martes, 25 de diciembre de 2018


EN LA MIRA



LA PRIMAVERA QUE VIENE”

Conforme se van dando los acontecimientos en torno a Venezuela, el ingreso de la OTAN a Colombia y la política agresiva que se está implementando desde la Casa Blanca no hay lugar a dudas de que pronto se verán acontecimientos odiosamente similares a los vistos en el norte de África en 2011 con sus conocidas consecuencias.




Por Charles H. Slim
No hay nada nuevo dentro de las tácticas anglosajonas para proseguir con su agenda geoestratégica destinada a imponer sus políticas acorde a los intereses que les convenga. Ayer Iraq y Afganistán, luego vino el norte de África con la supuesta Primavera Árabe, el Medio Oriente, lo intentaron en Crimea y trataron de cooptar a Ucrania por completo pero fracasaron gracias a Rusia  y hoy los cerebros del Departamento de Estado y el Pentágono parecen haber concentrado sus esfuerzos para desatar un nuevo polo de conflicto en nada menos que en el mismo continente americano con especial foco en el sector latinoamericano.

Como siempre se hace necesario de aclarar, que más allá de la desagradable postura política de Trump, quienes ingenierizan estos planes y los ponen en ejecución son los cerebros detrás de las sombras del poder, estrechamente relacionados con el denominado Establishment. Cuando Trump se deshizo de sus agitadores digitales como Steve Bannon, volvieron a pisar el salón Oval los “señores de la guerra” quienes fueron los consejeros de la administración Bush-Cheney e inspiradores de la guerra perpetua contra el Terrorismo. Uno de ellos, John Bolton quien tras regresar a las grandes ligas de la política como consejero de Seguridad Nacional ha reeditado esta lógica siniestra para ser aplicada en la región del Caribe y Sudamérica.

Al parecer es otro capítulo de la novela del “Nuevo Orden Mundial” que inició la administración republicana de George H. Bush allá el 11 de septiembre de 1991. A partir de allí, lo que prevaleció fue la ley de la jungla donde quien tiene el garrote más grande se impone. Caracterizado por el abuso evidente de la influencia política y peor aún el uso ilegitimo, ilegal y desmedido de la fuerza los EEUU –con la innegable complicidad de Naciones Unidas- trató de avanzar sobre todo el globo a fin de hacerse del control de los recursos y espacios vitales que terciaran a sus intereses.

Tal como se ensayó en la guerra contra Iraq de 1991, el recurso de la legalidad sucia refrendada por un Consejo de Seguridad desbalanceado y eminentemente controlado por su silla, se hacía muy endeble y pobre para desandar el largo camino que demandaba la empresa de una nueva era que los cerebros del Departamento de Estado y una pléyade de ideólogos neocon llamaron en 1997 “Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense”  o en sus siglas en inglés PNAC. En alguna medida debieron prever que esta supremacía absoluta dentro de este órgano no dudaría para siempre.

Para ello se apoyó en la OTAN, una organización nacida a expensas de la guerra fría que tras la disolución de la URSS en 1991 dejo de tener propósito de existir. Pese a ello Washington y sus aliados en Bruselas no piensan eso y como se ha visto utilizan su estructura para los fines políticos-económicos y estratégicos que indique la agenda.

Durante la guerra fría, a partir de 1959 Cuba pasó a ser el cuco de la región y para ello Washington puso a rodar toda una parafarnalia militar y de inteligencia que le costaría miles de millones de dólares de su presupuesto de defensa a lo largo de treinta años. El único incidente que representó un peligro estratégico para EEUU fue la crisis de los misiles soviéticos que estaban llegando para ser emplazados en las islas caribeñas. En esos momentos el insulso gobierno argentino se prestó al bloqueo de Cuba creyendo en la reciprocidad que le debería EEUU en un futuro (incumplimiento del TIAR 1982). 

