martes, 11 de abril de 2023

 

VIENTOS DE REINICIO

La crisis global que golpea a todo el mundo y que en gran parte surgió de la “bomba atómica financiera” que Washington arrojo contra Rusia además de contraproducente parece haber servido para despertar a la realidad a importantes actores internacionales


Por Pepe Beru

Mientras las bombas israelíes arrasan barrios y caseríos en la Franja de Gaza y los colonos judíos asaltaban la Mezquita de Al Aqsa, los gobiernos árabes parecen que han entendido que dejarse guiar por las indicaciones del occidente anglosajón, solo les llevaba a caminar sobre senderos nebulosos. El posible retorno de Siria a su banca en la Liga Árabe tras el restablecimiento de relaciones con las monarquías del Golfo entre ellas Arabia Saudita, es una fuerte señal. Así también parecen entenderlo saudíes e iraníes quienes durante décadas estuvieron enfrentados por la incitación (creando y avivando odios sectarios) y las diatribas del Departamento de Estado que solo perseguían su propia agenda.

Más de tres décadas de guerras e inestabilidad en la región son evidencia de la nefasta influencia de Washington.

EEUU nunca quiso la estabilidad y mucho menos el entendimiento entre los gobiernos árabes del Golfo Pérsico. Mantener la desconfianza entre ellos y los dobles canales de comunicación entre las monarquías petroleras y las repúblicas árabes y al mismo tiempo de estas con la República Islámica de Irán fue un juego sucio que beneficiaba en última instancia al gran instigador y socio, Israel.

Arabia Saudita ya no confíaba en La Casa Blanca al darse cuenta que la seguridad prometida por EEUU, tenía las mismas trampas que su política estratégica. Durante estas tres últimas décadas el suelo saudita ha servido para concretar operaciones sucias y agresiones contra sus propios hermanos árabes de la región contra Iraq, Siria, Libia y Yemen.

La familia real Al Saud también acuso los vientos de cambio y contra todas las previsiones, el joven heredero Mohamed Bin Salman pateo la mesa sobre la cual su abuelo Abdulaziz Bin Saud y su propio padre concretaron aquella alianza económica ligada al petróleo con la familia Bush y que más tarde se convirtió en una estrecha relación política con Washington.

Precisamente es muy posible que el rey Salman ben Abdelaziz Al-Saud y MBS estén arrepentidos de haberse embarcado en una guerra en Yemen y de ser así, la paz puede estar a la vuelta de la esquina. Los iraníes fueron pioneros en darse cuenta de este engaño y fue por ello que en 1979 se levantaron contra el régimen corrupto del Sha, que además de hambrear y permitir que las empresas extranjeras explotaran a su gente en los campos petrolíferos de ARAMCO, estaba apoyado tanto por Washington como por Tel Aviv.

La discordia y la guerra entre musulmanes solo ha beneficiado a occidente y en especial a Israel, es por ello que Washington ya no es ni política ni moralmente creíble. La debacle ya se intuía con Donald Trump y terminó por confirmarse con la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca. Fue así que tras el hueco dejado por un EEUU, altamente discutido en su supuesto papel de mediador, proveedor de seguridad y estabilidad en la región, entro China para cubrir ese vacío.

Dentro de este nuevo panorama que es un volver a dar, impulsando una era de progreso económico todos podrán ganar. Es obvio que China tiene intereses en todo esto, pero a diferencia de EEUU y Gran Bretaña aquellos no están supeditados a un mero control geoestratégico con fines militares y de acaparamiento de los beneficios con el petróleo mezquinamente unilaterales.

No debemos olvidar que EEUU bajo el pretexto de la URSS y apoyándose en la creación de la OTAN, se desplegó militarmente por todo el mundo. A pesar de que la amenaza soviética oficialmente desapareció en 1991 ni EEUU ni sus burócratas en Bruselas desmantelaron la tentacular estructura de la organización atlántica, sino que y por el contrario (y mintiendo), la fueron ampliando con el paso de los años.

También está claro que pese al poder que ostenta aún EEUU, no es el mismo que llego a concentrar tras la caída de la URSS y eso queda bien claro tras el inicio de la Operación Especial en Ucrania con el fracasado intento de arrasar a la economía de la Federación rusa con su “bomba atómica financiera” armada con sanciones comerciales, congelamientos y apropiación de fondos financieros.

De este modo Rusia se las ha ingeniado para seguir comerciando y al mismo tiempo profundizando sus lazos estratégicos con China y tendiendo nuevas relaciones con regiones que anteriormente estaban más circunscriptas a países puntuales. El caso de ello lo vemos con Latinoamérica, Oriente Medio y África, regiones del planeta que durante décadas estuvieron bajo la órbita de EEUU y de la Unión Europea sin que ello les haya redituado en beneficios tangibles para los países de esos continentes. Las experiencias durante todo el siglo pasado dan testimonio de todo lo contrario.

La mitad del siglo XX y la primera década del actual estuvieron marcados por el despliegue del militarismo y la extorsión financiera angloestadounidense pero eso, hace tiempo que comenzó a declinar y con las actuales injerencias en Ucrania y el Mar de la China el proceso de caída del unilateralismo estadounidense se está acelerando.

Es en este marco que con el restablecimiento de relaciones entre Riad y Teherán -propiciado por China y apoyado por Rusia- el mundo árabe islámico ve un nuevo amanecer tras haber estado sometido a una larga noche de engaños y guerras sangrientas instigadas por los gobiernos “demócratas” de occidente. La invitación que realizara el rey Salman ben Abdelaziz Al-Saud a su homólogo iraní Ebrahim Raissi para visitar Riad a finales de abril es un indicador de esta nueva etapa.

Queda bien claro que ni los burócratas de Washington ni de sus aliados europeos ven con buenos ojos esto, aunque no están en condiciones de criticar a nadie. Igualmente la dinámica de la multipolaridad es un proceso imposible de detener.

Debemos mencionarlo una vez más, como el ascenso en 1998 de Hugo César Chávez Frías en Venezuela fue el gran responsable y el precursor del multilateralismo tendiendo los primeros puentes estratégicos de entendimiento entre Venezuela, el mundo árabe-islámico y el Euroasiático por medio del cual -y entre otros- estableció ese corredor directo y amistoso con una Federación Rusa que de la mano de un flamante presidente Vladimir Putin, comenzaba a restaurarse tras una década de desgobierno y crisis internas creadas por una falsa ayuda de occidente.  

El restablecimiento del dialogo y la cooperación en dos importantes actores de Golfo Pérsico es la mejor prueba de que el multilateralismo funciona y por más que sus enemigos estén agazapados planificando como volver a plantar la semilla de la discordia, el proceso no se detendrá.

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