domingo, 25 de marzo de 2018

EN LA MIRA



“EL CUENTO DE PATCHER”

A tres años de la muerte de Nisman ¿Cómo puede llamarse la versión del agente israelí que se fugo alegremente del país?




Por Charles H. Slim
A tres años de haberse  producido la sospechosa muerte del fiscal especial Natalio Alberto Nisman, todo tipo de versiones se han dejado entrever sin que ninguna, haya sido lo suficientemente convincente como para cerrar las especulaciones mediáticas sobre las reales causas de ello. Haciendo un poco de retrospectiva no hay que olvidar cuales fueron las circunstancias puntuales que rodearon el hallazgo sin vida del funcionario federal argentino y mucho menos, cuáles fueron las primeras suspicacias en torno a la motivación que llevo a que fuera víctima de una bala en su cabeza.
En aquel momento cuando se filtro la noticia, los medios locales y los periodistas que juegan a ser imparciales y buscadores de la verdad, se ajustaban a lo que señalaban las primeras pesquisas policiales dirigidas por la fiscal Dra. Fein. Aunque para algunos la muerte resultaba ciertamente muy sospechosa, no se atrevían a conjeturar que aquello había sido una ejecución por encargo, pero la pregunta era ¿Encargo de quién? Adelanto que, la pregunta sigue siendo muy molesta y dificultosa de responder para ciertos sectores del poder y curiosamente, de la “grey” del fiscal.

En este enredo aparece la figura de un joven y oscuro periodista llamado Damián Patcher que trabajando para el periódico “Buenos Aires Herald” (entre muchos otros) twitearía unos minutos después de la hora en que fue ejecutado Nisman, que algo había pasado en la casa del Nisman. Más precisamente ese Twit decía “Me acaban de informar sobre un incidente en la casa del fiscal Alberto Nisman”. Aparentemente éste periodista tenía muy buenas fuentes, muy buenas para ser un simple freelance a sueldo. Incluso dos días antes de “huir”, fue protagonista de una entrevista en un programa capitalino donde Patcher se vio seriamente expuesto por algunas preguntas de los panelistas que, hay que decirlo, pusieron en un apriete al camaleónico conductor.

Allí pudo verse que Damián Patcher era algo más que un afortunado mensajero de primicias. En aquel programa aseguró que se había tratado de un asesinato y que seguramente estaba el gobierno de Cristina Fernández detrás del asunto. También y como era de esperar, relaciono indirectamente el memorándum con Irán como el supuesto motivo del asesinato. Un tiempo después muy distendido y acompañado de “camaradas” se dirigió al Aeropuerto de Ezéiza y abandono el país rumbo a Israel porque según él, “lo estaba siguiendo” lo cual sugería que su vida corría peligro y acusaba a los servicios argentinos de esas tareas.

Esta última aseveración resulta ciertamente inverosímil no solo por la situación institucional de la entonces SIDE controlada por un pivote de la CIA como Jaime Stiusso sino más bien, por la condición real de Patcher, un agente de una de las agencias que junto a la CIA, en realidad desde hace décadas, controlan virtualmente el espectro de la “inteligencia” en el país. Tal como lo han señalado otras fuentes, las amenazas a su integridad personal que denunció Patcher son tan inmateriales como cualquier película de suspenso. 

Pero aquel muchacho que despertó mucha curiosidad ante semejante comentario y que jamás fue convocado por las autoridades que investigaban el hecho, no era un simple corresponsal con doble nacionalidad. Según salió a la luz inmediatamente a su huida, se supo que había revestido en las temibles FDI israelíes y más precisamente en el “Tshal” perteneciente al área de inteligencia militar. Como era de suponer, jamás dejó la estructura de la comunidad de inteligencia israelí y actualmente revestiría como un agente del Mossad[1] usando la cubierta de periodista como forma de ingresar a los países.

Con estos antecedentes se hace muy improbable que el “periodista” se haya visto espantado por un par de llamadas o la visión de un hombre que –supuestamente y según él- lo seguía con una campera gruesa cuando hacía mucho calor (detalle que advirtió para señalarlo como sospechoso).

Pero según él, a “Nisman lo mataron” y nunca –y menos aún le preguntaron los sagaces periodistas argentinos-  quién le había dicho o explico cómo lo supo. Como aquel comentario fue imposible de eludir de las preguntas que muchos se siguen haciendo sobre qué era lo que estaba haciendo Patcher realmente en torno a la vida de Nisman y más precisamente en el lugar de los hechos, ante la ineludible y harto sospechosa situación del “periodista”, el fiscal Taiana viajo a Tel Aviv para tomarle declaración testimonial en la cual aseveró públicamente que en la muerte del Nisman había estado involucrado el gobierno anterior; igualmente se abstuvo de revelar su fuente haciendo valer la reserva constitucional. Nada nuevo bajo el sol, de los que tratan de ligar esto a una cuestión geopolítica para intereses ajenos al país. Pero ¿Qué quiere decir ligarlo a una cuestión geopolítica? Han pasado dos décadas y media de los atentados en Buenos Aires y siempre (amplificado por los medios locales) se estuvo señalando como autores a supuestos “radicales islámicos” identificados en primera instancia a grupos noenazis locales, de los palestinos, luego a los sirios y desde comienzos del 2000 cuando éstos no era útiles, a los iraníes.

