sábado, 26 de septiembre de 2015

INTERNACIONAL

LA ESTRATEGIA DE RUSIA ANTE LA TÁCTICA DEL TERRORISMO


“No puede haber terrorismo malo y terrorismo bueno” (Canciller Sergüei Lavrov)


La aparición del ISIL en junio de 2014 con la ya consabida consecuencia para los pueblos de Siria e Iraq no hace falta que lo volvamos a reiterar. Desde el su letal manifestación se pudo ver que habían varios elementos borrosos y hasta incoherentes, que hacían sospechar del origen de esta nueva fuerza de combate presuntamente sunita.

Su origen como grupo, estuvo en Iraq por allá en 2006 cuando los estadounidenses y sus socio británicos trataban de mantener una ocupación que consolidara un gobierno títere que entregara al país sin un mínimo de resistencia política ni armada. En aquel entonces, se conocía a un grupo que según algunas fuentes, estaba compuesto por voluntarios musulmanes extranjeros, especialmente árabes que operaban especialmente en la zona de Babilonia, Ramadi y Faluya.

El “Estado Islámico de Iraq” fue su denominación por aquel entonces y sus operaciones estaban dirigidas contra blancos norteamericanos y los primeros cuerpos de seguridad de lo que llamaron “apostatas” –subordinados al gobierno de Al Maliki-   dada la clara tendencia sectaria del partido “Dawa” de extracción chiita, que ayudo entusiastamente a los invasores y a sus escuadrones de la muerte dirigidos por la CIA, para perseguir, encarcelar, asesinar y hacer desaparecer a miles de iraquíes.

A pesar de las continuas operaciones por tratar de erradicar a este grupo y el asesinato de sus diferentes líderes como “Abu Muzab Al Zarqawi”  y “Abu Omar Al Bagdadi” entre muchos otros lugar tenientes, sobrevivió como células repartidas en el oeste de Iraq y usando el desierto como el único lugar para moverse lejos del alcance de las fuerzas colaboracionistas de Bagdad.

Para algunos expertos, el grupo original que conformaba a los combatientes del “Estado Islámico” habían dejado de existir para el 2010. Muertos en acción, prisioneros en Abu Graib o simplemente asesinados por refriegas internas, no hacía posible que dicha organización pudiera operar como lo había hecho en sus días contra la ocupación.  Sus operaciones no se detuvieron aunque, bajaron en intensidad. Por las noches especialmente, “Daesh” –acrónimo en árabe que los identificaba entre los iraquíes- tocaba a las puertas de los vecinos de pueblos y aldeas de la provincia de Al Anbar e incluso en la ciudad de Mosul, para solicitar el pago del impuesto para financiar sus operaciones.

En gran medida los habitantes de la región les veían  como benefactores y luchadores contra los invasores y sus sangrientos colaboradores de la secta “Dawa” que hacia lo que gustaba con los pobladores de la región.

Por supuesto que sus operaciones no eran nada agradables. Desde la colocación de coches bomba, ataques con morteros, francotiradores  o la colocación de trampas bomba en las carreteras estratégicas del noroeste, identificaba el accionar de este grupo que actuaba al mismo tiempo con otros de la resistencia del centro del país. Una de sus muy conocidas acciones, eran  sus incursiones relámpago contra puestos y barracas de la policía y ejército colaboracionista. Usando pistolas con silenciadores podían dejar a una estación de más de veinte efectivos, muertos en sus barracas sin que nadie se diera cuenta que habían pasado por allí.

La  versión de los medios estadounidenses gustaban asociar a este grupo –y a cualquiera de la resistencia iraquí- con “Al Qaeda” simplemente por las similitudes en los estandartes que los identificaban.
Para cuando se desataron las violentas y provocadas manifestaciones en el norte de África en 2010 y tras haber sido utilizadas por la OTAN para obtener la resolución nº 1973 del Consejo de Seguridad con la cual se destruyó a Libia, se comprobó que “Al Qaeda” colaboro con las fuerzas atlantistas para derrocar al gobierno de Mohammar Al Gadaffi.

