EN DEBATE
“LA GEOESTRATEGIA QUE VIENE”
Cómo evolucionara la política exterior norteamericana, la carrera armamentística y las relaciones entre los estados ante la nueva realidad internacional
Por
Pepe Beru
Aunque aun no
haya asumido Donald Trump a la presidencia, se puede intuir con mucha claridad
que la “nueva política” que aquel prometió para la Casa Blanca poco trae de eso y que más allá
de los discursos, la próxima administración reeditara con un nuevo marco geopolítico,
un complejo entramado de relaciones sociales y nuevas tecnologías, aquella vieja política
de los años de la era bipolar caracterizada por la intriga y la llamada
“carrera armamentística”.
Por
aquellos años y me refiero a la década de los cincuenta hasta comienzos de la
década de los noventas del pasado siglo XX, la disputa por la supremacía
político-estratégico-militar se enfoco en los dos grandes actores de aquel
momento, EEUU y la Unión Soviética. Para ser más precisos, la disputa por el poder
se dio entre la Organización del Atlántico Norte OTAN y su homóloga soviética
denominada el “Pacto de Varsovia” o
PAC-VAR.
Ambas
organizaciones militares trataron de extender sus jurisdicciones más allá de
aquel límite invisible que marcaba la talasocracia convencional de las épocas
del colonialismo del imperio británico, pero que los EEUU tras la segunda
guerra mundial extendieron con su poderosa flota guerra.
La
pulseada fue cruenta y sin misericordia pero curiosamente no hubieron
incidentes directos entre Washington y Moscú, salvo la llamada “Crisis de los
misiles” de 1962 ante la posible instalación de misiles
nucleares en la Cuba de Fidel Castro y del cual no se llegaron a mayores
incidentes. También habría que nombrar a la guerra de las Malvinas en 1982 como
un posible punto de choque entre ambos
bloques dado que y como lo documentan archivos clasificados de la época, mientras
Washington le dio una valiosa colaboración a Londres, hubieron preparativos
para una intervención escalonada de la URSS a favor de Buenos Aires. Pero, por
el contrario los países satélites que giraban en rededor de cada uno de estos
bloques, fueron manipulados y usados como cobayos para ejercitar sus
estrategias y probar sus arsenales en devastadoras guerras fratricidas (Corea
1953/ Vietnam 1964/ Malvinas1982).
Pero
aquella carrera tenía una faz que no era muy publicitada y ella era la que se
refiere, a los costos de desarrollar nuevas y más sofisticadas armas de
destrucción masiva capaces de garantizar la eliminación instantánea del
oponente en apenas unos minutos. De ese
modo, cuando la URSS detono su primer artefacto nuclear en 1949 y el “bip” del
satélite “Sputnik” comenzó a circundar
la órbita terrestre en 1957, Washington cayó en el pánico y puso manos a la
obra para desarrollar su propio programa espacial del cual, iría desarrollando
a la par, los primeros sistemas de misiles de mediano y largo alcance que ya habían
sido desarrollados una década y media antes por los científicos alemanes
“refugiados” en EEUU.
Todo
ello conllevo al desarrollo de los satélites espías, de la red NORAD y hasta
plataformas orbitales de lanzamiento de misiles que actualmente ante el desarrollo de armas mucho
más sofisticadas y limpias, aquellas pueden considerárselas obsoletas.
Más
allá de las incidencias y las circunstancias políticas que llevó al fin de
aquella guerra fría, supuestamente se había detenido la loca carrera
armamentística, con programas bélicos tan estrafalarios como obscenamente
costosos (Proyecto “Guerra de las Galaxias”),
que mantuvieron en vilo a la población mundial. Con aquel final devino el fin
del “terror nuclear” y todo el marketing mediático que lo rodeaba.
Tras
unos veinte años de la hegemonía brutal estadounidense que comenzó tras arrasar Iraq en 1991 y que obviamente
vehiculizo mediante la OTAN, las ínfulas de Washington por comerse al mundo
comenzaron lentamente a decrecer a partir del 2001 llegando hoy a estar
seriamente cuestionado por sus notorias injerencias en el caos actual. Agregado
a esto, hoy el mundo se halla nuevamente ante las mismas paranoias que
esgrimiendo supuestos peligros, vuelven a reimpulsar ya no solo el desarrollo
sin control de misiles con capacidad nuclear sino también, de temibles y
desconocidas armas tan o más dañinas que las ojivas de Plutonio.
El
desarrollo de los misiles balísticos capaces de llevar no solo carga nuclear
sino también armas químicas y bacteriológicas cambiaron el enfoque de cómo se
desarrollaría una guerra entre superpotencias. Los norteamericanos basándose en
los diseños de los científicos alemanes, desarrollaron misiles como los “Atlas”
y “Titán” que sin lugar a dudas por su apariencia y alcance podían
intimidar con solo verlos en sus lanzamientos. No tardo mucho para que los
soviéticos sacaran al servicio en 1959 su propio misil de largo alcance
denominado “SS-4” que también, con una
imponente dimensión, había sido
concebido de los proyectos de ingenieros alemanes “invitados a trabajar con
ellos”.
A
partir de allí el desarrollo y avance de este tipo de armas fue meteórico. Como
medio de ataque, el misil llego a ser la verdadera carta bajo la manga de las
potencias para amenazarse mutuamente antes posibles agresiones convencionales
propias o de alguno de sus países satélites. Aunque la industria aeronáutica
fue tan prolífica como novedosa, el desarrollo de estas armas de mediano y
largo alcance harían la diferencia en un mundo a merced de los dos arsenales nucleares
más importantes. Esta potencialidad fue
y sigue siendo una de las cartas
definitoria en entuertos diplomáticos complejos o situaciones que no
pretenden resolverse, pero que se le agregan el desarrollo de nuevas
tecnologías tan asombrosas como destructivas.
