sábado, 19 de noviembre de 2016

EN LA MIRA






“BREXIT: EL REGRESO DEL IMPERIO”

Cómo el regreso del nacionalismo inglés afectara a los intereses argentinos en el Atlántico sur?





Por Dany Smith
Han pasado ya casi seis meses desde que oficialmente, Gran Bretaña decidió abandonar la Unión Europea tras aquel inesperado resultado arrojado por la propuesta denominada “Brexit” impulsada por sectores conservadores de la elite política británica con anclaje en las más bajas capas sociales en donde radican los extremistas neo nazis nutridos de amplios sectores de la población desempleada y lumpen, que ven en la acostumbrada inmigración que llega al reino, como una plaga que amenaza al estilo de vida inglés.

Es por ello que en el sustrato del éxito del “Brexit” ha habido una base clara de xenofobia, que es alimentada por los recalcitrantes sectores de la elite conservadora y que se sostiene junto a otros muy influyentes interesados por seguir manteniendo a ciertas comunidades en el ojo de la tormenta.  

Encabezando el ranking de los más odiados en Gran Bretaña, tenemos en primer puesto a las comunidades musulmanas, quienes y al igual que sus hermanos en los Estados Unidos desde el 2001, deben soportar continuas acciones de persecución, estigmatización, sospechas y crímenes de odio que no respetan sexo, edad ni condición. Para este sector de los británicos, los musulmanes son un problema que hay que erradicar y para ello, ven en el éxito de la salida de la UE, el comienzo de una depuración de su sociedad que se caracteriza por su cosmogonía.

En el voto del Brexit hubo una importante intensión “anti-musulmana” que no puede ser escondida de la realidad y que ha sido tratada en varios artículos de medios que apenas unos diez años antes, hubiera sido imposible de imaginar (v. https://www.foreignaffairs.com/articles/united-kingdom/2016-08-02/islamophobia-and-new-britishness ) Y es que las discusiones sobre el llamado “multiculturalismo” vienen desde hace varios años atrás, teniendo como centro de discusión a los ciudadanos provenientes de países árabes-islámicos que al echar raíces en el país, consolidan familias de las cuales surgen hijos de confesión islámica pero nativos ingleses.

Sobre ello se han extendido las discusiones sobre las diferencias que existen entre los musulmanes con otras confesiones religiosas que conviven en la sociedad bajo un estado multicultural. A diferencia de los judíos, los musulmanes no esconden su fe bajo los ropajes europeos para pasar desapercibidos en la sociedad que interactúan; por el contrario, mantienen sus formas, vestimentas y costumbres como si estuvieran en sus países de origen. Esto último inflama a los sectores conservadores británicos quienes a su vez, encuentran muy buena sintonía con los extremistas de la ultraderecha y los poderosos sectores del sionismo británico que tienen sus resortes de presión especialmente dentro del Foreing Office.

En este contexto, los musulmanes son considerados como una amenaza a los valores fundamentales británicos que se han visto acrecentada, por la ya conocida realidad actual enredada en toda la parafarnalia de  la llamada “guerra contra el terrorismo”, el “ISIS”, los “rebeldes sirios” y la profusa propaganda de los mass media occidentales para mantener vigente esa visión oscurantista y de temor hacia lo islámico. Sobre esto último, cabe bien recordar a los grandes impulsores de esta estigmatización odiosa, que en la persona de sujetos como George W. Bush, Dick Cheney, Donald Rumsfeld y muchos otros más, llegaron a equiparar detestablemente al Islam con el Nazismo, lo que servía para justificar las carnicerías que se llevaron avante en Iraq, Afganistán y la que diariamente venían cometiendo sus socios israelíes contra los árabes-palestinos.

De esta manera, “los musulmanes” se convirtieron  el centro de atención y el argumento principal, para las agencias y departamentos de “Contraterrorismo” británicos que entre otras tareas, se avocaron a la infiltración de escuelas, mezquitas y comunidades en todo Gran Bretaña tratando de probar supuestas intensiones de “islamizar” la educación y de radicalizar a los jóvenes del país.  A diferencia de lo que pasaba en EEUU, los musulmanes británicos no dudan en clamar en las calles contra el gobierno cuando aquel lanzaba sus campañas contra Iraq, Afganistán, Libia y sus continuas acciones en Siria.