A partir de allí y de la noche a la mañana, estas pequeñas células que agonizaban en Iraq se convirtieron en una organización con estructura y comando de una milicia. Pero ¿cómo pudo suceder eso? Las respuestas podrían ser varias, pero que se ajusta muy bien a lo que se observa hoy día en la región llamada del “Levante”, apunta a la mano de la CIA.  Para muchos aquel grupo que comenzó luchando como parte de la resistencia iraquí, fue cooptado por la agencia estadounidense simplemente por su necesidad táctica y aquellos, sabiendo que sin fondos y sin una ayuda superlativa –como la que recibieron- tenían muy pocas expectativas de poder seguir operando.

No se trataba de una cuestión de dinero o de armas, el resto de este grupo buscaba sobrevivir y para ello, la CIA y sus aliados –como el hada de los cuentos- por intermedio obviamente de terceros proporcionaría todo lo necesario incluso, más reclutas que serían sacados de Abu Graib en aquel osado rescate en 2013 y presos en las cárceles sauditas. Solo había que juntar los ingredientes, batir con cuidado y teníamos al “ISIL” Islamic State of Iraq and Levant”; si alguien preguntaba de donde había salido modificarían la historia previa y nadie se daría cuenta.

Pero esto llegó demasiado lejos y los juegos sucios orquestados por Washington y sus aliados –incluyendo a Israel muy involucrado en Daara, Siria-  además de terminar con miles de vidas de habitantes de la región, ha escalado  hasta convertirse en una amenaza que, según muchos analistas, esta siendo redireccionada deliberadamente a las fronteras de la Federación rusa.

Desde que las bandas mercenarias comenzaron a asolar Siria,  atentados y ataques sobre blancos en Latakia amenazaban a los intereses rusos en aquella ciudad; incluso hubo atentados contra personal diplomático en Damasco lo que dejaba entrever un intento de intimidación contra las primeras medidas que Moscú estaba tomando en torno a lo que allí sucedía. Y no era para menos, el gobierno de Putin estaba causando muchas molestias a la libre acción de esas bandas de asesinos extranjeros que tras recibir entrenamiento y armas en las bases secretas en el sur de Turquía y de Jordania,  pretendían hacerse pasar por rebeldes sirios.

Así como de inexplicable fue el asalto sorpresivo del “ISIL” en junio del 2014,  mucho más es que la “Coalición” encabezada por EEUU no pueda derrotar al autoproclamado “Califato” con capital en Mosul. La cantidad de hechos y elementos que vuelven a esta situación tan irreal, que ha sido muy difícil para Washington y sus medios de comunicación, mantener una versión coherente y conveniente de lo que realmente ha estado sucediendo.

Demasiados elementos sospechosos para dejar de lado. Con un senador estadounidense como John Mc Cain capturado en fotografías y en video en momentos en que se reunía con los altos jefes de las bandas mercenarias operando en Siria –entre ellos, el que se presentaría como Al Bagdadi- , el discutido origen de éste supuesto prisionero iraquí avenido en líder de la franquicia; las denuncias de oficiales iraquíes y la confirmación de la inteligencia iraní del lanzamiento desde aviones  estadounidenses y británicos de suministros para el “ISIS”; las  gestiones paralelas del general John Allen  y David Petreaus   para conceder más ayuda al “Estado Islámico”; las contradictorias posiciones del jefe de la CIA John Brennan sobre qué hacer con Assad y la lista sigue.

Por estas y muchas otras razones, Moscú y los miembros asociados de la OTSC han decidido tomar el toro por las astas y actuar en consecuencia. Conscientes desde el primer momento de que el denominado “ISIL” y su proclamado “Estado Islámico”  es la concreción de una táctica sucia para fines geopolíticos encabezados por Washington, el Kremlin se mantuvo firme en su posición respecto de Siria vetando en tres ocasiones, los intentos de intervención militar impulsado por EEUU y sus aliados en el Consejo de Seguridad. Esta determinación ha despertado  el pánico en Ankara que busca por todos los medios una salía negociada con los grupos “pseudo-yijadistas”  para  evitar cuanto antes que las fuerzas de la OTSC y del ejército árabe sirio, recuperen los territorios del norte de Siria.


 Según Vladimir Putin, si Rusia no corta definitivamente con la amenaza del “Estado islámico”, éste se extenderá a las regiones del Cáucaso  complicando convenientemente a la Federación, algo para lo cual el gobierno ha comenzado una paulatina y cualificada ayuda militar para cooperar con las FFAA sirias que concretaran lo que Washington y Londres tratan de evitar. La derrota del “Islamic State”. 

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