miércoles, 24 de abril de 2019


EN LA MIRA



“LA RIDICULIZACIÓN DE UCRANIA”

El triunfo de un cómico televisivo como próximo presidente de Ucrania pone el acento de a dónde puede estarse dirigiendo el país eslavo. Entonces los mismos ucranianos se preguntan ¿Y ahora qué haremos?


Por Charles H. Slim
Cuando no hay alternativas, cualquier cosa es viable cabría decirse. Esto es lo que podría sin dudas decirse sobre lo que está ocurriendo en la vida política de Ucrania. Con unos 45 millones de habitantes, éste país eslavo sigue sin salir de ser el limbo geopolítico en la relación este-oeste que pese al final de la guerra fría, sigue sin resolverse. Desde el golpe de estado en 2014 que –a la zaga de Washington- instauro el gobierno títere de Ptior Poroshenko que además de inepto, demostró ser funcional a los intereses expansivos de las OTAN. Sin dudas que la era Poroshenko fue una tragedia para los ucranianos todos, en especial para los habitantes de la región del Dombass quienes desde el inicio y con la conciencia de la naturaleza de ese cambio de Status Quo, se negaron a quedar bajo la autoridad de semejante gobierno y por ello fueron sometidos a brutales acciones militares dirigidas desde Kiev.

La posición adoptada por los pobladores del este del país (Dombass) les valió que desde occidente fueran catalogados como “separatistas rusos”, algo que además de erróneo o más bien malicioso, se trata de un discurso elaborado dentro del Departamento de Estado norteamericano bajo la regencia de Victoria Nuland y que desde entonces –como lo ha sido habitualmente- fue adoptado a pie juntillas por la Corporación de medios como el relato oficial.

Si algo caracterizaba al gobierno de Poroshenko fue, además de la entronizada  corrupción,  la baja calidad de sus funcionarios, caracterizados por   (haciendo una somera generalidad) el uso impune de la violencia física contra cualquiera de sus propios ciudadanos que se atreviera a salirse de las directivas y de los lineamientos ideológicos de este gobierno pro occidental. Desde 2014, los matones ultraderechistas con y sin uniforme patrullaban las calles haciendo algo así como una especie de control de la ideología propinando golpizas y atemorizando a quienes se atrevieran a exponer cintillos con los colores de la Federación rusa o hicieran alegaciones de simpatía por la autonomía de la región del Dombass.

Altamente reaccionario y propiciadores del reflorecimiento de una rusofobia caustica apoyada por sectores de la más ultramontana ultraderecha nazi y de la oligarquía judía local, muy aplaudida desde los sectores neoconservadores estadounidenses y sionistas internacionales,  el gobierno de Poroshenko entabló estrechas y teóricamente imposibles relaciones con Tel Aviv quien desde muchos sectores se señaló como un participe –junto a Washington- de la operación de golpe en Maidán. Y es que, desde el imaginario creado y difundido por la propaganda mediática occidental, no sería posible –al menos aún por estos lares- entender por qué Israel, que ha hecho de su tragedia a manos de los Nazis una carta de presentación,  tuviera relaciones con sectores neonazis sea en el lugar que fuera.  Ello no es ningún infundio ya que se ha estado viendo como Tel Aviv traba estrecha y muy buenas relaciones con gobiernos conservadores y ultraderechistas de la Europa del este como lo son el húngaro de Viktor Orban y el de Andrzej  Duda en Polonia para nombrar algunos ejemplos.  Por supuesto que no se hace necesario, tener que nombrar a Donald Trump como un ejemplo destacable de los populismos reaccionarios de extrema derecha, racista y de inocultable sintonía con el Apartheid,  que tan buenos réditos le ha dado al estado de Israel.

Pero en la política (y en particular la del gobierno de Netanyahu) no hay escrúpulos cuando las conveniencias priman. Igualmente, un gobierno derechista como el de Benjamín Netanyahu  -con una lista interminable de crímenes contra la población palestina- no puede sentirse cómodo y entendido, si no lo es entre chacales. A nadie dentro de la comunidad internacional le quedan dudas de dichas brutalidades y pese a que hacen un titánico esfuerzo por aparentar buenas relaciones –por conveniencia política y económica-, pocos son quienes quieren toparse con aquel.

Con estas relaciones y su innegable apoyo, Kiev intento crear cruentos incidentes con la intensión de endilgárselo a Rusia tratando de recrear ante la opinión pública internacional una imagen amenazante de Moscú a los fines de justificar presiones diplomáticas por intermedio de Naciones Unidas y al mismo tiempo el desembarco de la OTAN en Ucrania. Para pesar de Poroshenko y su sector todo esto fracaso ante la firme determinación de Moscú de no dejarse arrastrar por las provocaciones, el último de ellos el ocurrido en el estrecho de “Kerch”.

La crisis de Ucrania no solo siguió con Poroshenko sino que además de desatar una guerra interna que aún no tiene resolución, se profundizó hasta crear una verdadera crisis de representación política que ha llevado a la actual situación de estar bajo la presidencia de un cómico televisivo. El descredito y la impopularidad del presidente ucraniano y todos los representantes de la Rada (Parlamento) es tan galopante que ha  desembocado en la elección por más del 70% del electorado ucraniano  a un cómico como Volodymyr Zelensky, quien con solo 41 años y sin experiencia alguna de gestión, se hará cargo del país.

Igualmente y pese a la exigua experiencia del cómico satírico, Zelensky quien él mismo se ha calificado como “un payaso”, ya ha recibido las primeras y ardorosas salutaciones, algunas de ellas con notorios visos de interés. Sin dudas ejemplo de ello ha sido la llamada telefónica del premier israelí  Benjamín Netanyahu quien conociendo la condición de judío del presidente electo, tratara sin dudas de acercarlo a su política exterior tendiente a tratar de contra restar la pésima imagen de Israel que se ha granjeado alrededor del mundo por los cruentos crímenes que se vienen cometiendo contra la población palestina en general y la de Gaza en particular. 

En razón de verdad, si el personaje de “Krusty” el payaso judío de la serie animada de los “Simpson” fuera electo como alcalde de Springfield, “Bibi” sin importarle que se trata de una ficción animada, lo llamaría para tratar de reclutarlo a su política estadual de militancia sionista.

Como sea, el cómico Zelensky deberá ese papel para ponerse en el de estadista dado que tendrá demasiado que atender dentro de sus propias fronteras como para prestar oído a cantos de sirenas externos que solo buscan beneficios propios y si llega a ser bien asesorado, podrá tan solo comenzar a paliar la profunda crisis que asola a su país que se enmarca en una guerra fratricida que desatada por las pésimas medidas de Poroshenko, fue alentada desde occidente. En síntesis, si Zelensky obra con inteligencia y busca terminar rápidamente con esta situación preferirá sentarse a charlar con Vladimir Putin antes que con Netanyahu.

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