Pero ¿Qué fue lo que paso para que se fueran cambiando en forma tan arbitraria los supuestos culpables de esos ataques? Sin más rodeos, la explicación hay que buscarla en el complejo mundo de los intereses geopolíticos irradiados desde las embajadas de Israel y EEUU en Buenos Aires. La motivación central surge de la constante pugna entre Teherán y Tel Aviv no solo por cuestiones ideológicas sino más bien, por los temores de Israel de verse desbancado como potencia nuclear regional. En ese sentido los desarrollos iraníes de su programa nuclear ha sido blanco de ataques tanto diplomáticos como terroristas originados desde Tel Aviv sin que haya habido por parte de Naciones Unidas, la debida reciprocidad en el trato por indagar cuales son las capacidades nucleares almacenadas en los silos nucleares de Dimona y sus instalaciones submarinas frente a la costa de Haifa.

Con estos cambios arbitrarios en las hipótesis para culpar por esos ataques, dejan en evidencia que ninguno de ellos tuvo nada que ver y sin dudas que los más interesados en encubrir son quienes tratan de desviar las investigaciones con estos infundios.

El momento en que se produjo el asesinato de Nisman, era muy particular. Unos meses antes de que ello sucediera, Washington y Teherán en julio de 2014 llegaron a un acuerdo casualmente mediante un “memorándum de entendimiento” sobre la cuestión nuclear que desbarranco con los planes de Tel Aviv por buscar los argumentos para lanzar un ataque contra Irán. Netanyahu enfureció de tal modo, que hizo una visita al Congreso estadounidense donde entre otros argumentos para buscar el apoyo para un ataque contra Irán afirmó que “Irán había atacado en Buenos Aires”, entre otras acusaciones. Pese a éste desagradable contratiempo puesto a rodar por Barak Obama, el gabinete de Benjamín Netanyahu no se cruzo de brazos para seguir en la búsqueda de incidentes que justifiquen su intervención.

Volviendo a la situación de éste agente israelí en el lugar y enterándose de lo sucedido casi inmediatamente del hecho, con esto a la vista surge muy sospechosa su historia. Nadie a estas alturas puede negar la operatividad de ambos actores (la CIA y el Mossad) dentro de la política interna del país y en especial en lo sucedido en sendos atentados. Tal como lo señala desde hace una década el periodista Juan Salinas[2], Nisman se metió en callejón sin salida al pasar a ser el rostro de un acuerdo oscuro tramado en los 90`s entre Argentina, Israel y EEUU orientado a que nunca se supiera quiénes fueron realmente los perpetradores de dichos atentados. El memorándum firmado entre Buenos Aires y Teherán fue un golpe demoledor para ese acuerdo y para Nisman, quien ya venía siendo cuestionado por el escándalo del insustancial pedido de extradición del ex embajador iraní en Buenos Aires Hadi Soleimanpour, quien además de ser liberado por Londres, se condeno a la Argentina a pagar las costas por el infundado pedido[3].

A la par de esto, tanto los gobiernos como la misma justicia argentina se han visto muy renuentes a buscar pistas e indagar en torno a las actividades de las agencias de inteligencia israelíes en el país y mucho menos, los nexos que vinculaban al fiscal Alberto Nisman con aquellos como también, con organismos como la DAIA y organizaciones militantes sionistas (incluidos a los fondos buitres) muy ligadas a las actividades del Mossad en la región.

La libertad con la que pudo salir Patcher del país, no se condice con su presunto temor a los servicios argentinos, simplemente por su inexistencia. Hoy desde la lejanía con una cansina respuesta, pretende redireccionar las sospechas de una conjura compuesta por un “eje del mal” compuesto por el Kirchnerismo, Teherán y Caracas. Una respuesta coherente ante una actuación tan sospechosa e increíble  sería PATCHER, NO WAY!



[1] ARGENTINA TODAY.ORG. “Damián Patcher, el periodista del Mossad vuelve a acusar a Cristina  de la muerte de Nisman”. Publicado el 13 de agosto de 2016. http://argentinatoday.org/2016/08/13/damian-patcher-el-periodista-del-mossad-vuelve-a-acusar-a-cristina-de-la-muerte-de-nisman/ 
[2] PAJAROROJO. “AMIA-NISMAN. La espantada del vocero Patcher, el papel de Levinas y la zarpa peluda de la CIA y el Mossad”. Por Juan Salinas. Publicado el 26 de enero de 2015. http://pajarorojo.com.ar/?p=12693
[3] L NACION. “Gran Bretaña al x embajador iraní”. Publicado el 13 de septiembre de 2003. https://www.lanacion.com.ar/527191-gran-bretana-libero-al-ex-embajador-irani

jueves, 22 de marzo de 2018

VETERANOS  DE AYER




“OTRO DOBLEZ DE LA TORMENTA DEL DESIERTO”

No terminan de emerger detalles de las implicancias de la Guerra del Golfo Pérsico de 1991




Por Dany Smith y Javier B. Dal
Si hay una historia que curiosamente el cine estadounidense se abstenido de contar con amplitud y sensacionalismo ha sido la primera guerra del Golfo Pérsico de 1991, y es que quien se encargue de escribir un guión aceptable para que EEUU caiga parado ante un público mundial muy descreído, habría que llamar a un especialista de los relatos y efectos especiales en las películas de ciencia ficción como Steven Spielberg, George Lucas o al inolvidable Paul Verhoeven.

