“EL INFORME TAGUBA”
A quince años de
una de las “investigaciones” que trataron de encubrir las filtraciones de
Abu-Graib que revelo la siniestra infraestructura destinada a la tortura y la muerte
en Iraq
Por Charles H. Slim
Cuáles son las cosas que desmitifican los relatos de
una propaganda gubernamental? Pues son los hechos puros y duros. Para que ello
sea posible se requiere de un tercero imparcial que haga una trasmisión
fidedigna de los acontecimientos. No hay como la mirada objetiva de la realidad
para ponderar con sentido crítico, que
es bueno y que es malo. Quiénes sino, los estadounidenses o mejor dicho, la
elite política del Establishment que maneja ese país, los cultores de la
desinformación y la deformación de la realidad.
Quienes sino los grandes medios occidentales de
comunicación (EEUU y de Europa) han sido los históricos cómplices en estas
faenas encubridoras gubernamentales de realidades políticas inconvenientes. Los
tabloides más influyentes en la opinión pública de estas regiones extendieron
desde finales de la segunda guerra en 1945 hasta el fin de la guerra fría en
1991, sus visiones más convenientes de las realidades políticas de otras
latitudes sin fijarse que es lo que
sucede puertas adentro de sus latitudes.
La crisis en rededor de la Plaza de Tiananmen en
China en abril de 1989, fue uno de esos casos. Explotada por los medios
occidentales hasta el escarnio intentando descreditar la legitimidad de los
actos del gobierno chino, no ahorraron en espacios para escribir largas
historias sobre la inhumanidad del gobierno chino. En ningún momento se
expusieron ni se hizo mención a las bajas de soldados asesinados por algunos de
estos estudiantes ni de los daños que causaron al estado. Algunos de los
titulares de esa época evidenciaba ésta tendenciosidad El mensaje era alto y
claro: “Comunistas malos aplastan a indefensos estudiantes”. Igualmente, las
expectativas del Departamento de Estado norteamericano de un colapso rápido
nunca se cumplieron.
La primera crisis del Golfo Pérsico en 1990 que
termino con una calamitosa guerra en 1991 arrojo como resultados un desastre
ambiental y humanitario sin parangón (incluyendo a sus propios soldados) no
visto desde finales de la guerra de Vietnam. Pero en los medios anglosajones de
la época, nada se dijo de las consecuencias reales de aquella intervención
bélica y todo quedo escondido tras el telón de un colorido show de imágenes y
atrapantes reportes vía satélite, vendido en vivo y exclusivamente por la cadena
CNN.
A quién le importarían los miles de civiles muertos y
los heridos bajo los escombros de Bagdad o de otras ciudades importantes de
Iraq o, la contaminación a la que se vieron expuestos todos los participantes
de esa contienda. Para tapar esto, CNN y el resto de los tabloides de la época
enfocaban sus lentes hacia la convulsionada URSS mientras se desmoronaba desde
el Báltico hasta el Ártico. Aquella cruenta
guerra fue una bisagra histórica en la desmitificación del discurso político y
la naturaleza “democrática” de la política exterior norteamericana y el
comienzo del fin para la hegemonía global.
Los bombardeos que el Pentágono calificaba como
“quirúrgicos”, más bien fueron una gran carnicería indiscriminada sobre puntos
urbanos que dejó miles de muertos anónimos al conocimiento de la opinión
global. La férrea censura militar de ese
momento era más para cubrir estos menesteres que esconder las bajas propias. Mostrarlos
sería moral y políticamente molesto para los puritanos de la elite política
estadounidense que al amparo de una Corporación de medios tendenciosa, se
preparaba para dar el zarpazo intervencionista a nivel global. El Establishment
sabe bien que no basta con tanques y aviones para imponerse sobre otras
naciones y es allí donde los medios juegan el papel crucial por convencer de
las ventajas o la necesidad de “invadir” o de “justificar la tortura y la muerte”
de miles de personas.
La invasión de 2003 fue el paradigma revelador de lo
que EEUU considera “democracia” y cuáles son sus métodos para propagarla. A
pesar de la masiva cobertura para justificar aquella acción ilegal y tapar las
que se cometían en las sombras, ello fue insuficiente para calmar la
indignación mundial ante semejante atropello y las arbitrariedades que se
cometerían contra la población. Las empresas de medios intentaron ocultar sin
éxito la masiva aversión de los iraquíes hacia su presencia y lo peor, no
pudieron maquillar las aberrantes filtraciones de Abu-Graib en 2004 que
expusieron esa horrorosa realidad.
Pero, cuando las cortinas de humo de los medios no
alcanzaban para callar aquella realidad ¿Qué hacer si los liberados no querían
esta “liberación? ¿Qué hacer para que lo iraquíes amen a sus verdugos o al
menos hacerlos parecer tolerables? La metodología era inconfesable y la
finalidad estaba lejos de las bondades proclamadas desde esos mismos medios. Los
abusos y torturas en Abu-Graib eran solo una minúscula muestra de las
intenciones y su idea de democratización que los anglosajones traían ocultas
bajo sus mangas.
Esa deleznable realidad no solo ocurría en
Abu-Graib. Una docena de otras prisiones –muchas
secretas- bajo el control de los invasores se habían convertido en gigantescas
mazmorras para la tortura, la experimentación médica y la desaparición de prisioneros
en donde y por medio de estas atrocidades se violaron todas las Convenciones y
Protocolos sobre el trato a prisioneros y seres humanos en general.
