miércoles, 24 de enero de 2024

 

HACIA UNA GEOPOLITICA MAS MORAL

Desde hace ya más de treinta años hasta esta parte el mundo ha ido de mal en peor. La caída de la URSS como contrapeso geopolítico a las ambiciones hegemónicas de EEUU ayudo a ese desequilibrio. Ahora con el avance firme del BRICS+ el horizonte puede ser más positivo.


Por Charles H. Slim

El mundo está consciente de que es necesario un cambio y también sabe muy bien por qué y quiénes son los responsables de la gran inequidad, la inestabilidad global producto de las cruentas guerras que además de los intereses geopolíticos en el fondo representan fabulosos negocios para muchos funcionarios de gobiernos y corporaciones armamentísticas privadas.

A las potencias occidentales se les ha hecho muy difícil ocultar los cadáveres de decenas de miles no ya de personas sino de familias enteras que se han ido acumulando en los últimos treinta años (Irak, Libia, Siria, Afganistán, Yemen y hoy Palestina), producto de sus manipulaciones políticas y de sus cruentas intervenciones militares abiertas o disfrazadas bajo ropajes se impostadas revoluciones o con espantajos seudo-islamistas y que han tratado de minimizar con ese insultante argumento del “daño colateral”.

Eso que no es otra cosa que masacres colectivas sin término hizo que las víctimas pasaran a ser meras referencias numéricas en estadísticas con lo cual, se las deshumaniza impidiendo que puedan ser individualizadas y cada caso tratado como corresponde por la justicia. Es de esa masividad de donde provienen afirmaciones impunes tales como “matar árabes no trae consecuencias” proferidas por el ex ministro israelí Naftaly Bennet o, “sueño con levantarme una mañana y ver que el mar se tragó a los palestinos de Gaza” como alguna vez dijo otro funcionario sionista como Avigdor Lieberman.

Ese desprecio inmoral surgido de un odio racial visceral es compartido por los angloestadounidenses y los ejemplos bastan tanto dentro como fuera de sus fronteras. Con ese mismo razonamiento han manejado las relaciones económicas hasta tal punto que Washington ha perfeccionado el odioso sistema de “sanciones comerciales” que no es otra cosa que la implementación del terror mediante una simple extorsión mafiosa, una táctica que Rusia ha logrado vencer.

Hoy Europa sufre una incesante crisis migratoria producto de esas políticas que en los últimos meses se ha visto incrementada por la guerra en Eurasia y la actual situación en Palestina que impactan de forma distorsiva y altamente negativa en sus economías.

Eso ha ido horadando la credibilidad de los gobiernos anglosajones y poniendo sobre aviso a los países emergentes de que en el momento menos esperado, pueden ser los siguientes. La esperanza de una alternativa a ese mundo unipolar y signado por la hegemonía de Washington ya es palpable y hoy más que nunca Sudáfrica, miembro fundador de los BRICS ha demostrado tener la vocación de ser el faro moral para dar esa bocanada de aire puro que tanto necesita el mundo. 

El BRICS ya es más que una realidad, es una estructura afianzada que avanza incluyendo a nuevos socios y que desde el “sur global” se proyecta con fuerza para todo el mundo. Si bien este bloque comenzó para establecer tratados de carácter económicos-comerciales entre los países que buscan la independencia de los lineamientos financieros de EEUU, hoy ya apunta a desarrollar objetivos más ambiciosos que tan solo unos años antes eran considerados en Occidente como “ridículos”. El BRICS PAY como sistema de pagos alternativo a nivel global, parece ser uno de ellos con lo cual el dólar dejaría de ser la única moneda para el comercio internacional.

La adhesión a este sistema basado en el Blockchain, destinado para transacciones transfronterizas demuestra que los países del bloque se quieren alejar definitivamente de la influencia del dólar como moneda de cambio comercial y con ello del Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT). Esto a su vez representa el desarrollo de un musculo político y jurídico que servirá para dar cobijo a aquellos países que se vean amenazados o incluso sancionados por las medidas unilaterales que el sistema financiero angloestadounidense suele usar para condicionar o simplemente pisar a los países emergentes.

El marco para que avance este bloque es ampliamente prometedor. China como parte fundamental de este, ofrece no solo un mercado amplio para el intercambio de bienes y servicios sino también, la provisión de mercancías terminadas, el factor tecnológico de su industria y el acceso a sus socios a mercados tan diversos como son América Latina, África y Oceanía.

Pero las relaciones del BRICS con estos continentes no se reducirán al mero intercambio comercial. Como vimos arriba el bloque provee soluciones financieras y respaldo político y jurídico para proteger a los futuros socios de cada uno de estos espacios geográficos que de constante están sometidos a las elegantes presiones de los lineamientos financieros que imponen organismos trasnacionales como el FMI, el Banco Mundial y las “sugerencias” que salen del G-7 que en última instancia responden a los lineamientos políticos de La Casa Blanca. Dentro de este esquema unilateral EEUU ha mantenido con engaños y puño de hierro sus políticas externas.

Los pueblos (que no suelen coincidir con el sentir de sus gobiernos) están hartos de esto y hace tiempo que entendieron que el globalismo solo buscaba beneficios para uno solo: EEUU. Con la alternativa de los BRICS+ eso cambia de forma radical ya que en este bloque no hay un manda más que impone reglas arbitrarias o se emplaza como “líder moral” del resto. A la ganancia maximizada a cualquier costo (incluida la vida) del liberalismo económico angloestadounidense se le opone el “ganar, ganar” del bloque reflejando una filosofía contrapuesta en la que “para que uno gane el otro no debe perder”.  

Obviamente que el despliegue de esta filosofía no solo es desagradable para los digitadores financieros en Wall Street y la City londinense, es una amenaza a sus negocios y enjuagues macro financieros con los cuales hunden a discreción las economías de países emergentes volviéndoles eternamente dependientes de programas, préstamos y ayudas de sus organismos internacionales que no son sino, parte de la misma cadena burocrática que retroalimenta al sistema. Y para aquellos que se resisten o amenazan con salirse, la conspiración política fabricando golpes de estado, revoluciones o directamente, invasiones para “imponer la democracia”.

El BRICS es además la plataforma para una nueva geopolítica en la cual se podrán hallar soluciones a problemas del mismo carácter tal como hemos venido viendo en los últimos 76 años con el caso de los palestinos y su continua privación al derecho a la autodeterminación política con un estado propio que brinde cobijo y protección a su población. Sobre esto Sudáfrica, con un doloroso y aleccionador pasado con el Apartheid (del cual Israel fue socio) ha dado un paso adelante y ha marcado un hito histórico impulsando ante el TIJ las investigaciones por crímenes de guerra y genocidio perpetrados por el estado de Israel en la Franja de Gaza, aun cuando sabemos de la inequívoca influencia del estado de Israel y sus partidarios alrededor del mundo.

Sin dudas que con estos antecedentes, hay esperanzas de una geopolítica más moral de la que ha imperado en el mundo en estos últimos treinta años.

 

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