Pese a la importancia que revistió en la historia contemporánea y las consecuencias que ella tuvo para una importante parte de la humanidad, los historiadores y cronistas de la época son bastantes reticentes en dar parte de la versión del otro lado de la trinchera y revelar ante los ánimos de las nuevas generaciones, lo que ha sido la campaña de la política exterior estadounidense y sus luctuosas consecuencias que vista a la distancia, no puede explicarse sin un fuerte contenido de abstracciones y muchas mentiras.

Como dijimos, muchas cosas nunca trascendieron y otras solo en parte. Fue una guerra muy bien vendida al público, la primera de marketing televisivo con comerciales y sponsors que combinaron los relatos de suspenso de los periodistas norteamericanos e imágenes estáticas, casi siempre, de algún avión en preparativos para salir desde portaaviones como el “USS Midway” o donde hubieran reporteros de las cadenas de TV (Como CNN en el Hotel Al Rasheed en Bagdad). Fue la primera guerra en vivo, con 24 horas al día de cobertura en la que no se mostro nada. Todo era un gran escenario con un gran decorado y detrás de él, lo que sucedía era mucho muy diferente.

Lo mismo el origen de este conflicto. La versión de la Casa Blanca sobre su sorpresa por el acto llevado a cabo por el malvado “dictador iraquí, solo fue una actuación del histrionismo de George H. Bush, experto en los engaños y juegos sucios tras décadas como jefe de la CIA. Muy seguro de que repetiría el paseo de Panamá un año antes, “Georgie” solo culmino la fase preparatoria de una crisis en la que Washington tuvo mucho que ver. En las penumbras de los salones donde se discutieron como se procedería contra Iraq, nada salió de una deliberación del momento o planes que allí se elaboraron, todo estaba meridianamente previsto, tal como lo han señalado algunos autores como George Friedman quién entre otras cosas señala en su libro “America`s Secret War”, solo vieron que era el momento oportuno para terminar con ese socio tan útil contra Irán.

Pero el desafío para actuar contra Iraq era complicado. Aunque los gobiernos de los países –salvo Irán- que rodeaban al país árabe podían colaborar amistosamente (o más bien interesadamente) con Washington, una campaña militar como la proyectada por la administración Bush no solo requería de mucha ayuda material sino lo más importante, una costosa financiación.  EEUU no iba a correr solo con los gastos y fue por ello que recordó que estaba Naciones Unidas, un organismo al que pocas veces obedeció pero esta vez sería útil para reclutar incautos.  Y aunque no logró poner las operaciones –que en realidad el Pentágono no quería- bajo un mandato de la ONU, fue suficiente para que se movilizara una cuantiosa fuerza que le sirvió para presionar y preparar lo que sería la fase bélica contra Iraq. Igualmente no todos los países que se alinearían detrás de Washington  pondrían dinero para las operaciones, sino algo mucho más valioso e impagable como era la vida y los recursos de cada uno de ellos.

El principal aportante financiero después de Kuwait sería Arabia Saudita, quien horrorizada por la posibilidad de que Saddam Hussein les cayera encima, no dudaron en aceptar todo lo que Washington puso ante sus ojos, entre algunas cuestiones, las supuestas fotos satelitales que la inteligencia estadounidense que supuestamente  mostraban una concentración en la frontera noreste de aproximadamente unos 140.000 soldados iraquíes y 1200 tanques, fueron inventos los cuales jamás existieron pero sirvieron para convencer al el rey Fahd Bin Abdulaziz de que EEUU debía protegerlos del “malvado Saddam”.

En si la campaña se pagaba sola, como comento algún funcionario del Departamento de Estado de aquel entonces. Uno de los principales gastos para movilizar todo un ejército ya estaba cubierto e incluso, estaba disponible en toda la región y nos referimos al combustible. Pero eso solo para los vehículos ¿Y qué había de toda la carga y el aprovisionamiento que debía movilizarse al frente? ¿Cuál sería la ruta de aprovisionamiento para que los planes del Pentágono pudieran ser viables? Estas cuestiones rompieron las cabezas de los estrategas militares hasta que hallaron la respuesta con el General William Gus Pagonis, un experto en logística quien además de brindar ésta solución a bajos costos, le dio el protagonismo central a la marina para encargarse de proveer la ruta de aprovisionamiento rápida, eficiente y continua en el Teatro de operaciones naval (NAVCENT). El problema no era surtirse de pertrechos, armas, municiones y suministros médicos (que estaban en bases como Diego García en el Índico), sino llevarlos intactos al frente.