En
este sentido, el caso de Israel (país nuclear y aliado de EEUU) durante décadas
se ha desvivido por sabotear los avances tecnológicos de sus vecinos árabes e
islámicos (Irán y Pakistán), para que no logren desarrollar su propia capacidad
nuclear ya que saben muy bien, que ante adquisición de estas capacidades por un
estado árabe independiente (ajeno al club de los emiratos petroleros del Golfo)
su posición variara y no podrán
chantajear a sus oponentes, especialmente ente temas como la insostenible
situación palestina y sus continuas agresiones contra sus vecinos.
Luego
de la caída del muro de Berlín en 1989 y la disolución de la URSS,
aparentemente la carrera armamentística se había terminado y a la par de ello,
se firmaron algunos tratados de no proliferación de armas nucleares y Reducción
de Armas Estratégicas (START), de cooperación y otros muchos papeles que solo
parecen haber sido eso, papeles escritos en el aire. También y hay que señalarlo existían Convenios
y otros tratados que se firmaron en el marco de la OIEA (http://www.cinu.org.mx/temas/desarme/acue_des.htm ) que garantizaban que no producirían más armas nucleares y que se
desmontaría un porcentaje importante de las existentes, pero sin abandonar en
el ámbito político, las ambiciones de consolidar el unilateralismo con su
centro de poder en Washington.
Pero
a pesar de esas apariencias, EEUU y sus aliados fueron desarrollando en las
sombras nuevas tácticas subversivas para reemplazar los viejos esquemas del
clásico “golpe de estado” que solía patrocinar la CIA, apoyándose en una
dinámica insurreccional ajena a las idiosincracias occidentales basada en
la mística oriental que rodea al concepto de la “Jihad” que, además de haber
sido pervertida por los ideólogos del embuste del “ISIS”, causó
fuertes dolores de cabeza durante la ocupación de Iraq. Pese a semejantes irreverencias y las
constantes evidencias de las implicancias –directas e indirectas- de
Washington con “ISIS”, “Al Nusra” y muchas otras organizaciones criminales que
se han dedicado a destruir a Siria, la prensa adicta a la Casa Blanca, aun a la
vista de las evidencias trata de desviar las miradas de la opinión pública,
acusando a Rusia de todo tipo de hechos e injurias tratando de sermonear hipócritamente sobre cómo
se debe ejercer el respeto a los derechos humanos. A esto,
Obama creó por ley el “Centro de
Implicación Global destinado –según su texto- a combatir la “propaganda
y la desinformación enemiga”, una herramienta burocrática que buscara acallar
las informaciones que dejen expuesta las contradicciones y los desatinos que se
han venido filtrando en su administración.
Sin lugar a dudas, las contradicciones de la
Casa Blanca se ampliaron cuando Alepo fue liberada hallándose en escondrijos
subterráneos de “Al Nusra” y “Al Qaeda”, armamento y abundante material militar
estadounidense y sus colegas de la OTAN (Global Research.ca. http://www.globalresearch.ca/syria-gate-nato-weaponry-and-personnel-in-east-aleppo/5565358 )
Igualmente
tras el reciente abandono de Qatar a sus “jihadistas” y el cambio de bando de
Turquía propiciado por la notable influencia de Moscú, demuestran a las claras
que EEUU ha fracasado en su plan por rediseñar el Medio Oriente dejando a Tel
Aviv como el más decepcionado con esta situación.
Tras
las últimas ideas y venidas entre Washington, Moscú y Teherán, especialmente
causadas por la situación en Siria, queda claro que todo lo antecedente ha
quedado en letra muerta y que tras la firma de Obama de la ley para levantar la
colaboración militar con Rusia ( Congress.gov.us. https://www.congress.gov/bill/114th-congress/senate-bill/2943 ) que se enmarca en la ley de Defensa Nacional que presupuesta los
gastos para el año próximo
( National Defense
Authorization Act . https://armedservices.house.gov/sites/republicans.armedservices.house.gov/files/wysiwyg_uploaded/NDAA%20final%20passage%20Summary%20FINAL.pdf ) evidencia que comienza
una nueva era de discordias diplomáticas y la promesa de, a la par de acelerar
una nueva carrera armamentística, extender la silenciosa guerra de agencias de
inteligencia-que se materializa con los llamados jihadistas- a todos los rincones del globo.
Asimismo,
Obama ha decretado que pese a los acuerdos que llegó con Irán a finales por su
programa nuclear y por las colaboraciones que forjaron a final del 2014 en su
intervención en Iraq para “combatir al Daesh”, no habrá levantamiento de las
sanciones comerciales dejando así la puerta abierta para que siga latente aquel
estado de desconfianza y sospechas que a Israel tanto agrada.
A su
vez, con esta batería legislativa, Obama dejará a su sucesor una agitada tarea
por contrabalancear una ya compleja situación diplomática y peor aún, una
peligrosa escalada en el área militar y
de inteligencia, donde a las rispideces que nacieron con la frustrada planificación
para derruir a la República Árabe Siria mediante el despliegue y apoyo de
grupos terroristas bajo eufemismos tales como “rebeldes moderados” o
“luchadores por la libertad”, se agregan los sostenidos intentos de la OTAN por crear un área de inestabilidad
político-militar en el este de Europa usando como su principal ariete a un
gobierno “títere” colocado mediante un golpe blando en Ucrania (a 10.000
kilómetros de distancia) que ha puesto sobre la mesa, el reinicio de las
desconfianzas a niveles que no se veían desde antes de la “Perestroika” y que
pueden peligrosamente escalar a un militarismo sin precedentes .