“BUSCANDO EL
DESEQUILIBRIO”
Las rispideces entre
Pakistán y la India por el enclave de Cachemira estarían escalando
peligrosamente ¿A quiénes les conviene todo esto?
Por Charles H. Slim
Habíamos visto como apenas un mes atrás Donald Trump
recibía la visita del primer ministro pakistaní Inram Khan en lo que se
consideró como una entrevista donde no quedó nada en claro, al menos no en lo
que respecta a la posición de La Casa Blanca en el ríspido asunto de Cachemira.
El dilema se presenta como irresoluble dado que Washington depende de Pakistán
para lograr un cese al fuego en Afganistán y al mismo tiempo como socio de la
India, no puede mostrar mucha simpatía hacia Islamabad. Igualmente, Trump no
pudo dejar de hacer sus inapropiados comentarios cuando al asegurar que había
recibido del primer ministro indio Narendra Modi los auspicios para que
interceda por el asunto de Cachemira, recibió una desmentida inmediata desde
Nueva Delhi.
Pero la recepción de Khan en Washington tenía
especial importancia para Trump y el Departamento de Estado dado que un mes antes
(junio) el premier pakistaní había estado reunido con su homólogo ruso Vladimir
Putin en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai
(OCS) celebrada el 14 de junio pasado, donde según las fuentes, ambos tuvieron
una entrevista muy positiva que pondría en evidencia un fortalecimiento de las
relaciones bilaterales entre Pakistán y la Federación rusa que sin dudas
preocupa a Washington.
No hay que olvidar que en el marco de esta cumbre
Putin aprovecho la ocasión para señalar el error de EEUU al abandonar el
acuerdo nuclear firmado en 2015 con Irán algo que como bien señalo desestabiliza
toda la región. Asimismo tampoco debe perderse de vista los elementos extraños o
más bien terceros actores gravitantes en la toma de ésta decisión, que
involucra un interés político oculto pero siempre presente, interesado y
dirigido a desmantelar cualquier avance científico y tecnológico de una nación
islámica sea Irán o el mismo Pakistán.
Claramente que a Rusia le preocupa este contexto y
sin dudas que Vladimir Putin hará todo lo posible por deshacer cualquier
malentendido entre los gobiernos de la región que dé lugar a una mayor
intromisión occidental. Casualmente
desde hace un tiempo hasta esta parte varios episodios violentos en países limítrofes
como Kirguistán, sacuden la estabilidad de toda la región proporcionando un
corredor libre para acceder a Pakistán.
Por su parte Inram Khan es un mandatario claramente
pragmático y sabe bien que EEUU necesita imperiosamente la cooperación de su
país para que la resistencia del Talibán acepten volver a sentarse en una mesa
de negociaciones y lleguen a un acuerdo consensuado con el régimen
colaboracionista de Kabul y de esa manera lograr la tan ansiada salida de las
tropas estadounidenses que junto a las británicas se hayan atrapadas sin miras
de un triunfo desde hace 18 años.
Sobre esto último cabe agregar que los esfuerzos por
terminar con una intervención fracasada, chocan con las constantes
contradicciones de un presidente Trump que dice una cosa en público y otra a
puertas cerradas con sus principales funcionarios de estado. Ello ha propiciado
una ventaja al Taliban que desde hace tiempo sabe que EEUU (pese a los trucos
sucios que echa mano) no puede seguir sosteniéndose en el terreno. De esa
manera, sabiendo que Washington busca la manera más rápida de sacar a sus
hombres de allí, la resistencia afgana se pregunta ¿Por qué debemos negociar si
ustedes igualmente deben irse?
Por lo pronto, EEUU necesita de un intermediario
como Pakistán para que garantice, una vez fuera sus marines, la estabilidad en
Afganistán.
Pero a su vez sabe que debe proceder con prudencia
dado que Washington es un socio volátil que suele cambiar arbitrariamente la
letra de sus acuerdos e incluso los cumple si le conviene. Por otra parte Khan también
es consciente de lo que ha significado para Pakistán verse implicado en el
conflicto afgano y también cuales son las extensas y oscuras conexiones entre
las agencias de inteligencia occidentales (CIA, MI-6 y el Mossad israelí) y el
ISI pakistaní, jugadores clave en todo lo que rodea a la llamada “lucha contra
el terrorismo”.
Pero el asunto de Cachemira ha complicado las cosas.
La India no solo da el brazo a torcer sino que está dispuesta a ir más allá
sobre la población musulmana tratando de acorralarla como sea para que acepte
la soberanía india. Las operaciones de represión policiales y los bombardeos
sobre la población civil musulmana no han logrado apagar la resistencia hacia
las ambiciones indias. Un paso político
en este sentido fue el repentino retiro (el 5 de agosto) de la autonomía
constitucional al estado de Jammu y Cachemira con la finalidad de poder tomar
el control sobre el territorio lo que ha despertado la inmediata respuesta de
Islamabad, expulsando a los diplomáticos indios y cerrando los pasos con la
India.
La medida tomo por sorpresa tanto a los pakistaníes
como a la mayoría de los indios que no están al tanto de las políticas de
estado de Nueva Delhi.
En las últimas horas justo en la fecha de su
independencia la India ha realizado en la frontera de Cachemira movimientos
agresivos claramente peligrosos que termino en una escaramuza en la “línea de
control” con las tropas pakistaníes que culminó con ochos muertos. Este
episodio vuelve a poner en riesgo de una guerra regional tras el incidente
entre la aviación de ambos países por el mes de febrero.
La postura de Nueva Delhi no responde a un mero
capricho o políticas inconsultas. Es sabido que desde hace tiempo la India
tiene estrechas relaciones con Londres, Washington y últimamente con Tel Aviv
actores que por medio de sus agencias de inteligencia y grupos especiales de
tareas, han estado interviniendo muy activamente en los asuntos regionales con
especial centro de injerencia en el teatro de operaciones de Afganistán. Más
allá de que Narendra Modi es un nacionalista con intensiones expansionistas que
lo ha llevado a entablar muy buenas relaciones con Benjamín Netanyahu, es
precisamente Tel Aviv quien está muy interesado –tal vez mucho más- en desestabilizar Pakistán para intentar
arrebatar los arsenales nucleares del país asiático.
Es por estos antecedentes y las particulares
injerencias aquí vistas, que como dice el dicho “a río revuelto, ganancia de
pescadores”.
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