“HACIA
UNA NUEVA GEOPOLITICA FINANCIERA”
Mientras desde Washington y Bruselas se apuesta
por profundizar la miseria como táctica en su guerra contra Rusia, Moscú y
Pekín avanzan por un camino del desarrollo sostenido
Por Charles
H. Slim
Las épocas en las que el llamado “primer mundo”
succionaba los bienes y mercancías de los países subdesarrollados generando ese
milagro económico de abundancia y riqueza para sus metrópolis se han ido. Hoy
la inflación, el desempleo y la carestía ya es una realidad en los EEUU y lo
peor de todo es que todo eso podría llegar a convertirse muy pronto en una
recesión.
Como había dicho
anteriormente, La Casa Blanca podría estar tratando de usar la guerra en
Ucrania para crear una reactivación a base de la producción intensiva de la
industria militar lo que de por sí ya es una calamidad para los mismos
ucranianos y el resto del globo. Es ahí el interés por perpetuar la guerra. Pero
en esta ocasión, este negociado de sangre no es tan fácil de instalar ya que no
se trata de ahorcar a un diminuto país del Medio Oriente o a una revolución
sudamericana a los cuales, a la superioridad militar se le ahorca
financieramente saqueando sus cuentas bancarias y bloqueando su comercio. En
Washington ya están entrando en cuentas que jugar sucio con el rival equivocado
no solo ha sido un error, sino también que esto esta creando consecuencias
indeseables para sus propias economías.
Aún antes de la guerra,
Rusia y China ya venían trabajando en silencio y con paciencia en el desarrollo
estratégico de un sistema financiero alternativo que además de complementar sus
economías ofrezca una solución al sistema extorsivo occidental regido por el
dólar (una moneda que se deprecia) y a su vez conforme una alternativa global
para quienes quieran salirse de aquel.
Hay un claro choque de
filosofías donde el occidente anglosajón trata de revivir su moribundo sistema
financiero de base competitiva especulativa y oriente construye otro bajo
principios de cooperación y ganancias mutuas que se ve alentado por las
sanciones que los anglosajones vienen imprimiendo desde el inicio de la
intervención rusa en Ucrania.
Y es que hay que volver
a resaltarlo, occidente esta siendo víctima de su propia medicina. Como lo
había dicho antes, la llegada de Biden a la presidencia representaba una
continuidad en las políticas externas de Washington y por ende, no habría nada
nuevo en sus formas de imponerse ante los adversarios. La prosperidad económica
devenida de la guerra con la cual EEUU (después de 1945) levanto su imperio ya
no es viable. El mito de que los demócratas eran más considerados y moderados que
los republicanos en sus acciones exteriores queda confirmado con Biden. En
política exterior demócratas y republicanos son lo mismo.
El empleo del
terrorismo financiero contra Rusia, impulsado por un odio visceral profesado
por los neoconservadores hacia Vladimir Putin ha sido un error claramente contraproducente
para Washington y toda la infraestructura de los EEUU que se revelaría en una recesión.
Pero quienes realmente
están sufriendo por estos juegos y sus consecuencias son los simples ciudadanos
norteamericanos de a pie que ven como día con día se degrada la economía, se
cierran las fuentes laborales y de producción lo que conlleva a la afectación
de su calidad de vida y las expectativas de progreso producto de una inflación
que (en beneficio de la recaudación gubernamental) ha sido potenciada por las
locas medidas extorsivas de su gobierno.
Pero los más afectados
por esto son sin dudas los europeos quienes regidos por un sistema político altamente
dependiente de las decisiones en Washington, hoy por hoy y por plegarse a la
guerra económico-financiera de Biden (entre otras consecuencias) se están
preparando para un invierno sin provisión de gas. Este racionamiento no solo
traerá incomodidad para los ciudadanos sino restricciones en el sistema productivo.
La crisis ha dejado más que expuesta la subordinada actuación de la UE y su
pésima administración en cuanto a las decisiones que afectan a los ciudadanos
del bloque. A pesar de que los gobiernos de Scholz y Macron se han dado cuenta
que esto se vuelve insostenible, siguen drenando millonarios recursos
financieros y militares para sostener la guerra en Ucrania, aunque cierto es
decirlo, actualmente están disminuyendo ¿Por qué no destinar estos recursos al
mejoramiento del sistema productivo y de los ciudadanos europeos?
Otros que están
resintiendo estas consecuencias son los británicos quienes ya se han dado
cuenta que el Brexit solo era un sueño vaporoso (con ambiciones
neocolonialistas) conducido por un delirante como Boris Johnson. Igualmente, su
gobierno mantiene su lealtad a las decisiones de Washington y sigue actuando en
consecuencia.
Así es como están hoy
las cosas. Mientras los anglosajones han torpedeado a sus propias economías
creyendo que podían dañar a Rusia como lo habían hecho con Iraq, Libia, Yemen,
Afganistán y Siria, los chinos y los rusos conscientes de aquellas experiencias
pasadas marchan -desde mucho antes de la guerra- de forma paciente y
constructiva para el desarrollo (entre otros objetivos) de una canasta de
monedas como reserva y para transaccionar en sus mercados dejando la
dependencia del dólar como moneda obligada de cambio.