“CONTRAOFENSIVA DE COLOR”
La agitación interna en algunos países de la periferia de Ucrania tiene
aroma a operación encubierta de la OTAN ¿Se amplían definitivamente las
fronteras del Teatro de Operaciones?
Por
Charles H. Slim
Antes de que se produjera la intervención mediante la Operación Militar
Especial rusa en Ucrania, Washington y sus aliados europeos ya estaban operando
para que Kiev emprendiera una guerra total contra la región del Donbass.
También dejemos bien claro que la guerra no empezó el 24 de febrero del 2022
sino ocho años antes, tras el golpe de estado de 2014 momento desde el cual, el
régimen ultranacionalista comenzó a perseguir y bombardear de forma cotidiana a
los ucranianos de lengua rusa de esa región.
Pero como
dijo Clausewitz “la guerra…es una continuación de las relaciones políticas,
proseguidas con otros medios”. La Operación Especial rusa es la consecuencia de
una larga batalla política en las que injerencias solapadas y operaciones sucias
del occidente anglosajón llegaron en Ucrania a un punto de no retorno. La
traición de Zelensky en bregar por una solución pacífica -como prometió en
su plataforma electoral- para la situación conflictiva en el Donbass, alineándose tras los planes de
Washington de brindarle ayuda suficiente para erradicar a los gobiernos
independentistas de Lugansk y Donetsk, fue más que suficiente para el Kremlin. El gobierno de Vladimir Putin sabía que sus
“socios” occidentales les estaban engañando y eso quedó rápidamente advertido
tras hacerse con las detalladas planificaciones de una ofensiva masiva de Kiev
sobre el Donbass y a posterior, el escandaloso reconocimiento de la ex
canciller alemana Angela Merkel de que dilataron el acatamiento de los Acuerdos
de Minsk a la espera de un fortalecimiento militar de las fuerzas ucranianas.
Pero al
contrario de lo que informan en occidente, los objetivos de la Operación “Z”
fue inicialmente cumplida y eso en referencia a la destrucción total de la
infraestructura de las FFAA ucranianas que sin exagerar, a la semana del inicio
ya no eran una amenaza para Rusia. La prolongación de las hostilidades
precisamente se dio por la inyección ininterrumpida de recursos desde
Washington y sus lacayos europeos. A pesar de esto, los ucranianos no han
logrado ninguna de las quimeras de su régimen.
Hoy la OTAN
libra una guerra hibrida en todo espectro que no es nueva y que ya reporta
antecedentes. Por estas horas la inestabilidad política en torno a la Europa
del este, el surgimiento de amenazas insurreccionales, atentados frustrados y súbitas
protestas callejeras con una muy organizada cartelería lucen muy sugestivas.
Así la región de Transnistria en Moldavia y Georgia se han convertido en
centros de este tipo de agitaciones que claramente están alentadas y
financiadas desde el exterior ¿Recuerdan las sangrientas protestas en
Kazajistán en 2022? Detrás de las legítimas protestas de los trabajadores y la
juventud hartos de un longevo gobernante, se escudaban células de criminales
quienes además de amplificar los estragos, asesinaron a varios policías. Recién
con el pedido de asistencia a Rusia, los desmanes fueron controlados y varios
de los agitadores de origen extranjero fueron capturados. En Washington el
silencio fue total y allí quedo todo.
Las
protestas que se han estado dando en las calles de Tiblisi, presentan en los
movilizados, señas particulares que indican una velada inspiración occidental. Para
los georgianos más memoriosos esta situación les remonta al año 2003 cuando Eduard
Shevardnadze (un viejo lobo soviético) tras la llamada “Revolución de las
rosas” (ingenierizada por Washington) fue apartado del poder para que lo
ocupara un gran colaborador de la CIA como era Mijeil Saakashvili. Es el mismo
que confiándose en las promesas de Washington y alentado por el supuesto apoyo
de Angela Merkel para una postulación de Georgia para ingresar a la OTAN, en
2008 lanzó un ataque sorpresa tratando de aplastar a Osetia del Sur ¿No se
acuerdan de esto en Washington y Bruselas? Así banderías con los colores de
Ucrania y la misma bandera de la UE enarbolada por algunos de los manifestantes
con la mitad de sus caras cubiertas lo dejan en evidencia.
Pero a
nivel gubernamental y diplomático, el involucramiento de elementos
angloestadounidenses quedó más que comprobado con la intervención de embajadora
estadounidense en Tiblisi Kelly Degnan opinando que la legislación que impulsa
el gobierno georgiano esta influenciada por Moscú ¿Desde cuándo Washington se volvió
una parte del poder legislativo de Georgia o de cualquier otro estado soberano?
Como acostumbran, los principales argumentos para esto es que dicha legislación
tiene tintes no democráticos, contrarios a la libertad o que es “inconsistente
con los valores europeos”.
Como lo han
hecho contra Iraq, contra Afganistán, Siria, Libia, Venezuela, Serbia (para que
Kosovo entre en la OTAN) y por estas horas en Pakistán, la maquinaria de
propaganda y desinformación trabaja sin descanso y a todo vapor para que las
cosas se vean como al Departamento de Estado le convenga que se vean.
El
desencadenamiento de cada uno de esos episodios, claramente invasivos y
violatorios de la seguridad y soberanía de una nación tienen curiosamente la
finalidad de oponerse a medidas gubernamentales que impedirán la funesta y
desestabilizadora injerencia de Washington y sus aliados europeos quienes
habitualmente y mediante ONG´s que tienen un financiamiento enmascarado como
privado, penetran en los estados de la región con finalidades claramente
subversivas disfrazadas de fines humanitarios y democráticos.
La sanción
de una “ley de agencia extranjera” por parte del gobierno georgiano pone un
límite legal a estas injerencias y de ponerse en vigencia entorpecería las
operaciones “especiales” de Washington y con ello, el impulso de sus
“revoluciones de color”.