sábado, 6 de febrero de 2021

 

“DE DÓNDE SALIO EL COVID”

Más allá de las consecuencias que los medios magnifican por la extensión de éste virus ¿Cuáles fueron las reales causas y lugar de su origen?

 

Por Charles H. Slim

Los medios alrededor del globo y en particular los angloestadounidenses se han encargado de sembrar la idea de que el virus que transformó la realidad de las relaciones personales a nivle global, salió de un mercado de moluscos y pescados en la ciudad china de Wuhan. Pero no paso mucho tiempo para advertirse que su aparición poco tenía que ver con los chinos sino que incluso, ya existían antecedentes de que ese virus, rondaba en EEUU y que incluso, estaba almacenado en sus laboratorios militares de guerra química-biológica.

¿Pero como podría haber sucedido eso? La respuesta  siempre estuvo a la vista solo que los medios estadounidenses y sus repetidoras en sudamérica (especialmente en Argentina) se avocaron y siguen  repitiendo la línea editorial angloestadounidense del “origen chino”.

¿Recuerdan cuando George W. Bush y sus seguidores hablaban de las “Armas de Destrucción Masiva”  en Iraq? Las acusaciones apuntaban a un solo tipo de este tipo de armamentos, los químicos y biológicos que teóricamente solo poseía Iraq.  Lo chistoso era que mientras Bush actuaba como un mandatario preocupado por unas armas que en realidad ya no existían en ese país, sus propios arsenales contaban con ellas y otras aún mucho más peligrosas y nocivas. Sobre esto no hay que perder de vista que fue EEUU quien por mediados de los ochentas autorizó a las compañías químicas europeas para que surtieran a Iraq de las armas químicas y biológicas que usarían contra los iraníes y los kurdos. Lo mismo podríamos decir de lo realizado en Siria con la provisión saudí y turca de agentes químicos a los mercenarios. Entonces ¿De qué diablos están hablando? Además, ¿Acaso podemos olvidar que EEUU es un país con miles de ojivas nucleares?

Pero el desarrollo de estas armas infecciosas ha sido un tabú que solo el cine de ciencia ficción ha recreado (exageración mediante) en un sinfín de películas que muestran como el gobierno participa junto a corporaciones privadas en el desarrollo de agentes que puedan deteriorar la salud de los seres humanos por meros intereses económicos y geopolíticos. La realidad es más tenebrosa que esas películas y las pruebas de ello abundan.

No se olviden aquel gran espectaculo  mediático con el polvo de “Antrax” (una infección bacteriana cultivada en laboratorios) que por finales del 2001 y en medio de la psicosis de los ataques del 11/S supuestamente era enviado vía postal por “terroristas islámicos” –que incluía a los iraquíes- a varios personajes norteamericanos. En realidad sus autores nada tenían que ver los árabes o los islámicos. Por el contrario, las implicancias de científicos ligados al gobierno federal  quedo al descubierto pero fueron inmediatamente tapadas  y obviamente de todo ello muy poco salió a la difusión pública.

Tampoco olvidemos la pantomima de Collin Powel ante Naciones Unidas en febrero de 2003 quien con un frasquito con un polvo blanco que según el era “Antrax”, argumentó que Iraq lo poseía cuando en realidad ello era falso ¿Qué sucedió? A pesar de este sucio y burdo engaño, los norteamericanos invadieron y destruyeron mediante una brutal ocupación a un país matando a más de un millón y medio de sus habitantes y dejando miles de heridos sin que los organismos encargados de velar por el cumplimiento de la ley internacional hubieran hecho algo para detenerles.

Lo mismo esta sucediendo con la crisis sanitaria del COVID, ya que nadie puede creerse que esto haya surgido espontáneamente. Estos engendros biológicos desde hace tiempo que se experimentan y se manipulan en los complejos de las principales potencias globales y en particular de EEUU. Son una tenebrosa realidad que los medios del hemisferio poco han querido reflejar. En el caso del COVID se sabía que desde hacía mucho tiempo  los laboratorios de Bioingenieria como Burnett Womack Biohazard (BWB) en la Universidad de Carolina del Norte y los militares  en Maryland, Ohio y de otros sitios ultra secretos, se  trabajaba en la elaboración de estos virus. Incluso más. Las inconfesables implicancias de funcionarios gubernamentales como Anthony Fauci en este tipo de proyectos de Bioarmas dejan al descubierto la perfidia y la frialdad con la que se manejan estos sectores del estado profundo. El caso de Fauci es emblemático ya que mientras rogaba ante los medios por el uso del barbijo, estaba muy implicado en el desarrollo de lo que ha desatado esta pandemia.

