jueves, 16 de diciembre de 2021

 

“CUMBRE BORRASCOSA”

Por qué la cumbre por la democracia organizada por Joe Biden no significa nada

 

Por Dany Smith

La Cumbre por la democracia convocada por el presidente estadounidense Joe Biden el 9 de diciembre pasado, ha dejado un sabor a nada, algo que era esperable. Se trató sin dudas de un nuevo intento del marketing de la Casa Blanca para alinear a los países tras suyo usando una supuesta dicotomía entre “democracia” y “autoritarismo” colocándose como líder la primera y a Rusia, China y otros estados como miembros del segundo grupo.

Se trata de una nueva novela de “buenos y malos”, un refritado de la maniquea política exterior de Washington que mucho daño ha traído al mundo y que desde el 2001 con la administración republicana de George W. Bush y todo el arco neoconservador, sembró el caos y la inestabilidad en el Medio Oriente causando como efecto dominó una interminable oleada de refugiados sobre Europa y una catástrofe humanitaria. 

Precisamente, desde aquella época Washington además de haber mentido a su propio pueblo y al mundo sobre los argumentos que fundaban esa “guerra contra el terrorismo” (un fabuloso negocio para la industria armamentística y la Comunidad de Inteligencia), ha sido artífice de la violación de la ley internacional (mediante guerras preventivas y ocupaciones ilegales) y de los derechos humanos de millones de seres humanos. Sobre esto curiosa y odiosamente casi de forma contemporánea se ordena el traslado de Julian Assange a los EEUU lo que significará quedar en manos de los mismos verdugos que sus informes denunciaron. El detalle no es menor y por el contrario, sumado a todas las arbitrariedades y brutalidades que quedaron expuestas con el movimiento “Black Lives Matters”, hace a este otro precedente ineludible para tomar en serio a semejantes propuestas.

Con esta convocatoria Biden ha tratado de comprometer a sus interlocutores en una nueva mística global que trata de recrear las épocas de la guerra fría que enfrentaba al bloque de la libertad encabezado por EEUU que representaba a occidente y al bloque soviético oriental dirigido por aquel entonces desde Moscú. Pero, la misma propuesta también ha demostrado ser poco consecuente con esas intenciones.

Según Biden, EEUU debe hacer frente a las autocracias que avanzan en el mundo, un discursillo que en Argentina ha sido tomado como bandera por embaucadores y filibusteros intelectuales que escondiendo sus verdaderas filiaciones ideológicas se presentan como “republicanos populares” o estridencias similares para denunciar a los presuntos autócratas dejando de lado, todas las arbitrariedades y reales violaciones a los derechos humanos que cometen ciertos estados.

¿Quiénes son los democráticos y quiénes los autócratas? Esta debería ser la primera cuestión a responder. Desde ya debemos decir que esta respuesta es muy difícil de precisar. Y es que si revolvemos entre los aliados de Washington veremos varios casos que despertarían la confusión. Si la democracia es la principal preocupación de Biden y Cía ¿Qué podría decir el mandatario norteamericano de colegas como Erdogán en Turquía, de Vicktor Orban en Hungría o del primer ministro israelí Naftali Bennet para nombrar a los más salientes? Si ellos están en la lista de este club selecto no es precisamente por respetar los derechos humanos ni mucho menos, la ley internacional. La única cuestión del por qué ellos son miembros es por ser aliados estratégicos de los EEUU y nada más.

Estos tres ejemplares no parecieran encajar en el ideario que Biden vende al mundo. Primero, el mandatario turco Recept Riyip Erdogan quien además de sus antiguas vinculaciones con las redes terroristas que se extienden por el Cáucaso (que trataron de complicar a Rusia tras el desmoronamiento de la URSS) y que desde el 2011 (con la cooperación de la OTAN) bajaron al norte de África y Oriente Medio, vinculadas a la Hermandad Musulmana (creada por Gran Bretaña en el siglo XX),  lleva en su haber incontables denuncias por violaciones a los derechos humanos sin contar las agresiones a Siria e Iraq y su implicancia en el surgimiento y apoyo del “Estado Islámico”. No hay que olvidar que Erdogan ha sido un cooperador central en la agenda geopolítica de Washington contra Siria y un aliado estratégico para los atlantistas.

El respeto o no de los derechos humanos es una cuestión de hecho que no puede disfrazarse con meros discursos o con coloridas cumbres.

El caso de Viktor Orban no dista mucho de su colega turco. Un ultranacionalista que presentado por Washington como un “demócrata liberal” detesta a los inmigrantes, coopera para mayor injerencia de occidente en la región y que abiertamente se alinea contra Rusia, es uno de los socios estratégicos para la OTAN y es por ello, que se hace la vista gorda a sus abusos. Junto a Polonia y Ucrania, por estos días ambos están facilitando los movimientos de la OTAN en torno a las fronteras de la Federación rusa. Pero a pesar de este dejar hacer, los anglosajones le profieren a su gobierno y a los húngaros en general un trato ciertamente despectivo.

Que podría decirse del actual primer ministro israelí Naftali Bennet que los palestinos no sepan. Un extremista sionista que se cree iluminado y que considera a su pueblo “superior” y por ello puede suprimir con total impunidad a otros. Un sujeto que no ha tenido el mínimo escrúpulo en sentenciar públicamente que “matar árabes no trae consecuencias”, dejando bien en claro el racismo que lo ilustra pero que también es representativo de una buena parte de los israelíes que ocupan Palestina. Como tal es quien encabeza un estado que instiga y ejecuta cruentas acciones contra otros estados (bombazo a Beirut) con ambiciones colonialistas y expansionistas que oprime a la población árabe-palestina por lo cual tiene en su haber incontables casos de violaciones a los derechos humanos y en el cual además, la tortura es legal.

Pero más allá de estos contradictorios ejemplares a los que quizá incluya en el argumento de los retrocesos democrácticos, si en realidad Biden estuviera interesado en la promoción de la “democracia” la cumbre debería haberse realizado en un ámbito en el que todos, incluyendo a los que arbitrariamente discrimina como “autocracias”, tuvieran la posibilidad de dar sus puntos de vista sobre su preocupación.

Con esto a la vista se puede intuir que lo único que está buscando la administración demócrata es tratar de alinear a sus colegas europeos quienes están pasando por una agitada transición política que como se ha visto con los acercamientos franco-italianos amenaza con terminar con la UE y con ello, restar adherentes a la OTAN,

Como han señalado algunos polítologos, más allá de la esterilidad de esta cumbre la misma ha servido para dejar en claro que Washington tiene una concepción muy propia de lo que entiende por “democracia” y pese a las arbitrariedades que ha cometido en el presente siglo no ha cambiado nada.

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