“EL
DERECHO A MORIR EN EL OLVIDO”
La
tragedia humanitaria que se vive en varios puntos del globo evidencia la perfidia
y la hipocresía de las autoproclamadas democracias occidentales y de Naciones
Unidas
Por Charles H. Slim
Los
derechos humanos son palabras que están en boca de todos los medios, políticos
y gobernantes de occidente, en especial de Washington pero, pocos son quienes
los respetan en toda su amplitud. Estos derechos son inherentes a toda la raza
humana (sin distinciones odiosas) y así se habrían comprometido a promover y
proteger organismos internacionales como Naciones Unidas creados supuestamente
para terminar con las arbitrariedades pero, la historia contemporánea nos
informa todo lo contrario.
Millones de personas anónimas ha debido abandonar sus
hogares sus terruños y dejar atrás toda su historia por la persecución, la
miseria y la muerte. Pese a la firma de la Carta de Declaración Universal de
los Derechos Humanos el 10 de diciembre de 1948 que debía poner una valla las
brutalidades que se vieron tres años antes, ello no se respetó. El caso de los
palestinos expulsados a punto de fusil entre 1946 a 1948 por las milicias
sionistas es uno de los escándalos históricos que aún no ha sido resuelto por
la “Comunidad internacional” y que el actual régimen que ocupa Palestina
pretende extender con las usurpaciones de todos los territorios árabes.
El fenómeno de los refugiados y los desplazados no
solo continuó sino que se ha agravado de forma escandalosa en el nuevo siglo y
los responsables de todo ello parecen no darse por aludidos ¿Quiénes han sido
los promotores de la generación de estas catástrofes humanitarias?
La destrucción de Libia en 2011 por la OTAN no sola
trajo la miseria y la inestabilidad a la vida de sus habitantes sino también la
instauración del caos general, la inseguridad y en dicho marco el
establecimiento de negocios sucios como la esclavitud y el tráfico de personas
quienes pasaron a ser la mercancía de las bandas que a diario cruzan personas de
a miles intentando cruzar a Europa. Dentro de este siniestro circuito también
se producen violaciones, abusos y el tráfico de niños para ser vendidos en
redes de prostitución tanto en el Golfo Pérsico como dentro de la Unión Europea.
Dentro de este marco de cosas la intermediación de
Naciones Unidas ha sido alevosamente contradictoria. Tras autorizar (por
presiones de Hillary Clinton) mediante la resolución 1973/11 la intervención
militar de la OTAN (y con la participación de grupos terroristas Takfiristas)
que causo todo este desastre humanitario, posteriormente y ya destruida toda la
infraestructura del país la ACNUR trata de contener una situación que no puede
ser resuelta Pero ¿Quién diablos puede explicar esto? Tal solo en 2018 se registraron
2000 personas ahogadas (hombres, mujeres y niños) por tratar de cruzar el Mediterráneo
y ello, no hay que olvidarlo, fue instigado desde occidente ¿Cómo puede
Naciones Unidas explicar esto?, ¿Acaso la intervención no era para salvaguardar
a los civiles? Los resultados dejaron en claro que para nada.
Algo similar se vio en Siria, donde olas de refugiados
debieron abandonar el país para ser alojados en campamentos provisorios en
Jordania y Turquía con todas las precariedades y los peligros que ello
conlleva. Millones de sirios abandonaron su país para refugiarse en lugares tan
lejanos como Argentina para tratar de reiniciar una nueva vida.
La tragedia que deben vivir se ve multiplicada por
varios factores que los vuelven aún más vulnerables. La infiltración de bandas
de asesinos y grupos terroristas apoyados desde incluso países como los que
alojan a los refugiados, convirtió en una encerrona para los mismos civiles que
escapaban de las bombas y los supuestos rebeldes sirios.
La justicia sigue siendo una gran ausente en todo
esto. A la ya compleja situación en la que se involucran actores de variadas
nacionalidades y que actúan bajo cubiertas que distorsionan sus identidades, se
suman las presiones a la Corte Penal Internacional (CPI) y otras instancias
internacionales por parte de los estados propulsores de estas agresiones.
Como lo hemos dicho antes, se trata de una odiosa y
elástica interpretación sobre el alcance de los derechos humanos que los
gobiernos responsables y por intermedio de los medios han logrado mantener en
el margen de conocimiento de la opinión pública mundial. Cuando sirve para
manipular los sentimientos colectivos direccionado a golpear convenientemente a
algún actor político se deja entrever esta realidad ¿Recuerda aquella imagen de
ese pequeño niño sirio con pantaloncitos azules y remera roja que apareció
ahogado boca abajo en las playas de Turquía en 2015?, ¿Por qué cree usted que
se hizo viral esa triste imagen?
Los medios occidentales no tardaron en señalar su
proveniencia siria para de esa manera, culpar de esta tragedia al “malvado”
Bashar Al Assad, quien por ese momento era el blanco de una campaña feroz para
demonizarlo con la evidente intensión de recrear una dinámica como fue puesta a
rodar contra Iraq en 2003 y Libia en 2011. Mientras Obama y su Secretario de
Estado Hillary Clinton se hacían los compungidos ante los medios, sus agencias
de inteligencia y el Pentágono cada uno organizando a sus propios grupos profundizaban
sus operaciones clandestinas dentro de Siria. Ni al Departamento de Estado norteamericano
ni a la CNN, ni mucho menos a la BBC británica le importaba la muerte de los
niños sirios. Solo se interesaron en este caso por una cuestión de oportunidad
y nada más.
Era un niño llamado Alan Kurdi que como miles de sus
compatriotas trataban de huir de la violencia que había sido llevada por grupos
proxies apoyados por occidente (como “Jabbat Al Nusra, ESL, el Estado Islámico”
entre otros) que con apoyo de algunas monarquías del Golfo, Francia y de Israel,
buscaban destruir la república árabe siria y partir su territorio bajo un
esquema confesional delineado de antemano en Washington.
Estos planes fracasaron y hoy por hoy los mismos que
llevaron el caos a Siria ha reestablecido relaciones con Damasco. Ciertamente
que París, Washington y Londres busquen hoy día congraciarse con Siria no paga
ni pagará el daño causado. Pero los ciudadanos sirios que resistieron esta
maquiavélica planificación no olvidan ni cuales fueron esos gobiernos (entre
ellos el Saudita) que se ensañaron contra ellos ni el lamentable papel de
Naciones Unidas que no hizo nada para frenarlos.