencia principalmente
en y desde Argentina que además de tener sus islas del Atlántico sur ocupadas
por Gran Bretaña, existe allí dentro de las islas Malvinas, instalaciones de la
OTAN que con el actual gobierno argentino, sin dudas darán el salto hacia la
Patagonia con la intensión de establecer un punto estratégico a los fines de ampliar
su radio de cobertura aéreo y del paso marítimo por el Cabo de Hornos ¿Están al
tanto de esto en Buenos Aires?