viernes, 10 de enero de 2020



“REFLEXIONES SOBRE UN IRREFLEXIVO”
¿Qué hay detrás de la insensatez de Trump y su orden de asesinar a Qassem Soleimani?


Por Dany Smith
Los eventos se precipitaron demasiado rápido como para entender que sucedió realmente. Minutos antes de que Donald Trump saliera a dar las explicaciones publicas de los pasos a seguir tras la contundente respuesta de Irán contra las bases aéreas estadounidenses que mantiene en Iraq, pocos eran quienes podían mantener la calma, incluso los jefes militares del Pentágono estaban visiblemente nerviosos por lo que podría suceder.

Pasara tiempo hasta que sepamos que tan duro fue el ataque de los misiles iraníes sobre las bases norteamericanas de “Al Asad” y de Irbil en el Kurdistán. Tanto la afirmación iraní de que habrían muerto 80 marines como la de Trump de que no salio nadie herido, responden a los intereses de propaganda por mostrar poder de cada una de las partes.
Igualmente, se puede deducir de lo ocurrido y de las declaraciones de ambas partes que dicha respuesta tuvo algún tipo de efecto en el ánimo de los personeros en Washington dado que, más allá de las bravatas antiranies e islamofobas de Trump, éste freno la escalada.

Asimismo el líder supremo de Irán advirtió que esto solo fue “apenas un sopapo”, pero sin dudas lo suficientemente seco para hacer recapacitar al mismo Departamento de Estado que llamo a no escalar a su homologo iraní. Precisamente el Secretario de Estado Mike Pompeo no es alguien que tenga estima por los musulmanes en general y por los iraníes en particular, dado su conocida militancia sionista y desprecio hacia el Islam a tono con los círculos neoconservadores anglosajones.  

Washington cayó en cuentas de que no está suficientemente apoyado en la región como para aventurarse a una guerra. Si, así de simple. Incluso el asesinato de Soleimani, tuvo un efecto inesperado y contraproducente congregando a millones de iraníes a las calles furiosos clamando venganza contra EEUU absorbiendo a las manifestaciones de opositores –apoyadas por el Departamento de Estado y la CIA- que unos días antes se estaban realizándose contra el gobierno de Teherán. Mala jugada.

En Washington aún muchos se preguntan ¿Quiénes le sugirieron a Trump ordenar hacer esta estupidez? La CIA no ha dado ningún tipo de explicación ya que aquel asesinato fue ejecutado según sus acostumbrados métodos.

El tan esperado “Speech” del mandatario decepciono a los partidarios de la mano dura contra Irán y no sorprendió a quienes saben como se manejan estas crisis. Henry Kissinger habría clamado por pensar en frío y moderar las palabras, no solo para proteger a la nación sino a su presidente. Trump ya se había equivocado con sus bravuconadas contra Corea del Norte y con su fallido castigo contra Siria en 2017 por lo cual su decisión debió haber sido más meditada. Algunos creen que el asesinato de Soleimani fue inapropiadamente arreglado por su yerno Jared Kushner, quien se sabe, tiene línea directa con Tel Aviv.  De haber sido así, la irresponsabilidad de Trump se duplica por su nepotismo.

Además, lanzar una agresión escalar en las puertas de Eurasia poniendo en riesgo la seguridad de todos sus emplazamientos militares y del personal que lo ocupan sería imperdonable. Era algo que estaba preanunciado: EEUU no podía ir más allá sin considerar a sus socios rusos y chinos ¿Cómo se puede interpretar esto? Pues que si La Casa Blanca, según algunas versiones no oficiales,  pretendía escalara con posibles bombardeos tácticos usando ojivas nucleares montadas en el submarino “USS-Tritón”, Rusia y China ciertamente no se quedarían inmóviles.

Desde el primer momento Trump confundió a la opinión pública cuando tras enterarse de la respuesta iraní dijo  “Todo está bien” y mucho más cuando, lejos de sus bravuconadas busco enfriar la situación conformándose con lanzar epítetos y acusaciones que no son otra cosa, que parte del viejo relato anti iraní fabricado por la Corporación mediática y la intelectualidad estadounidense con fuerte financiamiento de los Lobies y organizaciones pro-israelies en occidente desde 1979.

Consecuencias inmediatas del asesinato de Qassem Suleimani son la condena masiva del mundo islámico,  la expulsión de las tropas de EEUU en Iraq y la cohesión del eje de la resistencia árabe-islámica contra los planes de Washington y Tel Aviv. Precisamente es Israel (el gran Cabildero en el Congreso norteamericano) quien detenta mayor interés en agudizar la crisis entre ambas partes aunque no tan abruptamente. Netanyahu demostró en público su satisfacción por el asesinato de Soleimani pero en privado con sus asesores habría comentado que “no es un hecho israelí sino un hecho estadounidense” tratando de apartarse él y su gobierno de lo sucedido. 
Incluso habría llegado a decirles a sus cercanos “No estamos involucrados y no debemos ser arrastrados por eso”.

