“REESTABLECER
LA MULTILATERALIDAD”
Ha debido pasar mucha sangre por debajo del
puente y tener que ocurrir la actual situación en Ucrania para que los
gobiernos del mundo caigan en cuentas de que no hay posibilidad de sobrevivir
sino es con la cooperación regional alejada de la intriga y la desconfianza que
siembra el occidente anglosajón
Por Dany
Smith
Las promesas de los autoproclamados salvadores
occidentales de la libertad y democracia (EEUU a la cabeza) ya no son creíbles
y los gobiernos del mundo ya han entrado en razón que no hay camino para la paz
y la prosperidad sino en la cooperación regional mutua. El virus colonialista
británico que mutó tras la segunda guerra mundial en ese imperialismo
estadounidense, que desplegó la intriga y la guerra entre los pueblos, ha
causado demasiadas calamidades para vastas regiones del planeta, entre ellas
Asia.
Tal vez este
recapacitar se haya producido en parte, por la actual guerra en Ucrania, pero
no se confunda, no porque vean a Rusia como una potencia agresora dirigida por
un “Zar” con ambiciones expansionistas sino, por ser dicha guerra el producto final
de la injerencia occidental interesada, intoxicante y perniciosa que a la
postre (como lo muestra la experiencia de las últimas tres décadas) termina
trayendo caos e inestabilidad para los pueblos.
Ante esto, los gobernantes de países asiáticos se han cuestionado ¿Por
qué debemos seguir la agenda de occidente cuando nosotros estamos en nuestra
casa? Y sino, pregunten a los políticos afganos con Yamil Karsai a la cabeza
quienes, embelesados por el falso brillo de la modernidad de los invasores y
hastiados de robar bajo el amparo de la ocupación la mayoría de ellos debió
huir para conservar sus cabezas dejando a su pueblo abandonado a su suerte con
esa misma pregunta ¿Qué beneficios dejó para nosotros la ocupación?
La pregunta es tan
simple que su respuesta parece obvia. La misma es la que hoy se estarían
formulando varios gobiernos y políticos latinoamericanos aunque, (especialmente
los “liberales”) lo hacen de forma cautelosa y superficial demostrando mantener
esa latente ambigüedad disfrazada de prudencia para no molestar a sus guías del
norte.
La frustrada Cumbre las
Américas llevada a cabo en Los Ángeles del 6 de junio pasado ayudo sin dudas a
replantear el papel de los EEUU en la región y el creciente cuestionamiento que
existe entre los países de continente a las continuas interferencias que
Washington (incluida la OTAN en Colombia) lleva adelante señalando quienes sí y
quienes no son dignos de relacionarse con sus estados.
Principales puntos en
los que la región ha demostrado hastío es la política exterior de Washington,
empecinada en demonizar no solo a los gobiernos (de Venezuela, Nicaragua, Cuba)
que no siguen sus lineamientos sino también, a Irán (compartiendo la agenda con
Israel), a Rusia y cortar los nexos existentes de China con la región. Precisamente,
la crisis económico y comercial de alcance global ha venido tendiendo puentes
entre los países para resolver el grave problema de falta de transporte, carencia
y altos costos de combustible y por supuesto la escases de granos producto en
parte, del minado de los puertos por parte de los ucranianos (sugerido por la OTAN).
En ese plan China y
Rusia han ampliado la cooperación bilateral en varias áreas que se ha potenciado
tras la aplicación de las sanciones de occidente por la invasión a Ucrania.
Hace unos días se conoció que ambos países inauguraron un importante puente
carretero de un kilómetro de extensión sobre el río Amur que une a dos
importantes localidades en el extremo oriente de ambos países. La obra ya había
sido terminada hace dos años pero su apertura fue demorada por la pandemia.