Fue en ese sentido que Pagonis le ahorro al Pentágono y al Tesoro de los Estados Unidos varios cientos de millones de dólares ya que, empleando a las Armadas extranjeras que se unieron a la Coalición realizaron el trabajo que a su propia Armada pudo haberla saturado desviándola de sus funciones principales. Incluso si Saddam hubiera tomado la iniciativa atacando apenas fueron llegando las naves al golfo a comienzos del mes de septiembre de 1990, la guerra pudo haber tenido otro matiz y seguramente el mayor número de las bajas las hubieran puesto los aliados de los EEUU.

El papel de la Armada para integrar el desarrollo de los planes de batalla que se desarrollarían primordialmente en tierra, sería esencial no solo por el papel central de mantener en pie la línea logística ininterrumpida sino además, por el hecho de que el espacio aéreo sobre las aguas del golfo debían estar bien vigilados por los sofisticados sistemas AEGIS de las corbetas y fragatas más equipadas de la Armada aliada quienes a su vez, tenían que tener respaldo de fuego por otros grupos de tareas pertenecientes a otras Armadas que se avocaban a las tareas de vigilancia e interdicción.

Además la marina debía asegurar la seguridad de las aguas y los puertos del Golfo central a los fines de que todas esas cargas fluyeran ininterrumpidamente para circular rápida y libremente a los frentes terrestres que se estaban formando en el noreste de Arabia Saudita. Según los informes que contaba el Comando central (CENTCOM) al comienzo de la crisis los iraquíes tenían una capacidad de daño suficiente para haber obstaculizado el desarrollo de esta campaña. Es más, la historia naval estadounidense comenta en su sitio www.history.navy.mil  que la aviación iraquí que fue desplegada en Kuwait estaba a pocos minutos de los principales puertos sauditas y pudo haber tenido, entre otros objetivos, la iniciativa para bloquear el acceso del estrecho de Ormuz.

Algunos incluso especulan que si la aviación iraquí hubiera implementado las tácticas de los argentinos en la Bahía de San Carlos contra las británicos en 1982, las dificultades hubieran sido imprevistas y las bajas intolerables.  


Es por ello que, de no haberse desplegado todo el operativo naval en aquella zona, en la boca de entra del estrecho y que ayudo a los esfuerzos políticos para presionar a Bagdad, las posibilidades de una falla de seguridad para proteger a la ruta de convoyes, hubiera sido aprovechada por los iraquíes y quién sabe, por los iraníes quienes no simpatizaban con la molesta visita de los norteamericanos y británicos principalmente.

martes, 20 de marzo de 2018

EN DEBATE



“NUEVAS IDEAS ¿DE VIEJOS ALIADOS?

Cómo los cerebros y los intelectuales neocon tratan de remozar la historia de los últimos 20 años hasta estos días



Por Charles H. Slim

Muchos de los sucesos más trascendentes de la geopolítica internacional y a la que se avoca a regiones altamente calientes como es el Medio Oriente, pasan de largo en los medios de comunicación latinoamericanos y ni hablemos de los argentinos quienes parecen tan subordinados como sus gobiernos. Acostumbrados a solo levantar lo que las editoriales de los popes anglófilos como The Washington post y el neoyorquino The New York Times no reparan en que existe otra visión alternativa de lo que ocurre en el globo.

En lo que aquí nos referimos es a una cuestión que además de controvertida, es ciertamente hilarante; y no debería serlo ya  que involucra a una de las tragedias contemporáneas que no parece tener fin. Hablamos del mal llamado “terrorismo yihadista”, una marca grabada a fuego por los medios corporativos anglosajones que ha servido muy convenientemente en los últimos dieciocho años a los planes políticos de los gobiernos pasatistas en Washington y Londres y los cuales han cobrado la vida de miles de personas. Aún no cierran las cicatrices del controvertido de aquel 11 de septiembre de 2001 y los medios tratan de presentar el tema del terrorismo y los supuestos autores de dichos actos, con una renovada versión de los hechos que trata de apartar definitivamente a parte de los responsables de aquellos fatídicos ataques.

Por aquel momento, cuando George Bush manejaba la Casa Blanca y su círculo neoconservador obtuvieron el apoyo popular para lanzar las intervenciones sobre Afganistán e Iraq, nadie pensó o más bien, nadie tenía idea cuáles eran los muertos en el ropero de la Casa Blanca ni quiénes habían participado para apilarlos para que nadie los descubra. Sus socios confiables del mundo islámico como Arabia Saudita tuvieron mucho que ver en aquella jornada pero el Establishment de Washington y los medios hicieron cuanto estuvo a su alcance para tapar toda esa porquería. Solo como muestra de algunas conexiones entre EEUU y la Casa real Saud era la inmejorable relación comercial-militar  para la venta de armamento y la estrecha colaboración en el oscuro mundo de la inteligencia con programas secretos de financiación y entrenamiento de grupos Yihadistas para insertar en países islámicos hostiles a los intereses de Washington.