Pero las implicancias del gobierno federal son mucho más profundas y ello se evidencia por la existencia de unos 25 laboratorios de Bioingenieria de alta complejidad que son controlados en parte por el Pentágono y la CIA (ambos presentes en la simulación de una pandemia presentada en la Fundación MELINA & BILL GATES en 2019) incluido el Centro Nacional de Análisis y Contramedidas de Biodefensa, un eufemismo para tapar las actividades de producción y ensayo de este tipo de armamento pestilente.

Tampoco olvidemos el contexto geopolítico en que se produce este “brote” signado por el acuerdo parcial firmado en la Casa Blanca en enero 2020 entre el representante chino Liu He y Donald Trump. El objeto principal de dicho acuerdo era tratar de frenar el irrefrenable avance chino en el área comercial aunque no lo haría de forma inmediata y eficaz. No sería la primera vez que sabotean a un competidor solo que esta vez, fueron demasiado lejos. Sin dudas la intensión era que China se viera obligada a renegociar los términos de ese acuerdo en un marco de desventaja, pero la reacción de los chinos dejo perplejos a los estadounidenses y como un bumernag aquello se les volvió en su contra.

Los precedentes de la conducta megalómana de Trump evidencian un carácter errático e impredecible que muy bien pudo haber tenido que ver con una dispersión deliberada y planificada de este “agente biológico” a los fines de acelerar el fracaso de lo firmado con los chinos. Obviamente ello habría sido decidido a instancias de sus asesores más estrechos, tal como sucedió con los ataques misilisticos a Siria en 2017 y 2018, el asesinato del general iraní Qassem Soleimani y la participación en el atentado ejecutado por el Mossad contra el científico iraní Mohsen Fakhrizadeh​.

Si tenemos en cuenta que un ataque biológico es prácticamente invisible, las garantías para Washington de no quedar bajo sospechas eran altas. Con ello a la vista Trump bien pudo haber autorizado un acto semejante mucho más, si éste le daba los resultados que calculaba y al mismo tiempo pensaba para si, que lo exhibiría como un tipo astuto. Pero la reacción de los chinos dejo perplejos a los estadounidenses y para peor, aquello se les volvió como un bumerang. En este marco cabe preguntarse  ¿Qué tendría que ver el repentino cierre de Fort Detrick a mediados de junio de 2019 con esta posible “operación negra”?, ¿Hubo una fuga de este “agente biológico” en la base militar que infecto a todos sus efectivos y muchos de ellos viajaron posteriormente a China?¿Acaso fueron enviados de forma deliberada allí?

Por si algún lector sospecha de un ensañamiento con EEUU, recordemos que desde Fort Detrick, una base dedicada a programas de armas bacteriológicas y ensayo de psicodrogas a solo 50 millas de Washington,  se lanzaron muchos programas de armas biológicas que terminaron probándose en incautos locales (como la población negra con el LSD) y extranjeros (en Corea y Vietnam). Sobre esto en 1949 se creo la División de Operaciones Especiales con sede en Fort Detrick que se dedicaría a ensayar tácticas de uso de agentes químicos y biológicos para uso bélico aunque muchas veces fueron victimas de sus acciones algunos camaradas que atacados por una crisis de consciencia, podrían poner en peligro la secretitud de lo que ocurría puertas adentro. Como puede verse, la democracia estadounidense  implica el derecho de morir a manos del gobierno.

Por supuesto que no siempre ensayaron sus programas sobre enemigos declarados. Tampoco puede obviarse la continuidad de sus ensayos en nuevas victimas. Las invasiones a Afganistán e Iraq ha despertado muchas sospechas de que muchos prisioneros desaparecidos y torturados fueron usados como conejillos para los sádicos experimientos con psico-drogas y bacilos elaborados en  Fort Dectrick y administrados bajo la dirección de la CIA ¿O acaso alguien olvida las pruebas que durante toda su existencia hicieron los militares sobre parte de la población local y en otras parte del mundo?, ¿Por qué, esto no podría haber sido otra de estas experiencias que termino saliéndose de control?

