domingo, 24 de noviembre de 2019



“RECONFIGURANDO SUDAMÉRICA”
Para muchos lo que sucede en el Cono sur es producto de la explosión de una indignación espontanea de poblaciones enteras. Para otros una operación similar a la montada en el Norte de África en 2010 bautizada por la Corporación de Medios como “Primavera árabe”. Pero si realmente queremos saber quien esta detrás de todo esto hay que preguntarse ¿Quiénes son sus verdaderos beneficiados?

Charles H. Slim
Debieron pasar diez años para que el fenómeno del norte de África y el Medio Oriente, llegara finalmente a todo el continente sudamericano. Cuando se advirtió que aquello estaba planificado, nadie presto atención. 
No solo fue una simple agitación callejera sino una manipulación desde las redes sociales y sectores intelectuales sionistas que sería convenientemente escenificada y trasmitida por las empresas de noticias occidentales.  Se trato de una operación bien planificada y urdida por la administración británica de Tony Blair y su Foreign Office en los finales de la década de los noventas y que más tarde fue secundada por las administraciones –indistintamente demócratas y republicanas- de Washington, la mayoría descreyeron de esta posibilidad al pensar que se trataba de un fenómeno espontaneo y limitado a una región que los medios bautizaron como “Primavera árabe”.

También fue parte de estas planificaciones la llamada “Estrategia de Penetración limpia”, una maquinación concebida por los “Think Tanks” estadounidenses allá por mediados de 1996 que con la cooperación de Tel Aviv y de sus Lobbies en el Congreso, buscaban disgregar –y aún lo intentan con Siria y el Líbano-  los estados nación árabes-islámicos.

Por supuesto que las regiones sometidas a estas operaciones son claramente disimiles pero ello no obsta a que la misma formula este siendo implementada en Latinoamerica con algunas modificaciones operativas. El plan de Blair y Obama pasó por aquel entonces por tratar de desbancar a los gobiernos árabes laicos y reemplazarlos por sectas “Wahabi” y “Takfir” adherentes a la organización “Hermanos Musulmanes” que –financiada desde Arabia Saudita y Qatar- desde hace décadas forma parte de los activos orgánicos de la CIA y el MI-6.

Aunque existe con el Norte de África una semejanza en cuanto a los niveles de corrupción y pobreza estructural, en Latinoamerica no existe el factor confesional como elemento cohesionador y parte fundamental de las bases sociales para que las potencias que ingenierizan estas acciones puedan manipular a las masas creando situaciones criticas mediante embustes como “Al Qaeda” e “ISIS” (y sus ramas africanas), creaciones de las agencias de inteligencia destinadas a crear la desconfianza y los enfrentamientos sectarios como lo hicieron con las sociedades musulmanas del Medio Oriente. 

Para ello estas agencias se valen de tácticas sucias conocidas como “Operaciones negras” y “Falsas banderas”. Estos términos los hemos venido escuchando con insistencia desde 2001 pero su real utilización viene desde muy lejos en el tiempo. Aún así muchos no logran distinguirlas entre si. De esta forma muchos se preguntan  ¿Qué significa cada uno de estas aciones? Antes de responder a esto, hay que dejar bien en claro de que ambas se tratan de simples actos de agresión y de terrorismo orquestados por estados.

Quienes emprenden “Operaciones Negras” son en gran medida equipos especiales de las fuerzas armadas que como los “Rangers” y los “Seals” (quienes junto a otros grupos irregulares) son las más prolíficas en acometidas contra de otros países. Según los expertos, una “Operación negra” (Black Op) se tratan de incursiones clandestinas gubernamentales sobre territorio de otros países calificados de enemigos con la finalidad de llevar adelante acciones perjudiciales de variada índole que pueden ir desde la recopilación de información, sabotajes, secuestros, asesinatos o el reclultamiento, entrenamiento y puesta en marcha de células locales para el desarrollo de actos de subversión y atentados contra blancos determinados.

Un escenario del despliegue de estas tácticas se ha podido ver en Venezuela mediante los diferentes intentos de “golpes blandos” orquestados contra el gobierno de Caracas con algunas variantes más violentas mediante la intervención activa de empresas privadas de “seguridad” como “Academi”,  mercenarios colombianos reclutados por la CIA y la participación de agencias aliadas como la DGSE francesa.

