domingo, 14 de agosto de 2022

 

“¿UN NUEVO CHERNOBIL?”

Los ataques ucranianos sobre la planta nuclear más grande Europa ¿Responden a un plan bien determinado o es simplemente un accionar terrorista para crear el incidente que La Casa Blanca ha estado buscando?


Por Javier B. Dal

El título no es una exageración, es una posibilidad que la OTAN y los lunáticos ultraderechistas ucranianos están buscando crear con sus ataques contra la central nuclear Zaporozhye que se halla bajo control ruso.

Desde hace una semana las fuerzas de Zelensky (coordinadas por asesores de la OTAN) han estado lanzando de forma persistente e inconsciente ataques con misiles lanzados desde tierra como desde Drones con el potencial peligro de producir una catástrofe ambiental que superaría las consecuencias de lo ocurrido en 1986 con Chernobil y Fukushima en 2011.

Aparentemente con el suministro de sistemas de misiles múltiples y más Drones de ataque de origen turco, los leales al régimen de Zelensky quienes están apoyados y asesorados por oficiales de la OTAN están en la creencia de que pueden gestar una contraofensiva que desaloje a los rusos de los territorios conquistados. Si eso es así, al parecer no estarían considerando la voluntad de los ucranianos ruso parlantes a no volver a ser perseguidos y asesinados por un régimen “banderista”. Dentro de estas delirantes planificaciones se encuentran objetivos estratégicos que hay que concretar para el éxito de aquellos. La planta nuclear de Zaporozhye, la más grande de Europa no puede estar en manos de los rusos y es por ello que los estrategas de Zelensky desde que fue tomada se rompen la cabeza para intentar desalojar a los rusos.

Los medios angloestadounidenses han estado propagando toda clase de incoherencias (las cuales son levantadas por los obsecuentes medios argentinos) sobre esta situación hablando de “ataques rusos”, cuando la planta y todo el complejo se halla en poder del ejército ruso desde el mes de marzo. Lo que realmente sucede es la ejecución de una temeraria maniobra psicológica terrorista que puede terminar en una calamidad nuclear de proporciones que afectara no solo a Europa sino a todo el mundo.

Desde hace una semana los ucranianos armados con los sistemas HIMARS provistos por los estadounidenses y sus colegas británicos han estado lanzando ataques contra la planta produciendo incendios y algunos daños en las inmediaciones. Para los rusos estos sistemas son difíciles de detectar por lo cual no son fáciles de anularlos antes de un ataque.

La entrega de estos sistemas de misiles fue lo que llevó a que Rusia ampliara sus objetivos sobre el terreno y que sin dudas fueron empleados con una sospechosa precisión (seguramente guiada desde un satélite) en el ataque del 10 de agosto a la base aérea rusa de “Saky” en la Península de Crimea.

El ataque contra un objetivo militar como éste no es discutible pero, su uso contra una instalación nuclear que representa un alto riesgo dañino injustificado es un acto terrorista que también indica la desesperación tanto en Bruselas como en la cúpula del régimen de Zelensky. Y es que el tiempo se acaba y el realismo político-económico (revelado en la necesidad de que el petróleo ruso se venda) se está imponiendo por sobre el relato simplón de la administración Biden de “democracias vs autocracias” que tanto gustan discursar los medios y comunicadores liberales anglosajones.

Sobre las acusaciones de que los ataques son rusos es claramente un absurdo ya que son tropas rusas las que controlan todo el complejo. Esto si vuelve a demostrar el papel central que juegan en la guerra psicológica y desinformativa el conglomerado de medios occidentales tratando de imponer falsas situaciones.   

Sin dudas que estos ataques estarían revelando una impotencia táctica ante varios intentos de tomar el complejo mediante asalto de comandos que habrían terminado en terribles fracasos y en los cuales habrían sido capturados varios mercenarios estadounidenses y canadienses. También demuestra la irresponsabilidad y la temeridad con la que los asesores de la OTAN y sus peones filonazis se conducen con respecto a la integridad de los civiles. Y es que de volar uno solo de los depósitos que contienen Uranio y material radiactivo residual generaría una contaminación venenosa que no solo subiría a la atmosfera y contaminaría el terreno circundante en kilómetros a la redonda sino produciría el envenenamiento del Río Dnieper lo que ya de por sí sería una catástrofe no solo para Ucrania sino para todos los estados rivereños que bordean el Mar Negro.

Esta claro que si hubiera una reacción nuclear por el impacto de un misil a la destrucción instantánea habría un hongo que elevaría una nube venenosa que sería transportada por los vientos.

Estas acciones van más allá de cualquier objetivo militar razonable y deberían ser un tema de abordaje urgente y directo de los organismos internacionales. Precisamente las posturas del Secretario de Naciones Unidas Antonio Gutiérrez son cuando menos ambiguas ya que desde su visión nebulosa los ataques “suicidas” estarían siendo realizados por los rusos volviendo a poner dudas sobre la neutralidad y transparencia del organismo.

Más preocupante, aunque nada sorprendente ha sido la posición de la OIEA que intenta lejos de bregar por conminar a los atacantes para que detengan sus acciones solo se avoca a pretender ingresar e inspeccionar las instalaciones algo de lo cual, los rusos tienen serios reparos y los cuales son entendibles si tenemos en cuenta la parcialidad y la influenciabilidad que este organismo ha demostrado en el pasado. Solo para citar un riesgo factible, nadie garantizaría que entre su comitiva ingresen espías o saboteadores (con algún Malware) que lleven a cabo una operación encubierta de la OTAN.

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