INTERNACIONAL
“LA REINA DE LA
CIA EN LA MIRA”
Con el paso de los años, se ha ido develando el embuste que se denominó como “Guerra contra el terror” y con ello, levantando las mascaras que escondían a varios de los implicados directamente en las operaciones de la CIA
Tras los
atentados del 11 de septiembre del 2001, el gobierno de los EEUU comenzó una
larga saga de situaciones inexplicables entre los cuales se encuentran aquellos
ataques en su propio suelo. Fue la oportuna y muy conveniente llave para
comenzar a desandar el largo y sangriento camino del intervencionismo
internacional, esta vez, enmarcado en un nuevo rótulo: “La guerra contra el
terrorismo islámico”. Y bien cabe
recordarlo, dado que con el paso de los años y ante las continuas evidencias de
elementos que nada tenían con el Islam, estaban involucrados en aquellos
siniestros hechos.
Recordemos que no habían pasado
unas horas y los medios ya tenían a sus sospechosos estelares que más tarde
serían los culpables oficiales. El
principal de ellos, el saudita Osama Bin Ladem quien tras ser convertido en el
“icono” del enemigo islámico, una vez que su figura no sirvió más, el 1 de mayo
de 2011 fue “eliminado” del espectro informativo con una cinematográfica –y
claramente ficticia- operación secreta en Pakistán, en la cual se
oficializó la desaparición de este villano de cartón. Hoy día dentro de los
mismos EEUU, nadie se cree esa historia.
Sin dudas que uno de los factores
para dilucidar la gran farsa que rodeaba aquel rótulo fue la torpeza y las
mentiras descardas de varios funcionarios de la administración Bush, especialmente
las proferidas de la boca del propio George W. Bush y sin dudas, de las
acciones y consecuencias de sus militares y agencias de inteligencia en el
mundo árabe-islámico. Claramente, no era poca cosa.
A primera vista, se pudo
individualizar a los grandes responsables de estas orquestaciones
maquiabelicas, viabilizadas con una política legislativa del “terror”, de la
persecución, estigmatización y por supuesto, de las brutales invasiones que
habían sido fabricadas en rededor de aquel 11 de septiembre que tantos hechos
incongruentes que aun no han encontrado una respuesta coherente.
Paso una década de embustes y de
un verdadero ambiente de terror pero, no del que los gobernantes y los medios
conservadores estadounidenses trataron de hacer creer –acusando a
terroristas invisibles que acechaban en la oscuridad-, sino el del
instalado por y desde el estado. De ese modo, desde el presidente hasta el
último jefe de sección de la CIA, fue responsable por una lista interminable de
crímenes que no ha discriminado en condiciones de sexo, credo o edades. En esta
larga cadena de la maquinaria creada para la persecución de los musulmanes y de quienes no comulgue con el “you are with
us or with the terrorist”, fueron eliminados miles.
Tras la comprobación cabal de las
brutalidades que cometían las tropas en Iraq y Afganistán, los campos de
concentración como Guantánamo, las torturas, asesinatos y desapariciones, definitivamente causó el colapso de la
administración de Bush-Cheney y el comienzo de las masivas críticas de la
opinión pública estadounidense y también mundial. Con ello, comenzaron los cuestionamientos
firmes y constantes contra funcionarios intermedios hasta llegar a los más
bajos en la estructura militar e inteligencia.
Uno de esos personeros, encargados de la
ejecución de este tipo de tareas, fue una mujer que obviamente reunía las
condiciones de idoneidad para ordenar tareas tan sucias. Tras años de operar en la oscuridad y tras el
fiasco de la “Operación Gerónimo”, se pudo individualizar a esa agente
responsable de varios hechos, en especial por el caso de Jaled Al Masri. Al fin
la llamada “reina de la tortura”, fue identificada y denunciada por un grupo alemán de defensa de
los Derechos humanos (2) por haber sido uno de los funcionarios involucrados en
las tareas de la CIA para el secuestro, traslado, tortura y muerte de varios
ciudadanos musulmanes de todo el mundo.
CIA file unclass/2014 |
Alfreda Frances Bikowsky, agente
de la CIA (1) y denominada la “reina de la tortura” quedaba expuesta al
conocimiento público y requerida por la justicia alemana por el caso de Al
Masri, lo que podría abrir la caja de pandora y revelar cientos de casos
similares que fueron ventilados –parcialmente- en el informe del senado
norteamericano.
A pesar de los esfuerzos y las
presiones para que el informe sobre las actividades de la agencia fuese
publicado en forma completa, el senado y
el comité encargado de los asuntos de inteligencia, no pudo –obviamente no
quiso- evitar la censura de una amplia parte de ese voluminoso dossier que,
dado a conocer a finales del 2014, verdaderamente fue escrito con sangre de millones de
árabes-musulmanes (3)
Entre las actividades de los
grupos de la CIA, estaba el aplicar todo tipo de torturas que, por asesoramiento
de costosos abogados al servicio del Departamento de Estado, se le cambiaron
las denominaciones para quitarles
impacto ante la opinión pública y se las denominó “técnicas mejoradas de
interrogación” (4) que llegaron a indignar en tal medida al público
norteamericano, que la presión imperante obligo a que Obama llamara a impulsar
investigaciones sobre las torturas llevadas a cabo por la CIA (5)
Ha pasado mucha agua bajo el puente y las pruebas de la
brutalidad sistematizada de la política exterior estadounidense no han podido
ser ocultada bajo la alfombra. Y aunque dedicaron sangrientos esfuerzos por
acallar a los que habían sufrido o fueron testigos de torturas, de vejaciones o
crímenes como los que se cometieron sin cortapisas en Iraq y Afganistán, los
informes más gráficos y contundentes fueron aportados por militares arrepentidos
y conscientes de que, no habían sido entrenados para invadir a un país y
cometer las aberraciones que estaban viendo.
Todas esas experiencias, aquellos
urticantes y muy molestas filtraciones de Abu graib en 2004, los abusos y las
torturas en Guantánamo, las salas de golpizas y vejaciones en la base
estadounidense de Bagram en Afganistán, todo ello sumado a las actividades paralelas
de la CIA, secuestrando y trasladando a sus “sospechados” a cárceles secretas
en países tan disimiles como Polonia o
Libia –existentes en épocas de Mohammar Al Ghadafy-.
A pesar de que los medios
anglosajones no han podido esquivar este bulto pesado, no perdieron la
oportunidad para tratar de banalizarlo, intentando quitarle esa carga negativa
que evidencia lo que Washington y sus aliados, llamaron “guerra contra el
terror”, llegando a calificar al informe de más de 500 páginas con miles de
citas al pie como “Bestseller” (6)
3-
El senador Wyden
a CIA por censurar informe sobre tortura; http://93.190.24.12/detail/2014/10/23/294005/senador-wyden-critica-cia-por-censurar-informe-tortura