Otro ejemplo contemporáneo de esto fueron los “Vuelos Secretos de la CIA”, un escándalo vinculado a la flagrante violación de los derechos humanos  que en el marco de su “Lucha contra el terrorismo” la “agencia” desde 2004 llevaba a cabo de manera trasnacional usando aviones de empresas fantasmas con la complicidad de otros gobiernos y sectores civiles internacionales. Ello llego a conocimiento público gracias a la investigación de periodistas independientes que de no haber abordado el tema y exponerlo al público, esto habría quedado oculto por décadas.

Otro de los actores activos enla región son las agencias de inteligencia israelíes que, por su estrecha colaboración con fuerzas armadas y de seguridad de países como Chile –con la militarización de la Araucania entre otras cuestiones-, Brasil y Argentina (con fuerte apoyo sionista local) mantienen junto a sus colegas civiles del “Mossad” –y a su vez, sus células inorgánicas y las iglesias evangelistas-  una activa operacionalidad de inteligencia y contrainteligencia en todo el triángulo del sur.

Las “Falsas banderas” son también operaciones clandestinas gubermanentales pero que tienen un componente adicional: el engaño. Se trata de hacerle creer al gobierno y a la opinión pública de un país o región determinada que la responsabilidad de un hecho violentodeterminado  que es ejecutado clandestinamente por una o grupo de agencias de inteligencia, ha sido cometido por un culpable previamente predeterminado.  Para ello, usaran elementos y hasta sujetos que sirvan para implicar al supuesto ejecutor.

Actualmente las revueltas que se registran en todo el continente son aprovechadas por estas agencias aunque, es cierto decirlo, otros acusan a la operatividad de otros actores un poco más “exóticos”. Para los sectores adherentes a la anglofilia y la política exterior de Washington –haciendo una indebida tabla rasa sobre la situación- argumentan que quienes están detrás de las revueltas populares en Ecuador, Chile y Bolivia, son los rusos. 
Así de contundentes son algunos “analistas” de algunos medios graficos argentinos quienes curiosamente respaldan todas las hipótesis del Departamento de Estado norteamericano.

Particularmente aquellas señalan al “G.R.U.” (en ruso Главное Разведывательное Управление) que es la agencia de inteligencia militar rusa a la que curiosamente, los demócratas de Hillary Clinton y todo el arco neoconservador señalaron como responsable de un supuesto hackeo informático al Centro electoral demócrata en las elecciones de 2016.

Más allá de esta acusación cargada de intensión –y muy pocas pruebas- y de las investigaciones del FBI sobre los nexos entre Trump y Moscú, no se logro obtener ninguna prueba tangible que sustente  esa supuesta  intervención.

También se le acuso de haber sido la ejecutora del envenenamiento del “agente doble” Skripal y su hija en una plaza pública en Gran Bretaña. Pero a pesar de estas acusaciones y de la masiva difusión de una hipótesis rusofoba y nunca comprobada, la Corporación de medios anglosajones no lograron conmover a una gran parte de la opinión pública propia. Por el contrario, el ojo juicioso y desconfiado de una parte importante de ésta versión y así advirtió las multiples inconsistencias e incongruencias de esos relatos. Y es que no solo no se recopilaron pruebas que demuestren aunque fuere en forma indiciaria, la actuación de algún elemento de esta agencia militar rusa (G.R.U.), sino que se pudo comprobar la presencia de otras implicancias que comprometían a las mismas agencias británicas en asuntos nada claros y de los gobiernos aliados que acusaban sin fundamentos a Moscú.

Es por ello que si bien es cierto que la región sudamericana se está reconfigurando en forma critica, hay detrás de ello un direccionamiento interesado y planificado por parte de Washington y de sus aliados –incluyendo a Israel- tratando de organizar una región segura para proteger sus propios intereses sobre recursos estratégicos (como el agua potable, el Litio, gas, petróleo y los extensos territorios de la amazonía y la Patagonia) sin gobiernos plurinacionales o con conciencia de pertenencia  que puedan preparar y enseñar a pensar a sus pueblos y de ese modo, llevar adelante políticas de progreso técnico-científico autóctono que proporcione armas para resistir a una silenciosa dominación de todo el hemisferio.

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