Cuando uno lee en algunas editoriales neoconservadoras, el origen de estas relaciones y como evolucionaron desde el 2001 hasta el presente, pareciera que estuvieran relatando otra película. Por supuesto que ello es deliberadamente engañoso. Esto a cuento de la visita que hace apenas unas horas realizo el polémico príncipe heredero de la Casa real Saud Mohammad Bin Salman quién hace unos cuantos meses atrás, se deshizo “democráticamente” de todos los funcionarios del reino de Arabia Saudita –entre ellos a muchos parientes-  que no le servían para sus propósitos. En algún punto habíamos comentado la ridícula comparación que varios medios occidentales hacían de éste joven político de tan solo 34 años de edad, alegando que podría llega a ser el “Saddam” de Arabia Saudita, una sandez absoluta que no tiene puntos de comparación (Pensamiento Estratégico y Político. “Salman Like Saddam”. https://pensamientoestraegico.blogspot.com.ar/2017/11/en-la-mira-salman-like-saddam-la-cadena.html )

Desde el punto de vista de estos sectores neocon –apoyados desde bambalinas por los lobbies sionistas- y de la administración Trump, Salman es un “aliado de la democracia” en la región lo que no dejó de causar olas de carcajadas detrás de las puertas del Salón Oval y en el Pentágono. No solo por considerar así a este joven y ambicioso monarca sino más bien por toda la larga historia que hay detrás de su linaje y de las políticas que llevó adelante la dinastía Saud, especialmente en los últimos diecisiete años hasta el presente que lejos están de respetar alguna libertad, entre ellas, la de conciencia. Y fue allí donde Washington y sus administraciones participaron en dar apoyo y permiso para que la ideología Wahabi, que es una interpretación cerrada y perniciosa del Islam por parte de la tribu que controla Arabia Saudita, se exportara bajo las excusas de, primero combatir en épocas de la guerra fría al ateísmo comunista en Afganistán y luego apoyándose en Iraq a la influencia apostata de los chiitas iraníes.

Que Salman haya demostrado ser más astuto y decidido que sus veteranos parientes no deja de lado el hecho de que seguirá siendo Washington por intermedio de la CIA, la DIA y todas las agencias metidas en la península, quién intentará manejar (por la irrefrenable influencia rusa)  la política regional.

Precisamente son esos mismos grupos armados que bajo la influencia Wahabi, fueron insertados en Iraq tras la invasión de 2003 para que con la marca “Al Qaeda”, causaran distorsión en la lucha de la resistencia nacionalista iraquí. Son los mismos que –y con la participación de Qatar y otros- fueron insertados en Libia en 2011 y más tarde en Siria para que aparentaran ser “revolucionarios” que por sus excesos, se salieron de control y terminaron en muchas oportunidades, revelando sus verdaderos planes y en otros, a sus verdaderos instigadores.  En ese sentido, surge tragicómico que EEUU se haya presentado como el “luchador contra el terrorismo” cuando fue uno de sus impulsores junto con Riad y trate de meter la cabeza bajo la tierra para no ver todo el daño que ha causado por esas políticas de jugar sucio.

Otra realidad que demuestra que todas esas palabras son solo humo, es la actual situación en Gouta Oriental, Siria, donde esos grupos “Yihadistas” financiados por Riad y asistidos en el terreno por las fuerzas especiales estadounidenses, hacen de la vida los ciudadanos sirios, una miseria interminable ¿Qué nuevas ideas puede aportar un socio tan destructivo?  La respuesta queda a discreción del lector.

Durante todos estos años, los funcionarios norteamericanos estaban muy bien enterados de todos los programas y vías de agitación Wahabi en el mundo islámico. Riad financió desde el reclutamiento de mercenarios, armado y mantenimiento de millares de combatientes que escudados bajo la excusa de defender al Islam, sirvieron a los propósitos de Washington en la región.  Y es que las armas, los asesores y el equipamiento provenían de EEUU. Ni hablar de los textos escolares y religiosos deliberadamente adulterados con todo tipo de infamias y falsedades, que durante décadas y con el apoyo de la CIA, se entregaban en escuelas  y mezquitas patrocinadas por Arabia Saudita; entonces ¿De qué demonios hablan los funcionarios norteamericanos cuando hablan de nuevas ideas?

Como quiera que sea, la reunión que sostendrán Trump y Salman en los próximos días, nadie espere nada nuevo ya que la agenda de conquista angloestadounidense no tolera cambios.   

domingo, 18 de marzo de 2018

EN LA MIRA




“POLITICA DE LA MENTIRA”

Cada hora que pasa parece demostrar que algo está muy mal con el relato de Londres sobre el asunto Skripal y la OTAN ha reaccionado en consecuencia




Por Charles H. Slim
Pareciera una redundancia tener que referirnos a una práctica que se ha venido repitiendo con notable continuidad en los últimos 25 años hasta esta parte pero, las actuales circunstancias y luego de varios hitos dentro de la historia política internacional contemporánea hace necesario que contextualicemos con precisión el actual entuerto entre Gran Bretaña y Rusia por el caso Skripal. El uso de la llamada “Operación de Falsa Bandera” o simplemente juego sucio, se ha convertido en la fórmula recurrente de las administraciones anglosajonas para desviar las miradas de sus crisis internas o –en los casos más utilizados- fundar sus pretendidas intervenciones en otras regiones.

