“TACTO Y ASTUCIA”
El cese al fuego del 10 de noviembre entre Armenia y
Azerbaiyán tendrá consecuencias a mediano y largo plazo ¿A quiénes beneficia y
a quiénes no les beneficia el final de esta guerra?
Por
Dany Smith
Mientras los medios masivos de información occidentales copaban el aire y los sitios de internet con los vaivenes de la elección presidencial en los EEUU, en el sur del Cáucaso la guerra entre Armenia y Azerbaiyán tomaba un curso definitivo. Lo que estaba por ocurrir explicaba el silencio de los medios occidentales, particularmente los angloestadounidenses y en especial los británicos.
Apenas
estalló la primera bomba en aquel anónimo ataque del 27 de septiembre contra
los blindados azeríes, muchos comenzaron a especular quién había sido el
primero en disparar o si en realidad, ambos bandos fueron manipulados por una
tercera fuerza para que comenzara la escalada. Tan pronto comenzó el conflicto,
tanto el canciller ruso Serguei Lavrov como el mismo presidente Vladimir Putin,
comenzaron los contactos confidenciales con ambos gobiernos para escuchar explicaciones
y al mismo tiempo, detener lo que podría ser una guerra sanguinaria e
inecesaria.
Las
sospechas de una posible implicancia de una tercera potencia en la creación del
incidente, comenzaría a tomar fuerza cuando algunos expertos como el polaco
Matheus Piskorski, señalaron la participación del “MI-6” dirigido por el ex
diplomático y experto en asuntos turcos Richard Moore, en la creación del
incidente para desatar una escalada en la región. Para la agencia británica el
terreno caucásico no era desconocido dado que ya en épocas de la guerra de
Chechenia, desatada entre 1994/1996, supieron prestar apoyo clandestino de
diversa índole (tráfico de armas, explosivos e información) a los
independentistas chechenos.
En
la presente crisis el objetivo no era ayudar a los armenios ni a mucho menos a
los azeries. Algunas especulaciones sobre estas implicancias apuntan a que se
trató de un cebo para meter de cabeza a Turquía, en particular para comprometer
al gobierno de Ankara y con ello, fabricar la excusa perfecta para acabar de
una buena vez con el problemático Erdogan tal como lo hizo Washington con
Saddam Hussein tras manipularle para alentarlo a invadir Kuwait en agosto de
1990.
Otra
lectura apunta a un objetivo mucho más ambicioso y nada novedoso como es crear
el caos en las fronteras de Rusia. Estaba claro que desestabilizar la región
traería muchos problemas a Rusia y en especial al presidente Putin quien en los
últimos meses viene pasando por una severa crisis política interna beneficiando
con ello, los objetivos geopolíticos que EEUU tiene en mira (Conforme a los
estudios de la Corporación RAND).
Precisamente
sobre lo que han evaluado esos estudios, plasmados en un informe puesto a
disposición de la CIA y el Pentágono, entre sus capítulos menciona como
objetivos prioritarios “aprovechar las tensiones en el sur del Cáucaso” con lo
cual muy bien podríamos preguntar ¿No parece curioso que tras estas
evaluaciones de la Corporación RAND se produjeran los incidentes que escalaron
en septiembre? Igualmente, por el resultado visto, sus objetivos no se
consiguieron e incluso podemos asegurar que fueron contraproducentes para sus
intereses y obviamente a costa de los intereses armenios.
Lo
cierto es que fueron 44 día de feroces combates en los que las tropas azeries
avanzaron sobre los territorios que Armenia había ocupado en la guerra de 1994 recuperando como principal objetivo de las
reivindicaciones de Azerbaiyán, los altos de Nagorno Karabaj. Pero ¿Por qué se
silenciaron las armas? Primero que todo aclaremos que no fue gracias a EEUU,
Francia ni cualquiera de sus socios de la OTAN. Tampoco lo fue por la
participación de Turquía (Patito feo atlantista) ni del subterráneo
involucramiento de Israel con Bakú que hizo un formidable negocio con la venta
de armamento a dos bandas; no. Una vez más, fueron las gestiones diplomáticas
apoyadas por el realismo y la audacia que requiere una política exitosa y no de
meros discursos vacíos como podemos ver en países que tienen disputas territoriales
similares y que no pueden respaldar esas palabras con planes concretos en el
terreno.
