UNA SALVACION MULTILATERAL
Solamente con el respeto a las soberanías de los estados y terminar con
los odiosos excepcionalismos será posible una paz global basada en la equidad y
la justicia ¿Quién realmente persigue este objetivo?
Por Javier
B. Dal
Así como dice el dicho de que sin romper huevos no se puede hacer una tortilla, sin la actual crisis global no sería posible allanar el camino para el sendero del multilateralismo. Es una evidencia irrebatible ver como EEUU está fracasando en su cruzada neoconservadora por extender su hegemonismo hasta las fronteras de la Federación rusa. Ucrania es la prueba de esto. Lo peor de todo es que son los ucranianos quienes ponen su sangre para esta empresa fallida y no falta mucho para que definitivamente abran los ojos y se den cuenta quien es realmente el enemigo.
Los últimos
acontecimientos revelan una cierta anarquía en el estrato político de
Washington dejando entrever que la administración de Biden no controla el curso
de los eventos y es por ello que muchos se están cuestionando ¿Y ahora qué?
Las
máscaras se han caído y el verdadero rostro de la “democracia liberal”
angloestadounidense queda desnuda a la luz del día. No importa cuantas cumbres
“por la democracia” organice Biden ni los obsecuentes medios operen con
propaganda rusofoba, todo está expuesto a la vista de quien quiera verlo. A las
mentiras y los engaños develados, se suman las medidas que Biden ha ordenado
para mitigar esta ola de revelaciones que abochorna a los mismos
estadounidenses y a sus socios europeos. El fracaso de la “operación censura”
sobre los medios y los ciudadanos rusos fue el primer golpe al hígado de los
neoconservadores estadounidenses quienes desde hace tres décadas manejan la
agenda exterior de La Casa Blanca.
Bajo la
apariencia de luchar contra amenazas “autocráticas” y proteger a la democracia la
administración Biden a comienzos del mes de marzo lanzo un nuevo “programa de
Ciberseguridad” (con un presupuesto previsto para 2024 de 13.5 mil millones de dólares)
que en realidad busca amplificar el intento por censurar a los medios que el
Departamento de Estado considera como “pro-rusos” por el solo hecho de
contradecir a La Casa Blanca. Del mismo modo, esa estructura sin dudas será
utilizada para lanzar devastadores ciberataques sobre Rusia, China, Irán y
Corea del norte como parte de las medidas “democráticas” que Washington
articula contra sus enemigos.
Antes de
que el 24 de febrero del 2022 Rusia entrara en Ucrania, Washington subestimo la
capacidad de decisión política de Moscú y a la vez, armo, asesoro y envalentono
al régimen segregacionista de Kiev, sabiendo que ello era una amenaza a las
legítimas preocupaciones de seguridad estratégica de Moscú. Durante años y más
puntualmente desde el 2014 el Kremlin busco establecer pautas claras y
consensuadas con sus socios bajo el respeto de las decisiones soberanas y bajo
ese marco intento por todas las vías diplomáticas que las agresiones de Kiev
sobre los pobladores del Donbass tuvieran un final.
Pese a ello,
Washington se dedicó a vacilar las iniciativas de Moscú profundizando al mismo
tiempo, el apoyo a los grupos filo nazis ucranianos.
Fue
necesaria la guerra para que tanto los ucranianos como los europeos vieran la
realidad de los intereses norteamericanos. El primero de todos y como venía
siendo desde 1991 era extender el dominio de la OTAN sobre toda Eurasia y así,
cercar desde el continente a China, el objetivo más importante para Washington.
Concretado ello y sobre la base de las ruinas, ofrecerían ayuda financiera para
reconstruir las ciudades que ellos mismos ayudaron destruir. Así lo han hecho
con cada guerra que han promovido y Ucrania no va a ser la excepción. En este
sentido Volodymyr Zelensky demuestra su amateurismo político ya que incluso si
fuese un convencido partidario de los ideales angloestadounidenses, su costo
recae sobre su gente. Negocios en base a la guerra y nada más, así de cínica y
nefasta ha sido la fórmula de la prosperidad democrática estadounidense que
desde 1945 hasta el presente han implementado y quien no este de acuerdo, será
considerado enemigo.
Rusia ha
roto esa diabólica lógica y le ha demostrado al resto del mundo que las ilegales
políticas extorsivas (denominadas sanciones) de Washington no solo no le han
dañado, sino que son posibles de superar. A la “bomba financiera” de Washington,
Vladimir Putin opuso una política de abandono del dólar como moneda obligada de
comercio internacional, estableciendo al rublo como la única moneda de
intercambio para la adquisición de sus productos en especial el petróleo y el
gas ¿Y saben qué? Funcionó y lejos de lo esperado por Anthony Blinken y sus
asesores, Rusia no se ve afectado por esas sanciones draconianas, sino que ha
ampliado su mercado.
El mundo ha
tomado nota de este triunfo político y ya se han empezado a oír en América
Latina voces que por fuera de los gobiernos enfrentados a EEUU, propugnan por
el respeto a la soberanía y la adopción del multilateralismo algo que hasta
antes de la guerra en Ucrania era impensado.
De esta
manera, Vladimir Putin y su gobierno le ha demostrado al mundo que es posible
soltarse de ese hegemonismo extorsivo que se disfraza de democracia y que tiene
como único trasfondo, negocios multimillonarios para las grandes corporaciones privadas
y por supuesto, para la elite política de Washington, una verdadera oligarquía que
le allana el camino para que puedan negociar.
El 31 de
marzo pasado el presidente Vladimir Putin en videoconferencia con el Consejo de
Seguridad de Rusia promulgó la vigencia actualizada del “Concepto de Política
Exterior de la Federación Rusa” donde se exponen los puntos y el papel de Rusia
en la construcción del mundo multipolar. Allí se reconsideran los puntos de
vista estratégicos y los aportes históricos de Rusia al respeto por el derecho
internacional dejando bien en claro la desigualdad que el mundo anglosajón ha
propiciado con sus interferencias ilegales para un desarrollo económico
equitativo y acorde con los intereses de cada nación.
Los
anglosajones han fabricado una historia de progreso económico propio a base de
crear las desigualdades en otras partes del globo y para ello se apoyaron en la
agresión, las guerras, las intervenciones (golpes de estado, revoluciones de
color) y la aplicación unilateral (y sin legitimidad alguna) de medidas
coercitivas que solo reconocen ellos mismos. Considerando esto último ¿Qué
legalidad pueden tener estas acciones dentro del derecho internacional
contemporáneo? ¿Podemos pasar por alto las grandes tragedias humanitarias contemporáneas
como Iraq, Libia, Yemen?
Ese mismo
unilateralismo que durante décadas se impuso en todo el occidente y que en los
últimos treinta años ha aplastado naciones con las irreversibles consecuencias
humanitarias que (como son los desplazados y los refugiados) incluso siguen
impactando en la Unión Europea donde también (y dentro del impulso
multilateral) ya están cayendo en cuenta que es hora de tomar decisiones por
ellos mismos.
En
consideración con estos elementos, el desencadenamiento de la Operación Militar
Especial fue instigada y propiciada desde La Casa Blanca y a pesar de que por
estas horas ya ha quedo claro que no lograran torcer el curso de los
acontecimientos, apuesta a tratar de perpetrar las hostilidades por todos los
medios posibles. Pero esto último ¿Implicaría intervenir directamente o
falsificar un ataque QBN?