viernes, 29 de julio de 2022

 “HACIA 

UNA NUEVA GEOPOLITICA FINANCIERA”

Mientras desde Washington y Bruselas se apuesta por profundizar la miseria como táctica en su guerra contra Rusia, Moscú y Pekín avanzan por un camino del desarrollo sostenido

 

Por Charles H. Slim

Las épocas en las que el llamado “primer mundo” succionaba los bienes y mercancías de los países subdesarrollados generando ese milagro económico de abundancia y riqueza para sus metrópolis se han ido. Hoy la inflación, el desempleo y la carestía ya es una realidad en los EEUU y lo peor de todo es que todo eso podría llegar a convertirse muy pronto en una recesión.

Como había dicho anteriormente, La Casa Blanca podría estar tratando de usar la guerra en Ucrania para crear una reactivación a base de la producción intensiva de la industria militar lo que de por sí ya es una calamidad para los mismos ucranianos y el resto del globo. Es ahí el interés por perpetuar la guerra. Pero en esta ocasión, este negociado de sangre no es tan fácil de instalar ya que no se trata de ahorcar a un diminuto país del Medio Oriente o a una revolución sudamericana a los cuales, a la superioridad militar se le ahorca financieramente saqueando sus cuentas bancarias y bloqueando su comercio. En Washington ya están entrando en cuentas que jugar sucio con el rival equivocado no solo ha sido un error, sino también que esto esta creando consecuencias indeseables para sus propias economías.

Aún antes de la guerra, Rusia y China ya venían trabajando en silencio y con paciencia en el desarrollo estratégico de un sistema financiero alternativo que además de complementar sus economías ofrezca una solución al sistema extorsivo occidental regido por el dólar (una moneda que se deprecia) y a su vez conforme una alternativa global para quienes quieran salirse de aquel.

Hay un claro choque de filosofías donde el occidente anglosajón trata de revivir su moribundo sistema financiero de base competitiva especulativa y oriente construye otro bajo principios de cooperación y ganancias mutuas que se ve alentado por las sanciones que los anglosajones vienen imprimiendo desde el inicio de la intervención rusa en Ucrania.

Y es que hay que volver a resaltarlo, occidente esta siendo víctima de su propia medicina. Como lo había dicho antes, la llegada de Biden a la presidencia representaba una continuidad en las políticas externas de Washington y por ende, no habría nada nuevo en sus formas de imponerse ante los adversarios. La prosperidad económica devenida de la guerra con la cual EEUU (después de 1945) levanto su imperio ya no es viable. El mito de que los demócratas eran más considerados y moderados que los republicanos en sus acciones exteriores queda confirmado con Biden. En política exterior demócratas y republicanos son lo mismo.

El empleo del terrorismo financiero contra Rusia, impulsado por un odio visceral profesado por los neoconservadores hacia Vladimir Putin ha sido un error claramente contraproducente para Washington y toda la infraestructura de los EEUU que se revelaría en una recesión.

Pero quienes realmente están sufriendo por estos juegos y sus consecuencias son los simples ciudadanos norteamericanos de a pie que ven como día con día se degrada la economía, se cierran las fuentes laborales y de producción lo que conlleva a la afectación de su calidad de vida y las expectativas de progreso producto de una inflación que (en beneficio de la recaudación gubernamental) ha sido potenciada por las locas medidas extorsivas de su gobierno.

Pero los más afectados por esto son sin dudas los europeos quienes regidos por un sistema político altamente dependiente de las decisiones en Washington, hoy por hoy y por plegarse a la guerra económico-financiera de Biden (entre otras consecuencias) se están preparando para un invierno sin provisión de gas. Este racionamiento no solo traerá incomodidad para los ciudadanos sino restricciones en el sistema productivo. La crisis ha dejado más que expuesta la subordinada actuación de la UE y su pésima administración en cuanto a las decisiones que afectan a los ciudadanos del bloque. A pesar de que los gobiernos de Scholz y Macron se han dado cuenta que esto se vuelve insostenible, siguen drenando millonarios recursos financieros y militares para sostener la guerra en Ucrania, aunque cierto es decirlo, actualmente están disminuyendo ¿Por qué no destinar estos recursos al mejoramiento del sistema productivo y de los ciudadanos europeos?

Otros que están resintiendo estas consecuencias son los británicos quienes ya se han dado cuenta que el Brexit solo era un sueño vaporoso (con ambiciones neocolonialistas) conducido por un delirante como Boris Johnson. Igualmente, su gobierno mantiene su lealtad a las decisiones de Washington y sigue actuando en consecuencia.

Así es como están hoy las cosas. Mientras los anglosajones han torpedeado a sus propias economías creyendo que podían dañar a Rusia como lo habían hecho con Iraq, Libia, Yemen, Afganistán y Siria, los chinos y los rusos conscientes de aquellas experiencias pasadas marchan -desde mucho antes de la guerra- de forma paciente y constructiva para el desarrollo (entre otros objetivos) de una canasta de monedas como reserva y para transaccionar en sus mercados dejando la dependencia del dólar como moneda obligada de cambio.

Tanto el presidente ruso Vladimir Putin como su par chino Xi Jinping tienen el capital político suficiente para establecer estas metas, porque siempre ha sido una regla clara que no son los mercados (concepción liberal) que mágicamente regulan las economías de los pueblos (teoría del derrame), es la voluntad política de un gobierno coherente la que conduce a la economía para que ordenadamente vuelque sus beneficios en los pueblos

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