Los cronistas de entonces, los gobiernos y los medios de la región y los historiadores parciales señalaron a la URSS como la única culpable de este movimiento cuando en realidad, ello se debió al emplazamiento por la OTAN de misiles de mediano alcance en territorio turco a la misma distancia que se halla Cuba de la Florida.

Como podemos ver cuando la Casa Blanca y sus diversos estamentos necesitan justificar alguna acción, siempre olvidan citar las causas originales casualmente, porque son ellos mismos quienes las han originado.

Pero el tiempo había pasado y en Latinoamérica –más allá de las injerencias subterráneas de sus embajadas-  EEUU se mantuvo alejado e incluso se dijo muchas veces que había abandonado a la región y como pago brotaron los nacionalismos populistas, en especial el de Venezuela que liderado por Hugo César Chávez dio tantos dolores de cabeza a Washington.  Es por ello que cuando los norteamericanos claman “qué hemos hecho para que nos pase esto o aquello”, enseguida encontraran la respuesta en tipos como Henry Kissinger quien como funcionario clave de la Casa Blanca ha estado metido en todos los asuntos que hoy comportan los problemas crónicos e irresueltos de la política exterior del estado de la Unión.

Actualmente y contra todo pronóstico de los analistas del establishment regional –acorde con la política del norte-, la OTAN ya tiene sus pies en suelo latino y para peor está planeando extender su influencia desde México hasta Tierra del Fuego. Tras la autorización del gobierno colombiano para entrar en la Organización Atlántica, EEUU ha estado maniobrando con mayor libertad en la región del Caribe con especial interés en desestabilizar a Venezuela y a sus aliados. El incremento de sus operaciones militares y de inteligencia en especial con incursiones de los infames “Drones” sobre la región –usados para asesinar a supuestos terroristas-, son el preludio de un futuro negro. No olvidemos todos los intentos de orquestar golpes de estado contra Caracas (Operación Jericó lanzada el 12 de febrero de 2015) y que por la cohesión de los cuadros chavistas, fueron abortados. Los hechos que se registran en la zona son evidencia de ello y amenazan con extenderse en el mediano plazo.

Sin lugar a dudas otro factor que hay que tener en cuenta para determinar la consecución de estos planes es el triunfo de Bolsonaro en Brasil quien más allá de su confesada adhesión a las políticas estadounidenses e israelíes, tiene en su gabinete a nada menos que al general Hamilton Mourao, un viejo amigo del Pentágono quien además de ser su vice tiene como antecedente en su larga carrera militar, el haber sido protagonista del golpe de estado llevado a cabo en 1964.

Ello debe ser una advertencia sobre lo que puede llegar a crearse en la región si se aceptan las políticas y tácticas de muerte que bajo denominaciones rimbombantes o de justificaciones como ser la “necesidad y perpetuidad” llevarán a la desestabilización política completa agravada por micro conflictos al mejor estilo libio o como se intentó crear en Siria.

Para quienes hace años vienen estudiando el tema saben que esto responde a un programa planificado conocido como “la Doctrina Cebrowski” por haber sido concebida por el Almirante estadounidense Arthur Cebrowski quien oficio como Director de la Office of Force Transformation creada tras los ataques del 11 de septiembre de 2001 por el Secretario de defensa Donald Rumsfeld. La particularidad que tiene esta doctrina es que se basa en la creación de situaciones de inestabilidad interna en los países marcados como objetivo e incluso (como se hizo en el Medio Oriente)  crear el caos perpetuo que no permita reestructurar a los países que se vean afectados.

Este mismo proceso pero con sus particulares matices ya se desplega en el Cono Sur, todo un andamiaje militar y de inteligencia principalmente en y desde Argentina que además de tener sus islas del Atlántico sur ocupadas por Gran Bretaña, existe allí dentro de las islas Malvinas, instalaciones de la OTAN que con el actual gobierno argentino, sin dudas darán el salto hacia la Patagonia con la intensión de establecer un punto estratégico a los fines de ampliar su radio de cobertura aéreo y del paso marítimo por el Cabo de Hornos ¿Están al tanto de esto en Buenos Aires?


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