domingo, 30 de octubre de 2016

ILM-MIDDLE EAST



“INTOXICANDO LA HISTORIA”


Como el sionismo trata de remozar la historia para argumentar la ocupación de Palestina



Por Horace Husseini

En la Guerra y el amor, todo vale dice el dicho, pero en la larga y sangrienta historia que tiene lugar en las tierras de Palestina esto ha ido demasiado lejos como para poder tolerar este descriptivo refrán.  Mucha agua ha pasado bajo el puente y mucho se ha escrito para tratar de maquillar la catástrofe del pueblo palestino que dicho sea de paso, muchos intelectuales pretender desconocer su existencia. Tal como reza un viejo axioma, La mentira y la verdad no pueden vivir en paz  reflejando sin ningún tipo de dudas, lo que viene ocurriendo en la vida político-social y humano desde antes de 1948 en Palestina. La fecha nos refiere al establecimiento forzado y mediante negociaciones secretas entre las potencias vencedoras de la segunda guerra mundial y del influyente movimiento sionista con particular cuña en Londres, del llamado Estado de Israel, el cual para los ortodoxos religiosos se  trata de la materialización de una promesa bíblica, para los sionistas (de la derecha y de la izquierda) –con fuente inspiradora en Teodoro Herzl- la concreción del ente político con ínfulas expansivas a costa de los “primitivos habitantes árabes” y para otros tantos una aspiración que puede concretarse en cualquier otro lugar de la tierra.

Sean de una o de otra tendencia, a todos ellos les importó un rábano la existencia de pobladores nativos y auténticamente semitas –árabes-palestinos-  ocupando aquellas tierras del viejo Canaan y que hoy conocemos como Palestina. Las ambiciones mezcladas con  la determinación  que forzadamente aprendieron de la persecución de la Alemania nazi y de la Unión soviética stalinista les dio el suficiente empuje para llevar adelante la empresa tan anhelada como la de instaurar un estado propio.  Y aquí no tuvo nada que ver Dios. Para lograr sus propósitos el movimiento sionista acudió a tácticas tan bien calculadas como despiadadas y mediante un crudo pragmatismo aporto ingentes recursos dinerarios para mover influencias y obtener el apoyo político que sin dudas se vio agilizado tras el fin de la segunda guerra y la corroboración de la existencia de Campos de exterminio en donde se asesinaron a millones de personas entre los cuales había ciudadanos judíos.

Con esta tragedia humana y que no fue exclusiva de los judíos europeos, fue utilizada hasta el escarnio para dar el zarpazo sobre Palestina, para lo cual los contactos sionistas lograron obtener compromisos de ayuda de todo tipo en Washington y Londres especialmente, pero también recibieron una importante ayuda de países el este como la ex Yugoslavia del Mariscal Tito de donde lograron obtener gran cantidad de armas ligeras y explosivos para armar a grupos sionistas como el “Hagana”, “Stern” y las “Palmach” que mediante tácticas de terror, fueron haciendo lugar –limpiando terrenos- para los judíos que llegarían de Europa.  Si así fue, el uso de la fuerza con un ilimitado apoyo de EEUU y de la Europa de pos-guerra, fueron los factores determinantes para poder  imponerse sobre los pobladores de aquel territorio. Estos grupos sionistas y menos aún sus jerarcas políticos como Ben Gurión  les pidieron permiso a los habitantes nativos y menos aún, ofrecieron algún tipo de negociación para la adquisición de la tierra.  Al parecer creyeron que podían instalarse a costa de las tierras y los bienes palestinos sin que considerar que aquellos reaccionarían a semejantes intensiones.

Para cuando vieron que esos escuálidos hombres del desierto no se doblaban ante sus pretensiones ni tenían miedo por luchar, los sionistas sacaron sus puñales y arremetieron sin dudas. Ante eso, el protectorado británico al tratar de mediar en el asunto simplemente fue atacado como un enemigo más lo que causó varios choques y discusiones  entre los intereses sionistas representados por la familia Rothschild y el Commonwealth con sede en Londres.

El final de la primera guerra mundial fue sin dudas determinante para que el movimiento sionista que bregaba larga e incesantemente por intermedio del ministro de Relaciones exteriores británico Arthur Balfour, impulsara ante la Corona Británica los beneficios de apoyar a tomar las tierras de Canaan –Palestina- bajo el fundamento de que ellas eran parte de la llamada tierra prometida.  La derrota del Imperio Germano en 1918 que arrastró a su aliado otomano, fue la bisagra para que el movimiento sionista comenzara a horadar con mayor rapidez los lazos que existían en el mundo árabe y descabezar la amenaza que simbolizaba el “Califato” Otomano para sus planes.  Aunque esa Turquía al comienzo colaboró con los planes de establecer un esbozo de estado judío, pronto se opto por sacrificarlo para  deshacer las conexiones entre Estambul y la región del Medio Oriente. Sin lugar a dudas, que la nada causal aparición del movimiento  republicano y laico de los “Jóvenes turcos”  encabezado por Mustafa Kemal Ataturk, representó la piedra de toque para darle el certificado de defunción al estado Teocrático musulmán y con ello, el camino libre para ingresar judíos masivamente a los territorios de Palestina bíblica.

La aversión por esos modestos habitantes de piel cobriza –semitas de pura cepa- fue casi inmediata.  Los rubios y blancos judíos alemanes, polacos y checos no tenían nada que ver con estos gentiles del desierto con modestas pero milenarias costumbres. Los que se rasgaban de continuo las vestiduras sobre una pertenencia semítica que les hizo blanco del odio racista de la Alemania nazi, demostraron ser tan viles y bestiales como sus verdugos. Los verdaderos semitas de estos parajes, como son los árabes de la región vieron en estos europeos de piel blanca y ojos claros una  peligrosa amenaza y para cuando pudieron advertir sus solapadas intensiones fue muy tarde.  Aquellos que llegaron a reclamar la “tierra prometida” salieron de la Europa de pos-guerra, luego claro, de casi dos décadas de activismo terrorista de las células sionistas que operaron despiadadamente contra el protectorado británico de Palestina y los pobladores árabes que estorbaban a sus planes. 

En ningún momento aquella pintoresca epopeya del barco “Exodo”  que fue detenido por la real marina británica en 1947 en las costas de Haifa y que fue muy dramatizada por Hollywood y los medios anglosajones, fue lo que se pretendía pintar.  Ni los judíos europeos askenazi trajeron beneficios a los pobladores árabes ni el sionismo es sinónimo de judaísmo.

Pareciera que a la altura de la historia y con los crasos antecedentes existentes sobre lo que Israel ha llevado adelante y sigue acometiendo contra la población palestina con los argumentos de defenderse del terrorismo, los intelectuales de aquella ideología y sus partidarios creen que pueden seguir engañando a la opinión pública.  Para tratar de convencer a extraños y ajenos, los sionistas han echado mano a todo tipo de argumentos con los cuales tratar de explicar la instauración del estado en medio de un territorio árabe y las continuas acciones para extender sus dominios a costa de sus vecinos.

Desde la concepción mesiánica de una supuesta “elección divina”  que se vio potenciada por la calamidad del Holocausto, pasando por las visiones más pragmáticas de la simple conquista político-militar hasta los extremos de un derecho indiscutible que se sostiene a base de  puño de hierro,  el intelectualismo judío y no judío adherente al iderario sionista, ha tratado de exponer algún tipo de título para que sin más excusas que la del holocausto,  llegaran a tierras ajenas a fomentar la violencia y traer la muerte en todas sus formas.

A la vista de tantas tendencias  argumentativas con el unificado fin de fundamentar las políticas de un estado Teocrático como el de Israel, se hace necesario tener que refrescar los hechos puntuales de la historia que marcaron la llegada de los primeros judíos europeos a las tierras de Palestina  allá por la década de los veinte y treinta del siglo XX para convivir como un vecino más con los árabes camelleros y beduinos de la árida región.  Pero aunque sería injusto generalizar –y claramente lo sigue siendo- muchos de aquellos judíos europeos que aparentemente buscaban un lugar en el mundo para sus vidas, traían bajo sus mangas otras intensiones y en pro de ellas comenzarían a operar sigilosamente.

Pero más allá de esta reseña ligera, desde 1948 en adelante no ha parado el derramamiento de sangre y aunque durante la mayor parte de la segunda parte del siglo XX, Israel gozo del encubrimiento mediático y del maquillaje propagandístico de las corporaciones mediáticas pagadas por sus insondables recursos,  la llegada del nuevo siglo trajo en forma casi ininterrumpida y en tiempo real la ventilación de la cruda verdad de lo que Israel hacía contra la población palestina.

Actualmente vemos varios rimbombantes ejemplos de esta ideología racista. El caso de la actriz y escritora norteamericana  Bayim Bilik reavivó en las últimas semanas, la discusión sobre qué significa ser sionista.  Laureada por sus logros de un doctorado en neurociencia Bailik no dudo en dar su apoyo a las políticas de Israel contra Gaza y los palestinos en general. ¿Y eso a quién le importa? El punto no es la persona sino la capacidad que representa, ya que tras haberse diplomado como una neurocientifica –lo que revela su asombroso conocimiento y gran inteligencia- ello no se condice con su ausencia de comprensión o empatía  ante el dolor ajeno. Para los sionistas el dolor que importa es el de los pares los demás, son Goyen.

Con los méritos de los doctorados, sus notables exponentes en el campo científico, académico y de la tecnología, tratan de cubrir la falta de humanidad para con los no judíos. Este es uno de los síntomas del sionista promedio, “su gran conocimiento” que muchos suelen poner –y por muy buen dinero- al servicio de la muerte.

Tras meritos intelectuales como los de Bailik se escudan muchos otros sionistas alrededor del mundo para justificar las atrocidades de Israel, casi siempre apuntando a la inferioridad de los palestinos para reducirlos a lo que usualmente suelen calificarlos como ratas.  En sus mentes retorcidas y claramente racistas, esos “moros, negros o ratas” molestan a los planes divinos o cosas por el estilo, que al igual que los dementes del “Daesh”, seguramente no tienen el agrado de Dios.  Pero como actualmente no se puede esconder por mucho tiempo un crimen sin que éste salga a la luz de la opinión pública –y mucho menos cuando es continuado y masivo- éste sector político del mundo judío se las ha visto en figurillas para explicar lo inexplicable (v. http://www.ain.com.ar/nota.php?nota=13959 ).