En lo que hace a la política domestica británica, éste escándalo pareciera estar muy bien guionado y destinado a cubrir las falencias de un gobierno impopular  y deficiente. Para muchos, Teresa May está tratando de explotar su “Falklands moment”[1] para (como lo aprovecho Margaret Thatcher en 1982) tratar de resurgir de las cenizas de un fracaso político irremisible. Pero más que cenizas, se trata de emerger de una montaña de estiércol generado por los componentes recalcitrantes de un Brexit que no va a ninguna parte.

Pero también no olvidemos que es un año electoral en Rusia y surge muy suspicaz como el gobierno británico ha tratado de personalizar el asunto sobre la figura de Vladimir Putin.

Tal como lo expuso el politólogo alemán Willy Wimmer en un artículo para el medio ruso Sputnik, “las mentiras son parte del repertorio de la política exterior del Reino Unido”[2], una conclusión que muchos comparten pero que muy pocos se habían animado a formular públicamente. En una muy sucinta pero interesante charla, Wimmer puso en evidencia los posibles móviles del ataque y las vías por las cuales, los mismos británicos pudieron haber sido los que orquestaron esta contaminación en Salisbury.  Aquel nos recuerda que en momentos que se vino abajo la URSS muchas de las instalaciones militares y de alta seguridad de aquel momento quedaron expuestas a la curiosidad de los ojos estadounidenses y de sus colegas de la OTAN. No olvidemos que era en aquellos momentos, una preocupación central en los estamentos políticos que querían reconstruir a Rusia eran  los continuos actos de corrupción que llevaron a que funcionarios de un estado colapsado, vendieran desde sus uniformes como souvenirs hasta Uranio en el mercado negro, robado de plantas nucleares.

Un episodio puntual que señala Wimmer, es aquel publicado en 1999 en un artículo del diario The New York Times en el cual se comentaba como los EEUU tuvieron acceso a nada menos que a la planta química más grande del mundo y que estuvo al servicio del estado soviético, ubicada en la ciudad uzbeca de “Nukus”.

La información no era para nada irrelevante ya que en dichas instalaciones se elaboraban en la época soviética, entre otros agentes químicos de uso militar, el famoso gas neurotóxico “Novichok”, el mismo que según Londres fue utilizado contra el ex agente Skripal y su hija en Salisbury. Obviamente –y como lo señala Wimmer- Teresa May no dijo absolutamente nada de esta posible fuente de acceso a semejante veneno de diseño y mucho menos, se atrevió a mirar para atrás para poder pesquisar otras alternativas que explicarían quienes podrían haberlo utilizado. La causa de ello es evidente ¿Cómo va a poner en evidencia a los norteamericanos en todo esto?
Incluso hay muchas sospechas de que dicho agente neurotóxico no haya sido usado realmente ya que, de varias fotografías que se obtuvieron en los momentos en que equipos de guerra química británicos, se hallan rodeados por policías y bomberos sin la menor protección. Sin dudas que este tipo de inconsecuencias son un punto inexplicable por “Downing Street 10” pero, es cierto también que estos detalles no son suficientes para negar del todo el ataque.

Pero regresando a aquellos años del derrumbe de la ex Unión Soviética, el señalamiento de que agentes estadounidenses pudieron penetrar en las instalaciones de Uzbekistán no puede dejarse de lado. Desde el punto de vista de la lógica, cualquier persona de a pie puede preguntarse ¿Para qué EEUU fue hasta allí y penetro en la fabrica más importante de armas químicas soviética; ¿solo por curiosidad? No, usted no se cree esta respuesta y mucho menos lo hicieron los anteriores jefes del Estado Mayor ruso y mucho menos aún los altos oficiales del nuevo FSB que reemplazo al KGB, entre ellos, Vladimir Putin.

Pero, más allá de esto, en las últimas horas se ha conocido que la supuesta exclusividad del agente neurotóxico “Novichok” no lo sería tanto.  Este era un punto que los medios occidentales trataron de hacer incapie para no dejar dudas de que solo los rusos y solo ellos podrían haber usado este agente químico. Así lo habrían advertido en la base militar de “Porton Down”  en Gran Bretaña donde se analizan las potenciales amenazas ante una guerra NBQ que tienen actualmente la tarea de determinar cuál es el agente tóxico utilizado.

Hasta el momento los expertos de “Porton Down” no pueden asegurar que haya sido de origen ruso ya que, es posible reproducirlo a base de ciertos pesticidas. Siguiendo a expertos en acciones similares en el pasado y en particular con las falsas acusaciones de la tenencia de armas químicas contra Iraq en 2002, las conclusiones no pueden ser otras que negativas. Claramente estamos ante una nueva elucubración mentirosa de Londres[3].