Para colmo de inconveniencias, el informe “Chilcot” puso último clavo al ataúd político de Anthony Blair y de su participación en la invasión a Iraq en 2003, operación sin causa y totalmente inventada que produjo el asesinato de nada menos que 1.500.000 ciudadanos iraquíes y miles de casos de torturas ejecutadas por las “Reales fuerzas armadas de su majestad”. Si bien como lo han descripto algunos autores se trata de una “autopsia” de un crimen, esos mismos tratan de moderar el impacto de este mega-crimen contra la humanidad que al no poderse esconder, estas editoriales tratan engañosamente de maquillar esa parte negra de la historia británica para que sea un poco más tolerable a la vista de la historia (v. http://revistafal.com/la-autopsia-de-una-guerra-injusta/

Solo con este ejemplo del barbarismo imperialista británico en pleno siglo XXI, se hace muy difícil aceptar que Londres desde Downing Street 10 y menos aún desde el Foreing Office puedan seguir dándole indicaciones a otros países sobre lo que deben o lo que no deben hacer. Pero también es inaceptable que un mandatario como Macri, se rebaje ante semejantes pretensiones que, además de atentatorias contra los intereses nacionales provienen de un lugar que no puede dar cátedra de nada parecido al respeto a los derechos humanos y menos aún sobre el respeto a las soberanías de otros estados.

Como dice el dicho “la culpa no la tiene el chancho sino quien le da de comer”; éste mismo se aplica a gobernantes como Macri ya que, con semejantes posturas demuestran su poca independencia política e indirectamente una complicidad intolerable ante semejantes crímenes.

En estos mismos momentos, el mundo se halla en ciernes a una posible guerra de alta densidad que podría implicar la ampliación de los teatros de operaciones, el uso abierto de artefactos nucleares ¿Cómo se planta la Argentina ante estos eventos?  Claramente sus asesores no han ilustrado en nada al mandatario argentino y si lo han hecho, ha sido con material favorable a la postura anglosajona ya que es sabido que su gobierno es pro-estadounidense y pro-israelí.  Y esto es muy preocupante, no solo por lo que implica estar alineados a estos intereses, involucrados en grandes masacres que se llevan actualmente en el Medio Oriente sino también, por las posibles consecuencias políticas a futuro por mirar hacia otro lado ante semejantes brutalidades.

Al ver todo esto, no se entiende por qué Buenos Aires es tan lábil con Londres al momento de entablar conversaciones bilaterales. En realidad si se entiende lo que debería remarcarse es que, es el mismo gobierno argentino el que desiste de jugar el juego de la alta política con las mismas cartas que usan los anglosajones. Si Argentina tiene un largo reclamo por la soberanía de una importante extensión territorial que incluyen miles de millas marinas y espacio aéreo usurpado por  una potencia foránea, no se ve la dificultad de que su voz exterior bregue con uñas y dientes por que se activen mecanismos para reencauzar esta situación, salvo claro que tenga cierto temor a que ellos tomen medidas de retaliación contra el país.  

Pese a los exagerados esfuerzos de Buenos Aires por agradar a Londres moderando su posición sobre la soberanía por las islas Malvinas y aguas adyacentes, los británicos le demostraron una vez más que no necesitan de la pleitesía argenta para existir y menos aún pedir permiso para moverse como mejor les plazca en el Atlántico sur. Equivocadamente el gobierno de Macri creyó que siendo displicente con Londres, los británicos tendrían alguna consideración hacia su gobierno; y si no miren lo que ocurrió con las pretensiones de la canciller argentina Susana Macorra por ocupar el sillones del secretariado de Naciones Unidas. Sin esperarlo, los británicos vetaron la candidatura de Malcorra terminado con sus aspiraciones políticas.


Por supuesto que Argentina no tiene la capacidad bélica para hacer frente al Reino Unido, incluso hoy  como nación separada de la UE en teoría no participaría de la Alianza Atlántica OTAN dejando la puerta abierta para que Buenos Aires aproveche a reiniciar conversaciones. Igualmente y  por otra parte el gobierno argentino no ha demostrado ingenio y menos aún que haya dentro de sus cuadros una vena política nacional que se tome enserio el reclamo de la soberanía de esas islas que más allá de los valores territoriales implican importantes intereses económicos, geopolíticos y estratégicos que –como lo ha considerado el Foreing Office- - tienen un valor incalculable y los cuales, al ser tan importantes para Londres, debería pagar a la Argentina el precio que corresponde.

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