Aquello abrió las puertas del infierno para los
políticos en Washington y cambio para siempre la imagen de los EEUU. Además de
una agresión gratuita, los norteamericanos estaban llevando adelante una planificada
limpieza sobre la población iraquí mediante métodos que nada envidiarían los
nazis o los soviéticos de la era de Stalin.
General Mayor Antonio Taguba |
Había que hacer control de daños y para ello,
trataron de limitar las responsabilidades en algunos cuadros de oficiales y
suboficiales de una rama especifica del ejército, la policía militar. Fue así
como la “800° Brigada de la MP” fue el elegido y puesta como el chivo
expiatorio de este escándalo. Para ello en mayo de 2004 convocan al General Mayor Antonio Taguba quien tras reunirse con
el Secretario de Defensa Donald Rumsfeld y sus asesores militares, le encargaron
la confección de un informe en el cual supuestamente se develaría el alcance de
las responsabilidades en las violaciones a los derechos humanos de los
prisioneros iraquíes.
Hombres y mujeres iraquíes fueron sometidos a todo
tipo de aberraciones, muchas de ellas dejadas deliberadamente fuera de éste
informe. Tan deleznables fueron muchos de aquellos casos que fueron
deliberadamente borrados durante la administración de Barak Obama. Igualmente,
las técnicas de “interrogación” basadas en golpizas, sodomía (a hombres y
mujeres), el submarino (seco y mojado), vejaciones forzadas entre hijos y padres, introducción de
alimentos por el recto, ataques con perros, cortes con navajas y ejecuciones sumarias
después de estos “interrogatorios”, fueron algunas de las tantas técnicas
utilizadas no solo por los estadounidenses (inteligencia militar y la CIA) sino
también, por los asesores británicos (en Basora) e israelíes presentes en los
recintos de varias de estas prisiones.
También parte de este siniestro proceso, fue el
secuestro y la violación sistemática de mujeres iraquíes para muchas de ellas
ser desaparecidas en las redes de prostitución y que algunas de ellas
aparecerán en producciones pornográficas realizadas y controladas, adivinen por
quienes…si, los estadounidenses. Ello será tratado en otro artículo.
Algunas fuentes en Washington calificaban al Mayor
Taguba como un militar profesional y un hombre honesto que no se dejaría
influenciar por intereses encontrados, aunque no se podía obviar las presiones
políticas provenientes de funcionarios de la administración Bush.
Pese a que Taguba intento informar todos los casos
que pudo hallar, su investigación se habría visto obstaculizada y hasta en
algunos casos arbitrariamente deshecha, cuando se acercaba a altos rangos de
las Fuerzas Armadas estadounidenses involucrados ¿Quiénes serían los
principales interesados en impedir estas pesquisas? El primero de todos, sin
dudas sería Donald Rumsfeld y continuaría su socio Paul Wolfowitz, y de ahí
para abajo una larga cadena funcionarios gubernamentales como el Secretario
para la Defensa e Inteligencia Stephen Cambone y todo el Comando Central en
Tampa, y desde allí otra larga cadena de la oficialidad militar que se
extendería desde el encargado de la Inteligencia Militar en el Pentágono hasta la
oficialidad en el Comando de Operaciones en la “Zona Verde” en Bagdad.
Nadie olvida en Iraq estas brutalidades |
Tras su elaboración y conclusión, pese al tiempo transcurrido,
el Departamento de Defensa se ha visto reacio a liberar la identidad de los oficiales
y suboficiales involucrados en estos crímenes, apareciendo todos ellos pintados
con tinta negra. Los argumentos secretistas alegados por la administración
federal con los cuales fundan esta práctica administrativa, son cuando menos
ridículos. Como señalo el director del Archivo de Seguridad Nacional Thomas
Blanton “bajo el pretexto de proteger la
privacidad de los involucrados, no se han dado cuenta que exponen al principal
responsable de ese entonces quien era nada menos que el comandante de las
operaciones militares en Iraq, el General Ricardo Sánchez.
Asimismo, una investigación realizada (más allá de
la honestidad de Taguba) por quien (como fuerza) resulto ser parte de las
violaciones y crímenes cometidos, es ciertamente una broma sádica y siniestra. La
finalidad de este informe sin dudas fue más para encubrir que revelar dado que no
hubo forma de que Naciones Unidas o la Cruz Roja realizara una investigación
inmediata e imparcial de hasta donde había llegado todo esto y si se detendría.
Concluyendo, se puede asegurar que el “Informe
Taguba” solo busco reducir el campo de responsabilidades a las tropas de
ocupación y obviamente de las políticas en Washington, pretendiendo argumentar la producción de actos
aislados por sujetos indisciplinados y alejados de las ordenes de sus
superiores, tendiendo a dirigir sus conclusiones a problemas de disciplina
dentro de la 800° Brigada de Policía Militar, algo que en razón de verdad es
una tomadura de pelo que insulta a las miles de familias iraquíes que han
sufrido la pérdida de alguno o todos sus seres queridos. En resumen, éste
líbelo no es más que una verdadera tapadera que no convencería ni a un ciego.