NACIONAL
“¿POLÍTICA ECONÓMICA O
ECONOMÍA POLÍTICA?”
Hasta donde podría llegar el gobierno neoliberal de Macri por amoldar al país a las condiciones internacionales
Por Javier B. Dal
Aunque el lector pueda decir que el título es poco original y muy
trillado, cabe recordarle que los problemas de Argentina son de las mismas
características siempre comprendidos dentro de ésta acostumbrada dicotomía. Pero
en la actual realidad política del país, ésta se presenta muy clara y es
necesario dejar en claro que es lo que el gobierno de Mauricio Macri pretende
ejercitar para resolver los graves problemas estructurales que ha dejado no
solo el gobierno K, sino una endemia latente que tiene ya cuarenta años.
Si
comenzamos a discurrir sobre cuáles son las diferencias que hay entre un
término y otro, se hace necesario que nos remontemos aunque sea medianamente, a un origen cercano de su etimología. De esta manera
vemos que la llamada “Economía Política”
fue una elaboración del dramaturgo, aventurero y economista francés
Antoine Montchrestien quien en un trabajo realizado para analizar las
relaciones de producción dentro de la sociedad capitalista de su época,
segmentaba a las mismas en clases a saber: Capitalista, proletaria y
terratenientes. De este modo vemos que
lo que Montcherestein trata es la relación que se da entre los seres humanos a
nivel de producción.
Si
vemos el desarrollo de la política del anterior gobierno, podrá advertirse
rasgos de una economía proteccionista con pinceladas de un “marxismo” económico
–especialmente en lo microeconómico- muy rebajado o mejor dicho,
groseramente adulterado, con ingredientes macroeconómicos más bien orientados a
la escuela de Keynes. Una verdadera creación frankesteiniana claramente signada
a morir prematuramente.
Está claro que
más allá de la incoherencia doctrinal que se ve en el engarce de estas políticas antagónicas, la realidad
demostró que lo que realmente existió fue una mascarada que trató de imitar de
una economía productiva nacional que encubría las mismas recetas
macroeconómicas de sello foráneo. De
esta manera, “ajuste y sacrificios para los de abajo” y “buenos negocios para
los gobernantes”, siguió siendo la pauta dentro de aquel llamado “gobierno
nacional y popular”.
Quizá
suene hasta muy estrambótica la comparación
pero, la política que se implementaba durante la era “K” se parecía
mucho al eslogan del “Tío Sam” que reza en sus afiches de reclutamiento para
las FFAA de EEUU y que dice “No digas que es lo que tu país puede hacer por ti
sino, que eso lo tu están dispuesto hacer por él”; solamente que en la
Argentina de “Cristina” las circunstancias políticas y económicas que se
manejaban hacia de que más bien se dijera “No digas, qué es lo que la Campora puede hacer por ti, sino que puedes hacer tú
por ella”. Palabras más palabras menos, el fondo es el mismo: el sujeto como
medio para los fines del estado o de un grupo de vivos que fabricaron una
supuesta militancia “desde las arcas del estado”.
Dentro
de esta mescolanza de doctrinas económicas
y políticas izquierdistas de rancio abolengo, se manejaba una economía informal
de capitales negros, provenientes del siempre y cada vez más lucrativo negocio
del narcotráfico, una verdad a gritos dentro de la de por sí, ambigua sociedad
política argentina.
Con esta
contaminación financiera, es muy dudoso que pueda existir una economía sana y
que, en forma legal, puedan estructurarse fuentes de desarrollo marcadas por el
interés común. Es así como dos o a lo menos cuatro señores manejan los destinos
del país y a su vez, pueden comprarse a las autoridades con un abrir y cerrar
de ojos. Es muy cierto que este problema
no es solamente argentino, sino que afecta al mundo entero pero, sería una
lucha muy interesante y honesta, romper estas reglas de juego.
