VIENTOS DE REINICIO
La crisis global que golpea a todo el mundo y que en gran parte surgió de
la “bomba atómica financiera” que Washington arrojo contra Rusia además de
contraproducente parece haber servido para despertar a la realidad a
importantes actores internacionales
Por
Pepe Beru
Mientras las bombas israelíes arrasan barrios y caseríos en la Franja de
Gaza y los colonos judíos asaltaban la Mezquita de Al Aqsa, los gobiernos
árabes parecen que han entendido que dejarse guiar por las indicaciones del
occidente anglosajón, solo les llevaba a caminar sobre senderos nebulosos. El
posible retorno de Siria a su banca en la Liga Árabe tras el restablecimiento
de relaciones con las monarquías del Golfo entre ellas Arabia Saudita, es una
fuerte señal. Así también parecen entenderlo saudíes e iraníes quienes durante
décadas estuvieron enfrentados por la incitación (creando y avivando odios
sectarios) y las diatribas del Departamento de Estado que solo perseguían su
propia agenda.
Más de tres
décadas de guerras e inestabilidad en la región son evidencia de la nefasta influencia
de Washington.
EEUU nunca
quiso la estabilidad y mucho menos el entendimiento entre los gobiernos árabes del
Golfo Pérsico. Mantener la desconfianza entre ellos y los dobles canales de
comunicación entre las monarquías petroleras y las repúblicas árabes y al mismo
tiempo de estas con la República Islámica de Irán fue un juego sucio que
beneficiaba en última instancia al gran instigador y socio, Israel.
Arabia
Saudita ya no confíaba en La Casa Blanca al darse cuenta que la seguridad
prometida por EEUU, tenía las mismas trampas que su política estratégica. Durante
estas tres últimas décadas el suelo saudita ha servido para concretar
operaciones sucias y agresiones contra sus propios hermanos árabes de la región
contra Iraq, Siria, Libia y Yemen.
La familia
real Al Saud también acuso los vientos de cambio y contra todas las
previsiones, el joven heredero Mohamed Bin Salman pateo la mesa sobre la cual
su abuelo Abdulaziz Bin Saud y su propio padre concretaron aquella alianza
económica ligada al petróleo con la familia Bush y que más tarde se convirtió
en una estrecha relación política con Washington.
Precisamente
es muy posible que el rey Salman ben Abdelaziz Al-Saud y MBS estén arrepentidos
de haberse embarcado en una guerra en Yemen y de ser así, la paz puede estar a
la vuelta de la esquina. Los iraníes fueron pioneros en darse cuenta de este
engaño y fue por ello que en 1979 se levantaron contra el régimen corrupto del
Sha, que además de hambrear y permitir que las empresas extranjeras explotaran a
su gente en los campos petrolíferos de ARAMCO, estaba apoyado tanto por
Washington como por Tel Aviv.
La discordia
y la guerra entre musulmanes solo ha beneficiado a occidente y en especial a
Israel, es por ello que Washington ya no es ni política ni moralmente creíble. La
debacle ya se intuía con Donald Trump y terminó por confirmarse con la llegada
de Joe Biden a la Casa Blanca. Fue así que tras el hueco dejado por un EEUU,
altamente discutido en su supuesto papel de mediador, proveedor de seguridad y
estabilidad en la región, entro China para cubrir ese vacío.
Dentro de
este nuevo panorama que es un volver a dar, impulsando una era de progreso
económico todos podrán ganar. Es obvio que China tiene intereses en todo esto,
pero a diferencia de EEUU y Gran Bretaña aquellos no están supeditados a un
mero control geoestratégico con fines militares y de acaparamiento de los beneficios
con el petróleo mezquinamente unilaterales.
No debemos
olvidar que EEUU bajo el pretexto de la URSS y apoyándose en la creación de la
OTAN, se desplegó militarmente por todo el mundo. A pesar de que la amenaza
soviética oficialmente desapareció en 1991 ni EEUU ni sus burócratas en
Bruselas desmantelaron la tentacular estructura de la organización atlántica,
sino que y por el contrario (y mintiendo), la fueron ampliando con el paso de
los años.
También
está claro que pese al poder que ostenta aún EEUU, no es el mismo que llego a
concentrar tras la caída de la URSS y eso queda bien claro tras el inicio de la
Operación Especial en Ucrania con el fracasado intento de arrasar a la economía
de la Federación rusa con su “bomba atómica financiera” armada con sanciones
comerciales, congelamientos y apropiación de fondos financieros.
De este
modo Rusia se las ha ingeniado para seguir comerciando y al mismo tiempo
profundizando sus lazos estratégicos con China y tendiendo nuevas relaciones
con regiones que anteriormente estaban más circunscriptas a países puntuales.
El caso de ello lo vemos con Latinoamérica, Oriente Medio y África, regiones
del planeta que durante décadas estuvieron bajo la órbita de EEUU y de la Unión
Europea sin que ello les haya redituado en beneficios tangibles para los países
de esos continentes. Las experiencias durante todo el siglo pasado dan testimonio
de todo lo contrario.
La mitad
del siglo XX y la primera década del actual estuvieron marcados por el
despliegue del militarismo y la extorsión financiera angloestadounidense pero
eso, hace tiempo que comenzó a declinar y con las actuales injerencias en
Ucrania y el Mar de la China el proceso de caída del unilateralismo
estadounidense se está acelerando.
Es en este
marco que con el restablecimiento de relaciones entre Riad y Teherán -propiciado
por China y apoyado por Rusia- el mundo árabe islámico ve un nuevo amanecer
tras haber estado sometido a una larga noche de engaños y guerras sangrientas
instigadas por los gobiernos “demócratas” de occidente. La invitación que
realizara el rey Salman ben Abdelaziz Al-Saud a su
homólogo iraní Ebrahim Raissi para visitar Riad a finales de abril es un
indicador de esta nueva etapa.
Queda bien
claro que ni los burócratas de Washington ni de sus aliados europeos ven con
buenos ojos esto, aunque no están en condiciones de criticar a nadie.
Igualmente la dinámica de la multipolaridad es un proceso imposible de detener.
Debemos
mencionarlo una vez más, como el ascenso en 1998 de Hugo César Chávez Frías en
Venezuela fue el gran responsable y el precursor del multilateralismo tendiendo
los primeros puentes estratégicos de entendimiento entre Venezuela, el mundo árabe-islámico
y el Euroasiático por medio del cual -y entre otros- estableció ese
corredor directo y amistoso con una Federación Rusa que de la mano de un
flamante presidente Vladimir Putin, comenzaba a restaurarse tras una década de
desgobierno y crisis internas creadas por una falsa ayuda de occidente.
El
restablecimiento del dialogo y la cooperación en dos importantes actores de
Golfo Pérsico es la mejor prueba de que el multilateralismo funciona y por más
que sus enemigos estén agazapados planificando como volver a plantar la semilla
de la discordia, el proceso no se detendrá.