¿INTRIGA EN EL
VATICANO?
¿Puede haber una
conspiración en marcha para sacar al Papa Francisco?
Por Javier B. Dal
La repentina convalecencia del Papa Francisco trajo aparejada la preocupación de la grey católica de todo el mundo y lo puso en el centro de la noticia en los primeros días de aquello. Hace una semana que el Papa tuvo en apariencias un problema pulmonar que lo llevo a ser internado en el hospital más importante de Roma y en donde actualmente sigue bajo observación. Hasta aquí, podría creerse que esto es el producto de la condición de un hombre de avanzada edad y punto.
Pero el Papa
Francisco, pese a su edad y su historial médico, ha demostrado una vitalidad
tanto física como intelectual que a algunos molesta y demasiado.
A diferencia de
sus predecesores, especialmente de Wojtyla y Ratzinger, el actual santo padre
no ha dudado en salirse de los moldes clásicos del Vaticano e ir más allá de lo
que políticamente podrían soportar los poderes que se ocultan bajo sus
catacumbas. No olvidemos que él lidera un estado político y como tal, cuenta
con todos los males y vicios terrenales de cualquier otro estado.
Como en cualquier
estado, priman y compiten intereses sectoriales que dan lugar a clandestinas luchas
de poder que pueden terminar en situaciones desagradables, máxime cuando ello
amenaza a los intereses del llamado Establishment que ciertamente también
existe en el Vaticano.
Entonces ¿Por qué
esta repentina descompensación del Papa Francisco no pudo ser algo deliberado? Al
igual que en otros estados (incluyendo a la gran democracia estadounidense) no
sería la primera vez que atentan y asesinan a sus mandatarios. Las escandalosas
intentonas contra Donald Trump en etapas previas a su elección han refrescado
la memoria sobre esto. Así desde el Papa Silverio en el 537 hasta Juan Pablo I
en 1978 hemos visto que los “santos padres” también son un objetivo a eliminar cuando
estorban o ponen en riesgo ciertos intereses o políticas del estado pontificio.
A partir de esto
podemos comenzar a ver en perspectiva quienes estarían interesados en sacar del
medio a Francisco y cuáles serían los motivos para ello. Quienes primero están
en la lista son sus posibles sucesores entre los que hay algunos muy
disconformes con la agenda desplegada por el Papa. Conservadores como el
cardenal Raymond Leo Burke de origen estadounidense y el secretario de estado
Pietro Parolin, ambos con chances para sucederlo, podrían verse favorecidos con
una repentina partida del Papa.
Al mismo tiempo y
suponiendo que alguno de ellos tuviera este interés, no podrían ejecutar este
plan siniestro sin complicidades y una apoyatura institucional e incluso
externa que les propicie.
Para maquinar un
plan semejante y cuando se halla en la cabeza del planificador, esta claro que
nadie podría enterarse, pero cuando se necesita ponerlo en marcha junto con
otros cómplices y teniendo en miras como acomodar el hecho como si hubiera sido
una muerte natural, está muy claro que eso ya no es nada fácil.
Precisamente y
como cualquier otro estado, el Vaticano tiene su propio servicio de
inteligencia y es seguro que hablar dentro de los muros de la ciudadela no es
la mejor idea para mantener en secreto una conspiración. Allí sin dudas que los
muros tienen oídos y ojos, dotados por las más avanzadas tecnologías de
vigilancia que las potencias occidentales podrían brindarle con lo cual, si
alguien pudiera burlarlas serían solamente los conocedores de ellas.
Si continuamos
deshilachando el paño, podríamos considerar que en cierto sentido, eliminar al
pontífice podría beneficiar a ciertos intereses externos al círculo del estado
pontificio, especialmente algunos muy descontentos con su agenda discursiva que
resulta altamente molesta y corrosiva a sus oídos. Pero ¿Quiénes podrían ser
estos intereses externos?
El aperturismo que
ha demostrado Francisco no solo ha molestado a los conservadores del clero sino
también, a los sectores políticos globales que comulgan con aquellos. Ha
impulsado las investigaciones de varios sacerdotes y altos cardenales acusados
de pedofilia mientras que al mismo tiempo ha humanizado el trato hacia los
homosexuales desatando el escarnio entre los más duros de la iglesia.
Siguiendo con
aquella corriente y aunque no tiene una vinculación directa con el catolicismo,
el regreso de Donald Trump a La Casa Blanca de la mano de los sectores más
rancios del conservadurismo y sus socios sionistas sin dudas es una señal para
los adversarios internos del Vaticano. Esa señal se vió reforzada con la
designación del cardenal ultraconservador Brian Burch como embajador de EEUU en
el Vaticano quien poca simpatía tiene para con el mensaje de Francisco y es el
candidato de Trump.
No es un secreto la
animadversión que Trump y los evangelistas electrónicos (cristianos sionistas)
sienten para con el actual Papa. Uno de los puntos que molesto de sobremanera a
todos estos ha sido sin dudas, las duras críticas hacia el genocidio que Israel
ha estado llevando a cabo en la Franja de Gaza y la extensión de la guerra al
Líbano y Siria. Evidentemente a Netanyahu y sus secuaces farisaicos tampoco les
agrada el mensaje del Papa, pero ello no significa que se ensucien las manos
con sus propios asesinos del Mossad.
Los servicios de
inteligencia de la Santa Iglesia que en su estructura son tan vaporosos como
sus “hermanos mayores” israelíes, tienen en cuenta estos elementos y
seguramente sepan al detalle cuáles han sido las verdaderas causales de esta
descompensación en la salud del Papa Francisco.
En resumen de cuentas,
la vida del Papa más que en las manos de Dios, se halla en las manos de estos
temibles sectores de un estado bien terrenal.
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