Ello, debido a que, además de que como vimos arriba, EEUU hace más de veinte años había accedido a los depósitos de armas neurotóxicas de la URSS, las inspecciones de la OPAC no habían detectado en los últimos años de inspección ninguna existencia del agente “Novichok” en los almacenes rusos.  
Por el contrario, son países como EEUU e Israel quienes mantienen en absoluta reserva y lejos de las inspecciones internacionales, sus instalaciones donde claramente tienen la capacidad tecnológica para reproducir el “Novichok” y almacenarlo en sus depósitos militares.  

Por lo pronto la OTAN ha dado un apoyo parcial a lo denunciado  por Theresa May dejando en claro que atenderá a lo que surjan de las investigaciones del caso y que (como lo señalo el mismo Secretario General Jons Stoltenberg ) “No queremos otra guerra fría”[4], entre otras consideraciones dejadas de lado por los medios occidentales.

Si Londres pretende seguir con su juego, es posible que arrastre a estos socios a una situación incomoda y nada deseable en un momento tan convulsionado.




[1] INDEPENDENT.UK. “El envenenamiento de Sergei Skripal es el momento de Theresa May en la Malvinas, pero ella no se levantara de las cenizas como Thatcher lo hizo”. Por Mathew Norman http://www.independent.co.uk/voices/sergei-skripal-theresa-may-thatcher-russia-kremlin-fauklands-a8253981.html
[2] SPUTNIK. “las mentiras son parte del repertorio de la política exterior del Reino Unido”. Publicado el 17 de marzo de 2018. https://mundo.sputniknews.com/europa/201803171077095848-theresa-may-skripal-rusia-mentiras/   
[3] GLOBALRESEARCH. “Of a type developed by liars: The evolving Novichok nerve agent Saga”. By Craig Murray. March, 16, 2018. https://www.globalresearch.ca/of-a-type-developed-by-liars-the-evolving-novichok-nerve-agent-saga/5632406
[4] HISPANTV. “La OTAN dice no quererotra Guerra fría con Rusia”. Publicado el 16 de marzo de 2018. https://www.hispantv.com/noticias/europa/371470/otan-guerra-fria-rusia-exespia-stoltenberg

viernes, 16 de marzo de 2018


EN DEBATE



“RUSIA, GRAN BRETAÑA Y EL ATLÁNTICO SUR”

El incidente de Skripa en Gran Bretaña le ha dado a Londres las excusas para reabrir un frente conflictivo con Moscú con claras non sanctas intensiones




Por Javier B. Dal y Pepe Beru
A cuatro mese del incidente que causó la desaparición del submarino argentino “ARA San Juan” y sus 44 tripulantes, aún no hay noticias ni versiones oficiales ciertas que expliquen lo que pudo haber ocurrido, aunque es “vox populi” en el continente que los británicos y chilenos tuvieron algo que ver en el asunto.  El paso del tiempo sin que el gobierno argentino haya hecho nada inteligente para tratar de dar con la ubicación del submarino ha desatado todo tipo de reacciones entre los familiares como entre los sectores interesados en que esto se esclarezca.

El gobierno argentino está claramente condicionado a maniobrar con libertad y ello ha quedado en evidencia con la escandalosa situación del submarino malogrado. Ya ha dejado de ser un secreto que es Londres quien controla de hecho y tras bambalinas desde 1990, las actividades militares de la república Argentina –entre otras-, conforme así quedo revelado de lo que surge de los infames Tratados de Madrid firmados en 1990 por la cancillería del gobierno de Carlos Saúl Menem.

La paulatina desintegración de las Fuerzas Armadas no es una cuestión surgida por la presión de los grupos politizados de los Derechos Humanos o la influencia que estos han tenido sobre una opinión pública de continuada pendularidad. No nada de eso. Se trata más bien de una muy bien y aceitada cadena de obligaciones que sujetaron y siguen sujetando al país a una situación claudicante y silenciosa, que es apoyada desde dentro por los sectores influyentes de la economía y las finanzas. Como suele decir un viejo amigo, “sabes, no hay misterios, solo existe el encubrimiento”.

En el caso de los argentinos, ello se hace patente. Y en lo que hace al submarino “desaparecido”, aquel dicho nunca pudo haber encajado mejor. El gobierno ya había comenzado con sus tapaderas mucho antes de comenzar a investigar el hecho. Que nadie se engañe con aquel primer movimiento de la 4º flota estadounidense ni mucho menos con los efectivos británicos que llegaron presurosos desde la base en “Mount Pleasant” en Malvinas; solo fue una charada, una actuación ante los ojos de la opinión pública para desviar la atención, nada más. Hicieron la pantomima que debían hacer y se retiraron, pero antes se aseguraron de que sus indicaciones de búsqueda se mantuvieran inalterables.

