“CUMBRE
BORRASCOSA”
Por
qué la cumbre por la democracia organizada por Joe Biden no significa nada
Por Dany Smith
La
Cumbre por la democracia convocada por el presidente estadounidense Joe Biden el
9 de diciembre pasado, ha dejado un sabor a nada, algo que era esperable. Se
trató sin dudas de un nuevo intento del marketing de la Casa Blanca para
alinear a los países tras suyo usando una supuesta dicotomía entre “democracia”
y “autoritarismo” colocándose como líder la primera y a Rusia, China y otros
estados como miembros del segundo grupo.
Se trata de una nueva novela de “buenos y malos”, un
refritado de la maniquea política exterior de Washington que mucho daño ha
traído al mundo y que desde el 2001 con la administración republicana de George
W. Bush y todo el arco neoconservador, sembró el caos y la inestabilidad en el
Medio Oriente causando como efecto dominó una interminable oleada de refugiados
sobre Europa y una catástrofe humanitaria.
Precisamente, desde aquella época Washington además de
haber mentido a su propio pueblo y al mundo sobre los argumentos que fundaban
esa “guerra contra el terrorismo” (un fabuloso negocio para la industria
armamentística y la Comunidad de Inteligencia), ha sido artífice de la
violación de la ley internacional (mediante guerras preventivas y ocupaciones
ilegales) y de los derechos humanos de millones de seres humanos. Sobre esto
curiosa y odiosamente casi de forma contemporánea se ordena el traslado de
Julian Assange a los EEUU lo que significará quedar en manos de los mismos verdugos
que sus informes denunciaron. El detalle no es menor y por el contrario, sumado
a todas las arbitrariedades y brutalidades que quedaron expuestas con el movimiento
“Black Lives Matters”, hace a este otro precedente ineludible para tomar en
serio a semejantes propuestas.
Con esta convocatoria Biden ha tratado de comprometer
a sus interlocutores en una nueva mística global que trata de recrear las
épocas de la guerra fría que enfrentaba al bloque de la libertad encabezado por
EEUU que representaba a occidente y al bloque soviético oriental dirigido por
aquel entonces desde Moscú. Pero, la misma propuesta también ha demostrado ser
poco consecuente con esas intenciones.
Según Biden, EEUU debe hacer frente a las autocracias
que avanzan en el mundo, un discursillo que en Argentina ha sido tomado como
bandera por embaucadores y filibusteros intelectuales que escondiendo sus
verdaderas filiaciones ideológicas se presentan como “republicanos populares” o
estridencias similares para denunciar a los presuntos autócratas dejando de
lado, todas las arbitrariedades y reales violaciones a los derechos humanos que
cometen ciertos estados.
¿Quiénes son los democráticos y quiénes los
autócratas? Esta debería ser la primera cuestión a responder. Desde ya debemos
decir que esta respuesta es muy difícil de precisar. Y es que si revolvemos
entre los aliados de Washington veremos varios casos que despertarían la
confusión. Si la democracia es la principal preocupación de Biden y Cía ¿Qué
podría decir el mandatario norteamericano de colegas como Erdogán en Turquía, de
Vicktor Orban en Hungría o del primer ministro israelí Naftali Bennet para
nombrar a los más salientes? Si ellos están en la lista de este club selecto no
es precisamente por respetar los derechos humanos ni mucho menos, la ley
internacional. La única cuestión del por qué ellos son miembros es por ser
aliados estratégicos de los EEUU y nada más.
Estos tres ejemplares no parecieran encajar en el
ideario que Biden vende al mundo. Primero, el mandatario turco Recept Riyip
Erdogan quien además de sus antiguas vinculaciones con las redes terroristas
que se extienden por el Cáucaso (que trataron de complicar a Rusia tras el
desmoronamiento de la URSS) y que desde el 2011 (con la cooperación de la OTAN)
bajaron al norte de África y Oriente Medio, vinculadas a la Hermandad Musulmana
(creada por Gran Bretaña en el siglo XX), lleva en su haber incontables denuncias por
violaciones a los derechos humanos sin contar las agresiones a Siria e Iraq y
su implicancia en el surgimiento y apoyo del “Estado Islámico”. No hay que
olvidar que Erdogan ha sido un cooperador central en la agenda geopolítica de
Washington contra Siria y un aliado estratégico para los atlantistas.
El respeto o no de los derechos humanos es una
cuestión de hecho que no puede disfrazarse con meros discursos o con coloridas cumbres.
El caso de Viktor Orban no dista mucho de su colega
turco. Un ultranacionalista que presentado por Washington como un “demócrata
liberal” detesta a los inmigrantes, coopera para mayor injerencia de occidente
en la región y que abiertamente se alinea contra Rusia, es uno de los socios estratégicos
para la OTAN y es por ello, que se hace la vista gorda a sus abusos. Junto a
Polonia y Ucrania, por estos días ambos están facilitando los movimientos de la
OTAN en torno a las fronteras de la Federación rusa. Pero a pesar de este dejar
hacer, los anglosajones le profieren a su gobierno y a los húngaros en general un
trato ciertamente despectivo.
Que podría decirse del actual primer ministro israelí
Naftali Bennet que los palestinos no sepan. Un extremista sionista que se cree
iluminado y que considera a su pueblo “superior” y por ello puede suprimir con
total impunidad a otros. Un sujeto que no ha tenido el mínimo escrúpulo en
sentenciar públicamente que “matar árabes no trae consecuencias”, dejando bien
en claro el racismo que lo ilustra pero que también es representativo de una
buena parte de los israelíes que ocupan Palestina. Como tal es quien encabeza
un estado que instiga y ejecuta cruentas acciones contra otros estados (bombazo
a Beirut) con ambiciones colonialistas y expansionistas que oprime a la
población árabe-palestina por lo cual tiene en su haber incontables casos de
violaciones a los derechos humanos y en el cual además, la tortura es legal.
Pero más allá de estos contradictorios ejemplares a
los que quizá incluya en el argumento de los retrocesos democrácticos,
si en realidad Biden estuviera interesado en la promoción de la “democracia” la
cumbre debería haberse realizado en un ámbito en el que todos, incluyendo a los
que arbitrariamente discrimina como “autocracias”, tuvieran la posibilidad de
dar sus puntos de vista sobre su preocupación.
Con esto a la vista se puede intuir que lo único que
está buscando la administración demócrata es tratar de alinear a sus colegas
europeos quienes están pasando por una agitada transición política que como se
ha visto con los acercamientos franco-italianos amenaza con terminar con la UE
y con ello, restar adherentes a la OTAN,
Como han señalado algunos polítologos, más allá de la esterilidad
de esta cumbre la misma ha servido para dejar en claro que Washington tiene una
concepción muy propia de lo que entiende por “democracia” y pese a las
arbitrariedades que ha cometido en el presente siglo no ha cambiado nada.