Para calmar la ansiedad y el nerviosismo por estas preguntas tan inconvenientes, los medios (empresas de negocios) se encargan de mantener distraída a la opinión pública con números, cifras y estadísticas del terror que  persuada a los habitantes de entregar su libertad a un estado de cosas que los obligará a mantenerse confinados y vigilados para (supuestamente) protegerles su salud, pero los cuestionamientos sobre de dónde salió este virus, poco y nada. Si tratan de explicar el origen mantienen el relato maniqueo y tendencioso de “el virus chino” o el “virus de Wuhan” para desviar cualquier mirada a sus propias incumbencias. Todo muy conveniente e inútil a su vez, al menos lo es para tratar de recuperar la normalidad afectada por semejante fenómeno.

Como habrá visto al inicio, no creemos que sea un “fenómeno de la naturaleza” salido de la saliva de un murciélago asiático o del tan mancillado “pangolín”, un mamífero de la familia de los armadillos que ha servido como chivo expiatorio para tapar lo que realmente es este virus. Su artificialidad se destaca a la legua con solo ver como ataca al organismo, como reacciona a ciertas vacunas y su extraña composición estructural. Se puede intuir que se trata de una construcción surgida de la manipulación que desde hace décadas llevan a cabo los cerebros de la industria bélica de las grandes potencias –incluidos EEUU y China- y que eufemísticamente los medios camuflan con la denominación  de “bioterrorismo”.

Incluso no es el primer virus de esta clase que azota a los seres humanos. El precedente más conocido es el SARS que hizo su aparición allá por el 2003 aunque (y pese a los intentos de los medios) no logró la categoría de pandemia. Pero antes de esta crisis ya existían otros virus menos conocidos como el MERS-CoV que apareció sin explicación alguna a mediados del 2012 en una región de Arabia Saudita para luego extenderse a toda la península arábiga ¿Alguien pudo lanzarlo allí deliberadamente? Investigadores sanitarios sauditas no hallaron una explicación científica para este brote. Aquí los chivos expiatorios fueron los camellos y los murciélagos de la región aunque ello no ha sido confirmado. Al día de hoy no se ha logrado establecer cual fue el origen real de este virus.

En lo referente al virus “COVID-19” nadie sabe a ciencia cierta cuando realmente apareció  y cuantos individuos ya estaban infectados sin síntomas conviviendo y circulando entre la población, esto no desató ninguna alarma y mucho menos la declaración por parte de la OMS de una pandemia ¿Quiénes ganan con todo esto y en particular con el intento de instalar un estado de excepción global?

La primera respuesta es, quienes buscan sacar ventajas de una situación así y los candidatos no se reducen solamente a los laboratorios  privados o los gobiernos indistintamente del país al que pertenezcan. Hay detrás de aquellos un interés bien organizado y con una agenda previamente trazada que mueve a los gobiernos como meros peones de un tablero de ajedrez. Si no lo cree, vean como han llevado a que se apliquen medidas medievales, so pretexto de predicciones completamente irreales como las realizadas por epidemiólogos como Neil Ferguson del “Imperial College” entre otros y que aún pretenden profundizar con la imposición de barbijos aún más asfixiantes.  

Sumado a ello, la competencia entre los principales países para vender sus vacunas que ya es un hecho inocultable, pone de manifiesto la miseria humana que se esconde detrás de discursos y alegorías al valor humano, la igualdad y el derecho que todos los países tienen a acceder a esta posible cura. Ejemplo de ello se ve en Palestina donde solo los israelíes acceden a la vacunación dejando de lado a los árabes bajo ocupación. Pero si eso no era poco, ahora se está hablando de problemas de producción lo que implica reducir las dosis disponibles para vacunación y con ello la extensión de medidas como es el uso de mascarillas y más aislamientos.

Se advierte una desigualdad en la provisión y en los programas de vacunación que ya se está presentando como un retraso en el acceso a esta posible cura a las poblaciones de los países más infortunados y sin economías solidas. Con esto se garantiza mantener el terror informativo y con el, la justificación de los confinamientos a la sombra de poderes excepcionales del estado, la imposición de “pasaportes sanitarios” para pasar de una jurisdicción a otra –que podría aplicarse con chips subcutáneos-   y los planteos de un reseteo económico en DAVOS, ponen en contexto a sus beneficiarios. Entonces la pregunta sería ¿Usted puede seguir creyéndose la historia de un virus natural y mutante que salió de un mercado en China?

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