Al día de hoy el único grupo de búsqueda extranjero es el ruso con el buque “Yantar” y su tripulación altamente capacitada para estos menesteres, que además de haber expuesto su desacuerdo con el área de búsqueda, ha sido objeto de acciones de entorpecimiento de sus tareas por parte del mismo gobierno que dice que está haciendo algo para encontrar al aparato perdido. No se necesita una maestría en política internacional ni mucho menos para advertir que Buenos Aires cumple con las directivas del Foreign Office británico, algo que a nadie ya debe escandalizar. Es por ello, que para estos funcionarios el submarino o cualquier pista de él no deben aparecer y mucho menos, debe ser hallado por mérito de los rusos.

Pero a quienes si molesta y mucho la presencia del equipo de búsqueda ruso es a los británicos, quienes habían lanzado todo tipo de acusaciones contra el buque “Yantar” alegando que en realidad es un buque espía que podía llegar a poner en peligro los tendidos de cables submarinos, preocupación que no concita cuando los buques de arrastre chinos y de otras nacionalidades barrenan la plataforma submarina. Claramente son excusas y nada más. Hay una seria preocupación en Londres por el posible éxito de los rusos en la búsqueda y encuentren al submarino, desatando un predicamento para el gobierno de Teresa May.

En las actuales circunstancias por el caso Skripal, una posibilidad como la planteada sería muy mala, pero muy mala prensa para Londres que ha acusado muy livianamente y sin pruebas a Moscú y al mismo presidente ruso Vladimir Putin de haber mandado a envenenar a un doble agente ruso que radicaba en Gran Bretaña. Y es algo cínicamente paradójico ver como el gobierno británico, sin pruebas o al menos  haberlas presentado ante un organismo imparcial como la Agencia para la Prohibición del uso de Armas Químicas, ya ha decidido que tiene a un culpable por este atentado, que dicho sea de paso, no ha sido perpetrado contra un ciudadano británico.

Hay muchas curiosidades en el caso. Los alegatos de que Skripal y su hija estarían contaminados con la cepa del agente nervioso “Novichok (A-230)”, que solo puede fabricarse en los laboratorios de la Federación rusa, no fue probada por Londres. Solo hay alegatos furibundos y sobreactuados por parte del gobierno que –como de costumbre- son amplificados por los medios occidentales. Es más, cuando el mismo Putin les invito a que demuestren si ello es cierto, la ira de Downing Street 10 y sus más destacados personeros no tardaron en responder con amenazas e improperios. Ahora bien, si hay tanta seguridad en lo acusado ¿Por qué no poner las pruebas del caso para demostrar la veracidad de sus argumentos? Las ambigüedades del gobierno británico hacen nacer serias sospechas de que se trate de una operación realizada por sus propios servicios  (MI-5 o el MI-6) inoculando una variante similar a ese agente químico, algo que con los tétricos antecedentes de la historia contemporánea (especialmente sobre Iraq), no resulta una novedad.

Además, se sabe que en Londres desde hace décadas se refugian varios científicos rusos con conocimientos en el desarrollo de este agente nervioso que desertaron en épocas de la URSS; pues entonces ¿Por qué no sería posible que una variante de aquel veneno, haya sido reproducido y hoy se halle en los arsenales británicos y haya sido empleado para esta posible jugarreta sucia?

Más allá de los alegatos del gobierno británico y de la supuesta afrenta por el uso de aquel agente neurotóxico que Boris Johnson califico como un intolerable ataque químico en suelo británico, la reacción es de una victimización exagerada.

Si miramos el caso argentino, ¿Qué hizo el gobierno de Macri respecto del destino de sus hombres ante las claras sospechas de la implicancia británica en el luctuoso suceso? Obviamente muchos dirán que el país no está en condiciones de lanzar amenazas o condenas a nadie, que está indefenso y que no tiene Fuerzas Armadas pero ¿Quiénes lo han colocado en esta situación, una que ha llegado a que 44 personas parecieran valer menos que la de un ex espía ruso? Son los síntomas de la improvisación de una nación manejada por anglófilos que obviamente no irán contra sus verdaderos intereses.

Ahora bien, en lo estrictamente geopolítico, la colaboración rusa en la búsqueda del “ARA San Juan” es un clavo en el zapato macrista y mucho más dentro de sus sectores más ultrareaccionarios en donde se alinean probritánicos, sionistas y partidarios de que el país sea “custodiado” por los EEUU (mediante bases militares). Las actuales circunstancias que rodean a la tensión creada por Londres con sus acusaciones sin pruebas y amenazas contra Rusia están empujando al mundo a un clima sombrío y peligroso.  Veremos cómo impacta eso en el Atlántico sur donde los británicos mantienen una guarnición militar de ocupación.


Las bravuconadas del sionista Boris Johnson y las  acusaciones de la misma primer ministro Teresa May en el Parlamento, solo buscan el choque diplomático y mayor prueba de estas intensiones son el inmediato alineamiento de los principales países de la OTAN (y con sus sillas en el Consejo de Seguridad) detrás de los argumentos británicos. Está muy claro que se está tratando de recrear una “nueva guerra fría” con la clara intensión por tratar de contener la revelada potencialidad militar rusa publicada el 1º de marzo y que desató las corridas en el Pentágono y en la sede atlantista en Bruselas, Bélgica.  Ante esto ¿De cuál o qué lado va a ponerse Argentina?