lunes, 3 de marzo de 2025

 

 

¿INTRIGA EN EL VATICANO?

¿Puede haber una conspiración en marcha para sacar al Papa Francisco?

 

Por Javier B. Dal

La repentina convalecencia del Papa Francisco trajo aparejada la preocupación de la grey católica de todo el mundo y lo puso en el centro de la noticia en los primeros días de aquello. Hace una semana que el Papa tuvo en apariencias un problema pulmonar que lo llevo a ser internado en el hospital más importante de Roma y en donde actualmente sigue bajo observación. Hasta aquí, podría creerse que esto es el producto de la condición de un hombre de avanzada edad y punto.

Pero el Papa Francisco, pese a su edad y su historial médico, ha demostrado una vitalidad tanto física como intelectual que a algunos molesta y demasiado.

A diferencia de sus predecesores, especialmente de Wojtyla y Ratzinger, el actual santo padre no ha dudado en salirse de los moldes clásicos del Vaticano e ir más allá de lo que políticamente podrían soportar los poderes que se ocultan bajo sus catacumbas. No olvidemos que él lidera un estado político y como tal, cuenta con todos los males y vicios terrenales de cualquier otro estado.

Como en cualquier estado, priman y compiten intereses sectoriales que dan lugar a clandestinas luchas de poder que pueden terminar en situaciones desagradables, máxime cuando ello amenaza a los intereses del llamado Establishment que ciertamente también existe en el Vaticano.

Entonces ¿Por qué esta repentina descompensación del Papa Francisco no pudo ser algo deliberado? Al igual que en otros estados (incluyendo a la gran democracia estadounidense) no sería la primera vez que atentan y asesinan a sus mandatarios. Las escandalosas intentonas contra Donald Trump en etapas previas a su elección han refrescado la memoria sobre esto. Así desde el Papa Silverio en el 537 hasta Juan Pablo I en 1978 hemos visto que los “santos padres” también son un objetivo a eliminar cuando estorban o ponen en riesgo ciertos intereses o políticas del estado pontificio.

A partir de esto podemos comenzar a ver en perspectiva quienes estarían interesados en sacar del medio a Francisco y cuáles serían los motivos para ello. Quienes primero están en la lista son sus posibles sucesores entre los que hay algunos muy disconformes con la agenda desplegada por el Papa. Conservadores como el cardenal Raymond Leo Burke de origen estadounidense y el secretario de estado Pietro Parolin, ambos con chances para sucederlo, podrían verse favorecidos con una repentina partida del Papa.

Al mismo tiempo y suponiendo que alguno de ellos tuviera este interés, no podrían ejecutar este plan siniestro sin complicidades y una apoyatura institucional e incluso externa que les propicie.

Para maquinar un plan semejante y cuando se halla en la cabeza del planificador, esta claro que nadie podría enterarse, pero cuando se necesita ponerlo en marcha junto con otros cómplices y teniendo en miras como acomodar el hecho como si hubiera sido una muerte natural, está muy claro que eso ya no es nada fácil.

Precisamente y como cualquier otro estado, el Vaticano tiene su propio servicio de inteligencia y es seguro que hablar dentro de los muros de la ciudadela no es la mejor idea para mantener en secreto una conspiración. Allí sin dudas que los muros tienen oídos y ojos, dotados por las más avanzadas tecnologías de vigilancia que las potencias occidentales podrían brindarle con lo cual, si alguien pudiera burlarlas serían solamente los conocedores de ellas.

Si continuamos deshilachando el paño, podríamos considerar que en cierto sentido, eliminar al pontífice podría beneficiar a ciertos intereses externos al círculo del estado pontificio, especialmente algunos muy descontentos con su agenda discursiva que resulta altamente molesta y corrosiva a sus oídos. Pero ¿Quiénes podrían ser estos intereses externos?

El aperturismo que ha demostrado Francisco no solo ha molestado a los conservadores del clero sino también, a los sectores políticos globales que comulgan con aquellos. Ha impulsado las investigaciones de varios sacerdotes y altos cardenales acusados de pedofilia mientras que al mismo tiempo ha humanizado el trato hacia los homosexuales desatando el escarnio entre los más duros de la iglesia. 

Siguiendo con aquella corriente y aunque no tiene una vinculación directa con el catolicismo, el regreso de Donald Trump a La Casa Blanca de la mano de los sectores más rancios del conservadurismo y sus socios sionistas sin dudas es una señal para los adversarios internos del Vaticano. Esa señal se vió reforzada con la designación del cardenal ultraconservador Brian Burch como embajador de EEUU en el Vaticano quien poca simpatía tiene para con el mensaje de Francisco y es el candidato de Trump.   

No es un secreto la animadversión que Trump y los evangelistas electrónicos (cristianos sionistas) sienten para con el actual Papa. Uno de los puntos que molesto de sobremanera a todos estos ha sido sin dudas, las duras críticas hacia el genocidio que Israel ha estado llevando a cabo en la Franja de Gaza y la extensión de la guerra al Líbano y Siria. Evidentemente a Netanyahu y sus secuaces farisaicos tampoco les agrada el mensaje del Papa, pero ello no significa que se ensucien las manos con sus propios asesinos del Mossad.

Los servicios de inteligencia de la Santa Iglesia que en su estructura son tan vaporosos como sus “hermanos mayores” israelíes, tienen en cuenta estos elementos y seguramente sepan al detalle cuáles han sido las verdaderas causales de esta descompensación en la salud del Papa Francisco.  

En resumen de cuentas, la vida del Papa más que en las manos de Dios, se halla en las manos de estos temibles sectores de un estado bien terrenal.

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