domingo, 18 de agosto de 2019




“BUSCANDO EL DESEQUILIBRIO”
Las rispideces entre Pakistán y la India por el enclave de Cachemira estarían escalando peligrosamente ¿A quiénes les conviene todo esto?


Por Charles H. Slim

Habíamos visto como apenas un mes atrás Donald Trump recibía la visita del primer ministro pakistaní Inram Khan en lo que se consideró como una entrevista donde no quedó nada en claro, al menos no en lo que respecta a la posición de La Casa Blanca en el ríspido asunto de Cachemira. 

El dilema se presenta como irresoluble dado que Washington depende de Pakistán para lograr un cese al fuego en Afganistán y al mismo tiempo como socio de la India, no puede mostrar mucha simpatía hacia Islamabad. Igualmente, Trump no pudo dejar de hacer sus inapropiados comentarios cuando al asegurar que había recibido del primer ministro indio Narendra Modi los auspicios para que interceda por el asunto de Cachemira, recibió una desmentida inmediata desde Nueva Delhi.

Pero la recepción de Khan en Washington tenía especial importancia para Trump y el Departamento de Estado dado que un mes antes (junio) el premier pakistaní había estado reunido con su homólogo ruso Vladimir Putin en el marco de la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) celebrada el 14 de junio pasado, donde según las fuentes, ambos tuvieron una entrevista muy positiva que pondría en evidencia un fortalecimiento de las relaciones bilaterales entre Pakistán y la Federación rusa que sin dudas preocupa a Washington.

No hay que olvidar que en el marco de esta cumbre Putin aprovecho la ocasión para señalar el error de EEUU al abandonar el acuerdo nuclear firmado en 2015 con Irán algo que como bien señalo desestabiliza toda la región. Asimismo tampoco debe perderse de vista los elementos extraños o más bien terceros actores gravitantes en la toma de ésta decisión, que involucra un interés político oculto pero siempre presente, interesado y dirigido a desmantelar cualquier avance científico y tecnológico de una nación islámica sea Irán o el mismo Pakistán. 

Claramente que a Rusia le preocupa este contexto y sin dudas que Vladimir Putin hará todo lo posible por deshacer cualquier malentendido entre los gobiernos de la región que dé lugar a una mayor intromisión occidental.  Casualmente desde hace un tiempo hasta esta parte varios episodios violentos en países limítrofes como Kirguistán, sacuden la estabilidad de toda la región proporcionando un corredor libre para acceder a Pakistán.

Por su parte Inram Khan es un mandatario claramente pragmático y sabe bien que EEUU necesita imperiosamente la cooperación de su país para que la resistencia del Talibán acepten volver a sentarse en una mesa de negociaciones y lleguen a un acuerdo consensuado con el régimen colaboracionista de Kabul y de esa manera lograr la tan ansiada salida de las tropas estadounidenses que junto a las británicas se hayan atrapadas sin miras de un triunfo desde hace 18 años.

Sobre esto último cabe agregar que los esfuerzos por terminar con una intervención fracasada, chocan con las constantes contradicciones de un presidente Trump que dice una cosa en público y otra a puertas cerradas con sus principales funcionarios de estado. Ello ha propiciado una ventaja al Taliban que desde hace tiempo sabe que EEUU (pese a los trucos sucios que echa mano) no puede seguir sosteniéndose en el terreno. De esa manera, sabiendo que Washington busca la manera más rápida de sacar a sus hombres de allí, la resistencia afgana se pregunta ¿Por qué debemos negociar si ustedes igualmente deben irse?

Por lo pronto, EEUU necesita de un intermediario como Pakistán para que garantice, una vez fuera sus marines, la estabilidad en Afganistán.  
Pero a su vez sabe que debe proceder con prudencia dado que Washington es un socio volátil que suele cambiar arbitrariamente la letra de sus acuerdos e incluso los cumple si le conviene. Por otra parte Khan también es consciente de lo que ha significado para Pakistán verse implicado en el conflicto afgano y también cuales son las extensas y oscuras conexiones entre las agencias de inteligencia occidentales (CIA, MI-6 y el Mossad israelí) y el ISI pakistaní, jugadores clave en todo lo que rodea a la llamada “lucha contra el terrorismo”.  

Pero el asunto de Cachemira ha complicado las cosas. La India no solo da el brazo a torcer sino que está dispuesta a ir más allá sobre la población musulmana tratando de acorralarla como sea para que acepte la soberanía india. Las operaciones de represión policiales y los bombardeos sobre la población civil musulmana no han logrado apagar la resistencia hacia las ambiciones indias.  Un paso político en este sentido fue el repentino retiro (el 5 de agosto) de la autonomía constitucional al estado de Jammu y Cachemira con la finalidad de poder tomar el control sobre el territorio lo que ha despertado la inmediata respuesta de Islamabad, expulsando a los diplomáticos indios y cerrando los pasos con la India.

La medida tomo por sorpresa tanto a los pakistaníes como a la mayoría de los indios que no están al tanto de las políticas de estado de Nueva Delhi.

En las últimas horas justo en la fecha de su independencia la India ha realizado en la frontera de Cachemira movimientos agresivos claramente peligrosos que termino en una escaramuza en la “línea de control” con las tropas pakistaníes que culminó con ochos muertos. Este episodio vuelve a poner en riesgo de una guerra regional tras el incidente entre la aviación de ambos países por el mes de febrero.

La postura de Nueva Delhi no responde a un mero capricho o políticas inconsultas. Es sabido que desde hace tiempo la India tiene estrechas relaciones con Londres, Washington y últimamente con Tel Aviv actores que por medio de sus agencias de inteligencia y grupos especiales de tareas, han estado interviniendo muy activamente en los asuntos regionales con especial centro de injerencia en el teatro de operaciones de Afganistán. Más allá de que Narendra Modi es un nacionalista con intensiones expansionistas que lo ha llevado a entablar muy buenas relaciones con Benjamín Netanyahu, es precisamente Tel Aviv quien está muy interesado –tal vez mucho más- en desestabilizar Pakistán para intentar arrebatar los arsenales nucleares del país asiático.

Es por estos antecedentes y las particulares injerencias aquí vistas, que como dice el dicho “a río revuelto, ganancia de pescadores”.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario