ILM-MIDDLE EAST
“INTOXICANDO LA HISTORIA”
Como el sionismo trata de remozar la historia para argumentar la
ocupación de Palestina
Por
Horace Husseini
En la Guerra y el amor, todo vale dice el dicho, pero en la larga y
sangrienta historia que tiene lugar en las tierras de Palestina esto ha ido
demasiado lejos como para poder tolerar este descriptivo refrán. Mucha agua ha pasado bajo el puente y mucho
se ha escrito para tratar de maquillar la catástrofe del pueblo palestino que
dicho sea de paso, muchos intelectuales pretender desconocer su existencia. Tal
como reza un viejo axioma, La mentira y la verdad no pueden vivir en paz reflejando sin ningún tipo de dudas, lo que viene
ocurriendo en la vida político-social y humano desde antes de 1948 en
Palestina. La fecha nos refiere al establecimiento forzado y mediante
negociaciones secretas entre las potencias vencedoras de la segunda guerra
mundial y del influyente movimiento sionista con particular cuña en Londres,
del llamado Estado de Israel, el cual para los ortodoxos religiosos se trata de la materialización de una promesa
bíblica, para los sionistas (de la derecha y de la izquierda) –con fuente
inspiradora en Teodoro Herzl- la concreción del ente político con ínfulas
expansivas a costa de los “primitivos habitantes árabes” y para otros tantos
una aspiración que puede concretarse en cualquier otro lugar de la tierra.
Sean
de una o de otra tendencia, a todos ellos les importó un rábano la existencia
de pobladores nativos y auténticamente semitas –árabes-palestinos- ocupando aquellas tierras del viejo Canaan y
que hoy conocemos como Palestina. Las ambiciones mezcladas con la determinación que forzadamente aprendieron de la
persecución de la Alemania nazi y de la Unión soviética stalinista les dio el
suficiente empuje para llevar adelante la empresa tan anhelada como la de
instaurar un estado propio. Y aquí no
tuvo nada que ver Dios. Para lograr sus propósitos el movimiento sionista acudió
a tácticas tan bien calculadas como despiadadas y mediante un crudo pragmatismo
aporto ingentes recursos dinerarios para mover influencias y obtener el apoyo
político que sin dudas se vio agilizado tras el fin de la segunda guerra y la
corroboración de la existencia de Campos de exterminio en donde se asesinaron a
millones de personas entre los cuales había ciudadanos judíos.
Con
esta tragedia humana y que no fue exclusiva de los judíos europeos, fue utilizada
hasta el escarnio para dar el zarpazo sobre Palestina, para lo cual los
contactos sionistas lograron obtener compromisos de ayuda de todo tipo en
Washington y Londres especialmente, pero también recibieron una importante
ayuda de países el este como la ex Yugoslavia del Mariscal Tito de donde
lograron obtener gran cantidad de armas ligeras y explosivos para armar a
grupos sionistas como el “Hagana”, “Stern” y las “Palmach” que mediante
tácticas de terror, fueron haciendo lugar –limpiando terrenos- para los
judíos que llegarían de Europa. Si así
fue, el uso de la fuerza con un ilimitado apoyo de EEUU y de la Europa de
pos-guerra, fueron los factores determinantes para poder imponerse sobre los pobladores de aquel
territorio. Estos grupos sionistas y menos aún sus jerarcas políticos como Ben
Gurión les pidieron permiso a los
habitantes nativos y menos aún, ofrecieron algún tipo de negociación para la
adquisición de la tierra. Al parecer
creyeron que podían instalarse a costa de las tierras y los bienes palestinos
sin que considerar que aquellos reaccionarían a semejantes intensiones.
Para
cuando vieron que esos escuálidos hombres del desierto no se doblaban ante sus
pretensiones ni tenían miedo por luchar, los sionistas sacaron sus puñales y
arremetieron sin dudas. Ante eso, el protectorado británico al tratar de mediar
en el asunto simplemente fue atacado como un enemigo más lo que causó varios
choques y discusiones entre los
intereses sionistas representados por la familia Rothschild y el Commonwealth
con sede en Londres.
El final
de la primera guerra mundial fue sin dudas determinante para que el movimiento
sionista que bregaba larga e incesantemente por intermedio del ministro de
Relaciones exteriores británico Arthur Balfour, impulsara ante la Corona
Británica los beneficios de apoyar a tomar las tierras de Canaan –Palestina-
bajo el fundamento de que ellas eran parte de la llamada tierra
prometida. La derrota del Imperio
Germano en 1918 que arrastró a su aliado otomano, fue la bisagra para que el
movimiento sionista comenzara a horadar con mayor rapidez los lazos que
existían en el mundo árabe y descabezar la amenaza que simbolizaba el
“Califato” Otomano para sus planes.
Aunque esa Turquía al comienzo colaboró con los planes de establecer un
esbozo de estado judío, pronto se opto por sacrificarlo para deshacer las conexiones entre Estambul y la
región del Medio Oriente. Sin lugar a dudas, que la nada causal aparición del
movimiento republicano y laico de los “Jóvenes
turcos” encabezado por Mustafa Kemal
Ataturk, representó la piedra de toque para darle el certificado de defunción
al estado Teocrático musulmán y con ello, el camino libre para ingresar judíos masivamente
a los territorios de Palestina bíblica.
La
aversión por esos modestos habitantes de piel cobriza –semitas de pura cepa-
fue casi inmediata. Los rubios y
blancos judíos alemanes, polacos y checos no tenían nada que ver con estos
gentiles del desierto con modestas pero milenarias costumbres. Los que se
rasgaban de continuo las vestiduras sobre una pertenencia semítica que les hizo
blanco del odio racista de la Alemania nazi, demostraron ser tan viles y
bestiales como sus verdugos. Los verdaderos semitas de estos parajes, como son
los árabes de la región vieron en estos europeos de piel blanca y ojos claros
una peligrosa amenaza y para cuando
pudieron advertir sus solapadas intensiones fue muy tarde. Aquellos que llegaron a reclamar la “tierra
prometida” salieron de la Europa de pos-guerra, luego claro, de casi dos
décadas de activismo terrorista de las células sionistas que operaron despiadadamente
contra el protectorado británico de Palestina y los pobladores árabes que
estorbaban a sus planes.
En
ningún momento aquella pintoresca epopeya del barco “Exodo” que fue detenido por la real marina británica
en 1947 en las costas de Haifa y que fue muy dramatizada por Hollywood y los
medios anglosajones, fue lo que se pretendía pintar. Ni los judíos europeos askenazi trajeron
beneficios a los pobladores árabes ni el sionismo es sinónimo de judaísmo.
Pareciera
que a la altura de la historia y con los crasos antecedentes existentes sobre
lo que Israel ha llevado adelante y sigue acometiendo contra la población
palestina con los argumentos de defenderse del terrorismo, los intelectuales de
aquella ideología y sus partidarios creen que pueden seguir engañando a la
opinión pública. Para tratar de
convencer a extraños y ajenos, los sionistas han echado mano a todo tipo de
argumentos con los cuales tratar de explicar la instauración del estado en
medio de un territorio árabe y las continuas acciones para extender sus
dominios a costa de sus vecinos.
Desde
la concepción mesiánica de una supuesta “elección divina” que se vio potenciada por la calamidad del
Holocausto, pasando por las visiones más pragmáticas de la simple conquista
político-militar hasta los extremos de un derecho indiscutible que se sostiene
a base de puño de hierro, el intelectualismo judío y no judío adherente
al iderario sionista, ha tratado de exponer algún tipo de título para que sin
más excusas que la del holocausto,
llegaran a tierras ajenas a fomentar la violencia y traer la muerte en
todas sus formas.
A la
vista de tantas tendencias
argumentativas con el unificado fin de fundamentar las políticas de un
estado Teocrático como el de Israel, se hace necesario tener que refrescar los
hechos puntuales de la historia que marcaron la llegada de los primeros judíos
europeos a las tierras de Palestina allá
por la década de los veinte y treinta del siglo XX para convivir como un vecino
más con los árabes camelleros y beduinos de la árida región. Pero aunque sería injusto generalizar –y
claramente lo sigue siendo- muchos de aquellos judíos europeos que
aparentemente buscaban un lugar en el mundo para sus vidas, traían bajo sus
mangas otras intensiones y en pro de ellas comenzarían a operar sigilosamente.
Pero
más allá de esta reseña ligera, desde 1948 en adelante no ha parado el
derramamiento de sangre y aunque durante la mayor parte de la segunda parte del
siglo XX, Israel gozo del encubrimiento mediático y del maquillaje propagandístico
de las corporaciones mediáticas pagadas por sus insondables recursos, la llegada del nuevo siglo trajo en forma
casi ininterrumpida y en tiempo real la ventilación de la cruda verdad de lo
que Israel hacía contra la población palestina.
Actualmente
vemos varios rimbombantes ejemplos de esta ideología racista. El caso de la
actriz y escritora norteamericana Bayim
Bilik reavivó en las últimas semanas, la discusión sobre qué significa ser
sionista. Laureada por sus logros de un
doctorado en neurociencia Bailik no dudo en dar su apoyo a las políticas de
Israel contra Gaza y los palestinos en general. ¿Y eso a quién le importa? El
punto no es la persona sino la capacidad que representa, ya que tras haberse
diplomado como una neurocientifica –lo que revela su asombroso conocimiento
y gran inteligencia- ello no se condice con su ausencia de comprensión o
empatía ante el dolor ajeno. Para los
sionistas el dolor que importa es el de los pares los demás, son Goyen.
Con
los méritos de los doctorados, sus notables exponentes en el campo científico,
académico y de la tecnología, tratan de cubrir la falta de humanidad para con
los no judíos. Este es uno de los síntomas del sionista promedio, “su gran
conocimiento” que muchos suelen poner –y por muy buen dinero- al
servicio de la muerte.
Tras
meritos intelectuales como los de Bailik se escudan muchos otros sionistas
alrededor del mundo para justificar las atrocidades de Israel, casi siempre
apuntando a la inferioridad de los palestinos para reducirlos a lo que
usualmente suelen calificarlos como ratas.
En sus mentes retorcidas y claramente racistas, esos “moros, negros o
ratas” molestan a los planes divinos o cosas por el estilo, que al igual que
los dementes del “Daesh”, seguramente no tienen el agrado de Dios. Pero como actualmente no se puede esconder
por mucho tiempo un crimen sin que éste salga a la luz de la opinión pública –y
mucho menos cuando es continuado y masivo- éste sector político del mundo
judío se las ha visto en figurillas para explicar lo inexplicable (v. http://www.ain.com.ar/nota.php?nota=13959
).
Por
medio de ese conocimiento o de sus talentos, algunos tratan descaradamente de
argumentar los beneficios del expansionismo israelí (http://www.veteranstoday.com/2016/10/25/actress-and-neuroscientist-mayim-bialik-is-a-zionist-whore/). “En Israel están los
mejores médicos y más prestigiosos hospitales” , con los médicos que se hartan
de practicar con los heridos y las lesiones que causan los militares israelíes
a la población palestina; o también, “hemos llevado el agua potable donde antes no había, hemos creado jardines verdes en medio del desierto”, si
arrebatándoselo a los verdaderos dueños y en muchos casos a costa de su vida o
un muy escuchado argumento a lo largo de estos años al decir que “los kibutz
son el modelo de la vida comunitaria” a donde los judíos de otras partes llegan
a experimentar sus vivencias sin
explicar obviamente que ese “kibutz” está asentado sobre una tierra arrebatada.
Para
lograr sostener toda esta incuria contra la población palestina y cubrir los
incontables crímenes que Israel hubo ordenado para ejecutar no solo en los
países árabes sino también en varios lugares del mundo, el sector mediático y
corporativo ha visto su meca de la propaganda en las películas y series de Hoolywood, donde el tema del conflicto
entre israelíes y palestinos se enfoca desde la victmización de Israel o del
“villano” árabe. Desde el 2001 y
especialmente desde el 2010 en adelante, la generación espontanea de grupos
seudo-jihadistas que asolan a los países árabes e islámicos, ha redundado en un
curioso beneficio a los sectores de la ultraderecha que con Netanyahu y
Lieberman a la cabeza, han expresado con
notable descaro que “destruir al Estado Islámico sería un error” ya que –según
sus embustera postura-, el gran enemigo “de occidente” –léase de Tel
Aviv- es Irán. Si se profundiza más, éstas confesadas inconsecuencias
podrían descalabrar el discurso
monocorde de estos sectores y alentar a un revisionismo que no quieren
los sionistas.
Dentro
del intelectualismo argentino Marcos Sagunis es uno de los referentes del
sionismo que además de menospreciar a los palestinos tildándoles de que “se
hacen los pobrecitos”, ha sido expuesto
como un descarado desinformador. Su
brillantez con la pluma se equipara a su desprecio por los verdaderos semitas
de Palestina, quienes son pasto cotidiano de las tácticas sofisticas y dañinas
de un gobierno impiadoso e inhumano que ha demostrado con creces que se halla
más allá de la ley internacional. A
pesar de su truculento pasado de chupamedias que lo vincula a él y al sionismo
nacional con la Junta militar de 1976, se lo suele ver soberbio ante
periodistas o conductores comedidos del circo mediático que ni en mil años se
atreverían a señalarle estas incongruencias. Y aunque personajes como éste
traten de argumentar algún grado de
“santidad” en las acciones de Tel Aviv los antecedentes que reúne en su
historia no se condicen con algo semejante, menos aún, reducir el sufrimiento a
la calidad de exclusividad de un solo pueblo (http://artepolitica.com/comunidad/las-metiras-de-marcos-aguinis/)
Lejos
de los intentos de mantener al sionismo como una mera entelequia del
intelectualismo, éste ha demostrado que no solo es real sino también un actor muy influyente. Su poder económico es proporcionalmente
similar o aún superior al político, pudiendo ser un factor determinante para la
elección de un determinado candidato a la presidencia como acostumbradamente sucede
en los EEUU. Sus metas hoy por hoy son
la de seguir apoyando la apropiación
ilegal de territorios árabes, el crecimiento de asentamientos (colonias) en
territorios palestinos y fomentar la inmigración de judíos para contrarestar la
demografía árabe. Para lograr estos siniestros propósitos no han escatimando en
recursos inmorales y arbitrarios que han despertado la conciencia de muchos
judíos en y fuera de Israel que están haciendo oír sus voces por cuantos foros
les oigan (v. http://www.sinpermiso.info/textos/israel-por-que-he-hablado-en-naciones-unidas-contra-la-ocupacion ).
A
mediados de mayo del 2015, llegaron a Buenos Aires los principales jerarcas del
sionismo estadounidense quienes encabezados por Malcom Hoenlin se reunieron con los principales exponentes de la comunidad
judía local, disertaron sobre las amenazas que enfrentan ante la toma de
conciencia por parte de la opinión pública mundial sobre lo que está ocurriendo
internamente tanto en Israel como en Palestina. Con un mensaje motivador, los
visitantes les dijeron que “no estaban
solos” y les apoyarían en todo lo que hace a las actividades del movimiento
político especialmente, en la tarea por concretar materializar una acusación
formal y firme contra Teherán (v. http://www.resumenlatinoamericano.org/2015/05/05/argentina-lideres-sionistas-de-eeuu-visitan-buenos-aires-en-una-gira-de-caracter-injerencista/ ) .
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