Esta obra viene a
agregarse a la necesidad de generar más y nuevas rutas para hacer más fluido y
continuo el comercio entre ambas naciones lo que a su vez propenderá a una
cooperación regional más allá de ambos estados creando un incentivo para que
sus vecinos repliquen estas políticas. Estas señales de una renovación o
“reseteo” en las relaciones regionales de Asia ya las hemos venido viendo con
los auspiciosos acercamientos entre Teherán y Riad separados por décadas de
intrigas y conflictos elaborados desde occidente (especialmente vinculado con
el sectarismo religioso) con la complacencia de Israel.
Lo mismo con la visita del
18 de marzo pasado del presidente sirio Bashar Al Assad a Emiratos Árabes
Unidos (EAU) donde tras ser recibido con honores se entrevistó con el príncipe
heredero de Abu Dhabi, Mohamed Bin Zayed Al Nahyan donde se buscó reestablecer
la cooperación entre ambas naciones árabes truncadas desde 2011 con el comienzo
de la planificada agitación (eufemísticamente denominada por los Mass Media
como “Primavera Árabe”) y la intervención foránea en Siria. Este encuentro
molestó a Tel Aviv dado que bajo el amparo del “Acuerdo Abrahámico” los israelíes
intentan establecer una agenda en el Golfo sin obstáculos.
Otra región que
demuestra esta evolución la vemos en Asia central con el acercamiento entre
Teherán y Nueva Deli, distanciados durante años por la influencia que EEUU y
Gran Bretaña (en interés de Israel) ejercían sobre los gobiernos indios en
referencia a buscar desbaratar el Desarrollo del Programa de Nuclear iraní. Dentro
de esta dinámica de desarrollo de lazos de cooperación entra Venezuela que ha
sido pionera -por intermedio de Hugo César Chávez- en tender estos puentes
transcontinentales cuando nadie se atrevía tan solo a pensarlo.
También a estos
acercamientos se agrega el actual gobierno Talibán de Afganistán, algo que
durante la ocupación angloestadounidense (OTAN) hubiera sido imposible. Hoy sin
esa presencia, las perspectivas son prometedoras dado que Afganistán es el nodo
estratégico para las rutas de la seda entre el este y el oeste. Sin dudas la
seguridad es el tema para consolidarlas ya que, aún operan grupos de “ISIS-K”
que -tras la huida de los estadounidenses- tratan con notable empeño de
desestabilizar al país. El mejoramiento de las rutas y el desarrollo de nuevas
plazas comerciales beneficiarán a todas las partes siendo el más interesado sin
dudas Afganistán.
La necesidad tiene cara
de hereje y EEUU ha contribuido con sus sanciones a que aquella sea
desesperante a tal grado que los mismos norteamericanos están padeciendo por
las medidas draconianas tomadas por la Casa Blanca.
La intención de dañar a
Rusia y todo lo ruso, ha sido contraproducente y prueba de ello es que además
de las reverberaciones comerciales y económicas que han causado esas
consecuencias, solo un minúsculo grupo de países apoyaron a EEUU y muchos de
ellos, incluyendo a sus aliados de la OTAN como Francia y Alemania ya están muy
arrepentidos. Y es que, ha sido demasiado para sus economías. Aún los países
europeos siguen sujetos a la deuda del Plan Marshall y bajo esa excusa
Washington (y con la connivencia de los gobernantes y políticos europeos) le
han exprimido el jugo a cada uno de ellos.
Algo similar planea
Washington para Ucrania, si es que sobrevive a la aventura de su monstruo rusofobo
(que entre otras medidas, ha ordenado la quema de 100 millones de libros de
lengua rusa) ya que todos los generosos préstamos y subsidios en armas “generosamente”
cedidos por Joe Biden habrá que pagarlos; o ¿Acaso cree usted que todo esto le
saldrá gratis al pueblo ucraniano? Los burócratas estadounidenses (sin importar
que presidente haya) le dirá a Zelensky o al títere de turno “te hemos ayudado
y hora tu nos debes”. Y a esas alturas ¿Cuáles habrán sido las ventajosas relaciones
que ese régimen podría haber generado?