“EL
OPORTUNISTA”
¿Para
qué el premier israelí Naftali Bennett viajó tan presuroso a Moscú? Cuando la
mezquindad se disfraza de benevolencia.
Por Dany Smith
Mientras
la opinión pública mundial sigue bajo la contraofensiva informativa de
Washington y sus socios de la OTAN, otros aprovechan las circunstancias para
llevar agua a su molino. Uno de ellos es Israel quien no dejara pasar la
oportunidad para sacar beneficios de la crisis. Como dice el dicho “a río
revuelto ganancia de pescadores”.
El anuncio del viaje del primer ministro israelí
Naftali Bennett a Moscú para reunirse con Vladimir Putin y tratar el tema de
Ucrania pone en evidencia esto. Para Tel Aviv hay mucho en juego con la actual
situación en la que se ve sumergida el gobierno de Putin y como un socio
importante de Irán y el protector de Siria, Rusia ha sido un obstáculo para las
aspiraciones geopoliticas de Israel en el Oriente Medio.
Desde la postura oficial y para los medios, la visita
de Bennett fue en búsqueda de la mediación pero, desde una observación crítica
y viendo los antecedentes e intereses contemporáneos existentes, hay claras
intensiones de Israel por buscar la salida de Rusia de Siria y asegurarse de
que de alguna forma, abandone sus tratos y negocios con la república Islámica
de Irán. Sin dudas el momento no podría ser mejor aunque los israelíes saben
que Vladimir Putin no es cualquier estadista y mucho menos lo es de un país
intrascendente.
Incluso tras esas dos horas y media que duró la
reunión, Putin le habría dejado bien en claro cuáles son los motivos para la
operación lanzada y cuáles son los objetivos a concretar. Desde una mirada
completamente ignorante de la opinión pública occidental, se trató de un
intento del mandatario israelí por hacer entrar en razones a su homologo ruso
pero hay todo un trasfondo mucho más complejo y oscuro que en parte involucra a
Israel y es por eso que entra en escena.
Desde hace tiempo que desde EEUU se vienen gestando
operaciones contra los países del este (de la ex URSS) y de forma general sobre
toda Eurasia, orientadas a construir un cerco en rededor de Rusia. Las vías
para ello son múltiples, pero podríamos reducirlas a dos: El activismo
supuestamente pedagógico y desinteresado mediante ONGs que culminan en
“revoluciones de colores” y el uso de la subversión extrema (Terrorismo). A
simple vista se suele de decir “es EEUU quien está involucrado” pero ello es una
generalización errónea ya que para ser exactos quienes están envueltos y
comprometidos con todo esto son sus administraciones (tanto republicanas como
demócratas) y puntuales socios que operan desde el ámbito privado encubiertos con
convenientes máscaras societarias (USAID, la National Endowment for Democracy -NED-
y el US Institute for Peace entre los más destacados).
En realidad, Putin no le diría nada que Bennett y su
elite sionista no sepan. Ucrania se halla bajo un gobierno filonazi que desde
2014 había degradado a los ciudadanos de origen ruso a una subcategoría
privándoles de reconocerles los derechos que todos los ciudadanos ucranianos
tienen garantizados en su constitución. Sumado a ello, la persecución y el
intento del estado por consolidar estas políticas en Donetsk y Lugansk llevó a
que sus pobladores se levantaran en armas para protegerse de un gobierno
extraño y hostil plantado mediante el golpe de estado fomentado y dirigido por
Washington y la UE.
Sin dudas que Bennett no trato de condicionar a Putin
alegando la condición de judío de Zelensky o expresiones similares para
intentar manipularle. Para Putin y el estado ruso la condición religiosa del
mandatario ucraniano no tiene nada que ver en esto, pero los sionistas a nivel
internacional (entre ellos los argentinos) han tratado de hacerlo parecer aquello
como algo gravitante pintando al mandatario ruso como el nuevo Hitler. Tal vez
esto funcione con la propaganda efectista que los medios llevan adelante sobre
la opinión pública en el hemisferio occidental, pero con Rusia no.
Si Bennett pretendiera ir por esa vía simplemente no
sabrá como salir. Precisamente el estado ucraniano desde 2014 había sido
colonizado por esos sectores de la ultraderecha colocados por una planificación
de sectores vinculados muy estrechamente con la oligarquía de la comunidad
judía ucraniana, la estadounidense y finalmente a Israel. Que los matones de
“Pradvi Sektor” tuvieran la ideología nazi no fue un inconveniente para que el “Mossad”
y sus colegas angloestadounidenses cooperaran en el golpe de estado de Febrero
de 2014. La utilidad y el realismo está por encima del folklore mediático.
Y si eso no bastara, Bennett no podría explicar cuáles
fueron las incumbencias de su predecesor Benjamín Netanyahu y su administración
justamente en momentos en que se produjeron los hechos.
Putin le habría dejado bien en claro a su par, que no
frenara sus operaciones hasta que no se desarme todo ese andamiaje que responde
precisamente a una estructura globalista montada en parte por la secta de los
“Straussianos”[1]
conformada por reconocidos sionistas angloestadounidenses (como Paul Wolfowitz,
Gary Schmitt, Richard Perle, Robert Kagan, Victoria Nuland, Abraham Shulsky
entre muchos otros) que a su vez se halla estrechamente ligada a los
neoconservadores en Washington. Dos proyectos de estos exponentes que tuvieron
nefastas consecuencias para la paz global fueron el Project for the New
American Century -PNAC- de 1994 y el informe redactado en el ámbito del Institute
for Advanced Strategic and Political Studies (IASPS) que preveía nada menos
“asesinar a Yasser Arafat”, invadir Iraq
y deshacerse de los palestinos enviándolos allí.
Al mismo tiempo, estos sectores son los mismos que
generaron la doctrina de la “guerra permanente” que llevo a el intervencionismo
militar (consolidada mediante la doctrina Rumsfeld-Cebrowsky) usando a los
derechos humanos como plafón para encubrir sus verdaderos objetivos. Si Bennett trató de manipular a Putin por ese
costado, sin dudas volvió con las manos vacías.
Bajo todas estas consideraciones, suena muy risible
las arengas de la administración de Biden de investigar los posibles casos de
crímenes de guerra que pueda cometer Rusia en Ucrania.
La decisión de Vladimir Putin no se basa en una mera conveniencia
personal o electoralista como a la que acostumbran apelar sus colegas
occidentales (tanto en EEUU, Gran Bretaña o Francia). Los altos intereses
estratégicos de Rusia se ven comprometidos con este estado de cosas a pocos
minutos de Moscú y del cual la OTAN pretende beneficiarse; entonces ¿Por qué Vladimir
Putin debería abandonar la seguridad estratégica de su nación y de su pueblo ante
los enjuagues políticos de estos sectores intrigistas que hacen de la OTAN su
instrumento de dominación global?
[1]
Corriente filosófica y política elaborada por el filosofo
germano-estadounidense de origen judío Leo Strauss quien entre otras
elaboraciones intelectuales fue el sustentador del engaño en la política
mediante el romántico eufemismo del “noble engaño”.
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