sábado, 14 de noviembre de 2020

 

“TACTO Y ASTUCIA”

El cese al fuego del 10 de noviembre entre Armenia y Azerbaiyán tendrá consecuencias a mediano y largo plazo ¿A quiénes beneficia y a quiénes no les beneficia el final de esta guerra?

 

Por Dany Smith

Mientras los medios masivos de información occidentales copaban el aire y los sitios de internet con los vaivenes de la elección presidencial en los EEUU, en el sur del Cáucaso la guerra entre Armenia y Azerbaiyán tomaba un curso definitivo. Lo que estaba por ocurrir explicaba el silencio de los medios occidentales, particularmente los angloestadounidenses y en especial los británicos.

Apenas estalló la primera bomba en aquel anónimo ataque del 27 de septiembre contra los blindados azeríes, muchos comenzaron a especular quién había sido el primero en disparar o si en realidad, ambos bandos fueron manipulados por una tercera fuerza para que comenzara la escalada. Tan pronto comenzó el conflicto, tanto el canciller ruso Serguei Lavrov como el mismo presidente Vladimir Putin, comenzaron los contactos confidenciales con ambos gobiernos para escuchar explicaciones y al mismo tiempo, detener lo que podría ser una guerra sanguinaria e inecesaria.

Las sospechas de una posible implicancia de una tercera potencia en la creación del incidente, comenzaría a tomar fuerza cuando algunos expertos como el polaco Matheus Piskorski, señalaron la participación del “MI-6” dirigido por el ex diplomático y experto en asuntos turcos Richard Moore, en la creación del incidente para desatar una escalada en la región. Para la agencia británica el terreno caucásico no era desconocido dado que ya en épocas de la guerra de Chechenia, desatada entre 1994/1996, supieron prestar apoyo clandestino de diversa índole (tráfico de armas, explosivos e información) a los independentistas chechenos.

En la presente crisis el objetivo no era ayudar a los armenios ni a mucho menos a los azeries. Algunas especulaciones sobre estas implicancias apuntan a que se trató de un cebo para meter de cabeza a Turquía, en particular para comprometer al gobierno de Ankara y con ello, fabricar la excusa perfecta para acabar de una buena vez con el problemático Erdogan tal como lo hizo Washington con Saddam Hussein tras manipularle para alentarlo a invadir Kuwait en agosto de 1990.

Otra lectura apunta a un objetivo mucho más ambicioso y nada novedoso como es crear el caos en las fronteras de Rusia. Estaba claro que desestabilizar la región traería muchos problemas a Rusia y en especial al presidente Putin quien en los últimos meses viene pasando por una severa crisis política interna beneficiando con ello, los objetivos geopolíticos que EEUU tiene en mira (Conforme a los estudios de la Corporación RAND).

Precisamente sobre lo que han evaluado esos estudios, plasmados en un informe puesto a disposición de la CIA y el Pentágono, entre sus capítulos menciona como objetivos prioritarios “aprovechar las tensiones en el sur del Cáucaso” con lo cual muy bien podríamos preguntar ¿No parece curioso que tras estas evaluaciones de la Corporación RAND se produjeran los incidentes que escalaron en septiembre? Igualmente, por el resultado visto, sus objetivos no se consiguieron e incluso podemos asegurar que fueron contraproducentes para sus intereses y obviamente a costa de los intereses armenios.

Lo cierto es que fueron 44 día de feroces combates en los que las tropas azeries avanzaron sobre los territorios que Armenia había ocupado en la guerra de 1994  recuperando como principal objetivo de las reivindicaciones de Azerbaiyán, los altos de Nagorno Karabaj. Pero ¿Por qué se silenciaron las armas? Primero que todo aclaremos que no fue gracias a EEUU, Francia ni cualquiera de sus socios de la OTAN. Tampoco lo fue por la participación de Turquía (Patito feo atlantista) ni del subterráneo involucramiento de Israel con Bakú que hizo un formidable negocio con la venta de armamento a dos bandas; no. Una vez más, fueron las gestiones diplomáticas apoyadas por el realismo y la audacia que requiere una política exitosa y no de meros discursos vacíos como podemos ver en países que tienen disputas territoriales similares y que no pueden respaldar esas palabras con planes concretos en el terreno.   