Benjamín Netanyahu y Yossi Cohen

Pero más allá de estos supuestos comentarios, algunas fuentes han señalado que el jefe del Mossad Yossi Cohen estuvo implicado en la cuestión al participar a su agencia en la planificación y desarrollo de la ejecución del asesinato de Soleimani ¿Entonces, cuál es la versión veraz?

Suenan muy extrañas estas reacciones del mandatario israelí cuando durante años estuvo conspirando y arengando con mucha fuerza un ataque contra Irán. Pero en realidad, ello no es nada irrazonable. La actual situación interna y regional en la que se encuentra Israel –con el Hesbolla libanes marcándole límites- no perdonaría una aventura belicista y además su objetivo principal es la de destruir –por cualquier medio- el desarrollo tecnológico nuclear de Irán. Eso no significa que el Mossad no estuviese involucrado.

Netanyahu y sus militantes sionistas saben que Irán podría replicar de tal modo que convertiría a la región en un pandemónium y eso no sería un negocio para Israel y sus socios árabes del Golfo. Lo que trata de buscar es 
una degradación paulatina y silenciosa como la causada en Iraq.

Otros que temblaron ante lo sucedido fueron los sauditas (otro cabildero en el Congreso) quienes tras blanquear su alineamiento con Tel Aviv, se han convertido a los ojos de muchos en el gran traidor del mundo árabe-islámico. Riad también está consciente de lo peligroso que puede llegar a ser provocar frontalmente a Teherán y de las consecuencias que ello acarrearía. Es por ello que son más partidarios de las sanciones y las presiones diplomáticas que de una agresión militar.

Una de las preocupaciones de los monarcas es que si las cosas se ponen difíciles Washington los abandone a su suerte y ciertamente, no se equivocan.  Necesitan que el estrecho de Ormuz se encuentre libre y sin amenazas para el paso de su petróleo y la única garantía que tienen para ello es la presencia de la Quinta Flota estadounidense. Los mercados son contestes con esto ya que inmediatamente a la descompresión de la situación, los números volvieron a estabilizarse en Wall Street.

Pero nadie ha considerado la posición  y situación de Iraq en esto. Tras la invasión y ocupación, se ha convertido en el mero teatro de operaciones para dirimir rencillas entre Occidente e Irán. El asesinato de Soleimani fue ejecutado en su territorio lo que no es poco. Desde 2014 EEUU ha reforzado su presencia con la excusa de “combatir al ISIS”, con la cual Washington ha venido chantajeando a los iraquíes para que obedezcan a lo que ellos le sugieren para que ese  “fenómeno” no se vuelva a extender. 
Convertido en un estado fallido y sin instituciones independientes carece de peso para hacer valer una posición, al menos así ha quedo en claro en cuanto los últimos acontecimientos.

Pese a la resolución del Parlamento iraquí que voto la inmediata expulsión de todos los efectivos estadounidenses de su suelo, el Secretario de Defensa Mark Esper ya adelanto que “no se irán de Iraq” alegando que hubo una confusión en la remisión de una carta al gobierno de Bagdad firmada por el jefe del Comando Militar estadounidense. Pese a la explicación de Esper, el gobierno iraquí ratificó su decisión por lo cual queda claro que no son –si es que alguna vez lo fueron- bienvenidos en su suelo, pero también que el gobierno iraquí es un “cero a la izquierda”. Por lo pronto quienes entendieron que la situación se ha complicado a niveles muy peligrosos son sus aliados canadienses y alemanes quienes ya se trasladaron a Kuwait.

Pero el show debía continuar y Trump debía mostrarse seguro y decidido ante el público. Tras su discurso de nueve minutos y rodeado de su vice Mike Pence, su Secretario de Estado Mike Pompeo, sus asesores de Defensa Mark Sper  y el jefe del Pentágono Mark Milley, Trump apaciguó su ánimo de redoblar la apuesta y se limito a señalar que agudizaría la vía de las sanciones económicas adicionales y la convocatoria de la OTAN a involucrarse más en los asuntos del Oriente Medio. Sobre esto último tan pronto se enteraron del asesinato de Soleimani, sus aliados de la OTAN abandonaron inmediatamente Iraq ante el temor de represalias.

Ciertamente, el mandatario norteamericano necesitaría rever su capacidad de reflexión y consultar a un psicólogo.

Pero como lo hemos dicho anteriormente, el presidente Trump no es el único involucrado en este tipo de decisiones y mucho menos es el único responsable por sus consecuencias. Esto ha sido históricamente utilizado como un fusible político e incluso histórico que no permite imputar al estado por los crímenes y daños que se cometen en el desarrollo de acciones que fueron ordenadas por el poder ejecutivo. Esta argucia legal, ha servido para que EEUU no pueda ser llevado a instancias judiciales internacionales por crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra aunque es posible, que ello cambie a mediano plazo.

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