Por medio de ese conocimiento o de sus talentos, algunos tratan descaradamente de argumentar los beneficios del expansionismo israelí (http://www.veteranstoday.com/2016/10/25/actress-and-neuroscientist-mayim-bialik-is-a-zionist-whore/).  “En Israel están los mejores médicos y más prestigiosos hospitales” , con los médicos que se hartan de practicar con los heridos y las lesiones que causan los militares israelíes a la población palestina; o también, “hemos llevado el agua  potable donde antes no había, hemos creado  jardines verdes en medio del desierto”, si arrebatándoselo a los verdaderos dueños y en muchos casos a costa de su vida o un muy escuchado argumento a lo largo de estos años al decir que “los kibutz son el modelo de la vida comunitaria” a donde los judíos de otras partes llegan a experimentar  sus vivencias sin explicar obviamente que ese “kibutz” está asentado sobre una tierra arrebatada.

Para lograr sostener toda esta incuria contra la población palestina y cubrir los incontables crímenes que Israel hubo ordenado para ejecutar no solo en los países árabes sino también en varios lugares del mundo, el sector mediático y corporativo ha visto su meca de la propaganda en las películas y series  de Hoolywood, donde el tema del conflicto entre israelíes y palestinos se enfoca desde la victmización de Israel o del “villano” árabe.  Desde el 2001 y especialmente desde el 2010 en adelante, la generación espontanea de grupos seudo-jihadistas que asolan a los países árabes e islámicos, ha redundado en un curioso beneficio a los sectores de la ultraderecha que con Netanyahu y Lieberman a la cabeza,  han expresado con notable descaro que “destruir al Estado Islámico sería un error” ya que –según sus embustera postura-, el gran enemigo “de occidente” –léase de Tel Aviv- es Irán. Si se profundiza más, éstas confesadas inconsecuencias podrían descalabrar el discurso  monocorde de estos sectores y alentar a un revisionismo que no quieren los sionistas.  

Dentro del intelectualismo argentino Marcos Sagunis es uno de los referentes del sionismo que además de menospreciar a los palestinos tildándoles de que “se hacen los pobrecitos”,  ha sido expuesto como un descarado desinformador.  Su brillantez con la pluma se equipara a su desprecio por los verdaderos semitas de Palestina, quienes son pasto cotidiano de las tácticas sofisticas y dañinas de un gobierno impiadoso e inhumano que ha demostrado con creces que se halla más allá de la ley internacional.  A pesar de su truculento pasado de chupamedias que lo vincula a él y al sionismo nacional con la Junta militar de 1976, se lo suele ver soberbio ante periodistas o conductores comedidos del circo mediático que ni en mil años se atreverían a señalarle estas incongruencias. Y aunque personajes como éste traten de argumentar algún grado de  “santidad” en las acciones de Tel Aviv los antecedentes que reúne en su historia no se condicen con algo semejante, menos aún, reducir el sufrimiento a la calidad de exclusividad de un solo pueblo  (http://artepolitica.com/comunidad/las-metiras-de-marcos-aguinis/

Lejos de los intentos de mantener al sionismo como una mera entelequia del intelectualismo, éste ha demostrado que no solo es real sino también un actor  muy influyente.  Su poder económico es proporcionalmente similar o aún superior al político, pudiendo ser un factor determinante para la elección de un determinado candidato a la presidencia como acostumbradamente sucede en los EEUU.  Sus metas hoy por hoy son la de seguir apoyando  la apropiación ilegal de territorios árabes, el crecimiento de asentamientos (colonias) en territorios palestinos y fomentar la inmigración de judíos para contrarestar la demografía árabe. Para lograr estos siniestros propósitos no han escatimando en recursos inmorales y arbitrarios que han despertado la conciencia de muchos judíos en y fuera de Israel que están haciendo oír sus voces por cuantos foros les oigan (v. http://www.sinpermiso.info/textos/israel-por-que-he-hablado-en-naciones-unidas-contra-la-ocupacion ).

A mediados de mayo del 2015, llegaron a Buenos Aires los principales jerarcas del sionismo estadounidense quienes  encabezados por Malcom Hoenlin se reunieron  con los principales exponentes de la comunidad judía local, disertaron sobre las amenazas que enfrentan ante la toma de conciencia por parte de la opinión pública mundial sobre lo que está ocurriendo internamente tanto en Israel como en Palestina. Con un mensaje motivador, los visitantes  les dijeron que “no estaban solos” y les apoyarían en todo lo que hace a las actividades del movimiento político especialmente, en la tarea por concretar materializar una acusación formal y firme contra Teherán (v. http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/05/05/argentina-lideres-sionistas-de-eeuu-visitan-buenos-aires-en-una-gira-de-caracter-injerencista/ ) .

  


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