miércoles, 15 de marzo de 2023

 

“CONTRAOFENSIVA DE COLOR”

La agitación interna en algunos países de la periferia de Ucrania tiene aroma a operación encubierta de la OTAN ¿Se amplían definitivamente las fronteras del Teatro de Operaciones?

Por Charles H. Slim


Antes de que se produjera la intervención mediante la Operación Militar Especial rusa en Ucrania, Washington y sus aliados europeos ya estaban operando para que Kiev emprendiera una guerra total contra la región del Donbass. También dejemos bien claro que la guerra no empezó el 24 de febrero del 2022 sino ocho años antes, tras el golpe de estado de 2014 momento desde el cual, el régimen ultranacionalista comenzó a perseguir y bombardear de forma cotidiana a los ucranianos de lengua rusa de esa región.

Pero como dijo Clausewitz “la guerra…es una continuación de las relaciones políticas, proseguidas con otros medios”. La Operación Especial rusa es la consecuencia de una larga batalla política en las que injerencias solapadas y operaciones sucias del occidente anglosajón llegaron en Ucrania a un punto de no retorno. La traición de Zelensky en bregar por una solución pacífica -como prometió en su plataforma electoral- para la situación conflictiva  en el Donbass, alineándose tras los planes de Washington de brindarle ayuda suficiente para erradicar a los gobiernos independentistas de Lugansk y Donetsk, fue más que suficiente para el Kremlin.  El gobierno de Vladimir Putin sabía que sus “socios” occidentales les estaban engañando y eso quedó rápidamente advertido tras hacerse con las detalladas planificaciones de una ofensiva masiva de Kiev sobre el Donbass y a posterior, el escandaloso reconocimiento de la ex canciller alemana Angela Merkel de que dilataron el acatamiento de los Acuerdos de Minsk a la espera de un fortalecimiento militar de las fuerzas ucranianas.

Pero al contrario de lo que informan en occidente, los objetivos de la Operación “Z” fue inicialmente cumplida y eso en referencia a la destrucción total de la infraestructura de las FFAA ucranianas que sin exagerar, a la semana del inicio ya no eran una amenaza para Rusia. La prolongación de las hostilidades precisamente se dio por la inyección ininterrumpida de recursos desde Washington y sus lacayos europeos. A pesar de esto, los ucranianos no han logrado ninguna de las quimeras de su régimen.

Hoy la OTAN libra una guerra hibrida en todo espectro que no es nueva y que ya reporta antecedentes. Por estas horas la inestabilidad política en torno a la Europa del este, el surgimiento de amenazas insurreccionales, atentados frustrados y súbitas protestas callejeras con una muy organizada cartelería lucen muy sugestivas. Así la región de Transnistria en Moldavia y Georgia se han convertido en centros de este tipo de agitaciones que claramente están alentadas y financiadas desde el exterior ¿Recuerdan las sangrientas protestas en Kazajistán en 2022? Detrás de las legítimas protestas de los trabajadores y la juventud hartos de un longevo gobernante, se escudaban células de criminales quienes además de amplificar los estragos, asesinaron a varios policías. Recién con el pedido de asistencia a Rusia, los desmanes fueron controlados y varios de los agitadores de origen extranjero fueron capturados. En Washington el silencio fue total y allí quedo todo.

Las protestas que se han estado dando en las calles de Tiblisi, presentan en los movilizados, señas particulares que indican una velada inspiración occidental. Para los georgianos más memoriosos esta situación les remonta al año 2003 cuando Eduard Shevardnadze (un viejo lobo soviético) tras la llamada “Revolución de las rosas” (ingenierizada por Washington) fue apartado del poder para que lo ocupara un gran colaborador de la CIA como era Mijeil Saakashvili. Es el mismo que confiándose en las promesas de Washington y alentado por el supuesto apoyo de Angela Merkel para una postulación de Georgia para ingresar a la OTAN, en 2008 lanzó un ataque sorpresa tratando de aplastar a Osetia del Sur ¿No se acuerdan de esto en Washington y Bruselas? Así banderías con los colores de Ucrania y la misma bandera de la UE enarbolada por algunos de los manifestantes con la mitad de sus caras cubiertas lo dejan en evidencia.

Pero a nivel gubernamental y diplomático, el involucramiento de elementos angloestadounidenses quedó más que comprobado con la intervención de embajadora estadounidense en Tiblisi Kelly Degnan opinando que la legislación que impulsa el gobierno georgiano esta influenciada por Moscú ¿Desde cuándo Washington se volvió una parte del poder legislativo de Georgia o de cualquier otro estado soberano? Como acostumbran, los principales argumentos para esto es que dicha legislación tiene tintes no democráticos, contrarios a la libertad o que es “inconsistente con los valores europeos”.

Como lo han hecho contra Iraq, contra Afganistán, Siria, Libia, Venezuela, Serbia (para que Kosovo entre en la OTAN) y por estas horas en Pakistán, la maquinaria de propaganda y desinformación trabaja sin descanso y a todo vapor para que las cosas se vean como al Departamento de Estado le convenga que se vean.

El desencadenamiento de cada uno de esos episodios, claramente invasivos y violatorios de la seguridad y soberanía de una nación tienen curiosamente la finalidad de oponerse a medidas gubernamentales que impedirán la funesta y desestabilizadora injerencia de Washington y sus aliados europeos quienes habitualmente y mediante ONG´s que tienen un financiamiento enmascarado como privado, penetran en los estados de la región con finalidades claramente subversivas disfrazadas de fines humanitarios y democráticos.   

La sanción de una “ley de agencia extranjera” por parte del gobierno georgiano pone un límite legal a estas injerencias y de ponerse en vigencia entorpecería las operaciones “especiales” de Washington y con ello, el impulso de sus “revoluciones de color”.  

 

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