Pero volviendo a lo que ocurre en el Cáucaso, vemos que algunos malintensionados pretenden darle al conflicto el tenor religioso y mostrar a los armenios como los pobres cristianos ortodoxos rodeados de los malvados musulmanes. Ese discurso sucio y mitológico ya se conoce a donde apunta y ha sido muy trillado en Palestina con el cual Israel y sus partidarios alrededor del mundo –y utilizando espacios como Hollywood-  han tratado de disfrazar sus ambiciones colonialistas que se ven materializadas con las continuas usurpaciones de tierras árabes y lo peor de todo, ocultar sus incontables crímenes de guerra que cometen en ese proceso.

En el caso de la disputa por los altos de Nagorno Karabaj y varios territorios azeríes, su situación en el terreno había cambiado por acciones invasivas. Todos ellos habían sido conquistados por la fuerza y ocupados por los armenios en momentos que la URSS se desmembraba. Desde ese entonces, los armenios fundaron la república de “Artzaj” que nunca fue reconocida internacionalmente estableciéndose un estado de paz precaria y de mutua desconfianza que fue roto esporádicamente por continuos duelos de artillería y disparos de francotiradores.

Para finales de octubre los combates en rededor de Nagorno Karabaj se volvieron intensos y varios pueblos cercanos con habitantes armenios comenzaron su evacuación hacia Armenia. El caso de la localidad de Stepanakert es descriptivo de lo que sucedía días antes de que se lograra detener los combates. A pesar de la guerra de desinformación que se llevaba a cabo en "Twitter", la realidad en terreno evidenció que los pobladores armenios comenzaron a evacuar sus hogares y salir presurosos en sus vehículos hacia Erevan.

El 10 de noviembre y tras intensas gestiones del presidente Vladimir Putin y su equipo de asesores exteriores, se puso en vigencia un cese al fuego y el envio de una fuerza de paz rusa para desplegar rápidamente en la región. Ello pudo lograrse tras la realización de intensas  conversaciones con el primer ministro armenio Nikol Pashinyan, su homologo azerí Iham Aliyev y con el primer ministro turco Recept Tiyip Erdogan, éste ultimo con inquietantes y nada secretas ambiciones regionales direccionadas a monopolizar el comercio del gas en la región.

Para los armenios represento una inaceptable derrota y las consecuencias de esta frustración no se hicieron esperar sobre el gobierno de Pashinyan. En horas de la noche del 11 de noviembre una orda de cientos de enfurecidos armenios asaltó el Parlamento donde lincharon al vocero parlamentario Ararat Mirzoyan, al mismo primer ministro Pashinyan y a otros de sus funcionarios. Las escenas que se recogieron por cámaras de teléfonos celulares revelaron los efectos de la ira popular y el comienzo de una etapa peligrosa para Armenia.

El papel de Turquía en este conflicto en nada contribuyó a la paz, aunque cierto es que, su mandatario se encargo de explicitar su apoyo decidido e incondicional a sus hermanos chiitas del Cáucaso. Más allá de la solidaridad que Erdogan pretendía mostrar por las ocupaciones de territorios azeries, sin duda especulaba con establecer un protagonismo geopolítico en la región que ha quedado truncado por la rápida y eficaz intervención de Moscú. Son dudas y más allá de la sangre derramada Rusia logro frenar una tragedia mucho mayor.

Al mismo tiempo le hizo un favor a Turquía. Con su retorica y comprobada implicancia belicista, Erdogan se estaba poniendo la soga al cuello sin advertir que sus colegas de la OTAN (en especial EEUU y Gran Bretaña) estaban por abrir la trampera bajo sus pies para ahorcarle. Tal vez Erdogan debiera darle las gracias a Putin por salvarle el cuello, aunque ello le cueste abandonar sus ambiciones.

 

 

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