Con
la apertura de la Asamblea legislativa el 1º de marzo, Macri fue enfático en
recordar cómo dejaron el país sus predecesores acudiendo a una descripción
clara y cruda de lo que en realidad todos saben. En lo económico, la herencia kirchnerista es
muy pesada y parte de su peso puede hallarse en los bolsillos de todos sus funcionarios.
Miles de millones de pesos se evaporaron de la noche a la mañana tras el
triunfo de Cambiemos. Con solo hacer una mirada a vuelo de pájaro de cuáles son
los patrimonios actuales de Cristina Fernández y familia, Amado Boudou, Alicia
Kirchner, Alberto Fernández, Axel Kicilof y todo el resto de innombrables que
fueron parte de la década “ganada”, se intuye a donde han ido esas abultadas
sumas y a su vez se podrá concluir que gobernar es un muy buen negocio. En esto
último y en apariencias, el gobierno actual apostaría por investigar a fondo
todos los negociados que se celebraron durante aquella época lo que sin dudas
–y si ello se cumple a raja tabla-, dará una bocanada de aire fresco en el
viciado ambiente de una justicia muy
politizada y maniquea.
Ahora
bien. Más allá de las medidas macro que se anunciaron para combatir todo el
desastre económico que dejó el FPV, lo cierto es que en lo que hace a la
economía domestica de los argentinos de a pie, ha pasado del pseudo-marxismo
cerrado a una anarquía de precios que ha llegado a niveles extremos de la
ridiculez, donde un producto natural como la naranja vale tanto o más que un
producto manufacturado y artificial como puede serlo una simple lapicera. Así
también se ha estado viendo con la carne, que a comparación de lo que se paga
por el kilo vivo en Liniers, los precios que se ven en un mostrador de esa misma vaca son triplicados o incluso
quintuplicados por efecto de un fenómeno denominado “intermediación”. Es en
estos puntos, donde el gobierno debería tomar acción de un férreo control y
sanción de esta práctica que altera los precios y que perjudica a los
consumidores. Pero, estamos ante un
gobierno de signo claramente neoliberal y ello hace que, como premisa
fundamental en lo que hace a la economía, esta se rige por “la libertar de mercado” que, según sus
exponentes, genera competencia y mejores precios.
Pero
allí no terminan las recetas neoliberales. Según se ha conocido en los círculos
íntimos al presidente, uno de los modelos que Macri tiene en mente para la
Argentina, es el de la India caracterizado por ser un país de servicios y
carente de políticas de industria nacional.
Semejante receta nos retrotrae a las épocas más recalcitrantes del
menemismo donde y con los consejos de los “popes” de la “Globalización”,
aconsejaban éstas recetas como la
panacea de la abundancia. Un modelo como el deseado, además de matar la
enclenque industria argentina, volverá a la población en dependiente de los
productos manufacturados en el exterior lo que, además de destruir el
desarrollo y emprendimientos de tecnología nacional, convertirá a los
trabajadores argentinos en meros empleados a sueldo –y discreción- de
compañías y corporaciones extranjeras.
Así se destruirá el emprendimiento y las iniciativas nacionales, obligando a
los cerebros y científicos a emigrar al exterior o simplemente ser absorbidos
por las Corporaciones que ya están desembarcando en el país.
Para
concluir, se puede ver que el gobierno de Macri ha puesto en marcha una
política económica que tiene claras finalidades políticas y financieras en
beneficio de los intereses que vienen a invertir al país y que se puede reducir
a una verdadera economía política en la que los empresarios y sus CEO manejaran
al estado nacional, como a una empresa privada y en la cual los ciudadanos
serán tratados como meras variables que se estratificaran en varias clases de empleados para la prestación de servicios
privados como la hotelería, turismo, gastronómicos y todo lo que pueda servir
en beneficio de quienes puedan pagar mejor.
El problema y la incógnita serán, si esta “economía política” llevará a
que las áreas tan sensibles como la defensa y la justicia, serán tratadas con
los mismos principios. Y entonces los argentinos deberán preguntarse si estos
sectores pasaran a ser privatizados?
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