Pero
volviendo a lo que ocurre en el Cáucaso, vemos que algunos malintensionados
pretenden darle al conflicto el tenor religioso y mostrar a los armenios como
los pobres cristianos ortodoxos rodeados de los malvados musulmanes. Ese
discurso sucio y mitológico ya se conoce a donde apunta y ha sido muy trillado
en Palestina con el cual Israel y sus partidarios alrededor del mundo –y utilizando espacios como Hollywood- han tratado de disfrazar sus ambiciones
colonialistas que se ven materializadas con las continuas usurpaciones de
tierras árabes y lo peor de todo, ocultar sus incontables crímenes de guerra
que cometen en ese proceso.
En
el caso de la disputa por los altos de Nagorno Karabaj y varios territorios
azeríes, su situación en el terreno había cambiado por acciones invasivas.
Todos ellos habían sido conquistados por la fuerza y ocupados por los armenios
en momentos que la URSS se desmembraba. Desde ese entonces, los armenios
fundaron la república de “Artzaj” que nunca fue reconocida internacionalmente
estableciéndose un estado de paz precaria y de mutua desconfianza que fue roto esporádicamente
por continuos duelos de artillería y disparos de francotiradores.
Para
finales de octubre los combates en rededor de Nagorno Karabaj se volvieron
intensos y varios pueblos cercanos con habitantes armenios comenzaron su
evacuación hacia Armenia. El caso de la localidad de Stepanakert es descriptivo
de lo que sucedía días antes de que se lograra detener los combates. A pesar de
la guerra de desinformación que se llevaba a cabo en "Twitter", la realidad en
terreno evidenció que los pobladores armenios comenzaron a evacuar sus hogares
y salir presurosos en sus vehículos hacia Erevan.
El
10 de noviembre y tras intensas gestiones del presidente Vladimir Putin y su
equipo de asesores exteriores, se puso en vigencia un cese al fuego y el envio
de una fuerza de paz rusa para desplegar rápidamente en la región. Ello pudo
lograrse tras la realización de intensas conversaciones con el primer ministro armenio Nikol
Pashinyan, su homologo azerí Iham Aliyev y con el primer ministro turco Recept
Tiyip Erdogan, éste ultimo con inquietantes y nada secretas ambiciones
regionales direccionadas a monopolizar el comercio del gas en la región.
Para
los armenios represento una inaceptable derrota y las consecuencias de esta
frustración no se hicieron esperar sobre el gobierno de Pashinyan. En horas de
la noche del 11 de noviembre una orda de cientos de enfurecidos armenios asaltó
el Parlamento donde lincharon al vocero parlamentario Ararat Mirzoyan, al mismo
primer ministro Pashinyan y a otros de sus funcionarios. Las escenas que se
recogieron por cámaras de teléfonos celulares revelaron los efectos de la ira
popular y el comienzo de una etapa peligrosa para Armenia.
El
papel de Turquía en este conflicto en nada contribuyó a la paz, aunque cierto
es que, su mandatario se encargo de explicitar su apoyo decidido e
incondicional a sus hermanos chiitas del Cáucaso. Más allá de la solidaridad
que Erdogan pretendía mostrar por las ocupaciones de territorios azeries, sin
duda especulaba con establecer un protagonismo geopolítico en la región que ha
quedado truncado por la rápida y eficaz intervención de Moscú. Son dudas y más
allá de la sangre derramada Rusia logro frenar una tragedia mucho mayor.
Al
mismo tiempo le hizo un favor a Turquía. Con su retorica y comprobada
implicancia belicista, Erdogan se estaba poniendo la soga al cuello sin
advertir que sus colegas de la OTAN (en especial EEUU y Gran Bretaña) estaban
por abrir la trampera bajo sus pies para ahorcarle. Tal vez Erdogan debiera
darle las gracias a Putin por salvarle el cuello, aunque ello le cueste
abandonar sus ambiciones.
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